domingo, 31 de enero de 2021

Sermón Domingo de Septuagésima



Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Lección

Hermanos: ¿No sabéis que en el estadio los corredores corren todos, pero uno solo recibe el premio? Corred, pues, de tal modo que lo alcancéis. Y todo el que entra en la liza se modera en todo; ellos para ganar una corona corruptible, y nosotros, en cambio, por una incorruptible. Yo, por tanto, corro así, no como al azar; así lucho, no como quien hiere el aire; sino que castigo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo predicado a los demás, yo mismo resulte descalificado. 

I Corintios IX, 24-27


Evangelio

En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: “El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercera, vio a otros que estaban de pie, en la plaza, sin hacer nada. Y les dijo: “Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Saliendo otra vez a la sexta y a la novena hora, hizo lo mismo. Saliendo todavía a eso de la hora undécima, encontró otros que estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?” Dijéronle: “Porque “nadie nos ha contratado”. Les dijo: “Id vosotros también a la viña”. Llegada la tarde, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros, y págales el jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros”. Vinieron, pues, los de la hora undécima, y recibieron cada uno un denario. Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. Y al tomarlo, murmuraban contra el dueño de casa, y decían: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los tratas como a nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor”. Pero él respondió a uno de ellos: “Amigo, yo no te hago injuria. ¿No conviniste conmigo en un denario? Toma, pues, lo que te toca, y vete. Mas yo quiero dar a este último tanto como a ti. ¿No me es permitido, con lo que es mío, hacer lo que me place? ¿O has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.

Mateo XX, 1-16


sábado, 30 de enero de 2021

Santo Tomás de Villanueva: La Santificación del Alma





COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO DE SEPTUAGÉSIMA

 

En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: “El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercera, vio a otros que estaban de pie, en la plaza, sin hacer nada. Y les dijo: “Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Saliendo otra vez a la sexta y a la novena hora, hizo lo mismo. Saliendo todavía a eso de la hora undécima, encontró otros que estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?” Dijéronle: “Porque “nadie nos ha contratado”. Les dijo: “Id vosotros también a la viña”. Llegada la tarde, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros, y págales el jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros”. Vinieron, pues, los de la hora undécima, y recibieron cada uno un denario. Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. Y al tomarlo, murmuraban contra el dueño de casa, y decían: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los tratas como a nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor”. Pero él respondió a uno de ellos: “Amigo, yo no te hago injuria. ¿No conviniste conmigo en un denario? Toma, pues, lo que te toca, y vete. Mas yo quiero dar a este último tanto como a ti. ¿No me es permitido, con lo que es mío, hacer lo que me place? ¿O has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.

Mateo XX, 1-16



SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA 

La santificación del alma

El sermón que' extractamos debió pronunciarse ante religiosas e interpreta alegóricamente la viña del Señor por la santificación de nuestras almas. 


A) La viña del alma

Aunque suele entenderse que la viña es la Iglesia, sin embargo, nosotros vamos a tomarla en un sentido moral, aplicando la parábola a la viña del espíritu o al alma cristiana, cuyo Padre es Dios, cuyo encargado es Jesucristo, cuyos obreros somos cada uno de nosotros y cuyo día de trabajo es la vida de hoy hasta que llegue la muerte, hora de recibir el jornal. 

La viña se asemeja al alma en que es la más fértil de las fincas y en la que más pronto se conoce el trabajo o desidia de su dueño. Una viña bien cuidada es un jardín; en la viña del perezoso brotan espinas, hojas raquíticas, racimos enteros y sin madurar. El alma cristiana, que, trabajada, da frutos abundantísimos, si se la abandona no produce más que espinas de deseos sin freno y de angustias, hojas escasas, esto es, palabras cobardes y tibias, racimos enteros, a saber, muy pocas obras buenas y muchas enfadosas, como envidias y aversiones, cuyas causas son la tibieza, la vanidad y la mundanidad. No pueden madurar los racimos, porque les falta el calor de la caridad y el cultivo de la vida ascética. Son uvas que no se pondrán nunca en la mesa del Señor. 

En el alma cultivada, el tronco es la fe, los sarmientos son virtudes, las uvas las obras buenas, y el vino la devoción Y la piedad. Por eso, de la misma manera que el sarmiento que se separa del tronco no puede dar fruto, las virtudes sin la fe no pueden complacer a Dios (Hebr. 14,6). 


B) Los jornaleros

Dios nos ha colocado en este valle de lágrimas como jornaleros de su viña, y al caer el sol nos pagará el salario ¡Ojalá tengamos siempre delante de nuestros ojos que somos jornaleros de Dios! ¿ Por qué tanta pereza? Apenas si cogemos un momento la azada para cultivar la viña. ¿ Qué recompensa podrá esperar el obrero que al terminar el día no ha hecho sino comer, beber y cantar? 

Al dar de mano parece cuál fué el trabajo de los obreros. El bueno se alegra cuando llega este momento. El malo tiembla. 

Como el siervo anhelando la sombra, como el jornalero esperando su salario, así he pasado yo meses (Iob 7,2). 

Boletín Dominical 31 de enero


Día 31 de Enero de, Domingo de Septuagésima

Doble de II clase. Ornamentos morados.

Conm. San Juan Bosco. Confesor

La Misa de hoy sigue un paralelo con el Breviario, el cual nos habla de la creación del mundo y del hombre, de la caída de éste seguida de la promesa del Redentor. Dios puso al hombre en un jardín delicioso para que lo cultivase y gozase, dice el Génesis, y el Evangelio de hoy nos dice que “el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que contrató obreros para cultivar su viña”. Dice San Gregorio que en este padre de familia está representado Dios nuestro Creador, y en la viña está representada la Iglesia. En todas las edades de la vida nos invita el Señor a trabajar en su viña, o sea a glorificar a Dios, a obrar el bien, a santificarnos, y premiará nuestros trabajo con el jornal de la gloria eterna. Pero la gracia de Dios se comunica a algunos con especial profusión por pura dignación de Dios, que es dueño de sus dones.

No es dable investigar y preguntar a Dios por qué a unos da mas y a otros menos; lo que nos toca a nosotros es disponernos de tal modo que atraigamos sobre nosotros la benevolencia y misericordias de Dios. Lo demás queda a Él.



La Purificación de Maria Santísima

La ley de Moisés mandaba que todo hijo primogénito fuese ofrecido a Dios; si pertenecía a la tribu de Leví, quedaba adscrito al servicio del Templo; si era de otra tribu había que rescatarlo con cinco siclos de plata. 

También estaba escrito que toda mujer, al ser madre de un varón., contraía impureza legal por 40 días, transcurridos los cuales debía ofrecer en sacrificio expiatorio un corderillo en acción de gracias por su feliz alumbramiento, y un pichón o una tórtola para expiación del pecado, más si eran pobres, habían de dar dos pichones o tórtolas. 

La Virgen María, Madre de Dios, la más santa de las mujeres, aquella que jamás contrajo la menor mancha, no estaba obligada a estas leyes, por que habiendo concebido por obra del Espíritu Santo, y siendo madre sin dejar de ser virgen, no tenía necesidad de purificarse. Pero por humildad y por no revelar los misterios divinos quiso sujetarse voluntariamente a ellas y hoy va al templo la Sagrada Familia a presentar a Jesús y a dar un par de palominos para la purificación legal de María.





miércoles, 27 de enero de 2021

Sobre la Liturgia




SOBRE A LITURGIA

(R.P. Pío Espina Leupold)


Introducción

La siguiente compilación de textos de diversos lugares, (Derecho Canónico, Encíclicas o documentos Papales, etc.) está hecha con el fin de esclarecer puntos que, creemos, son olvidados o no tenidos muy en cuenta por   aquellos que siguen la liturgia de San Pio X y llevan a cabo la discusión sobre los cambios litúrgicos efectuados por S.S. Pio XII.


