domingo, 27 de diciembre de 2020

Sermón Domingo 27 de Diciembre




Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

El que teme a Dios, hará buenas obras; y quien observa exactamente la justicia, poseerá la (sabiduría); porque ella le saldrá al encuentro cual madre respetable, y cual virgen desposada le recibirá. Le alimentará con pan de vida y de inteligencia; le dará a beber el agua saludable de la sabiduría, y fijará en él su morada, y él será constante. Será su sostén, y no se verá confundido, sino que será ensalzado entre sus hermanos. En medio de la Iglesia le abrirá la boca, llenándole del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y revistiéndole de un manto de gloria. Le colmará de consuelo y de alegría, y le dará en herencia un eterno renombre.

Eclesiástico XV, 1-6


Evangelio

En aquel tiempo: Dijo Jesús a Pedro “Sígueme”. Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo al cual Jesús amaba, el que, durante la cena, reclinado sobre su pecho, le había preguntado: “Señor ¿quién es el que te ha de entregar?” Pedro, pues, viéndolo, dijo a Jesús: “Señor: ¿y éste, qué?” Jesús le respondió: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme”. Y así se propagó entre los hermanos el rumor de que este discípulo no ha de morir. Sin embargo, Jesús no le había dicho que él no debía morir, sino: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti?” Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. 

Juan XXI, 19-24


Dom Gueranger: San Juan, Apóstol y Evangelista

  




SAN JUAN, 
APÓSTOL Y EVANGELISTA

"Año Litúrgico"
Dom Próspero Gueranger


EL APÓSTOL VIRGEN 

Después de Esteban el primero de los Mártires, el más próximo junto al pesebre del Señor es Juan, el Apóstol y Evangelista. Era justo que fuese reservado el primer puesto al que amó al Emmanuel hasta el punto de derramar su sangre en su servicio, porque, como dice el mismo Salvador, no hay mayor caridad que la de dar su vida por aquellos a quienes se ama (S. Juan, XV, 13); la Iglesia ha considerado siempre el martirio como la última prueba del amor, que tiene incluso virtud para perdonar los pecados como un segundo bautismo. Pero, después del sacrificio sangriento, el más noble y valeroso, el que mejor conquista el corazón del Esposo de las almas, es el sacrificio de la virginidad. Ahora bien, así como San Esteban es reconocido como prototipo de los Mártires, San Juan aparece ante nosotros como el Príncipe de los Vírgenes. El martirio le valió a San Esteban la palma y la corona: la virginidad mereció a Juan sublimes privilegios que, al mismo tiempo que prueban el valor de la castidad, colocan a este Discípulo entre los miembros más destacados de la humanidad. Juan tuvo la honra de nacer de la estirpe de David, en la misma familia de la purísima María; fué por lo mismo, pariente de Nuestro Señor según la carne. Compartió ese honor con su hermano Santiago el Mayor, hijo como él del Zebedeo y con Santiago el Menor y San Judas hijos de Alfeo; Juan siguió a Cristo en la flor de la juventud sin volver la vista atrás; fué objeto de una ternura particular por parte del corazón de Jesús, y en tanto que los demás fueron simplemente Discípulos y Apóstoles, él fué el Amigo del Hijo de Dios. El sacrificio de la virginidad que Juan ofreció al Hombre-Dios fué según lo proclama la Iglesia, el motivo por el que el Hijo de Dios le amó singularmente. Convienes pues, destacar aquí en el día de su fiesta, las gracias y privilegios que se derivaron para él de esta celestial predilección.


EL DISCÍPULO AMADO

Sólo ésta palabra del santo Evangelio: El Discípulo a quien Jesús amaba, dice más en su admirable concisión, que todos los comentarios. Sin duda, Pedro fué elegido para ser Jefe de los demás Apóstoles y fundamento de la Iglesia; fué más honrado; pero Juan fué más amado. A Pedro se le mandó que amase más que los demás; por tres veces pudo responder a Cristo que así lo hacía; pero Juan fué más amado por Cristo que el mismo Pedro, porque convenía honrar la virginidad. 

La castidad de los sentidos y del corazón tiene la virtud de acercar a Dios a quien la guarda, y la de atraer a Dios hacia nosotros; por eso, en el solemne momento de la última Cena, de aquella fecunda Cena que se iba a renovar en el altar hasta el fin de los siglos para reanimar la vida en las almas y curar sus heridas, Juan se colocó junto a Jesús, y no sólo disfrutó de este honor insigne, sino que, en las últimas expansiones del amor del Redentor, este hijo de su ternura mereció apoyar su cabeza sobre el pecho del Hombre-Dios. Entonces bebió la luz y el amor en su fuente divina, y este favor, que era ya una recompensa, fué también el origen de dos particulares gracias que recomiendan de un modo especial a San Juan a la veneración de toda la Iglesia.


EL DOCTOR

Efectivamente, queriendo la divina Sabiduría revelar el misterio del Verbo y conñar a la palabra escrita secretos que hasta entonces ninguna pluma humana habla sido llamada a publicar, fué Juan escogido para ésta gran obra. Pedro había muerto en la Cruz, Pablo había entregado su cerviz a la espada, los demás Apóstoles habían sellado sucesivamente su doctrina con su sangre; sólo San Juan quedaba en pie, en medio de la Iglesia; y la herejía, renegando de las enseñanzas apostólicas, trataba ya de destruir al Verbo divino, no queriendo reconocerle como Hijo de Dios, consubstancial al Padre. Las Iglesias invitaron a hablar a Juan; y él lo hizo con lenguaje celestial. Su divino Maestro había reservado para él, limpio de toda impureza, la gloria de escribir de su puño mortal los misterios que sus hermanos sólo tenían misión de enseñar: EL VERBO, DIOS ETERNO, y el mismo VERBO HECHO CARNE por la salvación del hombre. De ahí se elevó como el Aguila hasta el Sol divino; le contempló sin deslumhrarse, porque la pureza de su alma y de sus sentidos le habían hecho digno de ponerse en contacto con la Luz increada. Si Moisés, después de haber hablado con el Señor en la nube, se retiró del divino coloquio con la frente radiante de maravillosos destellos, ¡cuánto más refulgente debía de ser el venerable rostro de Juan, que se había apoyado en el mismo Corazón de Jesús, donde, como dice el Apóstol, ¡se ocultan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia/' ¡qué luminosos sus escritos! ¡qué divina su enseñanza! A él le h a aplicado la Iglesia ese símbolo sublime del Aguila mostrada por Ecequiel, símbolo confirmado por el mismo San Juan en su Revelación, al que se añade el de Teólogo que le ha dado toda la tradición.


