sábado, 16 de enero de 2021

San Luis María Grignion de Montfort: La Verdadera Devoción a María


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO II DESPUÉS DE EPIFANÍA


En aquel tiempo: Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le dijo: “¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía”. Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”. Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”; y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: “Ahora sacad y llevad al maestresala”; y le llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba –aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua–, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento”. Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Juan II,, 1-11



SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT 


La verdadera devoción a María 

El Santo, en su libro Tratado de la verdadera devoción a /a Santísima Virgen, asienta primero algunos principios para distinguir la verdadera devoción a Nuestra Señora, que no andan alejados del terna actual, pues en todos ellos se refleja la idea de María medianera entre nosotros y Cristo. A continuación inserta unas normas prácticas. Transcribimos el capítulo 2 y el 3 de dicha obra (Obras de San Luis María Grignion de Montfort: BAC, 1954, p.473 ss.).

A) Verdades fundamentales de fa devoción a la Santísima Virgen


a) JESUCRISTO, FIN ÚLTIMO DE LA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

«El fin último de todas nuestras demás devociones no debe ser otro que Jesucristo nuestro Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre; de lo contrario, estas devociones serían falsas e ilusorias. Jesucristo es el alfa y la omega el principio y el fin de todas las cosas... Dios no nos ha dado otro fundamento para nuestra salvación, para nuestra perfección y para nuestra gloria más que a Jesucristo; todo edificio que no descanse sobre esta piedra firme, está fundado sobre arena movediza y caerá infaliblemente, tarde o temprano... Si nosotros, pues, establecemos la sólida devoción a la' Santísima Virgen, sólo es para establecer más perfectamente la de Jesucristo y para ofrecer un medio fácil y se. guro de hallarlo. Si la devoción a la Santísima Virgen alejase de Jesucristo, sería necesario rechazarla como una ilusión del diablo; mas tan lejos está esto de ser así, que muy al contrario, según he demostrado ya y mostraré también más adelante, si esta devoción nos es necesaria, es porque sólo por ella podemos hallar perfectamente a Jesucristo, para amarlo con ternura y para servirlo con fidelidad, (o.c., p.473-475). 


b) PERTENECEMOS A JESUCRISTO Y A MARÍA EN CALIDAD DE ESCLAVOS

«De lo que Jesucristo es para nosotros, debemos concluir que nosotros en nada nos pertenecemos, como dice el Apóstol, sino a El totalmente, como sus miembros y sus esclavos, a quienes El ha comprado con el precio infinito de toda su sangre... 

En la tierra hay dos maneras de pertenecer a otro y depender de su autoridad, es a saber: la simple servidumbre y la esclavitud, las cuales producen lo que todos llamamos un siervo y un esclavo. 

Por la servidumbre común, entre los cristianos, un hombre se obliga a servir a otro cierto tiempo y mediante cierto salario o determinada recompensa. 

Por la esclavitud, un hombre depende totalmente de otro durante toda su vida, y debe servir a su señor sin esperar de él retribución ni recompensa alguna, lo mismo que un irracional, sobre el cual tenemos derecho de vida y muerte. 

Hay tres clases de esclavitud: esclavitud natural, esclavitud forzada y esclavitud voluntaria. De la primera manera son esclavos de Dios todos los seres: Domini est terca et plenitudo eius (Ps. 23,1); de la segunda, lo son los demonios y los condenados; de la tercera, los justos y los santos. La esclavitud voluntaria es la más perfecta y la más gloriosa para Dios, el cual mira el corazón y nos lo pide para sí, y El mismo se llama Dios del corazón o de la voluntad amorosa; pues por medio de esta esclavitud anteponemos a todas las demás cosas las que se refieren a Dios y a su servicio, aun cuando la naturaleza a ello no nos obligase... 

Según esto, digo que debemos ser de Jesucristo y servirlo no sólo como siervos mercenarios, sino como esclavos amorosos que, por efecto de un intenso amor, se dan y entregan a su servicio, en calidad de esclavos, por sólo el honor de pertenecerle... Lo que digo, hablando en términos absolutos de Jesucristo, lo digo relativamente de la Santísima Virgen... 