Concepto de Liturgia

La liturgia es el culto oficial de la Iglesia

“La Sagrada Liturgia es el culto público que Nuestro Redentor tributa al Padre como cabeza de la Iglesia, y el que la sociedad de los fieles tributa a su Fundador y, por medio de Él, al Eterno Padre”. “Es el culto integral público del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, de la Cabeza y de sus miembros.” Pio XII, Encíclica Mediator Dei.

“Por eso, totalmente se desvían de la verdadera y genuina noción e idea de la Liturgia, quienes la consideran solo como la parte externa y sensible del culto divino o un bello aparato de ceremonias; y no yerran menos quienes la reputan como un conjunto de leyes y preceptos con que la jerarquía eclesiástica manda que se cumplan y ordenen los ritos sagrados.” Pio XII Encíclica Mediator Dei. Denz. 2298 


Por culto se entiende aquí el conjunto de actos de religión con los cuales el hombre honra a Dios interior y exteriormente reconociéndolo como Soberano Señor, principio y fin suyo y de todas las cosas. Cumpliendo estos deberes “cultivemos” las relaciones de amistad y de filiación que  nos unen con Dios.

Este culto es oficial cuando está organizado y puesto en ejecución por la autoridad eclesiástica, en lugares oficiales, con ceremonias oficiales, por personas oficiales, etc.

Se dice que es el culto oficial de la Iglesia para dar a entender que se le tributa a Dios en nombre de la Iglesia y por personas legítimamente deputadas por ella a ese objeto, cuales son las de la Jerarquía Eclesiástica.

“Es el conjunto de símbolos, cantos y actos, por medio de los cuales la Iglesia expresa y pone de manifiesto su religión para con Dios.” Dom Gueranger.


Definición del Espasa (Enciclopedia Europeo Americana)

La Sagrada Liturgia es el orden y la forma que ha aprobado la Iglesia para celebrar los oficios divinos, especialmente el Santo Sacrificio de la Misa. // Estudio de los Sagrados Ritos. //Ciencia que trata de las ceremonias eclesiásticas y propiamente de los sagrados ritos de la Iglesia. 


Fuentes de la Liturgia.

Extracto del Espasa (Enciclopedia Europeo Americana)

Sobre el autor y fuente de la Liturgia se han deslizado no pocos, ni leves errores, no solo entre los protestantes, sino también entre los católicos, sobre todo en el clero francés, o mejor dicho, galicano. Los protestantes al separarse de la Iglesia Romana, no pudieron menos de formar su sistema de gobierno, sobre todo en Alemania, donde cayeron en la más completa anarquía en lo religioso. Unos adoptaron el sistema que llamaron episcopal que se funda en los decretos de Augsburgo de 1555 que declararon suspensa la jurisdicción de los obispos católicos sobre aquellos que habían abrazado la llamada Confesión de Augsburgo, poniéndolos provisoriamente bajo la potestad de los príncipes seculares,  que asumieron así abusivamente la potestad espiritual. Otro sistema religioso fue el llamado territorial, que viene a ser en substancia lo mismo, pues concede potestad espiritual y eclesiástica al príncipe en los vasallos de su territorio, siendo esto defendido por gran número de autores protestantes. El tercer sistema es el llamado Colegial, que enseña que la Iglesia es un conjunto de todos los miembros, o colegio, el cual, si bien al principio se gobernó independientemente de la sociedad civil, después los derechos de ese colegio, o comunidad, fueron violentamente arrebatados por superiores jerárquicos. Mas habiéndolos recobrado los protestantes al separarse de la Iglesia Romana, para no caer en el más completo desorden, ellos mismos se los traspasaron a los príncipes temporales que ejercen sus funciones, en cuanto a lo espiritual, por delegación de la comunidad religiosa. Todo es igual, pues como en los precedentes va confundido lo divino y humano. Aun distinguen los mismos protestantes entre los derechos que llaman mayestáticos, que competen al príncipe por razón de dignidad, y los colegiados, que le provienen del colegio, o comunidad,  y de los cuales carecería atendida solamente la dignidad temporal. Asimismo distinguen entre jus liturgicum y jus sacra,  de tal modo que muchos autores le conceden lo primero, pero le niegan lo segundo al príncipe temporal. Como, sin embargo, no convienen los escritores, en ninguno de estos términos, no hay para que detenerse gastando tiempo, papel y tinta en describirlos.

domingo, 24 de enero de 2021

Sermón Domingo 24 de enero

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

Hermanos: Tened el mismo sentir, unos con otros. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde. No seáis sabios a vuestros ojos. No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer lo bueno ante todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis por vuestra cuenta, amados míos, sino dad lugar a la ira (de Dios), puesto haré escrito esta: “Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor”. Antes por el contrario, “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues esto haciendo amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza”. No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien.

Romanos XII, 16-21

 


Evangelio

En aquel tiempo: Cuando Jesús bajó de la montaña, le fueron siguiendo grandes muchedumbres. Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: “Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme”. Y Él, tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”, y al punto fue sanado de su lepra. Díjole entonces Jesús: “Mira, no lo digas a nadie; sino ve a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Moisés, para que les sirva de testimonio”. Cuando hubo entrado en Cafarnaúm, se le aproximó un centurión y le suplicó, diciendo: “Señor, mi criado está en casa, postrado, paralítico, y sufre terriblemente”. Y Él le dijo: “Yo iré y lo sanare”. Pero el centurión replicó diciendo: “Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo, mas solamente dilo con una palabra y quedará sano mi criado. Porque también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Ve” y él va; a aquél: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace”. Jesús se admiró al oírlo, y dijo a los que le seguían: “En verdad, os digo, en ninguno de Israel he hallado tanta fe”. Os digo pues: “Muchos llegarán del Oriente y del Occidente y se reclinarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allá será el llanto y el rechinar de dientes”. Y dijo Jesús al centurión: “Anda; como creíste, se te cumpla”. Y el criado en esa misma hora fue sanado.

Mateo VIII, 1-13


sábado, 23 de enero de 2021

San Bernardo: La Oración




COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO III DESPUÉS DE EPIFANÍA


En aquel tiempo: Cuando Jesús bajó de la montaña, le fueron siguiendo grandes muchedumbres. Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: “Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme”. Y Él, tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”, y al punto fue sanado de su lepra. Díjole entonces Jesús: “Mira, no lo digas a nadie; sino ve a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Moisés, para que les sirva de testimonio”. Cuando hubo entrado en Cafarnaúm, se le aproximó un centurión y le suplicó, diciendo: “Señor, mi criado está en casa, postrado, paralítico, y sufre terriblemente”. Y Él le dijo: “Yo iré y lo sanare”. Pero el centurión replicó diciendo: “Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo, mas solamente dilo con una palabra y quedará sano mi criado. Porque también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Ve” y él va; a aquél: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace”. Jesús se admiró al oírlo, y dijo a los que le seguían: “En verdad, os digo, en ninguno de Israel he hallado tanta fe”. Os digo pues: “Muchos llegarán del Oriente y del Occidente y se reclinarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allá será el llanto y el rechinar de dientes”. Y dijo Jesús al centurión: “Anda; como creíste, se te cumpla”. Y el criado en esa misma hora fue sanado.

Mateo VIII, 1-13


SAN BERNARDO

Condiciones de la oración Tomamos tanto del sermón 4 de Cuaresma (PL 83,176-178), sobre la oración y el ayuno, como del 5 (ibid. 178-181), que versa sobre tres modos de oración, los párrafos principales. Los textos íntegros de ambos sermones pueden verse en BAC (cf. SAN BERNARDO, Obras completas t.I p.355 ss.). 