EL APÓSTOL DEL AMOR 

Como la castidad, apartando al hombre de los afectos groseros y egoístas le eleva a un amor más puro y generoso, el Salvador concedió a su discípulo amado, además de esa primera recompensa que consiste en la penetración de los misterios, una efusión de amor extraordinaria. Juan había guardado en su corazón los discursos de Jesús: de ellos hizo partícipe a la Iglesia, y sobre todo le reveló el Sermón divino de la Cena, en el que se expansiona el alma del Redentor, que, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin Escribió Epístolas para decir a los hombres que Dios es amor; que el que no ama no conoce a Dios; que, la caridad aleja el temor'. Hasta el fin de su vida, hasta en los días de su extrema vejez, no dejó de inculcar el amor que los hombres se deben unos a otros, siguiendo el ejemplo de Dios, que los ha amado; y así como había anunciado de una manera más clara que los demás la divinidad y los esplendores del Verbo, así también se mostró un particular Apóstol del infinito Amor que el Emmanuel vino a encender en la tierra.


EL HIJO DE MARÍA  

Pero el Señor le reservaba todavía un don verdaderamente digno del Discípulo virgen y predilecto. Al morir en la Cruz, Jesús dejaba en la tierra a María; José había entregado su alma al Señor hacía ya muchos años. ¿Quién, pues, velaría por tan sagrado tesoro? ¿quién sería digno de recibirle? ¿Enviaría Jesús a sus Angeles para proteger y consolar a su Madre, no mereciendo nadie en la tierra semejante honor? Desde lo alto de la cruz, Jesús ve al discípulo virgen: todo está determinado. J u a n será un hijo para María, María será una Madre para Juan; la castidad del discípulo le ha hecho digno de recibir tan glorioso legado. 

sábado, 26 de diciembre de 2020

Boletín Dominical 27 de diciembre


Día 27 de Diciembre, San Juan, Apóstol y Evangelista

Doble de II clase- Orn. Blancos

San Juan fue el primero que siguió a Jesucristo junto con su hermano Santiago el Mayor. Por su pureza fue especialmente amado del Señor, tanto que en su Evangelio para nombrarse a sí mismo se dice repetidas veces “el discípulo amado”. Lleno de amor al Maestro, fue el único de los Apóstoles que le acompañó hasta el Calvario y mereció el honor de que Jesús desde la cruz le entregara la Virgen por Madre, a la cual acompañó mientras vivió, rodeándola de ternura y respeto. Padeció el martirio, mas no murió en él, llegando a edad muy avanzada. Su Evangelio es el más hermoso acerca del Amor y Divinidad de Cristo.


Día 30 de Diciembre, Domingo Infraoctava de Navidad

Nos hace leer la Iglesia en esta dominica un inspirado y hermoso trozo de la Epístola a los Gálatas, en la cual San Pablo demuestra nuestra filiación divina por el Nacimiento humano de Cristo. Tres partes encontramos en el razonamiento del Apóstol. En la primera les dice a los judíos, que tenían dificultad en recibir el Evangelio por que pensaban que el régimen de la ley mosaica era divino y perfecto, que ese régimen de la ley mosaica fue una especie de menor edad comparable con la esclavitud conforme al derecho romano. Sobre éste fundamento jurídico, aplicado alegóricamente, …(Continúa)




…va discurriendo el Apóstol entre el tiempo y el estado de la ley, que era como la menor edad, y el tiempo y estado del Evangelio, que es la mayor edad de los hombres libres.

En la segunda parte nos dice cómo recibimos la perfecta filiación divina con el Nacimiento de Cristo: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, formado de una mujer y sujeto a la ley para rescatar a los que estaban bajo la ley y recibiesen la filiación adoptiva Divina”.

En la tercera y última parte señala el Apóstol la unión existente entre esa filiación Divina y la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones.





viernes, 25 de diciembre de 2020

Sermón: Fiesta de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo



Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


MISA DE LA AURORA

Lección
Carísimo: Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, Él nos salvó, no a causa de obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del lavacro de la regeneración, y la renovación del Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador; para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos, conforme a la esperanza, herederos de la vida eterna.

Tito III, 4-7


Evangelio

En aquél tiempo: Los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, a Betlehem y veamos este acontecimiento, que el Señor nos ha hecho conocer”. Y fueron a prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verle, hicieron conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían los pastores. Pero María retenía todas estas palabras ponderándolas en su corazón. Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto según les había sido anunciado.