Puede uno, pues, según el sentir de los santos y de otros muchos varones insignes, llamarse y hacerse esclavo de amor de la Santísima Virgen, a fin de ser de esta manera más perfectamente esclavo de Jesucristo» (ibid., p.479-482). 


e) DEBEMOS VACIARNOS DE LO MALO QUE HAY EN NOSOTROS

«Nuestras mejores acciones están de ordinario manchadas y corrompidas por el fondo de malicia que hay en nosotros... Es, pues, de una grandísima importancia para adquirir la perfección, la cual no se consigue más que por la unión a Jesucristo,. vaciarnos a nosotros mismos de cuanto haya de malo en nosotros. 

Para vaciarnos de nosotros mismos se requiere: 1.° Conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestro mal fondo, nuestra incapacidad para todo lo bueno, conveniente a la salvación; nuestra debilidad en todas las cosas, nuestra inconstancia en todo tiempo, nuestra indignidad para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar... 

Es preciso, además, que todos los días muramos a nosotros mismos... Es necesario, en tercer lugar, escoger, entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más nos lleve a esta muerte de nosotros mismos, pues ninguna hay mejor y más eficaz para nuestra santificación» (ibid., p.484-486). 


d) NECESITAMOS DE UN MEDIADOR PARA CON EL MISMO MEDIADOR, JESUCRISTO

"Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos sin tomar un mediador... Por esto no 'sin razón nos ha dado Dios mediadores ante su Majestad... Jesucristo es nuestro abogado y nuestro medianero de redención para con el Padre... Pero ¿ es que no tenemos necesidad de un mediador para con el mismo Mediador? ¿Es nuestra pureza bastante grande para unirnos directamente a El y por medio de nosotros mismos?... Digamos, pues, sin encogimiento, con San Bernardo, que tenemos necesidad de un mediador ante el mismo Mediador, y que la divina María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo; por Ella vino Jesucristo al mundo y por Ella debemos ir a El... 

Por manera que, según ellos, tenemos que subir tres escalones para ir a Dios: el primero, que es el más cercan„ a nosotros y el más conforme a nuestra capacidad, es María; el segundo es Jesucristo, y el tercero es el Padre Eterno. Para ir a Jesús es preciso ir a María, que es nuestra medianera por intercesión; para ir al Padre Eterno es necesario ir a Jesús, que es nuestro mediador de redención. Este es el orden que se guarda perfectamente en la devoción de que luego hablaremos» (ibid., p.487-488). 


e) NOS ES MUY DIFÍCIL CONSERVAR LA GRACIA Y LOS TESOROS RECIBIDOS DE DIOS

«Es muy difícil, dada nuestra debilidad y nuestra fragilidad, que conservemos en nosotros las gracias y los tesoros que hemos recibido de Dios. 

Porque ese tesoro, que vale más que el cielo y la tierra. lo tenemos en vasos frágiles... Porque los demonios, que son ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos y despojarnos...» 

«Es difícil perseverar en la gracia a causa de la extraña corrupción del mundo. Está éste al presente tan corrompido, que se hace necesario que los corazones piadosos queden afeados, si no por su cieno, al menos por su polvo; hasta el punto que es una especie de milagro ver a una persono permanecer firme en medio de este torrente impetuoso, sin ser arrastrada por él; en medio de este mar tempestuoso, sin ser anegada o saqueada por los piratas y corsarios; en medio de esta atmósfera viciada, sin quedar en ella contagiada. Sólo la Virgen Santísima, la única que ha permanecido fiel, de la cual jamás ha obtenido nada la serpiente, es la que hace este milagro en favor de aquellos que la sirven lo mejor que pueden» (ibid., p.489-490). 


B) Elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen

a) FALSAS DEVOCIONES 

«Siete son las clases que yo encuentro de falsos devotos y de falsas devociones a la Santísima Virgen... 

1. Los devotos críticos

Los devotos críticos son, por lo común, sabios orgullosos, altaneros y pagados de sí mismos, que en el fondo tienen alguna devoción a María, pero que critican casi todas las prácticas de devoción a la Santísima Virgen, con las que las personas ingenuas honran sencilla y santamente a esta tierna Madre, sólo porque no se acomodan a su criterio...» 