A) Confianza, humildad y deseo sincero 

«Habiendo hablado del ayuno y de la justicia, razón será que digamos algo acerca de la oración. Cuanto más eficaz es, si se hace como se debe, tanto más astutamente suele el enemigo impedirla. Algunas veces se pierde el fruto de la oración por el abatimiento del espíritu y un temor inmoderado. Lo que sucede cuando el hombre de tal suerte piensa en su propia indignidad, que no vuelve los ojos a la benignidad de Dios ni acierta a considerar que un abismo llama u trae a otro abismo (Ps. 41,8), esto es, el abismo luminoso al tenebroso, el abismo de la divina misericordia al abismo de nuestra miseria. Profundo es el corazón del hombre e inescrutable; pero, aunque es grande mi iniquidad, Señor, mucho mayor es tu piedad. Por eso, cuando mi alma está turbada en mí mismo, me acuerdo de la muchedumbre de tu misericordia y en ella respiro; y cuando entre en mis impotencias, no quiero acordarme solamente de tu justicia. 

Así como es peligroso el que la oración sea demasiado tímida, así, por el contrario, no es menor, sino mayor, el peligro, si acaso fuere temeraria. De los que oran así, es_ cucha lo que dice el Señor al profeta: Clama, le dice, no ceses; haz resonar tu voz como una trompeta (Is. 58,1). Como una trompeta, dice, porque con un espíritu vehemente deben ser reprendidos los temerarios. Me buscan a mi los que todavía no se han hallado a sí mismos. Ni digo yo esto para quitar la confianza a los pecadores en so oración, sino que quiero que oren como gente que ha abandonado la ley de su Dios y no ha obrado según la justicia. Oren por el perdón de sus pecados con ánimo contrito y espíritu de humildad, como aquel publicano que decía: ¡Oh Dios!, séme propicio a mí pecador (Le. 18,13). Yo llamo temeridad cuando el hombre, en cuya conciencia todavía reina el pecado o el vicio, se deja llevar de pensamientos remontados y que exceden sus fuerzas, poco cuidadoso del peligro de su alma. El tercer peligro es que la oración sea • tibia y no proceda de un afecto fervoroso. La oración tímida no penetra los cielos, porque el temor excesivo la detiene y hace que no sólo no suba a lo alto, sino que ni pase adelante. La oración tibia en la misma subida desfallece, porque no tiene calor ni vigor para subir. La oración temeraria sube a lo alto, mas luego resurte hacia abajo, porque halla quien la resiste; y no sólo no alcanza gracia, sino que incurre en ofensa. Mas la oración fiel, humilde y fervorosa, sin duda penetra los cielos, de los cuales nunca volverá vacía» (Semi. de Cuaresma 3-4). 


B) ¿Por qué no me oye Dios? Dios oye lo que te conviene 

«Pero todas las veces que hablo de la oración me parece que estoy oyendo un discurso ole la flaqueza humana que frecuentemente he oído a otros y alguna vez también lo• he experimentado en mí mismo. ¿ De qué nos sirve la, oración, si, aunque nunca cesemos de orar, apenas experimenta ninguno de nosotros fruto alguno de su oración? Del modo mismo que llegamos a la oración, así parece que salimos de ella; nadie nos responde una sola palabra, nadie nos da nada, sino que antes parece que hemos trabajado en vano. Pero ¿qué dice el Señor en el Evangelio? ... No juzguéis según las apariencias, sino según la justicia (Is. 7,14). ¿Cuál es el juicio de la justicia sino el juicio de la fe, puesto que de la fe vive el justo? (Hab. 2,4). Conque así sigue el juicio de la fe y no el de tu experiencia, pues la fe es siempre verdadera, y la experiencia muchas veces engaña. ¿ Cuál es, pues, la verdad de la fe sino la que promete el Hijo de Dios? Cualquier cosa que pidáis con fe en la oración, la conseguiréis (Mt. 21,22). Ninguno de nosotros, hermanos míos, tenga en poco su oración, porque os digo dé verdad que no la tiene en poco aquel Señor a quien se hace. Antes que salga de vuestra boca, la mana escribir en su libro, y una de dos cosas debemos esperar sin ninguna duda: o que nos dará lo que pedimos o lo que nos es más provechoso. Nosotros no sabemos orar como conviene, pero el Señor tiene misericordia de nuestra ignorancia; y, recibiendo benignamente la oración, de ningún modo nos dará lo que para nosotros no sería útil o lo que no hay necesidad de que se nos dé tan presto, pues nuestra oración no será infructuosa» (Sermón 5 de Cuaresma 5). 


C) Lo que debemos pedir

«En tres cosas juzgo que consisten las peticiones del corazón, ni veo que fuera de ellas ninguno de los acogidos debe pedir otra. Las dos primeras son de este tiempo, es decir, los bienes del cuerpo y del alma; la tercera es la bienaventuranza de la vida eterna. Ni te admires de que haya dicho que los bienes del cuerpo se han de pedir a Dios, porque de él son todos los bienes corporales igualmente que los espirituales. De él, pues, debemos esperar y a él debemos pedirle lo que también nos sirve para mantenernos en su servicio. Sin embargo, debemos orar con más frecuencia y con más fervor por las necesidades del alma, esto esto, por obtener la gracia de Dios y las virtudes. Así que también hemos de orar con toda la piedad y con todo el deseo por la vida eterna, en la cual, sin duda, consiste la eterna y perfecta bienaventuranza del cuerpo y del alma. 

En estas tres cosas, para que las peticiones sean del corazón, tres cosas debemos observar también. Porque en la primera suele entrame secretamente algunas veces la superfluidad; en la segunda, la impureza, y en la tercera, tal vez la soberbia. Algunas veces suelen buscarse las cosas temporales para deleite, las virtudes para ostentación, y aun la misma vida eterna quizá la desean algunos no con humildad, sino como en la confianza de sus méritos. Ni digo esto porque la gracia recibida no dé confianza para pedir, sino porque no conviene que el hombre ponga en ella la esperanza de conseguir. Los dones de la gracia que hemos recibido solamente nos han de servir para esperar de aquella misericordia que los dió, que nos dará también otros mayores. Esté, pues, la oración que es por cosas temporales ceñida a las necesidades solas; esté la que se hace por las virtudes del alma, libre de toda impureza y dirigida a sólo el beneplácito de Dios; esté la que se hace por la vida eterna, fundada en toda humildad, confiando (como es razón) en sola la misericordia divina» (Sermón 5 de Cuaresma 8-9). 

Boletín Dominical 24 de enero



Día 24 de Enero, Domingo III después de Epifanía

Doble. Orn. Verdes. Conm. San Timoteo, Obispo y Mártir. 

Señor, si quieres puedes limpiarme”, decía un leproso a Jesús cuando bajaba del monte de las Bienaventuranzas. Y Jesús le tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”; y quedó sano. Señor, si quieres, puedes limpiarnos de la lepra del pecado, digamos nosotros con la fe y la confianza del leproso, y Jesús entonces, no solamente limpiará nuestra alma sino que morará en ella.

“Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; mas di una palabra y mi criado quedará sano”, dice el centurión a Jesús cuando se disponía a ir para allá para curarle. Y la humildad profunda y la fe vivísima de éste pobre pagano arrancan a Nuestro Señor un gesto de admiración, y vaticina la reprobación de Israel por su incredulidad y la vocación de los gentiles que entraran en el reino de Dios. A este reino entraremos nosotros, pero si nos adornamos con las virtudes que resplandecieron en éste leproso y éste centurión, quien mereció le evoque la Iglesia siempre al dar a Jesús en la sagrada Comunión.