Lucas II, 15 - 20




Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


MISA DEL DÍA


Lección
Hermanos: Dios que en los tiempos antiguos habló a los padres en muchas ocasiones y de muchas maneras por los profetas, en los últimos días nos ha hablado a nosotros en su Hijo, a quien ha constituido heredero de todo y por quien también hizo las edades; el cual es el resplandor de su gloria y la impronta de su substancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder, después de hacer la purificación de los pecados se ha sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, llegado a ser tanto superior a los ángeles cuanto el nombre que heredó es más eminente que el de ellos. Pues ¿a cuál de los ángeles dijo (Dios) alguna vez: “Hijo mío eres Tú, hoy te he engendrado”; y también: “Yo seré su Padre, y Él será mi Hijo”? Y al introducir de nuevo al Primogénito en el mundo dice: “Y adórenlo todos los ángeles de Dios”. Respecto de los ángeles (sólo) dice: “El que hace de sus ángeles vientos y de sus ministros llamas de fuego”. Mas al Hijo le dice: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; y cetro de rectitud el cetro de tu reino. Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, oh Dios, el Dios tuyo con óleo de alegría más que a tus copartícipes”. Y también: “Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y obra de tu mano son los cielos; ellos perecerán, mas Tú permaneces; y todos ellos envejecerán como un vestido; los arrollarás como un manto, como una capa serán mudados. Tú empero eres el mismo y tus años no se acabarán”. 
Hebreos I, 1-12


Evangelio
En el principio el Verbo era, y el Verbo era junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él era, en el principio, junto a Dios: Por Él, todo fue hecho, y sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho. En Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba Juan. Él vino como testigo, para dar testimonio acerca de la luz, a fin de que todos creyesen por Él. Él no era la luz, sino para dar testimonio acerca de la luz. La verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Él estaba en el mundo; por Él, el mundo había sido hecho, y el mundo no lo conoció. Él vino a lo suyo, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre. Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros –y nosotros vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre– lleno de gracia y de verdad.  
Juan I, 1-12

 

Dom Gueranger: El Santo Día de Navidad




EL SANTO DÍA DE NAVIDAD

"Año Litúrgico"

Dom Própero Gueranger


FIN DE LA VIGILIA

El día feliz de la Vigilia de Navidad toca a su fin. La Iglesia ha clausurado ya los Oficios divinos propios del Adviento con la celebración del gran Sacrificio. Con maternal clemencia ha permitido a sus hijos quebrantar desde medio día el ayuno preparativo; los fieles se han sentado a la frugal mesa con una alegría espiritual que los hace sentir de antemano la que invadirá sus corazones en la noche que les va a traer al divino Emmanuel.

Mas, una fiesta tan solemne como la de mañana debe comenzar desde el día anterior, como acostumbra hacerlo la Iglesia en sus festividades. Dentro de unos momentos va a llamar la Iglesia a los cristianos al templo para el Oficio de las Primeras Vísperas, en el que se ofrece a Dios el incienso de la tarde. El esplendor de las ceremonias y la magnificencia de los cantos van a preparar a las almas para las emociones de amor y gratitud que las dispondrán a recibir las gracias en el momento supremo.

En espera de la llamada que nos ha de invitar a la casa de Dios, aprovechemos los instantes que nos quedan para ahondar en el misterio de tan gran día y, en los sentimientos que embargan a la Santa Iglesia en esta fiesta, y en las tradiciones católicas que tanto ayudaron a que la celebraran dignamente nuestros antepasados.

SERMÓN DE SAN GREGORIO NACIANCENO

Primeramente, escuchemos la voz de los santos Padres que resuena con un énfasis y una elocuencia capaces de despertar a toda alma que no esté muerta. He aquí en primer lugar a San Gregorio el Teólogo, Obispo de Nacianzo, en su discurso treinta y ocho dedicado a la Teofanla o Nacimiento del Salvador: ¿quién será capaz de permanecer frío oyendo sus palabras?

"Cristo nace; ensalzadle. Cristo baja del cielo; salidle al encuentro. Cristo está ya en la tierra; oh hombres, elevaos. Cante al Señor toda la tierra y para decirlo todo en una sola palabra: Alégrense los cielos y salte de gozo la tierra por causa de Aquel que es al mismo tiempo del cielo y de la tierra. Cristo se viste con nuestra carne, estremeced de temor y alegría: de temor por razón de vuestros pecados, de alegría por la esperanza. Cristo nace de una Virgen; mujeres, honrad la virginidad para que lleguéis a ser Madres de Cristo.

¿Quién no adorará al que existió eternamente? ¿quién no alabará y ensalzará al que acaba de nacer? He aquí que se deshacen las tinieblas; es creada la luz; Egipto permanece en las sombras, e Israel es alumbrado por la columna luminosa. El pueblo que estaba sentado en las tinieblas de la ignorancia ve el resplandor de una profunda ciencia. Ha terminado lo antiguo; todo es ya nuevo. Le letra huye, triunfa el espíritu; las sombras han pasado; la verdad ha hecho su aparición. La naturaleza ve sus leyes violadas; ha llegado el momento de poblar el mundo celestial: Cristo manda; guardémonos de oponer resistencia.

Aplaudid, naciones todas: porque un Niño nos ha sido dado, un Hijo nos ha nacido. La señal de su principado está sobre sus espaldas: porque la cruz ha de ser el instrumento de su exaltación; su nombre es Angel del gran consejo, es decir, del consejo paterno.

Ya puede San Juan exclamar: ¡Preparad el camino del Señor! En cuanto a mí, quiero publicar la magnificencia de tan gran día: El incorpóreo se encarna; el Verbo toma carne; el Invisible se deja ver de nuestros ojos, el Impalpable se deja tocar: el que no conoce el tiempo, toma principio en él; el Hijo de Dios se hace hijo del hombre. Jesucristo fué ayer; es hoy, y será siempre. Escandalícese el Judío; mófese el Griego, muévase la lengua del hereje su boca impura. También, ellos creerán por fin en el Hijo de Dios, cuando le vean subir al cielo; y, si aún entonces se niegan hacerlo, creerán cuando baje del cielo para juzgarlos en su tribunal justiciero".

SERMÓN DE SAN BERNARDO

Oigamos ahora, en la Iglesia latina, al piadoso San Bernardo, que, en el Sermón VI de la Vigilia de Navidad derrama una dulce alegría en sus melodiosas palabras.