2. Los devotos escrupulosos

«Los devotos escrupulosos son gente que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre; rebajar al uno mientras se ensalza a la otra. No podrían tolerar que a la Santísima Virgen se le den las justísimas alabanzas que le han tributado los Santos Padres; ven con pena que haya más gente de rodillas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento. ¡ Como si lo uno se opusiera a lo otro o como si los que ruegan a la Santísima Virgen no rogasen a Jesucristo por medio de ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Santísima Virgen, que se acuda tantas veces a ella...» 

3. Los devotos exteriores 

«Los devotos exteriores son los que hacen consistir toda la devoción a María en algunas prácticas exteriores; que no gustan más que del exterior de la devoción a la Santísima Virgen, porque carecen de espíritu interior... Sólo aman lo sensible de la devoción, sin gustar lo que tiene de sólido; si les falta el sentimentalismo en sus prácticas, creen que ya no hacen nada, se desalientan, todo lo abandonan o todo lo hacen rutinariamente. El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores, y no encontraremos jamás quien, como ellos, tanto critique a las personas de oración, que ponen sus esfuerzos en lo interior como lo esencial, aunque sin menospreciar la exterioridad de la modestia que siempre acompaña la verdadera devoción». 

4. Los devotos presuntuosos 

«Los devotos presuntuosos son pecadores entregados a sus pasiones o amadores del mundo, que, bajo el hermoso nombre de cristianos y de devotos de la Santísima Virgen, ocultan el orgullo, o la avaricia, o la impureza, o la embriaguez, o la cólera. o el perjurio, o la maledicencia, o la injusticia, etcétera; que duermen tranquilos en sus malos hábitos, sin hacerse mucha violencia para corregirse, con el pretexto de que son devotos de María; que esperan que Dios los perdonará; que no morirán sin confesión y que no se condenarán, porque rezan la Corona, porque ayunan el sábado, porque pertenecen a la Cofradía del Santo Rosario o del Escapulario o a alguna congregación mariana; porque llevan el hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.» 

5. Los devotos inconstantes 

«Los devotos inconstantes son los devotos de la Santísima Virgen a intervalos y por arranques: tan pronto están fervorosos como tibios ; en un instante parecen estar dispuestos a hacerlo todo por su servicio, y un momento después ya no son los mismos. Les cuesta poco abrazar todas las devociones de la Santísima Virgen; ingresarán en todas las cofradías, pero luego no practican ninguna de sus reglas con fidelidad; cambian como la luna... Más vale no cargarse con tantas oraciones y prácticas de devoción y cumplir pocas con amor y fidelidad, a pesar del mundo, del demonio y de la carne». 

6. Los devotos hipócritas y los devotos interesados 

«Hay también otros falsos devotos de María, que son los devotos hipócritas, los cuales cubren sus pecados y sus malos hábitos bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los hombres por lo que no son. Y todavía quedan los devotos interesados, los cuales no recurren a la Santísima Virgen más que para ganar algún pleito, para librarse de algún peligro, para curar de alguna enfermedad o por cualquier otra necesidad semejante, fuera de lo cual se olvidarían de ella; y así, los unos como los otros son devotos falsos que no pasan ni ante Dios ni ante su Santísima Madre» (ibid., p.491-497).

 
b) LA VERDADERA DEVOCIÓN 

La verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior, «esto es, nace del espíritu y del corazón, y proviene de la estima que se hace de la Santísima Virgen... 

En segundo lugar es tierna, es decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la del niño en su cariñosa madre... 

En tercer lugar... es santa, esto es, hace que el alma evite el pecado e imite las virtudes de la Santísima Virgen... 

En cuarto lugar... es constante; consolida al alma en el bien y hace que no abandone fácilmente sus prácticas de devoción... 

Finalmente..., es desinteresada, es decir, que inspira al alma que no se busque a sí propia, sino sólo a Dios en su Santísima Madre» (ibid., p.498-500). 


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