domingo, 25 de abril de 2021

Sermón Fiesta de San Marcos Evangelista

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Epístola

Sus caras tenían esta forma: cara de hombre (por delante) , tenían también, cada uno de los cuatro, cara de león, a la derecha; cara de toro, a la izquierda; y cara de águila (atrás). Sus caras y sus alas se extendían hacia arriba; cada cual tenía dos (alas) que se juntaban con las del otro, y dos cubrían su cuerpo. Y caminaba, cada cual, cara adelante, a donde los llevaba el espíritu allí andaban; no mudaban de frente al caminar. Estos animales tenían el aspecto de ascuas encendidas, semejantes a antorchas que como fuego resplandeciente discurrían por en medio de esos seres vivientes; y del fuego salían relámpagos. Y los seres vivientes corrían y volvían cual fulgor de relámpago.

Ezequiel I, 10-14



Evangelio

En aquél tiempo: Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir. Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos. No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino. En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa». Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de casa en casa. Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed lo que os pusieren delante. Curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros».

Lucas X, 1-9


sábado, 24 de abril de 2021

Dom Gueranger: San Marcos, Evangelista





SAN MARCOS

EVANGELISTA


Año Litúrgico
Dom Prospero Gueranger


El León evangélico que asiste ante el trono de Dios, con el hombre, el toro y el águila, es honrado hoy por la Iglesia. Este día vió a Marcos subir de la tierra al cielo, ceñida su frente de Ia doble corona de Evangelista y mártir.


EL EVANGELISTA

Al modo como los cuatro profetas mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, resumen en sí la predicación de Israel, así también Dios quiso que la Nueva Alianza descansase sobre cuatro textos augustos, destinados a revelar al mundo la vida y doctrina de su Hijo encarnado. Marcos es discípulo de Pedro. Escribió su Evangelio en Roma bajo la inspiración del príncipe de los Apóstoles. Y a estaba en uso en la Iglesia la narración de Mateo, pero los fieles de Roma deseaban juntar con ella la narración personal de su Apóstol. Pedro no escribe personalmente sino que encarga a su discípulo tomar la pluma y el Espíritu Santo guía la mano del nuevo Evangelista. Marcos sigue la narración de San Mateo; la abrevia pero a la vez la completa. Una palabra, un detalle, manifiestan que Pedro, testigo de todo, ha inspirado el trabajo de su discípulo. Pero el nuevo Evangelista ¿pasará por alto, o tratará de atenuar la falta de su maestro? Al contrario; el Evangelio de Marcos será más duro que el de Mateo en la narración de la negación de Pedro. D a la impresión de que las amargas lágrimas provocadas por la mirada de Jesús en casa de Caifás no cesaron de correr. Cuando Marcos terminó su trabajo Pedro le reconoció y le aprobó; las iglesias acogieron con alegría esta segunda exposición de los misterios de la salvación del mundo, y el nombre de Marcos se hizo célebre por toda la tierra (1).

Mateo que comienza su Evangelio con la genealogía humana del Hijo de Dios realizó la figura del Hombre; Marcos la del León, porque comienza su narración por la predicación de San Juan Bautista, recordando que la misión del Precursor del Mesías había sido anunciada por Isaías al hablar de la Voz del que clama en el desierto; voz del león cuyos rugidos resuenan en las soledades.


EL MISIONERO

Comenzó Marcos su apostolado cuando escribió su Evangelio. Llegó el momento, para Egipto, cuna de todos los errores, de recibir la verdad. La soberbia Alejandría vería levantarse dentro de sus muros la segunda Iglesia de la cristiandad, la segunda sede de Pedro. Marcos fué escogido por su Maestro para esta gran obra. Por su predicación, la doctrina salvadora germinó, floreció y fructificó en esta tierra infiel. Desde un principio se manifestó la autoridad de Pedro, aunque en distinto grado, en las tres grandes ciudades del imperio: Roma, Alejandría y Antioquía.