La Conversión de San Pablo, Apóstol

Saulo, nacido en Tarso de Cilicia, era fariseos, hijo de fariseos. Discípulo de Gamaliel y amigo, pariente y verdugo de Esteban, siente un celo por la ley de Moisés que le devora y un odio inmenso contra los cristianos que se apartan y contrarían las viejas tradiciones patrias. La predicación de los diáconos como San Esteban, le enloquece; la osadía de San Pedro le exalta; toda la impetuosidad de su juventud se subleva en ansias de aplastar a los cristianos a los que persigue de casa en casa, de sinagoga en sinagoga, de ciudad en ciudad. Anhelando sangre de cristianos, corre a Damasco. Más en el camino, cerca de la ciudad, una claridad le envuelve y le derriba del caballo; Jesús le habla: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?” y Saulo, iluminado, convertido, arrepentido, dará aquella respuesta magnífica y humilde: “¡Señor! ¿Que quieres que haga?” Y desde entonces se entrega a Jesús, y padecerá persecuciones y recorrerá el mundo para llevar a todas partes el nombre de Jesús, “ante el cual se arrodillan los cielos, la tierra y los infiernos”. Saulo se ha convertido en Pablo; el perseguidor, en el gran Apóstol de los gentiles. Este episodio ocurrió el año 35, teniendo él cerca de 36 años.






lunes, 18 de enero de 2021

Dom Gueranger: La Cátedra de San Pedro en Roma

 







LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO EN ROMA


"Año Litúrgico"
Dom Próspero Gueranguer



En el siglo III venerábase en un cementerio de Roma en recuerdo del ministerio de San Pedro, una silla de toba o madera. Más tarde, en el Bautisterio damasino del Vaticano, se veneró la sella gestatoria apostolicae confessionis. El 22 de febrero celebrábase una fiesta con el nombre de Natale Petri de Cathedra; pero a causa de la Cuaresma las iglesias de la Galia comenzaron a celebrarla el 18 de enero. Las dos costumbres se desarrollaron paralelas; finalmente, se perdió más tarde la unidad primitiva de su significado y hubo dos fiestas de la Cátedra de San Pedro, la una atribuida a Roma, la del 18 de enero, la otra atribuida a otra sede que fue, en definitiva la de Antioquia, y se celebró el 22 de febrero. Consérvase ahora la Cátedra de San Pedro en el ábside de la basílica del Vaticano, encerrada en un inmenso relicario, de suerte que no puede sentarse ya el Papa sobre la Cathedra. Apostólica como los Pontífices de los quince primeros siglos. (Dom Schuster: Liber Sacramentorwm.)

El Arcángel había anunciado a María que su Hijo sería Rey y que su Reino no tendría fin; guiados por la Estrella, vinieron los Magos desde el lejano Oriente buscando a ese Rey en Belén; el nuevo Imperio necesitaba su Capital; y como el Rey que había de establecer en ella su trono, debía según los designios eternos, subir pronto a los cielos, era necesario que el carácter visible de esa Realeza, descansase sobre un hombre que hiciera las veces de Cristo hasta el fln de los siglos.

Para tan gloriosa representación eligió el Emmanuel a Simón, cuyo nombre cambió por el de Pedro, declarando expresamente que la Iglesia entera descansaría sobre, este hombre como sobre una roca inconmovible. Mas, como también Pedro debía terminar su carrera en la cruz, comprometíase Jesucristo a darle sucesores en los que sobreviviese siempre la autoridad de Pedro.

REALEZA DEL VICARIO DE CRISTO

Mas, ¿cuál será la señal para conocer al sucesor de Pedro en el hombre privilegiado sobre el que descansará el edificio de la Iglesia hasta el fln de los siglos? Entre tantos obispos ¿dónde éstá el que perpetúa a Pedro? El Príncipe de los Apóstoles fundó y gobernó varias Iglesias, pero sólo fue regada con su sangre, la de Roma; una sola, la Romana, guarda su sepulcro; el Obispo de Roma, es, pues, el sucesor de Pedro, y, por tanto, el Vicario de Cristo. De él y no de otro se dijo: Sobre ti edificaré mi Iglesia. Y también: A ti te daré las llaves del Reino de los cielos. Y en otro lugar: He rogado por ti, para que no desfallezca tu fe; confirma a tus hermanos. Y por fln: Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas.

De tal manera llegó a comprender esto la herejía protestante, que durante mucho tiempo se esforzó en proyectar dudas sobre la estancia de San Pedro en Roma, creyendo con razón poder destruir con esta estratagema, la autoridad del Romano Pontífice y la noción misma de un Jefe de la Iglesia. La ciencia histórica ha hecho justicia a sus pueriles objecciones; y desde tiempo atrás, los eruditos de la Reforma están de acuerdo con los católicos sobre el terreno de los hechos, y no ponen en tela de juicio ninguno de los puntos históricos bien sentados por la crítica.

El oponerse a tan extraña pretensión de los Reformadores con la autoridad de la Liturgia fue en parte causa de que Paulo IV devolviese en 1558 la antigua fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma, al 18 de enero. Hacía ya muchos siglos que no celebraba la Iglesia la fiesta del Pontificado del Príncipe de los Apóstoles mas que el 22 de febrero. En adelante se fijó para este día la memoria de la Cátedra de Antioquía, que fue la primera ocupada por el Apóstol.

Brilla, pues, hoy en todo su esplendor la realeza del Emmanuel, y alégranse los hijos de la Iglesia de sentirse todos hermanos y conciudadanos de un mismo Imperio, pues celebran la gloria de la Capital común a todos.

Si miran a su alrededor ven infinidad de sectas divididas y que carecen de las condiciones de perpetuidad, porque les falta un centro, y dan gracias al Hijo de Dios por haber provisito a la conservación de su Iglesia y de la Verdad, por medio de la institución de un Jefe risible en el que se perpetúa Pedro eternamente, lo mismo que Cristo en Pedro. Ya no están los hombres como ovejas sin pastor; la palabra pronunciada al principio continúa sin interrupción a través de todos los tiempos; la misión primera no ha quedado nunca en suspenso de manera que, gracias al Romano Pontífice, el fin de los tiempos podrá enlazar con el origen de la Iglesia. “¡Qué gran consuelo para los hijos de Dios, exclama Bossuet, en su Discurso sobre la Historia Universal, y qué afianzamiento en la verdad, cuando se sabe, que desde Inocencio XI que rige hoy (1681) los destinos de la Iglesia, se ascienden sin interrupción hasta San Pedro, constituido Príncipe de los Apóstoles por el mismo Jesucristo!”

PRIMACÍA DE LA SEDE ROMANA

Con la entrada de Pedro en Roma se realizan y explican los destinos de esta ciudad reina; para ella trae un imperio mucho más extenso todavía que el que posee. Pero este nuevo Imperio no se establecerá por la fuerza como el primero. De soberbia dominadora de los pueblos como había sido hasta ahora, va a convertirse Roma en Madre de las naciones por el amor; y su imperio no será menos duradero por muy pacífico que sea. Oigamos cómo nos cuenta San León Magno en uno de sus mejores Sermones, y con toda la dignidad de su lenguaje, la entrada obscura, pero definitiva, del Pescador de Genesaret en la capital del paganismo:

“Dios bueno, justo y omnipotente que nunca negó su misericordia al género humano, y que con sus muchos beneficios proveyó a todos los mortales de medios para llegar al conocimiento de su Nombre, ese Dios, en los secretos designios de su inmenso amor, se compadeció de la ceguera voluntaria de los hombres y de la malicia que les iba degradando poco a poco, y les envió a su Verbo, igual a El y coeterno. Pues bien, al encarnarse este Verbo unió tan íntimamente la naturaleza divina con la humana, que el acercamiento de la primera a nuestra bajeza fue para nosotros el principio de la más sublime elevación.

domingo, 17 de enero de 2021

Sermón Domingo II después de la Epifanía


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

Hermanos: Tenemos dones diferentes conforme a la gracia que nos fue dada, ya de profecía (para hablar) según la regla de la fe; ya de ministerio, para servir; ya de enseñar, para la enseñanza; ya de exhortar, para la exhortación. El que da, ( hágalo ) con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que usa de misericordia, con alegría. El amor sea sin hipocresía. Aborreced lo que es malo, apegaos a lo que es bueno. En el amor a los hermanos sed afectuosos unos con otros; en cuanto al honor, daos preferencia mutuamente. En la solicitud, no seáis perezosos; en el espíritu sed fervientes; para el Señor sed servidores; alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, perseverantes en la oración; partícipes en las necesidades de los santos; solícitos en la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Tened el mismo sentir, unos con otros. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde. No seáis sabios a vuestros ojos.