"Acabamos de oír una noticia llena de gracia y a propósito para ser recibida con transportes de alegría: Jesucristo, Hijo de Dios, nace en Belén de Judea. Mi alma se ha derretido al oír esta frase; mi espíritu se agita dentro de mí, obligándome a comunicaros esta felicidad. Jesús quiere decir Salvador: ¿Hay algo más necesario que un Salvador para los que estaban perdidos, más deseable para los desgraciados, más conveniente para los que carecían de esperanza? ¿Dónde estaba la salvación, dónde ni siquiera la esperanza de salvación por ligera que fuese, bajo esa ley de pecado, en ese cuerpo de muerte, en medio de esa maldad, en esa mansión de llanto, si la salvación no hubiese nacido de repente y contra toda esperanza? ¡Oh hombre, deseas ciertamente la salud; pero conociendo tu debilidad y tu flaqueza, temes la dureza del tratamiento! No temas: Cristo es dulce y suave; inmensa su misericordia; por ser Cristo, ha recibido la unción para derramarla sobre tus heridas. Mas, al decirte que es dulce, no vayas a creer que carece de poder; porque se añade que es Hijo de Dios. Saltemos, pues, de gozo repasando dentro de nosotros mismos y pronunciando esa dulce frase, esa suave palabra: ¡Jesucristo, Hijo de Dios, nace en Belén de Judea!"

domingo, 20 de diciembre de 2020

San Roberto Belarmino: Los Caminos que Conducen a Dios


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DEL DOMINGO IV DE ADVIENTO

 

El año décimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca de Iturea y de la Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la región del Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, como está escrito en el libro de los vaticinios del profeta Isaías: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos; y toda carne verá la salvación de Dios”.

Lucas III, 1-6



SAN ROBERTO BELARMINO

Caminos hacia Dios Como en las dominicas anteriores, extractamos de la obra citada el sermón correspondiente al evangelio del dia (Opero oratoria postuma edición Tromp, Universidad Gregoriana, Roma 1942). 


A) Los caminos que conducen a Dios

Juan, anunciado por Isaías, nos ordena que preparemos al Señor un camino recto, llano, estrecho y solitario. 

Enderezad sus sendas (Lc. 3,4). El camino recto es más breve, más hermoso y anima con la visión directa de la meta final. Por eso dice el Sabio (Sap. 10,10): Le condujo por caminos rectos y le dió a conocer las cosas santas. 

Todo barranco será rellenado (Lc. 3,5). La llanura aprovecha a la comodidad, a la belleza y a la visión de la meta o fin. 

Sendas. Las sendas son más estrechas, pero más rápidas y hasta más seguras, pues no transitan por ellas más que los peatones. 

En soledad. Camino recorrido sólo por los que quieren encontrar a Cristo.


B) Camino recto: el fin del hombre


a) LA RECTITUD DE INTENCIÓN

Enderezad el camino del Señor (Io. 1,23). La recta intención es el fundamento de toda la vida espiritual, porque en realidad el camino recto equivale a seguir la ley de Dios. Mas para andar por él se necesita la rectitud de intención, esto es, conocer y desear nuestro verdadero fin. 

El que ama el fin elige los medios convenientes. Por eso dice San Pablo que quien ama al prójimo ha cumplido la Ley (Rom. 13,8). y éste es el sentido de las palabras del Señor: Si tu ojo estuviese sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo estuviese enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas (Mt. 6,22-23). De lo que amemos y busquemos dependerá toda nuestra vida.


b) NUESTRO FIN

Ahora bien, ¿qué buscan los hombres como si fuera su fin? Unos las riquezas, aun a costa de prevaricar; otros cierta mujer, otros tal dignidad. Nada de eso constituye el fin del hombre. Mejor que nadie conoció cuál era nuestro fin el mismo que nos creó y al crearnos dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza (Gen. 1,26). 

El fin de una imagen es parecerse a su modelo. Por lo tanto, nuestro fin consiste en ir creciendo en semejanza con Dios, hasta que llegue el día en que seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es (I Io. 3,2). Fin altísimo. 


c) NUESTRA INTENCIÓN DEBE DIRIGIR TODAS NUESTRAS OBRAS A ESTE FIN

Todas las obras, no alguna que otra (semitas, no semitam). Los que se separan de este fin, cuanto más corren más se desvían, como la flecha que no se dirige bien al blanco. ¡Cómo se esfuevrir los hombres en cosas transitorias! Merecen, en verdad, que les diga el profeta: ¿A qué gastar vuestro dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? (Is. 55,2). 

Los que piensan en el cielo como fin, viajan alegres, porque brilla siempre ante sus ojos la meta feliz. Además llegan antes, porque los otros, o no llegan nunca, porque se condenan, o alargan su cansino en el purgatorio, en donde un minuto de dolor equivale a largos años de sufrir en este mundo. 

Ven siempre la meta, porque su deseo se les presenta siempre y su conciencia tranquila les infunde la confianza en la llegada. Donde está tu tesoro, allí está tu corazón (Mt. 6 , 21). 

Van alegres, porque los preceptos de Yavé son rectos y alegran el corazón (Ps. 18,9). Nada más alegre que el bien obrar. 


C) Camino llano: sin presunción ni desesperación o pusilaniminidad

He aquí camino sin valles ni montañas, porque los dos obstáculos principales para salvarse son la presunción y la desesperación; la soberbia y la pusilanimidad. 

Hay quienes presuntuosamente se forman su conciencia y su forma de vida, justificando todos sus actos. Malgasto mucho, pero todo es mío. Soy iracundo, pero ellos se lo merecen. Cometo fraudes en las ventas, pero también me engañaron a mí cuando compraba. Se parecen al fariseo, que no veía más que los pecados ajenos. 