EL MÁRTIR

La gloria de Marcos hubiera quedado incompleta sin la aureola del martirio (2). El gran éxito de la predicación del Santo Evangelista, le acarreó el furor de la antigua superstición egipcia. En una fiesta de Serapis, fué maltratado por los idólatras y arrojado a un calabozo. Por la noche se le apareció el Señor resucitado, cuya vida y obras había narrado, y le dijo estas célebres palabras que son la divisa de la república de Venecia: "¡Paz sea contigo, Marcos, mi Evangelista"! A lo que el discípulo emocionado contestó: ¡"Señor"! Su amor y su alegría no hallaron otras palabras. Del mismo modo Magdalena la mañana de Pascua enmudeció después de aquel grito salido de su corazón: "¡Maestro!" Al día siguiente, Marcos fué martirizado por los paganos. Pero había cumplido su misión en la tierra y se le abría el cielo para ir a ocupar, junto al trono del "Anciano de muchos días" la silla de honor en que le contempló en sublime visión el profeta de Patmos(3).

En el siglo ix la Iglesia de Occidente fué enriquecida con los despojos mortales de San .Marcos. Sus sagrados restos venerados hasta entonces en Alejandría, fueron trasladados a Venecia y bajo sus auspicios comenzaron los gloriosos destinos de esta ciudad, que habían de durar mil años. La fe en un tan gran patrón, obró maravillas en aquellos islotes y lagunas, de los que pronto surgió una ciudad tan poderosa como magnífica. El arte bizantino construyó la imponente y suntuosa iglesia que fué defensa de la reina de los mares y la nueva república acuñó sus monedas con la efigie del León de San Marcos. ¡Dichosa de ella si hubiera sido más sumisa a Roma y más severa en sus costumbres; nunca habría degenerado de su grandeza ni de la fe de sus mejores tiempos!


PLEGARIA

Eres, oh Marcos, el misterioso León, uncido con el hombre, el toro y el águila al carro sobre el que el Rey de la gloria va a la conquista del mundo. Y a en la Antigua Ley te contempló Ezequiel en el cielo, y Juan, el profeta de la Nueva Ley, te reconoció junto al trono de Dios. ¡Qué grande es tu gloria!, historiador del Verbo hecho carne, manifiestas a todas las generaciones los títulos por los que le corresponden el amor y la adoración de los hombres. La Iglesia se inclina ante tus escritos y los proclama inspirados por el Espíritu Santo. Te hemos oído narrar el mismo día de Pascua la Resurrección de Nuestro Señor; haz, oh Santo Evangelista, que este misterio produzca en nosotros todos sus frutos; que nuestro corazón como el tuyo se una a Jesús resucitado, para que le sigamos por doquier en esta nueva vida que nos ha abierto resucitando El primero. Pídele se digne darnos su paz como se la dió a sus Apóstoles cuando se les apareció en el Cenáculo, como te la dió a ti mismo en la prisión.

Fuiste discípulo de Pedro; Roma se gloría de haberte tenido dentro de sus muros. Ruega por el sucesor de Pedro, tu maestro, y por la Iglesia de Roma combatida por la tempestad. León evangélico ruega al León de la Tribu de Judá en favor de su pueblo, despiértale de su sueño, que se levante con su poder y con su sola presencia ahuyentará a sus enemigos.

Apóstol de Egipto, ¿qué ha sido de tu Iglesia de Alejandría, segunda sede de Pedro, enrojecida con tu sangre? Hasta sus ruinas han desaparecido. El viento abrasador de la herejía desoló a Egipto y Dios airado desencadenó contra él, trece siglos ha, el torrente del Islam. ¿Deben aquéllas regiones renunciar para siempre a ver brillar la antorcha de la fe, hasta la venida del Juez de vivos y muertos? No lo sabemos, pero en medio de los acontecimientos que se suceden, osamos pedirte, oh Marcos, que intercedas por estas regiones que evangelizaste y en las cuales las almas están tan devastadas como su suelo.

