domingo, 28 de noviembre de 2021

Sermón Domingo Primero de Adviento

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Lección

Hermanos: Sabed que ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.

Romanos XIII, 11-14



Evangelio

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: "Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas). Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria. Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca". Y les dijo una parábola: "Mirad la higuera y los árboles todos: cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo. En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Lucas XXI, 25, 33

San Bernardo Las Tres Venidas de Cristo





COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO


En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: "Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas). Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria. Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca". Y les dijo una parábola: "Mirad la higuera y los árboles todos: cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo. En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Lucas XXI, 25, 33




SAN BERNARDO


Las tres venidas de Cristo


Entre las obras de San Bernardo figura una colección de sermones, predicados en los años 1115 a 1153, quo vienen a ser como pláticas destinadas a sus monjes. Se refiere una de ellas al Adviento, y allí cl melifluo Doctor nos habla de las tres venidas de Cristo, a saber: la encarnación, la gracia y el juicio: pero este último punto no lo desenvuelve en los sermones de Adviento, por lo que hemos completado el estudio del tema extractando una homilía cuaresmal sobre el salmo 90,7: Caerán a tu lado (izquierdo) mil y a tu derecha, diez mil: a ti no llegará, en donde habla de la alegría del justo al verse escogido. Estos sermones (cC PL 183,35.43 y 54) pueden leerse íntegros en la BAC (SAN BERNARDO, Obras completas, t.l p.156ss y 391ss). Comprende el sermón primeramente citado un exordio y tres partes.


A) El Adviento y las tres venidas

 «Hoy, hermanos, celebramos el comienzo del Adviento, cuyo nombre... es bastante célebre y conocido en el mundo, pero quizá no lo son tanto ni su sentido ni la razón del nombre» (Serm. Adv., 1,1: BAC 156). «Tres advenimientos suyos conocemos, pues: el que hizo a los hombres (la encarnación), en los hombres (la inhabitación) y contra los hombres (el juicio)...» Vino verdaderamente a todos los hombres, pero no así habitó en todos, ni vendrá contra todos (Sernt. Adv., 3,4: BAC 169). (Se encarnó para todos, pero no todos le permitimos que inhabite en nosotros. El tampoco vendrá más que contra los que no le hayan querido admitir. Por lo tanto, lo mejor será recibirle en nosotros, para que después no haya de venir contra nosotros».


B) Primera venida: la Encarnación


a) ¿QUIÉN VIENE? 

«En el adviento del Señor, cuando miro... la persona de quien viene, no comprendo la excelencia de su majestad; cuando atiendo a quienes viene, me lleno de pavor ante la grandeza de su designación... Cuando pienso en el modo, reconozco la exaltación de la naturaleza humana, pues... viene haciéndose hombre... Se vistió la humana forma para que fuese. conocido el mismo que en la divina habita Tim. 6,16) en una luz inaccesible» (Serm. Adv., 3,1: BAC 167). 


b) ¿PARA QUÉ VIENE? 

El demonio, proponiéndose igualar a Dios, y, por consiguiente, usurpar al Hijo sus honores, perdió el cielo. Después, por envidia, suscité el mismo deseo en Adán y consiguió que también los hombres lo perdieran. 

Entonces el Hijo, al ver el cielo vacío de cortesanos, quiso, humillándose El, remediar el daño, y, puesto que todos pecaban por afán de parecerse a Dios soberbiamente, se dispuso a manifestarse como Dios humilde, a quien pudieran imitar. 

Todos me envidian, dijo (esto es, todos quieren ser iguales que yo). Pues, ea, al mundo me voy, me mostraré a ellos de tal modo, que todo el que quiera envidiarme, o el que desee imitarme, saque su bien de esta emulación. 

Al llegar aquí San Bernardo se extiende en abundantes afectos. Ya que nos condenó el engaño, ojalá nos salve la verdad, viendo a Jesucristo en su venida. .Venga la Verdad... y la verdad me libre:, lo cual ocurrirá cuando, al descubrir la mentira, renuncie a ella y me una con la verdad al conocerla (Serm. Adv., 1,2-5 BAC 156-159).


C) PREPARACIÓN PARA EL RECUERDO DE ESTA VENIDA

«La solemne memoria de esta venida, de tanta. majestad, de tanta humildad..., se celebra... una vez al año. Y ojalá se hiciera de tal modo una vez, que siempre se estuviera haciendo esta memoria... Porque ¿puede haber mayor sinrazón que, después de la venida de tan gran Rey, querer o atreverse los hombres a ocuparse en otros cualesquiera negocios y no dedicarse más bien a este solo 

Los... «mundanos, aunque celebran este recuerdo, no se conmueven con él interiormente... sin devoción y sin afectos. En fin, lo que todavía es peor, el mismo recuerdo de esta inestimable dignación de Dios vuélvese ocasión de delicias carnales, pues los verán estos días preparar con toda solicitud la pompa de los vestidos y la delicadeza de los manjares, como si Cristo en su nacimiento pidiera estas semejantes cosas... Pero oye lo que El mismo dice: No toleraré al de altivos ojos y corazón soberbio (Ps. 100,5). ¿A qué fin con tanta ansia preparas vestidos para mi nacimiento? Detesto la soberbia, no la amo. ¿A qué fin con tanto cuidado procuras las opíparas mesas para este tiempo? Condeno las delicias del cuerpo, no las apruebo... No me reverencias sino con tu vientre...» (Serm. Adv., 3,2: BAC 167). 



C) Segunda venida: la gracia 


a) DIOS DENTRO DE TI 

«Mas... acerca del segundo (adviento), que es oculto y espiritual, escucha del Señor mismo lo que dice (Io. 4,23): Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y en él haremos morada» (Serm. Adv., 3,4: BAC 254). 

«Así como para obrar la salud en medio de la tierra vino una vez visible en su carne, así para salvar las almas viene a diario en espíritu e invisible... Esfuércese a lo menos (el hombre)... a levantarse algo en obsequio del Señor que viene. No es menester... que cruces los mares o que penetres las nubes..., no es largo el camino... Dentro de ti mismo sal al encuentro del Señor con la comprensión del corazón y confesión de boca, para que salgas a lo menos del muladar de tu miserable conciencia, por ser indigno de que entre allí el Autor de la pureza» (Serm. Adv., 1,10: BAC 161). 


b) SU PREPARACIÓN: UNA TRIPLE JUSTICIA

La justicia y el juicio son el asiento de tu trono... (Ps. 88,15).—Propone, según esta frase, la justicia como la mejor preparación del alma para la venida del Señor. Aunque habla a religiosos, las aplicaciones particulares se pueden acomodar fácilmente a los fieles. 

«Mire qué sedas, qué alfombras... debe preparar: la justicia..., aquella virtud que da a cada cual lo suyo. Da al superior, da al inferior, da al igual lo que a cada cual debes, y así celebrarás dignamente el adviento de Cristo»... 

«Da al prelado reverencia y obediencia, de las cuales la una pertenece al cuerpo y la otra al corazón, pues no basta obedecer a los mayores en lo exterior... Aunque tan claramente se conozca la vida indigna de un prelado..., debemos reputarle superior a nosotros y acreedor a nuestro respeto, no atendiendo a los méritos presentes de su persona, sino a la ordenación divina y dignidad del oficio». 

«Así también a nuestros hermanos (los iguales)..., por el mismo derecho de fraternidad y sociedad humana, somos deudores de consejo y de auxilio; pues esto queremos también que ellos nos den: consejo para que nuestra ignorancia aprenda y auxilio para que nuestra debilidad se ayude». 

Y si dices: ¿qué consejo..., qué auxilio podré dar a mi hermano?... Te digo yo: «No faltará algo que puedas hacer por él, si en ti no falta la caridad fraterna». Y si no, quedan el gran consejo del ejemplo y la gran ayuda de la oración. 