A todos éstos hay que aplicarles las frases del Señor y de la Escritura: Yo he venido al mundo a un juicio, para que los que no ven, vean (Io. 9,39); esto es, para castigar a los que se creen suficientemente sabios. Si fuerais ciegos no tendríais pecado; pero ahora decís: Vemos, y vuestro pecado es permanente (Io. 9,41), porque si reconocierais vuestra ceguera... Dices: Yo soy rico, me he enriquecido, y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado, un miserable, un indigente, un ciego y un desnudo (Apoc. 3,17). 

Otros conocen su pecado, pero continúan en él, confiando en la bondad de Dios y en los medios de perdón que nos concede. El extremo contrario es la cobardía de quienes quisieran ser buenos, pero estiman demasiado difícil la virtud. Sin la gracia de Dios nada podemos, pero con ella todo es fácil. 

Allánanse los montes con el temor de Dios, rellénanse los valles con la confianza en su gracia.


D) Camino estrecho: la cruz de cada

Hay también un cansino estrecho, una senda, porque nadie puede entrar en el cielo si no es derramando su sangre en el martirio o macerando su carne como los santos. La vida es una cruz que se lleva, una corona que hay que alcanzar en la lucha, una pelea con los enemigos de Dios. San Pablo dice: Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones (2 Tim. 3,12). Necesario es este camino a los pobres en su pobreza. Sufrirla es la senda angosta; desesperarse, robar, es salirse de ella. Necesario a los ricos, a quienes dar limosna les cuesta mucho más que al pobre sufrir su escasez, pues han de superar su avaricia, su soberbia y su prodigalidad. Oigamos al Apóstol: Sé pasar necesidad y sé vivir en la abundancia; a todo y por todo bien estoy enseñado: a la tortura y al hambre, a abundar v a carecer (Phil. 4, r 2). Penosa aparece la obediencia, difícil el mando, tentada la juventud, enferma la vejez... ¿Y nos dijiste que el camino era alegre? La gracia de Dios lo transforma todo: Reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones (2 Cor. 7,4). 


E) El camino solitario

Al ser estrecho el camino ha de ser apenas transitado. Pocos siguen al Señor. Cosas hay en las que debemos acomodarnos al común de las gentes, como son las relativas al modo de vestir u otras semejantes, en las que se puede mostrar indiferencia, pero nunca en dejar el bien y aceptar el mal. 


Sermón Domingo IV de Adviento


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

Hermanos: Así es preciso que los hombres nos miren: como a siervos de Cristo y distribuidores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere en los distribuidores es hallar que uno sea fiel. En cuanto a mí, muy poco me importa ser juzgado por vosotros o por tribunal humano; pero tampoco me juzgo a mí mismo. Pues aunque de nada me acusa la conciencia, no por esto estoy justificado. El que me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cual sacará a luz los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones, y entonces a cada uno le vendrá de Dios su alabanza.

I Corintios IV, 1-5


Evangelio

El año décimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca de Iturea y de la Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la región del Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, como está escrito en el libro de los vaticinios del profeta Isaías: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos; y toda carne verá la salvación de Dios”.

Lucas III, 1-6


Boletín Dominical 20 de diciembre



Día 20 de Diciembre. Domingo IV de Adviento

Doble de I clase – Orn. Morados

A disponer los caminos del alma nos exhorta hoy la Iglesia con palabras del Evangelio de este domingo. “Erunt prava in directa…” Que se enderecen esas tortuosas sendas de la conciencia maleada y pervertida por la concupiscencia y el pecado. Que se abra camino amplio y limpio por medio de la purificación del alma y arrepentimiento sincero, para que por él pueda andar Jesús, y venga a nosotros el suspirado Salvador enviado por Dios.

Se aumenta incesantemente las ansias de la Iglesia que llama a su divino Esposo: ¡Ven, oh vástago de Jesé!, ¡oh Llave de David!, ¡oh Oriente!, ¡oh Rey de las naciones!, ¡oh Emmanuel!, ¡oh Sabiduría! ¡Ven, ven, ven! Abramos el corazón a tan gran esperanza para que more en él el Deseado.


Día 25 de Diciembre – La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

El Niño que nos nace es el Hijo de Dios, engendrado en cuanto Dios por el Padre desde toda la eternidad: Ego hodie genuit te; engendrado también por Dios como hombre el día de la encarnación: Filius meus es tu, ego hodie genuit te. Por eso nos dice San Juan en el prólogo de su Evangelio: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin el nada se hizo de cuanto había sido hecho… Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.


"Venite Adoremus!”





domingo, 13 de diciembre de 2020

Sermón Domingo III de Adviento

 

Sermón

R.P. julián Espina Leupold


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

Hermanos: Alegraos en el Señor siempre; otra vez lo diré: Alegraos. Sea de todos conocida vuestra sencillez. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna, sino que en todo vuestras peticiones se den a conocer a Dios mediante la oración y la súplica, acompañadas de acción de gracias. Y entonces la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses IV, 4-7


Evangelio

En aquel tiempo: Los judíos enviaron a Juan, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. Él confesó y no negó; y confesó: “Yo no soy el Cristo”. Le preguntaron: “¿Entonces qué?¿Eres tú Elías?” Dijo: “No lo soy”. “¿Eres el Profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron entonces: “¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?” Él dijo: “Yo soy la voz de uno que dama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Había también enviados de entre los fariseos. Ellos le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis, que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 

Juan I, 19-28


San Gregorio Magno: La Predicación del Bautista


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DEL DOMINGO III DE ADVIENTO


En aquel tiempo: Los judíos enviaron a Juan, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. Él confesó y no negó; y confesó: “Yo no soy el Cristo”. Le preguntaron: “¿Entonces qué?¿Eres tú Elías?” Dijo: “No lo soy”. “¿Eres el Profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron entonces: “¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?” Él dijo: “Yo soy la voz de uno que dama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Había también enviados de entre los fariseos. Ellos le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis, que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 

Juan I, 19-28



SAN GREGORIO MAGNO

El Bautista, modelo de humildad Seleccionamos dos pasajes, uno relativo a la predicación del Bautista, otro referente a la humildad, pero conectado asimismo con el evangelio de la presente domínica. 


