Día 24 de Enero, Domingo III después de Epifanía
Doble. Orn. Verdes. Conm. San Timoteo, Obispo y Mártir.
Señor, si quieres puedes limpiarme”, decía un leproso a Jesús cuando bajaba del monte de las Bienaventuranzas. Y Jesús le tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”; y quedó sano. Señor, si quieres, puedes limpiarnos de la lepra del pecado, digamos nosotros con la fe y la confianza del leproso, y Jesús entonces, no solamente limpiará nuestra alma sino que morará en ella.
“Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; mas di una palabra y mi criado quedará sano”, dice el centurión a Jesús cuando se disponía a ir para allá para curarle. Y la humildad profunda y la fe vivísima de éste pobre pagano arrancan a Nuestro Señor un gesto de admiración, y vaticina la reprobación de Israel por su incredulidad y la vocación de los gentiles que entraran en el reino de Dios. A este reino entraremos nosotros, pero si nos adornamos con las virtudes que resplandecieron en éste leproso y éste centurión, quien mereció le evoque la Iglesia siempre al dar a Jesús en la sagrada Comunión.
La Conversión de San Pablo, Apóstol
Saulo, nacido en Tarso de Cilicia, era fariseos, hijo de fariseos. Discípulo de Gamaliel y amigo, pariente y verdugo de Esteban, siente un celo por la ley de Moisés que le devora y un odio inmenso contra los cristianos que se apartan y contrarían las viejas tradiciones patrias. La predicación de los diáconos como San Esteban, le enloquece; la osadía de San Pedro le exalta; toda la impetuosidad de su juventud se subleva en ansias de aplastar a los cristianos a los que persigue de casa en casa, de sinagoga en sinagoga, de ciudad en ciudad. Anhelando sangre de cristianos, corre a Damasco. Más en el camino, cerca de la ciudad, una claridad le envuelve y le derriba del caballo; Jesús le habla: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?” y Saulo, iluminado, convertido, arrepentido, dará aquella respuesta magnífica y humilde: “¡Señor! ¿Que quieres que haga?” Y desde entonces se entrega a Jesús, y padecerá persecuciones y recorrerá el mundo para llevar a todas partes el nombre de Jesús, “ante el cual se arrodillan los cielos, la tierra y los infiernos”. Saulo se ha convertido en Pablo; el perseguidor, en el gran Apóstol de los gentiles. Este episodio ocurrió el año 35, teniendo él cerca de 36 años.
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