sábado, 5 de diciembre de 2020

Boletín Dominical 6 de diciembre




Día 6 de Diciembre, Domingo II de Adviento

Doble de I clase. Orn. Morados.


La Misa de hoy es un mensaje de esperanza. Da la nota de la universalidad de la misión de Cristo: “Pueblo de Sión: mira que el Señor vendrá a salvar  las naciones, y hará oír su gloriosa voz con alegría vuestra.” (Introito).

San Juan Bautista había dado públicos testimonios sobre el Mesías. Se habían reunido con él numerosos discípulos, los cuales envía ahora, desde el castillo de Maqueronte donde está encarcelado por la venganza de la impúdica Herodíades, a que se reúnan con Jesucristo.

El Bautista es el precursor, la voz que resuena en el desierto despertando las conciencias. El que viene tras él es el Salvador, el Mesías a quien deben amar y seguir. Toda la vida del Bautista es eso, preparar los caminos de Jesucristo, disponer los corazones por el arrepentimiento a recibirle, iluminar las conciencias de su pueblo arrancando la venda de materialismo que lo cegaba para que vean las cosas de Dios y fuera un pueblo perfecto.


Día 8 de Diciembre, La Inmaculada Concepción de Maria.

De la ley universal, por la cual nacen todos los hombre con la mancha del pecado original (triste herencia de nuestros primeros padres Adán y Eva) fue exenta únicamente, por especial privilegio y en atención a su futura dignidad de Madre de Dios, la Purísima Virgen María, redimida ya, en el primer instante de su concepción, con una gracia singular, y por los  méritos previstos de Jesucristo su divino Hijo, que la preservó de la culpa original. Por eso canta la Iglesia: Tota Pulcra es, Maria, et macula originalis non est in te; pudiéndose decir que esta primera gracia es propiamente la que pone el colmo a la plenitud de gracias que recibió, y de la que el ángel la felicitó. (Continúa)







(Sigue) La Concepción Inmaculada de María era una creencia sólidamente fundada en las enseñanzas de la tradición, de los Santos Padres y de la Sagrada Escritura. Mucho contribuyeron a difundirla entre el pueblo cristiano, de un modo especial, los franciscanos, benedictinos y jesuitas. 

Ante los doctos, quizás nadie trabajó tanto por defender y aclarar esta verdad como la escuela teológica franciscana con su gran Escoto, a la cual apoyaron más tarde con ardor y entusiasmo, todos los grandes teólogos y Santos de la Compañía de Jesús.

España, que se distinguió siempre por su acendrado cariño a la Virgen María, ya dos siglos antes de la definición dogmática hecha por el Papa Pío IX en 1854, proclamó, con autorización pontificia, a la Inmaculada Concepción por celestial Patrona de España y de sus Indias.

El mundo cristiano saluda hoy y aclama a la Virgen Pura e Inmaculada, por que María es la obra mas cumplida y mas cabal de la omnipotencia del Creador, es la gloria del Cielo, la alegría de la Iglesia, la primogénita entre todas las puras criaturas, la honra del linaje humano (gradual), la omnipotencia suplicante, como la llama San Bernardo, consuelo de los afligidos, “vida, dulzura y esperanza nuestra…”






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