A) La predicación del Bautista

En su Homil. 20 in Evang. (PL 76,1159-1170), San Gregorio va comentando todo el pasaje evangélico. De este comentario entresacamos lo más notable. 


a) PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR

Comienza aludiendo a las autoridades del rey y de los sacerdotes para precisar el tiempo del que había de ser Rey y Sumo Sacerdote. Después de una extraña interpretación de la predicación del bautismo para el perdón de los pecados, continúa: Soy la voz, porque precedía a la palabra preparad el camino (Le. 3,4). «Todo el que predica la fe recta y las buenas obras, ¿qué hace sino preparar el camino del Señor para que venga al corazón de los oyentes, penetrándolos con la fuerza de la gracia, ilustrándolos con la luz de la verdad, para que, enderezadas así las sendas que conducen a Dios, se engendren santos pensamientos en el alma?... 

Todo barranco será rellenado y todo monte allanado (Le. 3,5). En la venida del Señor se llenaron todos los valles y fueron humillados los montes, porque, según sus palabras, el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado (Le. 14,11 y 18,14)». Los soberbios judíos perdieron el reino que ganaron los despreciados gentiles. «Los corazones humildes serán llenos de la gracia y de las virtudes por medio de las enseñanzas divinas, según lo que está escrito: Hace brotar en los valles los manantiales... y los valles se cubrirán de mieses» (Ps. 103,10 y 64,14). El agua desciende resbalando de las montañas de los soberbios para formar remansos en el valle. 

Los caminos tortuosos, rectificados (Le. 3,5). «Los corazones de los malos, torcidos por la injusticia, son dirigidos a la regla de la justicia (Is. 11,4-5), y los iracundos se tornan suaves por la gracia sobrenatural. Cuando el iracundo no quiere recibir la palabra de la verdad, es un camino que no permite marchar por él. Cuando... la recibe, se convierte en camino llano el inaccesible, por donde antes el predicador no podía dar un paso* (ibid., 6: 1162). 

Y toda carne verá la salud de Dios (Le. 3,6). Por eso habla en seguida del juicio (ibid., 7: ii65). 

Dignos frutos de penitencia (Le. 3,8). En proporción con los Pecados anteriores, «tanto mayores ganancias hemos de procurar conseguir con las buenas obras cuanto mayores perjuicios nos hayamos inferido con el pecado»... (ibid., 8: 1163). 


b) EL QUE TIENE DOS TÚNICAS DÉ UNA AL QUE NO LA TIENE (Lc. 3, 11)

«Por lo mismo que la túnica es más precisa que la capa, indica aquí San Juan que es mejor fruto de penitencia dar y compartir con nuestro prójimo lo que nos es necesario... que limitarnos a las cosas exteriores y menos útiles. Escrito está en la ley: Amarás al prójimo como a ti mismo (Mt. 22,39 y Lev. 19,18), y no demuestra amarle de ese modo el que no comparte con él, cuando lo ve necesitado, las cosas que le son indispensables. Por consiguiente, tenemos la obligación de dar una túnica cuando tengamos dos. Y no manda el evangelio que se parta por la mitad la que se tenga cuando sea sólo una, porque eso equivaldría a desnudar a los dos, sin remediar a nadie»

Considerad y ved cuánto valen las obras de misericordia. En este pasaje, cuando se enumeran los frutos dignos de penitencia, son aquéllas las preferidas. 

Por eso dice el Señor: Dad limosna... y todo será puro para vosotros (Le. 11,41); y en otro lugar: Dad y se os dará (Le. 6,38). De aquí que esté escrito: El agua apaga la ardiente llama y la limosna expía /os pecados (Eccli. 3,33). Y en otra parte: Encierra la limosna en tus arcas y te librará de toda miseria (Eccli. 29,15). Por eso, el buen padre ha de aconsejar a su hijo (Tob. 4,8): Si abundares en bienes, haz de ellos limosna; y si éstos fueren escasos, según esa escasez, no temas hacerla. (ibid., I I : I 165).

Extiéndese el Santo largamente sobre los que hacen limosnas a las personas dedicadas a Dios y al apostolado, y dice que recibirán el mismo premio del Apóstol, según Mt. io,41 (ibid., 12: 1165).


C) LAS LIMOSNAS Y LA PENITENCIA, VIOLENCIA GRATA A DIOS

Cuando el Señor dijo que desde los días de Juan el reino de Dios sufría violencia, se refería a esta predicación y a las limosnas, por medio de las cuales alcanzamos el reino de los justos, que habíamos perdido. «Dios se complace en sufrir esta violencia. Desea que lo que no hemos merecido con nuestras obras, lo arrebetemos con nuestras lágrimas... Ved al buen ladrón (Le. 23,42), arrepentido en la cruz. (ibid., 15: 1169).


B) La humildad

En la Hom. 7 Evang. (PL 76,1099-1103), después de una exposición exegética que omitimos, San Gregorio desarrolla el tema de la humildad. Debemos considerar nuestros defectos aun en medio de nuestras virtud., y en medio de nuestra grandeza, si la hubiere, nuestra pequeñez. 


a) NO SOY DIGNO DE DESATAR SU ZAPATO

«¿Qué significa decir: No soy digno de desatar la correa de su zapato (Io. 1,27), sino confesar clara y humildemente la ignorancia? Es como si dijera: ¿Qué extraño es que se me anteponga Aquel a quien veo, si, aunque nació después de mí, no comprendo el misterio de su nacimiento? He aquí cómo el Bautista, lleno del don de profecía, brilla en la ciencia sobrenatural y nos indica lo que ignora» (ibid., 3: 11oi y 1102).


b) LA HUMILDAD, GUARDA DE LA VIRTUD

«En este punto, carísimos hermanos, debemos considerar y pensar atentamente cómo los santos, a fin de conservar la virtud de la humildad, cuando por un don especial del cielo saben alguna cosa, procuran traer a su imaginación lo que ignoran, para que, viendo sus debilidades, no se enorgullezca su alma por lo que tiene de perfecta. La ciencia es ciertamente una virtud, pero la humildad la custodia. Conviene, por lo tanto, hermanos míos, que nuestro entendimiento se humille en lo que sabe, para que no se lleve el viento del orgullo lo que ha reunido la virtud de la ciencia... 