Romanos XII, 6-16



Evangelio

En aquel tiempo: Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le dijo: “¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía”. Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”. Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”; y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: “Ahora sacad y llevad al maestresala”; y le llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba –aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua–, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento”. Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Juan II,, 1-11


sábado, 16 de enero de 2021

San Luis María Grignion de Montfort: La Verdadera Devoción a María


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO II DESPUÉS DE EPIFANÍA


En aquel tiempo: Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le dijo: “¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía”. Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”. Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”; y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: “Ahora sacad y llevad al maestresala”; y le llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba –aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua–, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento”. Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Juan II,, 1-11



SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT 


La verdadera devoción a María 

El Santo, en su libro Tratado de la verdadera devoción a /a Santísima Virgen, asienta primero algunos principios para distinguir la verdadera devoción a Nuestra Señora, que no andan alejados del terna actual, pues en todos ellos se refleja la idea de María medianera entre nosotros y Cristo. A continuación inserta unas normas prácticas. Transcribimos el capítulo 2 y el 3 de dicha obra (Obras de San Luis María Grignion de Montfort: BAC, 1954, p.473 ss.).

A) Verdades fundamentales de fa devoción a la Santísima Virgen


a) JESUCRISTO, FIN ÚLTIMO DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

«El fin último de todas nuestras demás devociones no debe ser otro que Jesucristo nuestro Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre; de lo contrario, estas devociones serían falsas e ilusorias. Jesucristo es el alfa y la omega el principio y el fin de todas las cosas... Dios no nos ha dado otro fundamento para nuestra salvación, para nuestra perfección y para nuestra gloria más que a Jesucristo; todo edificio que no descanse sobre esta piedra firme, está fundado sobre arena movediza y caerá infaliblemente, tarde o temprano... Si nosotros, pues, establecemos la sólida devoción a la' Santísima Virgen, sólo es para establecer más perfectamente la de Jesucristo y para ofrecer un medio fácil y se. guro de hallarlo. Si la devoción a la Santísima Virgen alejase de Jesucristo, sería necesario rechazarla como una ilusión del diablo; mas tan lejos está esto de ser así, que muy al contrario, según he demostrado ya y mostraré también más adelante, si esta devoción nos es necesaria, es porque sólo por ella podemos hallar perfectamente a Jesucristo, para amarlo con ternura y para servirlo con fidelidad, (o.c., p.473-475). 


b) PERTENECEMOS A JESUCRISTO Y A MARÍA EN CALIDAD DE ESCLAVOS

«De lo que Jesucristo es para nosotros, debemos concluir que nosotros en nada nos pertenecemos, como dice el Apóstol, sino a El totalmente, como sus miembros y sus esclavos, a quienes El ha comprado con el precio infinito de toda su sangre... 

En la tierra hay dos maneras de pertenecer a otro y depender de su autoridad, es a saber: la simple servidumbre y la esclavitud, las cuales producen lo que todos llamamos un siervo y un esclavo. 

Por la servidumbre común, entre los cristianos, un hombre se obliga a servir a otro cierto tiempo y mediante cierto salario o determinada recompensa. 

Por la esclavitud, un hombre depende totalmente de otro durante toda su vida, y debe servir a su señor sin esperar de él retribución ni recompensa alguna, lo mismo que un irracional, sobre el cual tenemos derecho de vida y muerte. 

Hay tres clases de esclavitud: esclavitud natural, esclavitud forzada y esclavitud voluntaria. De la primera manera son esclavos de Dios todos los seres: Domini est terca et plenitudo eius (Ps. 23,1); de la segunda, lo son los demonios y los condenados; de la tercera, los justos y los santos. La esclavitud voluntaria es la más perfecta y la más gloriosa para Dios, el cual mira el corazón y nos lo pide para sí, y El mismo se llama Dios del corazón o de la voluntad amorosa; pues por medio de esta esclavitud anteponemos a todas las demás cosas las que se refieren a Dios y a su servicio, aun cuando la naturaleza a ello no nos obligase... 

Según esto, digo que debemos ser de Jesucristo y servirlo no sólo como siervos mercenarios, sino como esclavos amorosos que, por efecto de un intenso amor, se dan y entregan a su servicio, en calidad de esclavos, por sólo el honor de pertenecerle... Lo que digo, hablando en términos absolutos de Jesucristo, lo digo relativamente de la Santísima Virgen... 

Puede uno, pues, según el sentir de los santos y de otros muchos varones insignes, llamarse y hacerse esclavo de amor de la Santísima Virgen, a fin de ser de esta manera más perfectamente esclavo de Jesucristo» (ibid., p.479-482). 


e) DEBEMOS VACIARNOS DE LO MALO QUE HAY EN NOSOTROS

«Nuestras mejores acciones están de ordinario manchadas y corrompidas por el fondo de malicia que hay en nosotros... Es, pues, de una grandísima importancia para adquirir la perfección, la cual no se consigue más que por la unión a Jesucristo,. vaciarnos a nosotros mismos de cuanto haya de malo en nosotros. 

Para vaciarnos de nosotros mismos se requiere: 1.° Conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestro mal fondo, nuestra incapacidad para todo lo bueno, conveniente a la salvación; nuestra debilidad en todas las cosas, nuestra inconstancia en todo tiempo, nuestra indignidad para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar... 

Es preciso, además, que todos los días muramos a nosotros mismos... Es necesario, en tercer lugar, escoger, entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más nos lleve a esta muerte de nosotros mismos, pues ninguna hay mejor y más eficaz para nuestra santificación» (ibid., p.484-486). 


d) NECESITAMOS DE UN MEDIADOR PARA CON EL MISMO MEDIADOR, JESUCRISTO

"Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos sin tomar un mediador... Por esto no 'sin razón nos ha dado Dios mediadores ante su Majestad... Jesucristo es nuestro abogado y nuestro medianero de redención para con el Padre... Pero ¿ es que no tenemos necesidad de un mediador para con el mismo Mediador? ¿Es nuestra pureza bastante grande para unirnos directamente a El y por medio de nosotros mismos?... Digamos, pues, sin encogimiento, con San Bernardo, que tenemos necesidad de un mediador ante el mismo Mediador, y que la divina María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo; por Ella vino Jesucristo al mundo y por Ella debemos ir a El... 

Por manera que, según ellos, tenemos que subir tres escalones para ir a Dios: el primero, que es el más cercan„ a nosotros y el más conforme a nuestra capacidad, es María; el segundo es Jesucristo, y el tercero es el Padre Eterno. Para ir a Jesús es preciso ir a María, que es nuestra medianera por intercesión; para ir al Padre Eterno es necesario ir a Jesús, que es nuestro mediador de redención. Este es el orden que se guarda perfectamente en la devoción de que luego hablaremos» (ibid., p.487-488). 


e) NOS ES MUY DIFÍCIL CONSERVAR LA GRACIA Y LOS TESOROS RECIBIDOS DE DIOS

«Es muy difícil, dada nuestra debilidad y nuestra fragilidad, que conservemos en nosotros las gracias y los tesoros que hemos recibido de Dios. 

Porque ese tesoro, que vale más que el cielo y la tierra. lo tenemos en vasos frágiles... Porque los demonios, que son ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos y despojarnos...» 