A los inferiores... «Si acaso eres prelado de alguno, con éste te hallas deudor, sin duda, de mayor solicitud. El exige de ti guarda y disciplina» (esto es, prevención y castigo). Y si no tuvieres ningún inferior, entonces guarda tu cuerpo, que fué entregado al alma para que lo gobernase. .Débesle custodia, para que el pecado nunca reine en él..., y disciplina, para que, castigado y sujeto a servidumbre, haga dignos frutos de penitencias... 

«En fin, si a los prelados y a los iguales damos lo que les es debido, ¿no deberá recibir Dios alguna cosa?...» La humildad es el mejor obsequio. «Ama a Dios... y honra la verdad el que ingenuamente se reconoce a sí mismo y a todas sus cosas tales como en realidad son... Cuando hiciereis estas cosas que os están mandadas, decid: somos siervos inútiles (Lc. 17,1o). Así, una preparación adecuada «consiste... en observar los mandamientos de la justicia y en tenerse por indigno e inútil» (Serm. Adv., 3,4-7: BAC 169-171). 



D) Tercera venida: el juicio



a) SU ESPERANZA NOS SOSTIENE 

«Vivimos de esperanza, hermanos, y no nos desalentamos... animados por la expectación de aquellos indefectibles gozos... A más de la percepción de los bienes presentes, afianza la expectación de los futuros, pues la virtud de la presente gracia hace creíble que la seguirá, sin duda, la felicidad de la gloria prometida.... «Sostenga, pues, el alma piadosa varonilmente el combate en este siglo..., pues para todo vale la piedad, ya que los bienes de la vida presente y los de la futura le están prometidos»... 

«Glorificad a Cristo... y llevadle... en vuestro cuerpo»... Yendo con El, ¿qué podrán vuestros enemigos? (Serm. in Ps. 90, 7,1.3: BAC 391-392).


b) GOZO DEL JUSTO AL VERSE LIBRE

«Con tus mismos ojos lo verás. Así os lo pido, Señor... Caigan ellos y no caiga yo; asústense ellos y no me asuste yo... Con estos mismo (ojos)..., que ahora casi se secan con tanta aflicción... Tanto cabrá en los ojos después de la resurrección, cuanto ni en el oído ni en el ánimo mismo puede caber ahora»... 


C) «VERÁS EL CASTIGO DE LOS PECADORES»

Lo primero, «para que reconozcas de qué males te has librado». Lo segundo, «para que adviertas tu completa seguridad». Lo tercero, «para que resplandezca más tu gloria en su comparación». Lo cuarto, «para que muestres celo perfecto de la misma justicia. (Serm. in Ps. 9o, 8,1-3.11: BAC 404-405.411). 





sábado, 27 de noviembre de 2021

Boletín Dominical 28 de noviembre


Tiempo de Adviento

Con el tiempo litúrgico de Adviento da comienzo el año eclesiástico. Toda la Liturgia de estas cuatro semanas está como clamando por la llegada del Redentor prometido. Y este deseo, este suspirar de la humanidad caída por el Mesías que la había de reconciliar con Dios, quiere la Iglesia infundirnos en el alma para inflamarla en el deseo  de la doble venida de Jesús, venida de gracia y venida de gloria, y para disponerla a recibirle dignamente.

En realidad Jesús es la luz del mundo, el cual sumido en tinieblas deseaba ver la luz increada de Dios; luz que iluminara las inteligencias, luz que purificara las almas, luz que hiciera arder en los corazones los destellos de la caridad. 

La humanidad cargada con el peso de la culpa, esperaba con ansias al Libertador; hundida por el pecado en la abyección, ansiaba por el Redentor y por el Santificador, que al unirse hipostáticamente con ella, la elevará hasta el trono de Dios. 

Al recorrer las Misas y los Oficios de Adviento, el alma se siente impresionada por ese continuo clamar por el Mesías: “Ven, Señor, y no tardes.” “Venid y adoremos al Rey que va a venir.” “Manifiesta, Señor, tu poder y ven.” “¡Oh Sabiduría! Ven a enseñarnos el camino de la prudencia.” “Oh Dios, guía de la casa de Israel, ven a rescatarnos.” “Oh Vástago de Jesé, ven a redimirnos y no tardes.”  “Oh llave de David y cetro de la casa de Israel, ven y saca a tu cautivo sumido en tinieblas y sombras de muerte.” “Oh Oriente, resplandor de la Luz Eterna, ven y alúmbranos…”  “Oh Rey de las Naciones y su deseado, ven a salvar al hombre que formaste del barro.”

Y ésta venida misericordiosa de Jesús al revestirse de nuestra carne y darnos el alimento de su doctrina y de su propio Cuerpo, se complementará con la otra venida, al fin del mundo, en la cual aparecerá rodeado de gloria y majestad como Juez supremo, para decir a los unos : “Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino que os tengo preparado desde el principio del mundo” y conminar a los otros, por sus maldades, diciéndoles: “Id malditos al fuego eterno.”

De estos dos advenimientos, venida de gracia y venida de gloria, habla indistintamente la liturgia del Adviento.

Preparemos, pues, y dispongamos nuestra alma para recibir a Jesús espiritual y sacramentalmente, con el amor, la oración, el sacrificio y la penitencia, trayendo a la memoria esta venida histórica y futura de nuestro Salvador, desterrando de nuestros hábitos y costumbres todo aquello que nos aleja de Dios, procurando no estorbar la acción del Espíritu Santo en nosotros.




Día 28 de Noviembre, Domingo I de Adviento

Doble de I clase- Orn. Morados

La idea dominante de la liturgia de hoy es la venida de Cristo como Juez al fin del mundo. El sentimiento dominante es de temor del Juez, y por lo tanto es también la petición confiada a Jesús que viene a salvarnos.

La Epístola nos exhorta a revestirnos de Cristo y a abandonar las obras de las tinieblas que son los pecados, para disponer el alma a recibir al Salvador.

Solo las almas puras, los limpios de corazón, verán a Dios; únicamente ellas pueden recibir a Jesucristo de modo que sea para ellas el Salvador.






lunes, 22 de noviembre de 2021

Sermón Dominica XXVI y Última después de Pentecostés

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Lección

Hermanos: No dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.

Colosenses I, 9-14



Evangelio

En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo—, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! Rogad, pues, para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado. Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más". Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; mas por razón de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: "Ved, el Cristo está aquí o allá", no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aun a los elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por tanto, si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis; "está en las bodegas", no lo creáis. Porque, así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas". "Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande. Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de Él de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra". "De la higuera aprended esta semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, que no pasará la generación ésta hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías no pasarán ciertamente". 

Mateo XXIV, 15-35

sábado, 20 de noviembre de 2021

San Cirilo de Jerusalén: La Venida Gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo




COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO XXVI Y ÚLTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

(Domingo XXIV y último después de Pentecostés)


En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo—, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! Rogad, pues, para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado. Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más". Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; mas por razón de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: "Ved, el Cristo está aquí o allá", no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aun a los elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por tanto, si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis; "está en las bodegas", no lo creáis. Porque, así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas". "Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande. Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de Él de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra". "De la higuera aprended esta semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, que no pasará la generación ésta hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías no pasarán ciertamente". 

Mateo XXIV, 15-35




SAN CIRILO DE JERUSALÉN

 Trasladamos lo más interesante de las catequesis 15 y 18, suprirniendo de la primera las partes en que se anuncia una restauración de la. tierra después del juicio v las señales de éste.. En la 18 suprimimos también algunas consideraciones sobre la resurrección, ose se reducen a ensalzar el poder divino. Utilizamos la versión directa del P. Albino Ortega (cf. Edic. Aspas, n.22 p.81-91 v 137-x43). 