Cuando hagáis alguna obra buena, traed siempre ante vuestra consideración el mal que hayáis hecho, para que, viendo cautamente la culpa, jamás el ánimo se regocije incautamente en el bien cumplido... 

Considerad como superiores a vuestros prójimos, principalmente a aquellos a quienes no estáis encomendados, porque no sabéis si aun los que obran mal ocultan algún bien dentro de sí mismos...» 


c) EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENSALZADO

«Procure cada uno ser grande, pero ignore que lo es, a fin de que no pierda su grandeza cuando con arrogancia se la atribuya. A este propósito dice el profeta: ¡Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes delante de sí mismos! (Is. 5,21). Y San Pablo añade: No seáis prudentes a vuestros propios ojos (Rom. 12,16). De aquí que se dijera contra el soberbio Saúl: Hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de las tribus de Israel... Reg. 15,17). Lo que equivale a decir: Por haberte considerado pequeño, te hice yo más grande que los demás; mas como te has estimado grande, te tengo yo por pequeño. Por el contrario, cuando el rey David valoraba en nada el fausto de su autoridad real y bailaba en presencia del arca de la alianza, dijo: Danzaré yo y aún más vil que esto quiero parecer todavía y rebajarme más a tus ojos... (2 Reg. 6,25-22)». 

«Luego si los santos, cuando ejecutan grandes cosas, sienten pobremente de sí, ¿qué han de decir en su defensa los que se engríen sin virtudes? Aun las buenas acciones carecen de valor cuando no están sazonadas por la virtud de la humildad. Las más grandes, Practicadas con soberbia, en vez de ensalzar rebajan. El que acopie virtudes sin humildad, arroja polvo al viento; y donde parece que obra provechosamente, allí incurre en más lastimosa ceguera. Por 10 tanto, hermanos míos, mantened en todas vuestras obras la humildad..., no miréis a los que son menos que vosotros, sino a los que os aventajan, parmue al proponeros los ejemplos de los buenos podáis subir siempre a mayor perfección...» (ibid., 4: 1102- 1 I 03)».

Boletín Dominical 13 de diciembre


Día 13 de Diciembre. Domingo III de Adviento - Dominica Gaudéte

Doble de I clase- Orn. Morados o rosados

Día de júbilo, porque el Señor está cerca. “Gozaos siempre en el Señor; otra vez lo digo: gozaos.” “Nada os inquiete.” Esto nos dice el Introito y la Epístola. Y a esta idea de alegría se une la de disponer los corazones con vida santa, que sea conocida de todos los hombres pues el Señor está al llegar.

En este día de júbilo los sacerdotes pueden sustituir el color morado por el rosa, puede adornarse el altar con flores y se oyen los acordes del órgano. Todo respira alegría santa, porque se acerca la venida del Deseado de las naciones, el Rey dominador, consuelo para la humanidad doliente y postrada.


El mismo día 13: Santa Lucia, virgen y mártir

Nació en Sicilia, de una de las más nobles familias de Siracusa, y sus padres ponían su principal gloria en la dicha de ser cristianos. En esta ciudad, ella y su madre distribuyeron entre los pobres todo el dinero que tenían, pasando después a vender todas sus alhajas y joyas para rescatar los cautivos cristianos y procurar la libertad de los encarcelados. Desde niña consagró a Dios su virginidad y se entregó al servicio de Jesucristo. Acusada de cristiana, compareció ante el juez con aire de paz, de constancia y de seguridad. Nada omitió el tirano para persuadirla a abandonar su religión, y no consiguiendo sus deseos, le dijo que era preciso que en aquel mismo día ofreciera un sacrificio a los dioses. Viéndose burlado Pascasio, que este era el nombre del prefecto, ordenó arrastraran a esta casta esposa de Jesucristo a un lugar infame. “Ahora mismo, dice el tirano, voy a mandar te lleven a un sitio donde el Espíritu Santo va tener que abandonarte.” (Continúa) 




(Sigue) Dios la protegió y por más esfuerzos que hicieron no pudieron moverla, atribuyéndolo los paganos a artes maléficas. Lleno de confusión el prefecto, mandó que se encendiera una hoguera alrededor de ella y que la cubriesen de pez y resina, pero se pasmaron todos al ver que el fuego no llegó a tocarle. Por fin ordenó al verdugo que fuese decapitada. Se tiene a esta preciosa virgen por abogada de la vista, y comúnmente la pintan con sus ojos en un plato que tienen en sus manos; otos la invocan contra el fuego.





martes, 8 de diciembre de 2020

Sermón: Fiesta de la Inmaculada Concepción



Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

El Señor me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra. Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua. Antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada. No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe. Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando arriba condensó las nubes, cuando afianzó las fuentes del abismo, cuando al mar dio su precepto —y las aguas no rebasarán su orilla— cuando asentó los cimientos de la tierra, yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres.» «Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos. Escuchad la instrucción y haceos sabios, no la despreciéis. Dichoso el hombre que me escucha velando ante mi puerta cada día, guardando las jambas de mi entrada. Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor del Señor.

Proverbios VIII, 22-35


Evangelio

En aquel tiempo: Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida en matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrado donde ella estaba, le dijo: "Salve, llena de gracia; el Señor es contigo".