«Es difícil perseverar en la gracia a causa de la extraña corrupción del mundo. Está éste al presente tan corrompido, que se hace necesario que los corazones piadosos queden afeados, si no por su cieno, al menos por su polvo; hasta el punto que es una especie de milagro ver a una persono permanecer firme en medio de este torrente impetuoso, sin ser arrastrada por él; en medio de este mar tempestuoso, sin ser anegada o saqueada por los piratas y corsarios; en medio de esta atmósfera viciada, sin quedar en ella contagiada. Sólo la Virgen Santísima, la única que ha permanecido fiel, de la cual jamás ha obtenido nada la serpiente, es la que hace este milagro en favor de aquellos que la sirven lo mejor que pueden» (ibid., p.489-490). 


B) Elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen

a) FALSAS DEVOCIONES 

«Siete son las clases que yo encuentro de falsos devotos y de falsas devociones a la Santísima Virgen... 

1. Los devotos críticos

Los devotos críticos son, por lo común, sabios orgullosos, altaneros y pagados de sí mismos, que en el fondo tienen alguna devoción a María, pero que critican casi todas las prácticas de devoción a la Santísima Virgen, con las que las personas ingenuas honran sencilla y santamente a esta tierna Madre, sólo porque no se acomodan a su criterio...» 

2. Los devotos escrupulosos

«Los devotos escrupulosos son gente que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre; rebajar al uno mientras se ensalza a la otra. No podrían tolerar que a la Santísima Virgen se le den las justísimas alabanzas que le han tributado los Santos Padres; ven con pena que haya más gente de rodillas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento. ¡ Como si lo uno se opusiera a lo otro o como si los que ruegan a la Santísima Virgen no rogasen a Jesucristo por medio de ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Santísima Virgen, que se acuda tantas veces a ella...» 

3. Los devotos exteriores 

«Los devotos exteriores son los que hacen consistir toda la devoción a María en algunas prácticas exteriores; que no gustan más que del exterior de la devoción a la Santísima Virgen, porque carecen de espíritu interior... Sólo aman lo sensible de la devoción, sin gustar lo que tiene de sólido; si les falta el sentimentalismo en sus prácticas, creen que ya no hacen nada, se desalientan, todo lo abandonan o todo lo hacen rutinariamente. El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores, y no encontraremos jamás quien, como ellos, tanto critique a las personas de oración, que ponen sus esfuerzos en lo interior como lo esencial, aunque sin menospreciar la exterioridad de la modestia que siempre acompaña la verdadera devoción». 

4. Los devotos presuntuosos 

«Los devotos presuntuosos son pecadores entregados a sus pasiones o amadores del mundo, que, bajo el hermoso nombre de cristianos y de devotos de la Santísima Virgen, ocultan el orgullo, o la avaricia, o la impureza, o la embriaguez, o la cólera. o el perjurio, o la maledicencia, o la injusticia, etcétera; que duermen tranquilos en sus malos hábitos, sin hacerse mucha violencia para corregirse, con el pretexto de que son devotos de María; que esperan que Dios los perdonará; que no morirán sin confesión y que no se condenarán, porque rezan la Corona, porque ayunan el sábado, porque pertenecen a la Cofradía del Santo Rosario o del Escapulario o a alguna congregación mariana; porque llevan el hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.» 

5. Los devotos inconstantes 

«Los devotos inconstantes son los devotos de la Santísima Virgen a intervalos y por arranques: tan pronto están fervorosos como tibios ; en un instante parecen estar dispuestos a hacerlo todo por su servicio, y un momento después ya no son los mismos. Les cuesta poco abrazar todas las devociones de la Santísima Virgen; ingresarán en todas las cofradías, pero luego no practican ninguna de sus reglas con fidelidad; cambian como la luna... Más vale no cargarse con tantas oraciones y prácticas de devoción y cumplir pocas con amor y fidelidad, a pesar del mundo, del demonio y de la carne». 

6. Los devotos hipócritas y los devotos interesados 

«Hay también otros falsos devotos de María, que son los devotos hipócritas, los cuales cubren sus pecados y sus malos hábitos bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los hombres por lo que no son. Y todavía quedan los devotos interesados, los cuales no recurren a la Santísima Virgen más que para ganar algún pleito, para librarse de algún peligro, para curar de alguna enfermedad o por cualquier otra necesidad semejante, fuera de lo cual se olvidarían de ella; y así, los unos como los otros son devotos falsos que no pasan ni ante Dios ni ante su Santísima Madre» (ibid., p.491-497).

 
b) LA VERDADERA DEVOCIÓN 

La verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior, «esto es, nace del espíritu y del corazón, y proviene de la estima que se hace de la Santísima Virgen... 

En segundo lugar es tierna, es decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la del niño en su cariñosa madre... 

En tercer lugar... es santa, esto es, hace que el alma evite el pecado e imite las virtudes de la Santísima Virgen... 

En cuarto lugar... es constante; consolida al alma en el bien y hace que no abandone fácilmente sus prácticas de devoción... 

Finalmente..., es desinteresada, es decir, que inspira al alma que no se busque a sí propia, sino sólo a Dios en su Santísima Madre» (ibid., p.498-500). 


Boletín Dominical 17 de enero



Tiempo después de Epifanía

Domingo II después de Epifanía

Doble – Ornamentos Verdes

La transformación que opera Jesús, en las bodas de Caná, del agua en vino, es figura de la transubstanciación por la cual el vino eucarístico se convierte en la Sangre de Cristo, que, recibida por los hombres en la Comunión, realiza un místico desposorio de Cristo con el alma. Nos da también el Evangelio de hoy una muestra de la omnipotencia suplicante, que es la Santísima Virgen María, la cual consigue el milagro, aún adelantando la hora de manifestarse elegida por Jesús. Además, con su presencia, santifica Jesús esas bodas, ese matrimonio, que elevará Él a la dignidad de Sacramento que derramará la gracia santificante y las gracias sacramentales que los harán santos y felices en tan noble estado.


Día 18 de Enero, la Cátedra de San Pedro en Roma

“Donde está Pedro, allí la Iglesia; donde está la Iglesia, allí está Cristo”, y “no puede tener  nadie a Dios por Padre si no tuviese a la Iglesia por Madre.” Así lo afirman los Santos Padres, fieles interpretes del Dogma Cristiano, y éste es precisamente el espíritu de ésta festividad.




21 de Enero, fiesta de S. Inés, Virgen  y Mártir

“Amo a Jesucristo, y amándole soy casta; tocándole soy pura; recibiéndole soy virgen”. Esto decía con elegancia y fervor Inés, cuando, niña de 13 años, rechazaba el amor del pretendiente con quien querían desposarla. No pudiendo vencerla con halagos ni amenazas, pretenden atentar contra su virtud, pero “Dios libra su cuerpo de la perdición” (Epístola). Condenada a ser degollada, viendo que el verdugo vacila, le anima diciendo: “Hiere sin miedo, que la esposa ofendería al Esposo si le hiciera esperar más tiempo”. Año 301.






domingo, 10 de enero de 2021

Sermón Fiesta de la Sagrada Familia


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche el audio del sermón aquí)


Lección

Hermanos: Vestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, longanimidad, sufriéndoos unos a otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tuviere queja contra otro. Como el Señor os ha perdonado, así perdonad también vosotros. Pero sobre todas estas cosas, ( vestíos ) del amor, que es el vínculo de la perfección. Y la paz de Cristo, a la cual habéis sido llamados en un solo cuerpo, prime en vuestros corazones. Y sed agradecidos: La Palabra de Cristo habite en vosotros con opulencia, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando a Dios con gratitud en vuestros corazones, salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando por medio de Él las gracias a Dios Padre.

Colosenses III, 12-17



Evangelio

En aquel tiempo: Siendo Jesús de doce años cumplidos, subieron, según la costumbre de la fiesta a Jerusalén; mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en la ciudad, sin que sus padres lo advirtiesen. Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos. Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos; y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo ( sus padres ) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron las palabras que les habló. Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras ( repasándolas ) en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres. 

