Día 7 de Noviembre,
Domingo XXIV de Pentecostés
(Domingo V después de Epifanía) Doble- Orn. Verdes.
El mundo es como un campo en el que Jesús y su Iglesia van esparciendo la buena semilla de la palabra divina. Ese campo son los corazones de los hombres que reciben la palabra de Dios. Pero el enemigo del linaje humano, el demonio y los que le siguen, siembran también en el campo del mundo, en los corazones de los hombres, la cizaña, los errores, las concupiscencias. Siempre en esta vida se hallará el mal mezclado con el bien, y por eso es un combate, una milicia. La historia del mundo puede resumirse diciendo que es la continua lucha del bien y del mal, de los que están con Dios y los que van contra Dios, de San Miguel Arcángel contra Luzbel. Los siervos de Dios quisieron arrancar inmediatamente la cizaña, pero Dios se lo prohíbe. Al fin del mundo, en el juicio universal, separará Dios definitivamente los buenos de los malos. Procuremos recibir la semilla de la Palabra de Dios y cuidemos de que Satanás, ese mal sembrador, no siembre en los corazones la cizaña, sino que cooperando a la acción del Espíritu Santo crezcamos en verdad y gracia.
Día 9 de Noviembre,
Dedicación de la Archibasílica del Santísimo Salvador
Terminada la era de las persecuciones, sale la Iglesia de las Catacumbas, se rodea de arte y magnificencia la liturgia y aparece en público, esplendoroso y ferviente, el culto cristiano. La Roma cristiana ha sepultado a la Roma pagana; la santidad y grandeza del Pontificado ha eclipsado el brillo del imperio. Sobre el monte Celio se alzaba en Roma el palacio imperial, llamado Laterano (Letrán), el cual el emperador Constantino entregó a San Silvestre para morada de los Papas. (Sigue)
(Continua). Allí se edificó la Catedral del Romano Pontífice, que vino a ser, por tanto, la Iglesia Madre y Cabeza de todas las Iglesias del mundo. Al consagrarla el Papa San Silvestre el 9 de noviembre del año 324 la dedicó a Nuestro Señor Jesucristo, con el título de Santísimo Salvador, no solo porque se dejó ver su imagen pintada milagrosamente en la pared, sino porque Jesucristo es la cabeza de la Iglesia. Vulgarmente es conocida con el nombre de San Juan de Letrán, por tener adjunto el celebérrimo baptisterio consagrado a San Juan Bautista, que aún guarda la forma y magnificencia primitiva. En esta basílica Lateranense se ha realizado cinco concilios ecuménicos, y a su lado está el palacio, residencia particular de los Papas durante muchos siglos. Después el monte Vaticano suplantó el monte Celio.
Siendo esta Iglesia la que en punto de consagración tiene la preeminencia; aquella donde el nombre de Jesucristo se predicó la primera vez francamente y con plena libertad; aquella donde la fe triunfó gloriosamente de todas las persecuciones y de todo poder del paganismo armado contra ella; aquella donde en esta dedicación ostentó a los ojos de todo el mundo el más magnifico, el más augusto triunfo que se vio jamás en la tierra, era justo que todos los años se renovase su memoria para rendir al Todopoderoso por tan señalado beneficio, y este es el asunto de la presente solemnidad.
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