Lucas I, 26-28


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BULA INEFFABILIS DEUS - Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción





BULA

INEFFABILIS DEUS

DEL SUMO PONTÍFICE

PÍO PP. IX

En la que se proclama el dogma de la Inmaculada Concepción 

(8 de diciembre de 1854)



1. María en los planes de Dios

   El inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la trasgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar a cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola Ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios.

   Y, por cierto era convenientísimo que brillase siempre adornada de los resplandores de la perfectísima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua serpiente, enteramente inmune aun de la misma mancha de la culpa original, tan venerable Madre, a quien Dios Padre dispuso dar a su único Hijo, a quien ama como a sí mismo, engendrado como ha sido igual a sí de su corazón, de tal manera que naturalmente fuese uno y el mismo Hijo común de Dios Padre y de la Virgen, y a la que el mismo Hijo en persona determinó hacer sustancialmente su Madre y de la que el Espíritu Santo quiso e hizo que fuese concebido y naciese Aquel de quien él mismo procede.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Sermón Domingo II de Adviento


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

Hermanos: Todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, acogeos mutuamente como os acogio Cristo para gloria de Dios. Pues afirmo que Cristo se puso al servicio de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios, para dar cumplimiento a las promesas hechas a los patriarcas, y para que los gentiles glorificasen a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: Por eso te bendeciré entre los gentiles y ensalzaré tu nombre. Y en otro lugar: Gentiles, regocijaos juntamente con su pueblo; y de nuevo: Alabad, gentiles todos, al Señor y cántenle himnos todos los pueblos. Y a su vez Isaías dice: Aparecerá el retoño de Jesé, el que se levanta para imperar sobre los gentiles. En él pondrán los gentiles su esperanza. El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo. 

Romanos XV, 4-13


Evangelio

En aquel tiempo: Juan, al oír en su prisión las obras de Cristo, le envió a preguntar por medio de sus discípulos: "¿Eres Tú "El que viene", o debemos esperar a otro?" Jesús les respondió y dijo: "Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: Ciegos ven, cojos andan, leprosos son curados, sordos oyen, muertos resucitan, y pobres son evangelizados; ¡y dichoso el que no se escandalizare de Mí!". Y cuando ellos se retiraron, Jesús se puso a decir a las multitudes a propósito de Juan: "¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué fuisteis a ver? ¿Un hombre ataviado con vestidos lujosos? Pero los que llevan vestidos lujosos están en las casas de los reyes. Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Éste es de quien está escrito: "He ahí que Yo envío a mi mensajero que te preceda, el cual preparará tu camino delante de ti".

Mateo XI, 2-10


sábado, 5 de diciembre de 2020

Boletín Dominical 6 de diciembre




Día 6 de Diciembre, Domingo II de Adviento

Doble de I clase. Orn. Morados.


La Misa de hoy es un mensaje de esperanza. Da la nota de la universalidad de la misión de Cristo: “Pueblo de Sión: mira que el Señor vendrá a salvar  las naciones, y hará oír su gloriosa voz con alegría vuestra.” (Introito).

San Juan Bautista había dado públicos testimonios sobre el Mesías. Se habían reunido con él numerosos discípulos, los cuales envía ahora, desde el castillo de Maqueronte donde está encarcelado por la venganza de la impúdica Herodíades, a que se reúnan con Jesucristo.

El Bautista es el precursor, la voz que resuena en el desierto despertando las conciencias. El que viene tras él es el Salvador, el Mesías a quien deben amar y seguir. Toda la vida del Bautista es eso, preparar los caminos de Jesucristo, disponer los corazones por el arrepentimiento a recibirle, iluminar las conciencias de su pueblo arrancando la venda de materialismo que lo cegaba para que vean las cosas de Dios y fuera un pueblo perfecto.


Día 8 de Diciembre, La Inmaculada Concepción de Maria.

De la ley universal, por la cual nacen todos los hombre con la mancha del pecado original (triste herencia de nuestros primeros padres Adán y Eva) fue exenta únicamente, por especial privilegio y en atención a su futura dignidad de Madre de Dios, la Purísima Virgen María, redimida ya, en el primer instante de su concepción, con una gracia singular, y por los  méritos previstos de Jesucristo su divino Hijo, que la preservó de la culpa original. Por eso canta la Iglesia: Tota Pulcra es, Maria, et macula originalis non est in te; pudiéndose decir que esta primera gracia es propiamente la que pone el colmo a la plenitud de gracias que recibió, y de la que el ángel la felicitó. (Continúa)







(Sigue) La Concepción Inmaculada de María era una creencia sólidamente fundada en las enseñanzas de la tradición, de los Santos Padres y de la Sagrada Escritura. Mucho contribuyeron a difundirla entre el pueblo cristiano, de un modo especial, los franciscanos, benedictinos y jesuitas. 

Ante los doctos, quizás nadie trabajó tanto por defender y aclarar esta verdad como la escuela teológica franciscana con su gran Escoto, a la cual apoyaron más tarde con ardor y entusiasmo, todos los grandes teólogos y Santos de la Compañía de Jesús.

España, que se distinguió siempre por su acendrado cariño a la Virgen María, ya dos siglos antes de la definición dogmática hecha por el Papa Pío IX en 1854, proclamó, con autorización pontificia, a la Inmaculada Concepción por celestial Patrona de España y de sus Indias.

El mundo cristiano saluda hoy y aclama a la Virgen Pura e Inmaculada, por que María es la obra mas cumplida y mas cabal de la omnipotencia del Creador, es la gloria del Cielo, la alegría de la Iglesia, la primogénita entre todas las puras criaturas, la honra del linaje humano (gradual), la omnipotencia suplicante, como la llama San Bernardo, consuelo de los afligidos, “vida, dulzura y esperanza nuestra…”