Lucas II, 42-52

sábado, 9 de enero de 2021

San Agustín: Hay que Buscar y Encontrar a Dios




COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

En aquel tiempo: Siendo Jesús de doce años cumplidos, subieron, según la costumbre de la fiesta a Jerusalén; mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en la ciudad, sin que sus padres lo advirtiesen. Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos. Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos; y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo ( sus padres ) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron las palabras que les habló. Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras ( repasándolas ) en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres. 
Lucas II, 42-52



SAN AGUSTÏN, 
Obispo y Doctor de la Iglesia


Hay que buscar y encontrar a Dios 

El estilo de San Agustín es muy diferente cuando habla al pueblo y cuando escribe un libro. En el primer caso aparece fácil, brillante y con frecuencia menos metódico. En sus libros, en cambio, se nos presenta profundo, sereno y brillante también, más en la frase que en el párrafo largo. Para el tema de hoy hemos seleccionado algunos trozos de sus libros, que nos harán saborear hondas doctrinas. 


A) Deus quaerendus

a) BÚSQUESE A DIOS AUN DESPUÉS DE ENCONTRADO

Quaerimus inveniendum, quaeramus inventum. Ut inveniendus quaeratur, occultus est; ut inventus quaeratur, immensus est., 

"Oíd la voz del cántico divino: Buscad a Daos y vivirá vuestra alma (Ps. 68,33). Busquemos para encontrarle, sigámosle buscando ya encontrado. Para que le busquemos y le encontremos se oculta; para que le sigarn6s buscando una vez encontrado, es inmenso. Por eso dice en otro lu-gar: Buscad siempre su rostro (Ps. 104,4). En el que le ha encontrado produce una mayor capacidad, para que desee volver a llenarla desde el mismo momento en que se le ha ensanchado..." 

"Marchemos por este camino hasta que lleguemos a Aquel a quien el camino conduce; no nos detengamos nunca hasta que nos lleve a Aquel donde hemos de permanecer. De este modo marcharemos buscando y encontrando, y conseguiremos lo que nos falta... hasta el día en que termine la búsqueda y ya no podamos aprovechar más" (cf. Tract. 63 in loan. Evang.: PL 35,1803). 


b) NO HUYAN LOS MALOS DEL SEÑOR. BÚSQUENLE

"Váyanse y huyan de ti los inquietos pecadores, que tú les ves y distingues sus sombras. Y ved que con ellos hasta son más bellas las cosas, no obstante ser ellos feos... Y ¿adónde huyeron cuando huyeron de tu presencia? Y ¿dónde no los encontrarás tú? Huyeron, sí, por no verte a ti, que les estabas viendo para, cegados, tropezar contigo, que no abandonas ninguna cosa de las que has hecho... Ignoran éstos, en efecto, que tú estás en todas partes, sin que ningún lugar te circunscriba, y que estás presente a todos, aun a aquellos que se alejan de ti. Conviértanse, pues, y búsquente, porque no como ellos abandonaron a su Creador, así abandonas tú a tus criaturas. Conviértanse, y al punto estarás tú allí en sus corazones, en los corazones de los que te confiesan y se arrojan en ti y lloran en tu seno a la vista de sus caminos difíciles, y tú fácilmente enjugarás sus lágrimas; y llorarán aún más y se gozarán en sus llantos, porque eres tú, Señor, y no ningún hombre. Carne y sangre eres tú, Señor, que les hiciste, quien les re-para y consuela. Y ¿dónde estaba yo cuando te buscaba? Tú estabas ciertamente dentro de mí, mas yo me había apartado de mí mismo y no me encontraba. ¿Cuánto menos a ti ?" (Confessiones 1.5 c.2: PL 32,706-707, y BtA.C, Obras de San Agustín t.2 p. 471-473). 


c) DIOS, SUMO BIEN, A QUIEN HAY QUE AMAR Y CONOCER PREVIAMENTE

En el tratado De Trinitate (cf. 1.8 : I'L 42,947 ss ; BAC, t.5 498. 5;;5), San Agustín expone su concepción sobre el bien absoluto conocido en los bienes creados. Prescindiendo de esta parte filosófica. extractaremos le que se refiere a Dios, sumo bien, necesariamente amable. 

Tú, ciertamente, no amas más que lo bueno. Buena es la tierra con todas sus bellezas... "Bueno es esto y bueno aquello; prescinde de los determinativos esto o aquello y contempla el Bien puro si puedes; entonces verás a Dios, Bien imparticipado, Bien de todo bien... Dios se ha de amar, pero no como se ama este o aquel bien, sino como se ama el Bien mismo. Busquemos el bien del alma, no el bien que aletea en la mente y pasa, sino el Bien, al cual se adhiere 'el amor. Y ¿qué bien es éste sino Dios?" No es a criatura alguna, ni siquiera a un ángel, sino al mismo Bien, a quien hay que buscar. “Es necesario  permanecer  cabe El y adherirse a El por amor, si anhelamos  gozar de su presencia porque de El traemos el ser y sin El se desvanece nuestra existencia... Mas ¿quién ama lo que ignora? Se puede conocer una cosa y no amarla; pero pregunto: ¿Es amar lo que se desconoce? Y si esto no es posible, nadie ama a Dios antes de conocerlo. Y ¿qué es conocer a Dios, sino contemplarle y percibirle con la mente con toda firmeza?..." Es, pues, necesario amarle por la fe; de lo contrario no se limpiará el corazón del modo necesario para ver a Dios (Mt. 5,8: Bienaventurados los limpios). "¿Dónde, pues, encontrar las tres virtudes que el artificio de los libros santos tiende a edificar en nuestras almas, la fe la esperanza y la caridad (1 Cor. 13,13), sino en el espíritu del que cree lo que intuye y espera y ama lo que cree?" A este Dios, sumo Bien, se le encuentra por medio de la fe, y la unión se verifica por la esperanza y el amor (ibid., c.3 y 4). 


d) EL VERDADERO AMOR A DIOS

Tócanos ver ahora cuál es el verdadero amor, por el cual nos unimos con Dios. "Consiste el amor verdadero todo vivir justamente adheridos a la verdad y en despreciar lo perecedero, salvando el amor a los hombres, a quienes deseamos vivan en justicia". 

Existiendo dos preceptos de los que pende toda la Ley y los Profetas, a saber, el del amor de Dios y el del amor al prójimo (Mt. 22,3740), las Sagradas Escrituras, con razón, unas veces hablan sólo de uno de ellos y otras de otro, como, por ejemplo, cuando dicen: Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman (Rom. 8,28); o: El que ama a Dios, ése es conocido por El (1 Cor. 8,3). Otras, en cambio, sólo se refieren al amor del prójimo, como cuando la Sagrada Escritura dice: Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y así cumpliréis la ley de Cristo (Gal. 6,2); y en el Evangelio: Cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas (Mt. 7,12). "Y mil otros pasajes hallamos en los libros santos, donde parece tan sólo preceptuarse el amor al prójimo silenciándose el amor de Dios; si bien en ambos preceptos consiste es la razón—la Ley y los Profetas. Pero el que ama al prójimo—y esta ama al amor. Dios es caridad y el que vive en caridad permanece en Dios (1 Io. 4,16)...”

Para amar a Dios no se necesita intentar grandes cosas ni parecerse a los ángeles. Es mejor ser ángel devotamente que pretender realizar con soberbia lo que el ángel hace. 

Todo lo demás es salirse a buscar por fuera, abandonando el interior, donde Dios está. El modo más sencillo de amar a Dios es amar al prójimo, y el de amar al prójimo, amar el amor, que es Dios (ibid., c.7). 