A) Venida gloriosa

"Anunciamos la venida de Cristo, y no una solo, sino la segunda, que será mucho más brillante que la primera. porque ésta fué con muestras de humillación, mas en la segunda será llevando la diadema del divino reino. 

Según ya hemos advertido, todas las cosas en Cristo tienen como dos facetas, y así tenemos que su nacimiento fué doble: uno de Dios, antes de todos los siglos, y otro de la Virgen, al fin de los siglos; dos venidas, la primera oscura y sin ruido, como la lluvia que cae sobre el vellón, y la segunda, que será con toda la gloria. 

En la primera venida fué envuelto en pañales y puesto en un pesebre; en la segunda vendrá revestido de brillantísima luz. En la primera sufrió la cruz rodeado de ignominia; en la segunda vendrá glorificado y rodeado de un ejército de ángeles. Así, pues, no solamente conocemos su primera venida, sino que esperamos la segunda. 

El Salvador vendrá, no para ser juzgado. sino para llamar a juicio a quienes le juzgaron a El. El que primeramente se calló mientras era juzgado, dirá ahora a los malvados que durante la crucifixión le insultaban: Esto hicisteis y callé. Entonces vino con blandura a enseñar a los hombres el camino de la salvación, pero después, quieran o no quieran, tendrán que someterse todos a su imperio. 

El profeta Malaquías habla de su doble venida: Luego ,n seguida vendrá a su templo el Señor a quien buscáis... (Mal. 3,1). Mas de la otra venida dice: Ved que viene, dice Yavé Sebaot, y ¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse firme citando aparezca? Porque será como fuego fundido y como lejía de batanero; y se Pondrá e fundir después la plata y a purgar a los hijos de Levi (ibíd., 3,2-3). 

Por esto Pablo, queriendo ponernos en alerta, dice: si sobre este fundamento uno edifica oro, plata, piedras preciosas heno, paja, su obra quedará de manifiesto, pues en su día el fuego lo revelará, y probará cuál furo la obra de cada uno (1 Cor. 3,12-13). 

El mismo San Pablo, escribiendo a Tito, nos declara de nuevo las dos venidas diciendo: Se ha manifestado /a gracia nuevo era de Dios a todos los hombres, enseñándonos a negar la impiedad y los deseos del mundo para que vivamos sobria, justa y píamente en este siglo, con la bienaventurada esperanza en la venida gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Cristo Jesús (Tit. 2,12-13). 

¿No ves, pues, cómo nos muestra la primera venida, por la cual da gracias, y la segunda nos la hace esperar? Por este orden de nuestras creencias es que primero creamos en el que subió a los cielos y se sentó a la diestra del Padre, y luego que vendrá con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos..." 

¿En qué sentido debes, pues, tomar las palabras: Hasta que ponga sus enemigos? En el de siempre y de continuo. 

"Porque así como a Cristo no se le puede poner un principio en sus días, de igual modo tampoco se puede sufrir el que a su reino se le ponga fin, pues está escrito: Su reino es reino por los siglos de los siglos (Ps. 144,13). 

Y muchos otros testimonios se podrían sacar de las divinas Escrituras acerca de la eternidad del reino de Cristo. Mas tú, que me escuchas, adora a ese único rey y evita todo error. 

Ya sabes el camino para que, cuando seas juzgado, te encuentres a la derecha. Guarda el depósito de Cristo portándote con el decoro de las buenas obras, y así, estando confiado en presencia del Juez, conseguirás el reino de los cielos; por quien y con quien la gloria sea dada a Dios, juntamente con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglas. Amén". 


B) Conveniencia de la resurrección 

"El principio de toda buena obra es la esperanza de la resurrección, pues la vista de la recompensa es la que sostiene al alma para acometer las buenas acciones. 

Así vemos que el obrero está dispuesto a trabajar, porque ve delante el premio de sus trabajos; en cambio, los que laboran sin esperar ninguna recompensa decaen pronto de cuerpo y espíritu. El soldado, a la vista de la corona, se lanza presto al combato; mas ninguno está dispuesto a sacrificar su vida por aquel rey que no sabe recompensar los trabajos sufridos por él. Pues del mismo modo el alma que cree en la resurrección, ella misma se modera y se obliga a vivir bien; en cambio, la que no lo cree, pronto se entrega a la perdición. 

El que cree que su cuerpo está predestinado a resucitar sr, día, mira bien por esta vestidura y no la mancha con la fornicación; en cambio, el que no cree en la resurrección se entrega a la lujuria y abusa de su cuerpo como si fuera ajeno. Es, pues, precepto de la santa Iglesia católica creer en la resurrección de los muertas. Y este dogma es grande y necesario, al que muchos contradicen, pero que se prueba plenamente ser verdadero... 

¿Cómo, pues, se va a juntar ese cuerpo? Sucede, además, que de esas aves que devoraron el cadáver, una muere en la India, otra en Persia y otra en Gotia... Para ti, hombre pequeñísimo y débil, está muy lejos la India de Gotia, y España de Persia; pero para Dios, que tiene todo el inundo en la mano, todo está cerca... Suponed que se mezclan diversas clases de semillas (a los débiles en la fe hay que ponerles ejemplos fácil.) y que todas ellas están cerradas en vuestros Puños, ¿será para un hombre cosa difícil, o más bien sencilla, distinguir lo que está en el puño y poner cada semilla con las de su clase? Pues si tú puedes separar unas de otras las cosas que tienes en tu puño, ¿no podrá discernir Dios lo que está contenido en su mano y reducirlo a su propia clase? Pensad en lo que os digo y ved si no sería impío negarlo. 

Entrad dentro de vosotras y atended también a la razón misma de la justicia. Vosotros, por ejemplo, tenéis varios criados, de los cuales unos son buenas y otros malos. A los buenos los favorecéis y a los malos los castigáis. Pues si vosotros, hombres mortales, guardáis la justicia, Di., Rey de todo y sin sucesor, ¿no va a tener consideración y justicia con cada uno? Impiedad seria negarlo. Atended, pues, a lo que se dice. Muchos homicidas han muerto en sus lechos sin castigo alguno. ¿Dónde está la justicia de Dios? A veces, un reo de cuarenta homicidios paga con una vez que le corten la cabeza. ¿Con qué pagará el castigo de las otros treinta y nueve? Si no hubiera juicio y retribución después de este mundo, podríais tachar a Dios de injusticia; así es que no os extrañéis de que el juicio se retrase. Todo luchador es coronado o confundido después de terminada la lucha, y el árbitro de ella jamás corona a los que están aún luchando, sino que espera a que todos los combatientes terminen para que se adjudiquen con justicia los premios y las coronas. Pues de igual modo, Dios, mientras dura la lucha de este inundo, socorre parcialmente a los justos, pero el premio completo lo deja para el fin... 

Un árbol cortado vuelve a florecer, ¿y el hombre cortado de este mundo no puede florecer?



Lo que se sembró y se cosechó queda para las trojes, ¿y el hombre segado de este mundo no va a quedar?... Comparemos el trabajo y veamos  cuál es el mayor: ¿hacer una estatua que no existía o volver  a su forma  primitiva  a la que se había perdido? Pues Dios, que nos sacó del no ser al ser, ¿no podrá  devolvernos  a la vida  después de muertos?... Siémbrase un grano  de trigo. Sembrado en la tierra se muere y se pudre, y ya es imposible comerlo; pero el grano así podrido se levanta verde y, siendo poca cosa al caer, es ya hermosísimo. El trigo y las demás semillas se hicieron para nuestro uso Pues si lo que ha sido creado para nosotros vuelve a la vida después de muerto, ¿nosotros, por cuya causa lo fué otro, no resucitaremos después de morir ?