Acuérdate también de Venecia. Su corona cayó, acaso para siempre; pero todavía vive allí un pueblo cuyos antepasados se consagraron a ti. Conserva la fe en su seno; haz que prospere, que se levante de sus desdichas y que dé gloria a Dios que ha descargado sobre ella su justicia.


LA PROCESION DE SAN MARCOS


HISTORIA

Es de notar este día en los fastos litúrgicos por la célebre procesión llamada de San Marcos. Sin embargo de eso, este nombre no es exacto, ya que la procesión estaba ya fijada el 25 de abril, antes de la institución de la fiesta del Santo Evangelista, que aún no tenía día fijo en la Iglesia romana en el siglo vi. El verdadero nombre de esta procesión es el de "Letanías Mayores." El nombre de Letanía, significa Súplica, y se dice de una procesión religiosa durante la cual se ejecutan cánticos cuyo fin es alcanzar algo del cielo. Esta palabra significa también la exclamación que se profiere al decir: "¡Señor, tén piedad de nosotros!" Este es el sentido de las palabras griegas: "Kyrie eleison." Más tarde se ha dado el nombre de Letanías a todo el conjunto de invocaciones que se añadieron a las palabras griegas, de forma que llegaron a constituir una oración litúrgica, que en circunstancias importantes emplea la Iglesia. 

A las Letanías Mayores, se le da este nombre para distinguirlas de las Letanías Menores o procesiones de Rogativas, instituidas en las Galias en el siglo v. Sabemos por un pasaje de San Gregorio Magno que era costumbre de la Iglesia de Roma, celebrar cada año una Letanía Mayor, en la que tomaban parte el clero y el pueblo y que esta costumbre era ya antigua. El Santo Pontífice no hizo sino fijar al 25 de abril esta Procesión, y señalar para estación la Iglesia de San Pedro. Muchos liturgistas han confundido con esta institución las procesiones que San Gregorio prescribió muchas veces en calamidades públicas y que son distintas de la de hoy. Esta era anterior, aunque no se conoce la fecha de su origen. Va fija a este día y no a la fiesta de San Marcos que es posterior. Si sucede que el 25 de abril cae en la semana de Pascua, la Procesión tiene lugar el mismo día, a no ser que en él caiga la Pascua. En cuanto a la fiesta del Evangelista se la traslada después de la octava. 

Acaso se pregunte por qué se ha escogido el 25 de abril para fijar en él una Procesión y una Estación en que todo respira compunción y penitencia, en una estación del año en que la Iglesia se entrega a las alegrías de la Resurrección del Señor.

Entre los antiguos romanos el 25 de abril se celebraba la fiesta de las Robigales. Consistía en una procesión muy popular que iba de la vía Flaminia al templo del Robigo. En él se ofrecían sacrificios y oraciones a dicha divinidad para que preservarse los sembrados de la roya. En efecto, estamos en la época de las heladas tardías de la luna roja. U n a vez más la Iglesia sustituyó una creencia pagana por otra cristiana.

No se puede dejar de consignar el contraste tan fuerte que existe entre las algrías del momento presente y los sentimientos de penitencia que deben acompañar a la Procesión y Estación de las Letanías Mayores, instituidas ambas con el fin de alcanzar la misericordia divina. Colmados de toda clase de favores en este santo tiempo, inundados por las alegrías pascuales no nos entristezcamos porque la Iglesia ponga por unas horas sentimientos de compunción que tanto convienen a los pecadores como nosotros. Se trata de desviar los azotes que merecen las iniquidades de la tierra, de obtener por la humildad, y con la invocación de la Madre de Dios y de los Santos, el término de las enfermedades y la conservación de las mieses: de ofrecer a la justicia divina una compensación por el orgullo y malicia del hombre. Entremos en estos sentimientos y reconozcamos humildemente la parte que corresponde a nuestros pecados en los motivos que han excitado la cólera divina; y nuestras pobres súplicas, unidas a las de la Iglesia, obtendrán gracia para los culpables y para nos otros mismos que formamos parte de ellos.

