Lección
El que teme a Dios, hará buenas obras; y quien observa exactamente la justicia, poseerá la (sabiduría); porque ella le saldrá al encuentro cual madre respetable, y cual virgen desposada le recibirá. Le alimentará con pan de vida y de inteligencia; le dará a beber el agua saludable de la sabiduría, y fijará en él su morada, y él será constante. Será su sostén, y no se verá confundido, sino que será ensalzado entre sus hermanos. En medio de la Iglesia le abrirá la boca, llenándole del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y revistiéndole de un manto de gloria. Le colmará de consuelo y de alegría, y le dará en herencia un eterno renombre.
Eclesiástico XV, 1-6
Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a Pedro “Sígueme”. Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo al cual Jesús amaba, el que, durante la cena, reclinado sobre su pecho, le había preguntado: “Señor ¿quién es el que te ha de entregar?” Pedro, pues, viéndolo, dijo a Jesús: “Señor: ¿y éste, qué?” Jesús le respondió: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme”. Y así se propagó entre los hermanos el rumor de que este discípulo no ha de morir. Sin embargo, Jesús no le había dicho que él no debía morir, sino: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti?” Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
Juan XXI, 19-24
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