Como veis, ahora es tiempo de invierno. Los árboles se hallan como muertos. ¿Pues dónde están las hojas de la higuera? ¿Dónde los racimos de la vid? En invierno todo está seco, en primavera verde, y, cuando llega el tiempo, todo vuelve como de la muerte a la vida. Pues como Dios vió nuestra incredulidad, puso en estas cosas visibles una resurrección anual, para que, al ver lo que sucede en estas cosas sin alma, creyésemos lo que se afirma de los seres racionales... El que a cosas tan despreciables e irracionales concede por modo superior la vida, ¿no nos la concederá a nosotros, ociando por nuestra causa hizo todas esas cosas?... 

Séame permitido deciros a vosotros ahora: Alégrense los cielos, regocíjese la tierra... (Ps. 95,11), porque Dios se ha compadecido de su pueblo y ha consolado a los humildes de su pueblo... Y también: Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos por nuestros delitos, 9/.0.3 dio' vida por Cristo... (Eph. 2,4-5)". 

Boletín Dominical 21 de noviembre



Día 21 de Noviembre, Domingo XXVI y

último de Pentecostés


(Domingo XXIV y último después de Pentecostés) Doble- Orns. Verdes.

Conm. Presentación de la Santísima Virgen.


Habiéndosele preguntado a Jesús cuando sería la ruina de Jerusalén y vendría el fin del mundo, contesta señalando las terribles calamidades que precederían a aquellas dos manifestaciones de la justicia de Dios. 

La destrucción de Jerusalén se cumplió a los pocos años de la Ascensión, por los ejércitos de Tito, y es una de las catástrofes más espantosas de la historia. 

Al fin del mundo, en medio del trastorno universal de cielos y tierra aparecerá la señal de la Cruz y quedará aterrorizados todos los pueblos de la tierra, que verán venir a Jesucristo rodeado de gran poder y majestad, entonces saldrán a esperarle los elegidos con las ansias que el águila muestra cuando cae sobre su presa. La presencia de Cristo será terrible para los hombres que no quisieron reconocerle y servirle como a su Dios y Señor, terrible para los pecadores. En cambio, para los justos será amable y apacible.

“Libera me, Domine, de morte æterna, in die illa tremenda, quando cœli movendi sunt et terra. Dum  veneris judicare sæculum per ignem.” La Iglesia pone fin al año eclesiástico, que termina el sábado de la presente semana, con éste pensamiento de la última venida de Nuestro Señor Jesucristo.






Día 27 de Noviembre, La Medalla Milagrosa

Para preparar inmediatamente la definición dogmática de la Inmaculada Concepción, la celestial Señora se dignó aparecerse a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad, en 1830, y le ordenó acuñar una medalla que represente a Maria hollando con su planta la cabeza del dragón infernal y derramando sobre el mundo los tesoros del cielo. En derredor se lee: “¡Oh Maria, sin pecado concebida! Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos.” Los estupendos milagros que acompañaron a la medalla en la curación de los cuerpos y en la conversión de las almas hicieron se la llamara Milagrosa.





domingo, 14 de noviembre de 2021

Santo Tomás de Villanueva El Crecimiento del Árbol de la Santidad





COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO XXV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

(VI después de Epifanía)


En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.» Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.» Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

Mateo XIII, 31-35



SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

El crecimiento en la virtud (Cf. Son/. 2 para la fiesta de San Nicolás de Tolentino.) 


A) El crecimiento del árbol de la santidad

David define, no al simplemente justo, sino al que ha prosperado y crecido en santidad, de la siguiente forma: Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, ni camina por las sendas de los pecadores, ni se sienta en compañía de malvados. Antes tiene en la ley de Yavé su complacencia, y a ella, día y noche, atiende. Será como árbol que se planta a la vera del arroyo, que a su tiempo da fruto, cuyas hojas no se marchitan (Ps. 1,1-3). Vamos a estudiar esta descripción para ver en qué consiste la santidad y cuáles son sus grados. 


a) EL PRIMER GRADO, OBSERVAR LA LEY

O, como dice el Salmista, no andar en consejo de impíos ni en la senda de los perversos. El primer paso para llegar a la santidad es apartarse del pecado. Dios no encuentra en el pecador nada que le plazca, puesto que odia la iniquidad. 

Mas no basta cumplir la ley. Hay que evitar, al observarla, toda negligencia, porque, de lo contrario, se caerá fácilmente. El que se descuida, a pesar de toda su ciencia, construye un edificio sin cimientos y se expone a que un día, cuando se presente ante Dios, éste le diga: Retírate, no te conozco (Mt. 7,23). 


b) AMAR LA LEY DE DIOS

Cumplir con la ley basta para ser justo, pero no para ser santo. Para esto se requiere amarla. 

Al comenzar los caminos de la justicia, se soportan los mandamientos como pesadas cadenas. Cuando se llega a la perfección espiritual, la ley no es imposición, sino deseo. per pe por sí encierra sus encantos, y aun cuando el pecado fuera permitido, el hombre encuentra ya en su interior alerta repugnancia para cometerlo. Yo amo tus mandamientos más que el oro (Ps. 118,127).

¿Podrá hablar así quien sólo guarda los mandamientos como a la fuerza? Hermanos, esforzaos por amar la ley de Dios. 


c) DESEO DE ESTUDIARLA 

La ley divina es fruto del amor, porque todo el mundo se goza en lo que ama. El santo se abisma en la meditación de la ley de Dios y la convierte en la ocupación preferida de su vida. 

Mas, por otra parte, esta meditación enciende el gusto y hace posible aquel amor de la ley. Hermanos, meditad los libros santos y encontraréis un alimento cuyo gusto no conoce más que quien lo ha saboreado, y un agua que riega y fecunda el árbol de la santidad. De lo contrario, mucho me temo que se agoste. 


d) DAR FRUTOS 

Como el árbol plantado a la vera del arroyo, el santo da frutos abundantes; todas sus obras lo son; hasta la simple expresión de su rostro constituye un ejemplo. Cuando la santidad ha crecido, el santo no puede por menos de enseñar a otros lo que sabe, porque los seres más perfectos son los que pueden engendrar a otros semejantes. El que guarda la virtud sólo para sí, no ha alcanzado más que ciertos límites de perfección. El que practicare y enseñare, éste será grande en el reino de los cielos (Mt. 5,19). 


e) LA CONSTANCIA 

La santidad produce hombres de carácter, cuyas hojas no se marchitan. El carácter, la permanencia en los propósitos, es nota y condición esencial de la santidad. La Sagrada Escritura compara al pecador con un polvo ligero, fácilmente llevado de acá para allá por el vientecillo de cualquier circunstancia o tentación. En cambio, el santo siente fortalecido el corazón con la gracia (Hebr. 13,9). Quitadla, Y ¿qué otra cosa queda sino polvo? 

Uno de los daños más funestos del pecado es la debilidad oscilante a que nos reduce la voluntad, incapaz de resistir tentaciones y perseverar en sus propósitos. La inconstancia nos impide salir de ese estado. 



B) La fuente de la santidad 

a) Es EL ESPÍRITU SANTO 

¿Cuál es el arroyo o, mejor dicho, la fuente junto a la cual crece el árbol de la santidad? El Espíritu Santo. 

Y me mostró un río de agua de vida, clara como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero (Apoc. 22,1). Agua que riega la ciudad de Dios, ¿cuál es? La que Cristo hace brotar en el seno de los que en El creen (Io. 7,38). Esto es: el Espíritu Santo, según explica el mismo evangelista, fuente que riega el árbol y hace posible la vida. Espíritu que mana cuatro arroyos, de contrición, compasión, devoción y alegría, los cuales fertilizan el alma. 