Este día consagrado a la reparación de la gloria divina no podía pasar sin las expiaciones con que el cristiano debe acompañar la ofrenda de su corazón arrepentido. Hasta la reciente reforma del Derecho eclesiástico, en este día, se exigía en Roma la abstinencia de carne, y cuando fué implantada en Francia la Liturgia romana por Pipino y Cario Magno, como la gran Letanía del 25 de abril ya estaba en uso, se promulgó el precepto de abstinencia. El Concilio de Aquisgrán de 836 añadió la obligación de suspender los trabajos serviles y esta disposición se halla en los capitulares de Carlos el Calvo. En cuanto al ayuno propiamente tal, como el tiempo pascual no lo permite, parece no haberse observado por lo menos de un modo general. En el siglo IX afirma Amalario que no se observaba en Roma.

Mientras la procesión se cantan las Letanías de los Santos seguidas de numerosos versículos y oraciones que las completan. La Misa de la Estación se celebra según el rito de la Cuaresma, sin gloria y con color morado. Los ñeles encontrarán la Misa y las Letanías en sus devocionarios. Nos falta espacio para reproducirlas aquí.

Permítasenos protestar contra la negligencia de muchos cristianos, de personas más o menos dadas a la piedad, a las cuales jamás se las ve asistir ni a la Procesión de San Marcos, ni a la de las Rogativas. La relajación en este punto ha llegado al colmo, sobre todo en las ciudades. Estos mismos ñeles han recibido con satisfacción la dispensa de la abstinencia, que limitada al principio a algunas diócesis, en nuestros días ha sido extendida a todos los ñeles, Al parecer, esta indulgencia debiera hacerles tomar mayor parte en la oración, ya que la dispensa ha aliviado la parte correspondiente a la penitencia. La Procesión de los ñeles en las Letanías, forma parte esencial de este rito reconciliador, y Dios no está obligado a tener en cuenta unas oraciones en las que no toman parte aquellos que están llamados a ofrecérselas. Este es uno de los muchos puntos en que una pretendida devoción privada tiene engañadas a muchas personas. Cuando San Carlos Borromeo entró en la ciudad de Milán, también halló que su pueblo dejaba solos a los clérigos en la Procesión del 25 de abril impuso a sí mismo la obligación de asistir e iba con los pies descalzos. No tardó el pueblo en seguir los pasos de su pastor.


Notas

1. San Marcos refiere en su Evangelio los recuerdos de San Pedro. Según S. Papíos y S. Ireneo, le escribiría después de la muerte del Apóstol. En nuestros días el P. Lagrange admite la posibilidad de dos datas en la composición del Evangelio: o en 42 ó 43 o bien entre el martirio de los Apóstoles S. Pedro y S. Pablo y el año 70. Escrito ya su Evangelio San Marcos se trasladarla a Alejandría para predicar allí la fe.

2. Ningún Padre dice que San Marcos fué mártir; pero la tradición de las iglesias es tal que no puede seriamente ponerse en duda que el Evangelista acabó su vida con el martirio, aún cuando las Actas que nos proporcionan algunos detalles no fuesen absolutamente auténticas.

3. Apoc., IV, 6-11.


Boletín Dominical 25 de abril



Día 25 de Abril, San Marcos Evangelista

Conm. del Domingo III de Pascua y de las Rogativas

Doble-Orn. Blancos. 