B) Condiciones para alcanzar a Dios

a) LOS LIMPIOS ENCONTRARÁN A DIOS

“No puede hallarse a nadie que no guste de ser feliz; y plugiese a Dios que los hombres, pues tanto desean la retribución, no rehusaran el trabajo con que se merece... ¿Quién no acude rápido si le dicen: Vas a, ser feliz? Oiga, empero, también de buen grado la condición: Si esto hicieres... No se rehuya el combate si se ama el premio y apréstese alegremente al trabajo con la ponderación del salario..." Vamos, pues, a oír la palabra divina y a saber cuáles son sus preceptos para conseguir el premio. A continuación empieza a explicar las bienaventuranzas... 

"Bienaventurados los limpios da corazón, porque ellos verán a Dios. Tal es el fin de nuestro amor... ¿Ha de buscar más quien posee a Dios? O ¿qué le puede bastar a quien no le basta Dios? Queremos ver a Dios, nos afanamos en ver a Dios, ardemos por ver a Dios. ¿Quién no? Mas repara en estas palabras: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Adereza, pues, tu corazón, porque, hablando a lo carnal, ¿a qué viene desear la salida del sol con ojos enfermos? Cúrense los ojos, y la luz será alegría; si los ojos no están sanos, la luz les servirá de tormento. No podrás ver sin limpieza de corazón lo que sólo pueden contemplar los de corazón limpio. Serás rechazado, alejado y no lo verás…

¡Cuántas veces ha repetido ya el Señor la palabra bienaventurados! ;Cuántas razones asigné a la bienaventuranza! ;Qué obras y qué salarios, qué méritos y qué premios enumeró ya! Pero ni una sola vez ha dicho: "Ellos verán a Dios..." Hemos llegado a los corazones limpios; a éstos se les promete la vista de Dios; y no sin motivo, porque ahí, en los corazones limpios, están los ojos para ver a Dios..." Con la limpieza de corazón preparamos un templo para Dios, que vendrá a hacer mansión en nosotros; pensad rectamente del Señor y buscadle con sencillez de corazón (Sap. 1,1). Tú mismo, si quieres, serás la sede del Señor..., porque el alma del justo es la sede de la sabiduría (Sap. 1), sede de Dios y templo suyo donde habita. El templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros (1 Cor. 3,17)… "Entre, si te place, ya en tu corazón el Arca de la Alianza y ruede Dagón por el suelo (1 Reg. 5,3). Ahora, pues, escucha y aprende a desear a Dios y a capacitarte para verle. Bienaventurados, dice, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". En las bienaventuranzas cada premio va acomodado al trabajo que se pide. A los pobres se les da el reino de los cielos; a los mansos, a quienes todo el mundo arrincona, se les da a poseer la tierra; a los que lloran, el consuelo; a los limpios de corazón, el ver a Dios. Y no es que los demás bienaventurados no vean a Dios, pero no lo ven por ser mansos o humildes, sino porque, además de su mansedumbre, son también limpios de corazón.


b) CÓMO LIMPIAR EL CORAZÓN

¿Cómo limpiaremos el corazón? La Sagrada Escritura lo dice: La fe limpia los corazones (Act. 15,9). Pero, como algunos creen que basta sólo la fe para salvarse, hay que recordarles aquella otra frase: También los demonios creen y tiemblan (Iac. 2,19). Creen, pero no tienen limpio el corazón, porque "se ha de discernir nuestra fe de la fe de los demonios. La nuestra limpia el corazón; la suya lo contrario, hácelos culpables, porque obran mal... Se necesita aquella fe que describe San Pablo diciendo: La fe que obra por el amor (Gal. 5,6). Esta es la fe que nos separa de los demonios y de los hombres viciosos, la fe que obra por el amor y que espera en las promesas de Dios. Nada más exacto, nada más perfecto que esta definición. Hay en ella tres cosas esenciales: tener fe, y fe actuada amor y fe esperanzada en las promesas de Dios". La esperanza es compañera de la fe. Desea lo que no vemos. La caridad perfecciona a aquéllas mediante las obras santas. Hace limpio el corazón para que consiga así ver a Dos (cf. Serm. 53: PL 38,364-372 y BAC, Obras de San Agustín t.7 p.767-779).


Boletín Dominical 10 de enero



Día 10 de Enero, Fiesta de la Sagrada Familia.

Conm. del Domingo Infra octava de Epifanía.

 Doble Mayor-Orn. Blancos

Con la festividad de hoy presenta la Iglesia a nuestra consideración el modelo de hogares cristianos, santificando la vida de familia. El Apóstol San Pablo nos indica en la Epístola las virtudes que deben resplandecer en nuestros hogares: “Revestíos, nos dice, de entrañas de misericordia, de benignidad, humildad, dulzura y longanimidad, sobrellevándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente. Mas sobre todo, tened caridad, que es vinculo de perfección.” 

Unión entre los miembros por el amor, paz y vida de hogar. Unión por una misma fe, una creencia, una misma oración hecha en común, para que reciba especiales bendiciones de Dios.

“Muy dulce nos es recordar la casita de Nazareth y la humilde existencia que allí se lleva; aquí es donde el divino Niño aprende el oficio de José; junto a Jesús se sienta su dulce Madre; junto a su esposo mora la abnegada esposa, la cual se siente feliz de poder aliviar sus fatigas con sus ternísimos cuidados.” 

El Evangelio narra cómo el Niño se queda entre los doctores, estupefactos por la sabiduría de sus preguntas y respuestas. Oímos su protesta, hecha a su madre, de que vino a promover la gloria de su padre y cumplir su voluntad.




Día 13 de Enero, El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.

Doble Mayor- Orn. Blancos.

En éste día octavo después de Epifanía conmemoramos una de las más importantes teofanías de Cristo. En el río Jordán se presenta Jesús a recibir de San Juan Bautista, el bautismo de penitencia. Y el Bautista le reconoce y le presenta  a las gentes: “ved ahí al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, y declara explícitamente su divinidad y da testimonio de que ha visto descender sobre Él al Espíritu Santo.

Adoremos a Cristo, Hijo de Dios, y proclamemos nuestra fe valientemente.






miércoles, 6 de enero de 2021

Sermón Fiesta de la Epifanía del Señor


 


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold


Lección

Álzate Jerusalén y resplandece, porque viene tu lumbrera, y la gloria del Señor brilla sobre ti. Pues mientras las tinieblas cubren la tierra, y densa oscuridad a las naciones, se levanta sobre ti el Señor, y se deja ver sobre ti su gloria. Los gentiles vendrán hacia tu luz, y reyes a ver el resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos y mira en torno tuyo: todos estos se congregaron y vendrán a ti; vendrán de lejos tus hijos, y tus hijas serán traídas al hombro. Entonces lo verás, y te extasiarás; palpitará tu corazón y se ensanchará; pues te serán traídas las riquezas del mar; y te llegarán los tesoros de los pueblos. Muchedumbre de camellos te inundará, dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos vienen de Sabá, trayendo oro e incienso y pregonando las glorias del Señor.

Isaías LX, 1-6


Evangelio

Cuando hubo nacido Jesús en Betlehem de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos del Oriente llegaron a Jerusalén, y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén. Y convocando a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, se informó de ellos dónde debía nacer el Cristo. Ellos le dijeron: “En Betlehem de Judea, porque así está escrito por el profeta: "Y tú Betlehem (del) país de Judá, no eres de ninguna manera la menor entre las principales (ciudades) de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que apacentará a Israel mi pueblo”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos y se informó exactamente de ellos acerca del tiempo en que la estrella había aparecido. Después los envió a Betlehem diciéndoles: “Id y buscad cuidadosamente al niño; y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que vaya yo también a adorarlo”. Con estas palabras del rey, se pusieron en marcha, y he aquí que la estrella, que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella experimentaron un gozo muy grande. Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Entonces, prosternándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Mateo II, 1-12