¿Qué necesitamos más? Sumergir la raíz de nuestra voluntad en las aguas del Espíritu Santo. Preocupados con los asuntos terrenales, no hemos advertido la riqueza de este venero y la necesidad de que nuestra voluntad arraigue en él. El Espíritu Santo es quien hace que no encontremos difícil la ley y que la amemos. 

Regado, pues, el santo con esta gracia, se llena de frutos abundantes, para que, como dice el Salmo, produzca fruto a su tiempo..

 

b) Los FRUTOS DE LA VIRTUD Y LOS FRUTOS DEL PECADO

Lo entenderéis comparándolos con los frutos del pecado. Hay árboles que no fructifican, como los hijos del mundo que no producen frutos para Dios. ¿A qué tanta limosna o ayuno sin espíritu de caridad? La vanagloria fué vuestro premio. 

Otros árboles dan fruto, pero no el que conviene. Tal ocurre, por ejemplo, con los religiosos que abandonan la soledad para correr por las calles, en lo que quieren llamar apostolado, bueno, sin duda, pero no para ellos; con los sacerdotes que dejan el servicio del altar y sus obligaciones para dedicarse a la política; con los altos dignatarios que viven en los palacios de los reyes o de sus ministros y aceptan dirigir los negocios del Estado; con los militares ociosos, que abandonan las armas para entregarse a los vicios, discuten en medio de orgías las más arduas cuestiones de la fe y se creen prudentes más que siete que sepa» responder (Prov. 26,16); con las madres que descuidan la educación de sus hijos y se dedican a callejear o, lo que es lo mismo, a peregrinaciones Inútiles. Todos dan fruto, Poro un fruto que no les pedía Dios. ¿A qué interferirse en los asuntos ajenos, si Cristo organizó su cuerpo armoniosamente y asignó a cada miembro su función? 

Otros dan el fruto tardío, en la vejez, cuando el vicio les deja a ellos, y la riqueza, más que suya, pertenece a sus hijos. En los días de tu juventud acuérdate de tu Hacedor; antes de que vengan los días malos y lleguen los años en que dirás: No tengo ya contento... Antes que se rompa el cordón de plata y se quiebre el platillo de oro (Eccl. 12,2-7). 


sábado, 13 de noviembre de 2021

Boletín Dominical 14 de noviembre


Día 14 de Noviembrede

Domingo XXV de Pentecostés

(Domingo VI después de Epifanía) Doble- Orn. Verdes.

Conm. de San Josafat, Obispo y Mártir.

La palabra evangélica, sin adornos retóricos, y sencilla, es como una semilla pequeña, que, al germinar en el corazón del hombre, desarrolla en él frutos magníficos de fe, de caridad, de paz, hasta convertirse en árbol de frondosa copa donde aniden los espíritus más elevados en la cumbre de la perfección. A esta perfección llama Dios a todos los hombres, y todos la pueden alcanzar con el auxilio de su divina gracia, de esa gracia que fluye a nosotros por los canales de los sacramentos digna y santamente recibidos. Es admirable el fruto que produjo en los paganos de Tesalónica la explicación de esta parábola.


Día 18 de Noviembre, la Dedicación de las Basílicas

De San Pedro y San Pablo

Sobre los sepulcros de San Pedro y San Pablo en la vía Ostiense, lugar también de su martirio, mandó edificar el emperador Constantino dos basílicas que fueron dedicadas en éste día por el Papa San Silvestre. La vetusta Basílica de San Pedro, que ocupaba el sitio del circo de Nerón, ya muy ruinosa, cedió el sitio a la actual. Los Papas Julio II y León X llamaron a los mejores artistas y de los planos combinados de Bramante y Miguel Ángel salió el más grandioso templo del mundo en el que caben bien 50.000 personas. La basílica de San Pablo Extramuros fue destruida por un incendio en 1823, pero los Papas Gregorio XVI y Pio IX la restauraron espléndidamente e hicieron de ella una de las más bellas. Caben en su interior 32.000 personas y fue consagrada solemnísimamente en 1854.






Día 19 de Noviembre, Santa Isabel de Hungría, Viuda

Hija del rey de Hungría, fue dada por esposa Luís IV de Turingia, siendo todavía casi una niña. Su esposo Luís, era un joven de alma muy noble y santa, con lo que formaron los dos, que se amaban muchísimo, el ideal del matrimonio cristiano. Tuvo un hijo varón y tres hijas. Amaba a los pobres y los socorría con sus bienes; más de una vez dejó vacíos los depósitos del castillo y llegó a despojarse a sí misma del manto real, de la diadema y de los collares de perlas. Hija suya fue Santa Gertrudis de Turingia. Muerto su esposo en la V Cruzada, sufrió la humillación de verse arrojada con sus hijos de su propio palacio por un hermano del marido difunto, sin dejarle llevar nada, siendo la menor de las criaturas de pocas semanas. Con su niña en brazos y llevando de la mano a los otros, hubo de mendigar un año de puerta en puerta sin que osaran a recogerla por miedo al usurpador. Restablecidas las cosas al volver los caballeros que acompañaban a su marido, se hizo terciaria franciscana y murió a los 24 años de edad atendiendo a los pobres y a los leprosos. Era el año 1231. 





domingo, 7 de noviembre de 2021

Sermón Domingo XXIV después de Pentecostés (V después de Epifanía)

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Lección

Hermanos: Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonáos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.

Colosenses III, 12-17



Evangelio 

En aquél tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”» 

San Mateo XIII, 24-30

sábado, 6 de noviembre de 2021

San Juan Crisóstomo La Necesidad de la Vigilancia de los Predicadores

 



COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO XXIV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

(V después de Epifanía)


En aquél tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”» 

San Mateo XIII, 24-30




SAN JUAN CRISOSTOMO 

Necesidad de la vigilancia La homilía que extractamos es la homilía 46 ir; ylt. Puede Vetne en PG 58,475-482. 


A) Explicación de la parábola


a) LA HEREJÍA DESPUÉS DE LA SIEMBRA 

«¿Qué diferencia hay entre esta parábola y la anterior? Mucha, pues en aquélla se habla de los que no quisieron oírle en modo alguno, sino que, retirándose luego, desperdiciaron de todo punto la simiente; mientras que en ésta se significan los conciliábulos de los herejes, los cuales quiso pronosticar a fin de que sus discípulos no se turbaran en lo sucesivo. En aquélla se hace ver que Cristo no fué admitido o desechado; en ésta se dice que después de El también fué recibido a la vez el corruptor; pues debemos saber que, por las astutas mañas del diablo, sucede que el error, unido siempre e injerto en la verdad, engaña fácilmente a los incautos por su leve semejanza con ella. Por eso dijo que se halló mezclada al buen grano, no otra semilla, sino la cizaña, que es muy semejante al trigo. Expresó hasta el modo de verificarse el fraude, diciendo que había ocurrido mientras los obreros dormían. De donde se desprende que corren no pequeño peligro los prelados a quienes se ha confiado el cultivo del campo, y no sólo ellos, sino los súbditos. Igualmente se deduce que abundaron los fraudes del error después de recogida la simiente de la verdad, como lo prueban los mismos acontecimientos. En efecto, los falsos profetas aparecieron después de los verdaderos; después de los apóstoles, los apóstoles falsos, y después de Cristo, el anticristo. Porque si el diablo no ve primeramente lo que se propone perseguir o a quien trata de engañar, ni aun lo ensaya, porque no sabe lo que ha de hacer». 