San Marcos fue discípulo e intérprete de San Pedro y uno de los 72 que seguían a N.S.J.C. Es uno de los cuatro Evangelistas y su Evangelio recoge la vida y hechos de N.S. según la predicación de San Pedro, a quien acompañaba, y está dirigido a los fieles de Roma, a cuya petición fue escrito, y habiéndolo llevado a Egipto, fue el primero que lo predicó en Alejandría, y allí fundó una iglesia; luego, habiendo sido preso, le encerraron en un calabozo, en el cual le confortaron los Ángeles y por último, apareciéndosele el mismo Jesucristo, le llamó al reino celestial en el año octavo del imperio de Nerón. Mártir en Alejandría, su cuerpo descansa en Venecia. 


DOMINGO III DE PASCUA

La Epístola de San Pedro, que hoy leemos, nos dice cual debe ser la actuación del cristiano en el mundo. Debe vivir en el mundo para edificación del mundo, evitando los extremos de la vida mundana y de la vida huraña y poco civil. Para no ser mundanos, recomienda la mortificación de las concupiscencias, sobre todo la de la carne, para que viendo las gentes nuestras buenas obras glorifiquen a Dios y amen la religión de Cristo, acreditada por la conducta de los cristianos. Recomienda mucho también la sumisión a las autoridades constituidas, sean autoridades mayores, como el emperador, o menores, como los gobernadores, y esto por amor a Cristo. San Pablo (Romanos 13, 1) enseña que toda autoridad viene de Dios, y en este sentido es divina; aquí San Pablo dice que esta misma autoridad es humana en cuanto reside y está encarnada en hombres: divina en su origen. (Continua)


(Sigue) De aquí que los reyes, presidentes, o supremos gobernantes no gobiernan con autoridad propia sino con autoridad recibida de Dios, de donde se sigue que no pueden mandar ni legislar nada que vaya contra el Señor, con cuya autoridad gobiernan, y el deber que tienen de reverenciarle públicamente y respetar y hacer respetar las leyes divino-naturales y divino- positiva.


Es, pues el gobernante sujeto de la autoridad, la cual recibe, no del pueblo, que no la tiene, sino de Dios. Así es, pues que el pueblo no tiene autoridad ni derecho, aunque aúne la suma de todas las voluntades , para legislar o darse un gobierno que atente contra la autoridad, las leyes o los deseos de Dios, que siempre será el Señor de todo lo creado. Por eso el mandato e imperio que ejercen los gobernantes ha de ser justo y no despótico, sino en cierta manera paternal, porque el poder justísimo que Dios tiene sobre los hombres, está también unido con su bondad de Padre. La autoridad asimismo se ha de ejercer en provecho de los ciudadanos, nunca se ha de poner al servicio de un partido o de unos pocos. El Apóstol San Pablo reconoce también el hecho y el derecho de la libertad. “Sed hombres libres”, dice. Pero la libertad no ha de degenerar en libertinaje: “no toméis la libertad como capa que cubra vuestra malicia.”  (Ver Encíclicas Libertas y la Constitución cristiana de los Estados de León XIII y mensajes de Navidad de Pio XII).

domingo, 18 de abril de 2021

Sermón Domingo II después de Pascua



Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Lección

Carísimos: Cristo padeció por vosotros dejándoos ejemplo para que sigáis sus pasos. “Él, que no hizo pecado, y en cuya boca no se halló engaño”; cuando lo ultrajaban no respondía con injurias y cuando padecía no amenazaba, sino que se encomendaba al justo Juez. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. “Por sus llagas fuisteis sanados”; porque erais como ovejas descarriadas; mas ahora os habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

I Pedro II, 21-25



Evangelio

En aquél tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

Juan X, 11-16

sábado, 17 de abril de 2021

Santo Tomás de Villanueva: Las Cualidades del Buen Pastor





COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO II DESPUÉS DE PASCUA

 

En aquél tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

Juan X, 11-16




SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA


Cualidades del buen pastor 

El Santo en este sermón, llevado de su intensa afectividad, hace algunas digresiones, que respetaremos (cf. Divi THOMAE A VILLANOVA Opera Onmnia, t.2 [Matiilae 1891] dom. II Pasch.). 