b) NECESIDAD DE VIGILANCIA EN LOS PREDICADORES 

«¿En qué se diferencian los que ahora estaban dormidos de los que allí estaban representados por el camino? En que a éstos los arrebató en seguida, antes de que echaran raíces; en lo cual vemos que aquí necesitó de un sacrificio mayor y de un esfuerzo no pequeño. Por esto nos aconseja que siempre estemos vigilando, pues no basta para nuestra seguridad y tranquilidad evitar aquellas calamidades. Porque así como allí vemos que unos por el camino, otros por las piedras, otros por las espinas, pierden su salvación, así también aquí el sueño es la causa de la de muchos. Debemos, pues, vivir en continuo cuidado»... «Pero dirás, ¿no .hemos de poder dormir? Del sueño del cuerpo no puede prescindirse, pero sí del de la voluntad. Por lo cual San Pablo decía (1 Cor. 16,13) : Velad, permaneced firmes en la fe. El dormir después de sembrado y bien cultivado el campo, como si ya no se necesitara nada más, es no sólo superfluo, sino perjudicial, pues entonces es precisamente cuando el diablo siembra por medio de los herejes, los cuales trabajan a la sombra y se ocultan al principio, hasta que se captan mayor confianza y se ven favorecidos en algún modo por la multitud, momento en que ya con intrepidez vierten su veneno letal». 


C) EL ENEMIGO Y EL AMIGO

«Con razón llamó enemigo al mismo diablo, porque siempre se empeña en perjudicar a todos. Siempre quiere ir contra nosotros, y la causa y origen de que nos persiga es el odio que tiene a la Divina Majestad. De aquí se deduce que el amor que Dios nos tiene supera al que nos profesamos a nosotros mismos. Se manifiesta, además, la malicia del enemigo en el hecho de no empezar a sembrar cuando nada podía destruir, sino que lo hizo cuando la semilla había ya nacido, para de este modo inutilizar los trabajos y sudores del labrador, al que cordialmente aborrece». 



d) LA DILIGENCIA DE LOS CRIADOS

«Considera además la diligencia de los criados, que, si no prudentemente, a lo menos con celo, se apresuren a arrancar la cizaña...

¿Quieres que vayamos y la arranquemos? (Mt. 13,28). El dueño contesta negativamente, temeroso de que, al par que la cizaña, arranquen también el trigo. Decía esto para evitar las contiendas y la efusión de sangre. Pues de consentir en que se matase a los herejes, hubieran agitado el mundo entero en una cruel irreconciliable guerra. Dos son, pues, los motivos que tuvo para prohibirlo: uno, que perjudicarían también al trigo; otro, que si no sanaban, no podrían en manera alguna libertarse de los últimos suplicios. Por consiguiente, si queréis castigar a los herejes sin que el trigo sufra menoscabo, es preciso que esperéis a que se os presente una ocasión oportuna. ¿Qué quiso dar a entender cuando dijo: No sea que al querer arrancar la cizaña arranquéis con ella el trigo (Mt. 13,29) ? Que si empuñáis las armas para destruir y aniquilar a los herejes, necesariamente haréis perecer entre ellos a muchos santos, o que acaso sería probable que mucha cizaña se convirtiera con el tiempo en trigo de buena calidad». 



B) Vigilancia y escándalo

San Juan Crisóstomo escribió un librito contra algunos que tenían en sus casas, con diversos pretextos, a muchachas jóvenes, sin que • fuesen sus esposas, y afirmaban que no había en ello intención alguna deshonesta. En este opúsculo les hizo ver el peligro en que se hallaban y el escándalo que daban a los demás (cf. PG 26,495-501). Sirve esta obra para los que se excusan de todo diciendo que no encierra peligro para ellos. 


a) NECESIDAD DE VIGILARSE 

1. Prudencia al reprender 

«El que quiere curar a un enfermo no se vuelve iracundo contra él, sino que cariñosamente y con gran cuidado le ofrece la medicina». El que obra de otra manera, al curar a un enfermo del alma, sólo consigue indignarle. Por lo tanto, hemos de procurar ahora mostrar a estos enfermos que lo que toman es un veneno, aunque les parezca suave y agradable convivencia.  

2. Los peligros del trato y de la vida

«Y ¿cómo les persuadiremos de que, además de dañarles la convivencia, es algo amargo, sino basándonos en la misma naturaleza de las cosas? Preguntémosles si existe alguien que quiera sentarse a tina mesa y someterse al suplicio do verla llena de manjares suculentos y agradables y estar en ella, sin embargo, con la grave prohibición de no poderíos probar. Me parece que más que el placer de la vista sufrirían la amargura de la prohibición. ¿Habrá tormento mayor que el del sediento que no puede gustar, ni aun tocar siquiera con los dedos, la fuente limpia y pura que corre junto a él?» 

No eran otros los tormentos de Tántalo... El castigo mayor de Adán fué ser arrojado del Paraíso y permanecer en sus cercanías, para que la vista le incitase y la separación no le permitiera gozar. 

«Algunos quizá me digan: Y ¿ cómo, siendo esto amargo por su misma naturaleza, lo desea tanta gente? Yo les responderé que es señal del morbo que les aqueja, como se observa en los enfermos febriles, los cuales, no pudiendo abstenerse del moméntáneo placer de la comida o la bebida vedadas, se atraen males mayores... Y no ocurre sólo en los enfermos de fiebre, sino también en el amor de las mujeres, en el deseo de las riquezas y en otras muchas cosas... No queriendo privarse un tanto del pequeño placer de los ojos, se arrojan al fuego intolerable, y cuanto más van cediendo, con mayores ataduras se enlazan. Entre tanto, el demonio cuida con sus artes de incrementar el incendio, de modo que ardiendo se deleiten y padezcan dando un absurdo consuelo a sus almas» (1 y 2). 

3. El ejemplo de Job 

Aun cuando fuesen puros al vivir con estas mujeres, no superarán a Job, que ni siquiera se atrevió a concederse tanta virtud y sabiduría. Pues aquel santo patriarca, a pesar de haber alcanzado tal grado de santidad que llegó a vencer al demonio..., evitaba no sólo que alguna mujer viviera cerca de él, sino hasta su mirada y trato. Puso ley a sus ojos de no mirar a ninguna doncella, porque sabía muy bien los daños que nacen de estas miradas,' y por eso decía: Había hecho un pacto con mis ojos de no mirar a virgen (lob 3,1). 

Si te parece que Job era débil, te hablaré de aquel gran campeón San Pablo, que en medio de su virtud confesaba sus pasiones y decía: Castigo mi cuerpo y le esclavizo, no sea que, habiendo sido heraldo para los otros, resulte yo descalificado (1 Cor. 9,27). Y tú, después de ver a tantos penitentes y ascetas que no permitían la entrada de mujer alguna en sus chozas o tugurios, dices quo puedes vivir en medio de delicias, mirando siempre a las mujeres y sin que ocurra nada malo? «¡Oh admirable varón! Sentimientos tales son propios .de los que habitan con piedras, no con hombres» (4 y 5). 



b) EL ESCÁNDALO

Aunque nada padecierais en vuestra virtud, debéis evitar el escándalo. Quisiera persuadirme de quo vosotros, jóvenes, podéis estar continuamente al lado de una mujer, cenar con ella y charlar todo el día con risas intempestivas y muelles conversaciones sin sentir un mal deseo; quisiera creerlo, mas, a pesar de ello, os digo que servís de escándalo al prójimo. 

«Y ¿qué nos importa? ¿Dependemos acaso de la insipiencia ajena y habremos de padecer el castigo que merece el necio por su escándalo? No se expresaba así el Apóstol, antes mandó que, si alguno se escandalizaba sin motivo, se procurase atender a su debilidad» (Rom. 14,21). 

«Sólo puede eximirnos del castigo de los escandalosos el que nuestros escándalos produzcan mayor bien que daño. Mas si no fuese así y sólo ocurriera el escándalo ajeno, sea por alguna razón o sin ella, la sangre de aquellos débiles caerá sobre nuestras cabezas, y Dios tomará cuenta de sus almas». 

Buen ejemplo nos dió de ello el Señor, pues cuando supo que los fariseos se habían escandalizado, dijo: Dejadlos (Mt. 15,14), y, en cambio, en otra ocasión, para evitar el escándalo, mandó a Pedro que pagase el tributo (Mt. 17,27). La razón de esta doble conducta es que en el primer caso se trataba de una obra necesaria y conveniente, y en el segundo, de otra que fácilmente podía o no ejecutar. Del mismo modo San Pablo unas veces contemporizó y otras no, para salvar a todos (1 Cor. 10,33). Nunca discurrió el Apóstol preguntando si eran débiles o no los que se escandalizaban, sino que examinaba su obra y comprobaba si era necesario o no ejecutarla. 

Así, pues, si tú te crees muy fuerte, ésa es una nueva razón para evitar el escándalo. Cuanto más robusto seas, más debes compadecerte de los débiles. Si eres flaco, desiste en atención a ti mismo; si eres fuerte, en atención a la debilidad ajena, porque todos somos deudores del cielo y hemos recibido el mandato de preocuparnos, no sólo de lo nuestro, sino de lo del prójimo (1 Cor. 10,24). 

Boletín Dominical 7 de Noviembre


Día 7 de Noviembre,

Domingo XXIV de Pentecostés

(Domingo V después de Epifanía) Doble- Orn. Verdes.

El mundo es como un campo en el que Jesús y su Iglesia van esparciendo la buena semilla de la palabra divina. Ese campo son los corazones de los hombres que reciben la palabra de Dios. Pero el enemigo del linaje humano, el demonio y los que le siguen, siembran también en el campo del mundo, en los corazones de los hombres, la cizaña, los errores, las concupiscencias. Siempre en esta vida se hallará el mal mezclado con el bien, y por eso es un combate, una milicia. La historia del mundo puede resumirse diciendo que es la continua lucha del bien y del mal, de los que están con Dios y los que van contra Dios, de San Miguel Arcángel contra Luzbel. Los siervos de Dios quisieron arrancar inmediatamente la cizaña, pero Dios se lo prohíbe. Al fin del mundo, en el juicio universal, separará Dios definitivamente los buenos de los malos. Procuremos recibir la semilla de la Palabra de Dios y cuidemos de que Satanás, ese mal sembrador, no siembre en los corazones la cizaña, sino que cooperando a la acción del Espíritu Santo crezcamos en verdad y gracia. 


Día 9 de Noviembre,

Dedicación de la Archibasílica del Santísimo Salvador

Terminada la era de las persecuciones, sale la Iglesia de las Catacumbas, se rodea de arte y magnificencia la liturgia y aparece en público, esplendoroso y ferviente, el culto cristiano. La Roma cristiana ha sepultado a la Roma pagana; la santidad y grandeza del Pontificado ha eclipsado el brillo del imperio. Sobre el monte Celio se alzaba en Roma el palacio imperial, llamado Laterano (Letrán), el cual el emperador Constantino entregó a San Silvestre para morada de los Papas. (Sigue)



(Continua). Allí se edificó la Catedral del Romano Pontífice, que vino a ser, por tanto, la Iglesia Madre y Cabeza de todas las Iglesias del mundo. Al consagrarla el Papa San Silvestre el 9 de noviembre del año 324 la dedicó a Nuestro Señor Jesucristo, con el título de Santísimo Salvador, no solo porque se dejó ver su imagen pintada milagrosamente en la pared, sino porque Jesucristo es la cabeza de la Iglesia. Vulgarmente es conocida con el nombre de San Juan de Letrán, por tener adjunto el celebérrimo baptisterio consagrado a San Juan Bautista, que aún guarda la forma y magnificencia primitiva. En esta basílica Lateranense se ha realizado cinco concilios ecuménicos, y a su lado está el palacio, residencia particular de los Papas durante muchos siglos. Después el monte Vaticano suplantó el monte Celio.

Siendo esta Iglesia la que en punto de consagración tiene la preeminencia; aquella donde el nombre de Jesucristo se predicó la primera vez francamente y con plena libertad; aquella donde la fe triunfó gloriosamente de todas las persecuciones y de todo poder del paganismo armado contra ella; aquella donde en esta dedicación ostentó a los ojos de todo el mundo el más magnifico, el más augusto triunfo que se vio jamás en la tierra, era justo que todos los años se renovase su memoria para rendir al Todopoderoso por tan señalado beneficio, y este es el asunto de la presente solemnidad.







lunes, 1 de noviembre de 2021

Sermón Fiesta de Todos lo Santos



Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

En aquellos días, He aquí que yo Juan vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes se había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.» Y oí el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá 12.000 sellados; de la tribu de Rubén 12.000; de la tribu de Gad 12.000; de la tribu de Aser 12.000; de la tribu de Neftalí 12.000; de la tribu de Manasés 12.000; de la tribu de Simeón 12.000; de la tribu de Leví 12.000; de la tribu de Isacar 12.000; de la tribu de Zabulón 12.000; de la tribu de José 12.000; de la tribu de Benjamín 12.000 sellados. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.» Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»

Apocalipsis VII, 2-12


Evangelio

En aquel tiempo: Viendo Jesús a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Mateo V, 1-12

San Agustín: Las Bienaventurazas




COMENTARIO AL EVANGELIO

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS



En aquel tiempo: Viendo Jesús a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Mateo V, 1-12

 


SAN AGUSTÏN

Las bienaventuranzas Extractamos el sermón 53, que amplía la doctrina expuesta en el libro Sobre el sermón de la Montaña (cf. PL 38,364-372). 


A) Deseo universal de la felicidad

«Vamos a hablar de lo que puede producir la vida feliz, esa vida feliz que no hay quien no desee. Es imposible encontrar quien no quiera ser feliz. Pero, ¡ay!, ojalá que los hombres, así como aman el premio, no rechazaran el trabajo que lo merece. ¿Quién es el que no corre con todas sus fuerzas cuando se le dice que será feliz? Pues oiga también con gusto cuando se le añade: Si hicieres tal y tal cosa. Nadie rechace la lucha si desea el premio, y enciéndase el ánimo con el afán de la recompensa. Lo que queremos, lo que deseamos, lo que buscamos, vendrá después; lo que se nos manda hacer para conseguirlo corresponde al momento presente. Comenzad, pues, a recordar las palabras divinas, sean preceptos o premios». 


B) Las bienaventuranzas


a) POBREZA DE ESPÍRITU

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt. 5,8). Después será tuyo el reino de los cielos; ahora debes ser pobre de espíritu. ¿Quieres que el reino de los cielos sea tuyo más tarde? Mírate ahora y observa de quién eres. Sé pobre de espíritu. Quizás me preguntes en qué consiste eso. Ningún hinchado es pobre de espíritu; luego el humilde lo es. Alto es el reino de los cielos, pero el que se humilla será ensalzado (Lc. 14,11)». 


b) MANSEDUMBRE

«Escucha lo que sigue: Bienaventurados los mansos, porque a ellos les dará la tierra (Mt. 5,4). Ya estás deseando poseer la tierra. Ten cuidado, no sea ella quien te posea a ti. La poseerás si eres manso; serás poseído si no lo eres. Cuando oigas el premio que te proponen 'cíe poseer la tierra no ensanches la bolsa de esa avaricia con que quieres poseerla excluyendo a todo vecino, no sea que te engañe tu juicio. Poseerás verdaderamente la tierra cuando te apegues al que hizo al cielo y a ella. Ser manso es no resistir a Dios, de forma que cuando obres el bien, El te plazca a ti y tú a ti mismo, y que cuando sufras justamente un castigo no te desagrade El a ti, sino a ti mismo. No es poca cosa el que desagradándote tú a ti mismo le desagradarás». 


C) LLANTO

«Atiende lo tercero. Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados (Mt. 5,5). El trabajo es el llanto, el consuelo es el premio. Porque los que lloran carnalmente, ¿qué consuelo tienen? Molestias temibles. Los que lloran sólo se consuelan donde no temen volver a llorar. Por ejemplo, da pena un hijo muerto y alegría el que nace. Quita el uno y recibe el otro. En uno hay tristeza y en el otro temor; pero en ninguno consuelo. Luego el único consuelo verdadero es el que da lo ¿que no puede perderse, y así se consolarán alegres después los que ahora gimen peregrinando». 


d) HAMBRE Y SED DE JUSTICIA

«Veamos el cuarto trabajo y su premio. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos (Mt. 5,6). ¿Quieres hartarte? ¿De qué? Si es la carne la que desea un hartazgo, pasado éste volverá a hambrear, y el que bebiere de este agua, dice el Señor, volverá a tener sed (Io. 4,13). La medicina que cura hace que la herida no vuelva a doler. En cambio, la comida que se da al hambre la alivia sólo por un momento. Pasa la hartura. vuelve el hambre..: Tengamos, pues, hambre y sed de justicia, Para que nos sature esa justicia de que ahora tenemos sed y hambre... Tenga hambre y sed nuestro hombre interior, puesto que a mano está su comida y su bebida. Yo soy, dice Cristo, el pan que bajó del cielo (Io. 6,41). Ahí tienes un pan que comer, ahí tienes una bebida para tu sed, porque en él está la fuente de la vida (Ps. 35, 10). 


e) MISERICORDIA

Dios lo que sigue: Bienaventurados los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos (Mi:. 5,7). Haz y se te hará con el Prójimo y será hecho contigo. Porque abundas, padeces necesidad; abundas en bienes temporales y necesitas los eternos. Escuchas un mendigo; también tú eres mendigo de Dios. Te piden y tú pides; como obres con el que te pide, así obrará Dios contigo cuando le pidas a El. Estás lleno y vacío; llena el vacío de tu abundancia y Dios te llenará a ti de la suya».



f) PUREZA

Escucha también lo que sigue: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt. 5,8). Este es el fin de nuestro amor; fin en el sentido de que nos perfecciona, no de que nos termina. La comida se termina, y se termina el vestido; la primera, por-que se consume al ser comida, y el segundo, porque se concluye al ser tejido. Aquélla termina y éste también, pero la una termina consumiéndose y el otro adquiriendo la perfección. 

Cuando llegue la visión de Dios no necesitaremos nada. ¿Qué va a buscar aquel que tiene a Dios, o qué le bastará a aquel a quien Dios no le es bastante? Deseamos ver a Dios, buscamos ver a Dios, ardemos en deseos de ver a Dios, ¿quién no? Pero escucha lo que se acaba de decir: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Prepara lo necesario para verle. Poniéndote un ejemplo carnal, ¿cómo deseas ver la salida del sol con unos ojos legañosos? Sánalos y entrará la alegría de la luz; déjalos enfermos y se te convertirán en tormento. No te permitirán contemplar con un corazón manchado lo que no es posible ver sino con uno limpio; te rechazarán y no verás. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios...

¿Cuántas clases de bienaventuranzas he enumerado ya? ¿Cuán-tas causas de la felicidad, cuántas obras y premios, qué méritos y remuneraciones? Pues todavía no había dicho que verían a Dios... Ahora es cuando se dice. Hemos llegado a los limpios de corazón, a quienes se promete la visión de Dios, ' porque y no sin causa que éstos son los que tienen los ojos con que se ve a Dios. De es tos Zas. hablaba San Pablo al decir: Ojos iluminados de vuestro corazón (Eph. 1,18).. Hasta ahora nuestros ojos, en medio de su debilidad, son i iluminados por la fe, después serán iluminados con la visión gracias a su futura robustez, porque mientras moramos en este cuerpo estamos ausentes del Señor, porque caminamos por la fe y no por la esperanza (2 Cor. 5,6). ¿Qué es lo que se dice de nosotros mientras vivimos de la fe? Ahora vemos por medio de, un espejo y en enigma entonces cara a cara (1 Cor. 13,12). Si limpiáis su templo al Creador, si , queréis que venga y haga mansión en vosotros, pensad rectamente del Señor y buscadle e con sencillez de corazón (Sap. 1,1) pensad a quién decís, si es que se lo decís y lo decís de verdad—te dice mi corazón: buscaré tu rostro (Ps. 26,8). 

Sí quieres, tú eres la sede de Dios, ¿Dónde tiene Dios su sedes sino donde habita, dónde habita sino en su templo? El templo, de Dios es santo, y ese templo sois vosotros  osotros Cor. 3,17). Mira, pues dónde hayas de recibir al Señor. Dios es espirita, y los que le adoran b adorarle en espirito y en verdad (Io. 2,24). Entre, pues, ya, si te place, en tu corazón el Arca del Testamento y caiga Dagón (1 Reg, 5,3). Oye y aprende a desear a Dios, busca el modo de 'repararte para conseguir verle: Bienaventurados, dice, los limpios 'de corazón, porque ellos verán a Dios.. 



g) EL GRAN PREMIO DE LA PUREZA

«Escucha y entiende, si es que yo soy capaz de explicarlo, con so gracia. Ayúdeme El para que podamos entender cómo en los antedichos trabajos y premios les unos son muy a propósito para los otros. 

Corno quiera que los humildes parecen más alejados de reinar, dice: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Como los hombres mansos son tan fácilmente excluidos de su tierra, dice: Bienaventurados los mansos, porque a ellos se les dará la tierra. Todo lo demás es patente, claro, fácilmente cognoscible y no necesita ni de explicación ni de comentario. Bienaventurados los que lloran; ¿quién llora que no desee consuelo? Bienaventurados los que tienen hambre; ¿quién tiene hambre y sed que no desee satisfacerlas? Bienaventurados los misericordiosos; ¿y quién es misericordioso sino el que desea que Dios, en atención a sus obras, se porte con El como El se porta con los pobres? Por eso dice: Bienaventurados los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos. En ninguno de estos casos se ha indicado un premio que no sea congruente con el precepto. Se impuso el de la pobreza de espíritu: el premio será el reino de los cielos..., y así ahora se manda que limpies tu corazón, y el premio será el ver a Dios. 

Pero cuando se habla de los preceptos y de los premios y escuches: Los limpios de corazón son bienaventurados, porque verán a Dios, no pienses que no lo han de ver los pobres de espíritu, ni los mansos... Los bienaventurados poseen todas estas virtudes. Verán, Pero no verán por ser pobres de espíritu, ni por ser misericordiosos, ni..., sino por ser limpios de corazón. Ocurre lo mismo que si, refiriéndonos a los miembros corporales, dijéramos: Bienaventurados los que tienen pies, porque andarán; bienaventurados los que tienen manos, porque trabajarán...; los que tienen ojos, porque verán. enseña. Del mismo modo, al referirse a los miembros espirituales,, seña lo que pertenece a cada uno de ellos. La humildad es a propósito para conseguir el reino de los cielos; la mansedumbre para poseer la tierra..., y el corazón limpio, para ver Dios.

¿Y cómo limpiaremos el corazón si deseamos ver a Dios? Nos  lo ha enseñado la Sagrada Escritura: La fe limpió sus corazones (Act. r5,9).