A) Los pastores y el Pastor

El Señor, ante la excelencia de las almas, rescatadas con su sangre y llevadas en vaso tan frágil, no las quiso abandonar a nuestra prudencia, sino que constituyó numerosos custodios de esa ciudad, ángeles, por ejemplo, y sacerdotes, aunque en realidad, si Dios no la defiende, inútilmente vigilas todos (Ps. 126,2). El es, realmente, el Pastor supremo.

Eligió los pastores de su Iglesia por medio de la vocación, a la que debemos corresponder cooperando a la gracia. Ojalá Dios obrase siempre como el día de Pentecostés, produciendo serafines en la tierra! Pero hoy no lo hace tan directamente, y hay hombres que se oponen al llamamiento divino y no quieren salir responsables de pecados ajenos, mientras que otros se atreven a llegar al sacerdocio con su cuenta y razón, y merecen la respuesta del Señor a Pedro: Retírate de mi, Satanás (Mt. 16,23). 

En cambio, Cristo nuestro Señor, que rarísimamente se alaba de sus virtudes, se alabó de ser el buen Pastor. Pero un buen Pastor que se diferencia del mercenario 

«Póngase un ejemplo del pacto del demonio con ciertos pastores. —Toma la oveja y dame su lana. —Tú, ¿ qué quieres? —Su alma.  — Yo quiero su provecho. —Pues dame las almas, termina el demonio, y quédate tú con la ganancia, Este es el diálogo entre Satán y el mercenario. 


B) Cualidades

a) ALIMENTA A SUS OVEJAS


1. Con el pasto corporal, ya que El creó todo cuanto nos sostiene.

2. Con el espiritual de su doctrina e inspiraciones, pues el hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4,4). 

3. Con el alimento de la gloria, donde Dios mismo es manjar. 

Comentando el versículo: Dime tú, amado de mi alma, dónde pastoreas, dónde sesteas al mediodía (Cant. 1,7), se extiende en afectos, y presenta al alma, que, en medio de los peligros de la noche de este mundo, quiere buscar los pastos en pleno día. Estos pastos son el mismo Señor, monte lleno (E.. 34,14; Ps. 67,16). 


b) CONOCE A SUS OVEJAS

«Hablad alto contra los prelados irresidentes». Dios lo conoce todo, pero con ciencia de aprobación sólo conoce a los buenos, a quienes se puede aplicar la frase de San Pablo (2 Cor. 1,22) Nos ha sellado y ha depositado las arras Espíritu en nuestros corazones. «Las trazas por donde Dios nos conoce son las de sus ojos, y la luz de la faz divina es la fe en Cristo. Esta es la señal por la que el Padre nos conoce». En cambio, hay quien lleva la señal de la bestia del Apocalipsis. 

En una alegoría un tanto exagerada dice que lo mismo que pertenecían a Jacob sólo las ovejas de colores variados, lo que conseguía poniendo varas de distintos colores en los canales del agua, sólo pertenecen a Cristo aquellas ovejas que se distinguen por los variados colores de la virtud, conseguida plantando las varas descortezadas de todo afecto mundano en los canales, que no son otra cosa sino las llagas del Señor. «Los arcaduces son esas fuentes llenas de sangre divina, las llagas del Redentor. ¿Queréis que nazca en vosotros un buen pensamiento, y concebir un buen deseo, y llegar a transformarlo en obra buena? Plantad vuestros ramos en esa acequia». Cuando concebís buenos deseos, el demonio pone todos sus esfuerzos y obstáculos para que nazcan. He aquí el remedio: Plantadlos en aquel canal, «poned vuestros santos pensamientos y deseos en aquella agua sagrada de la pasión del Señor, y veréis como no serán estériles. Acordaos de lo que Jesucristo sufrió por vosotros, y os será fácil sufrirlo todo por El (Hebr. 12,3)». 


C) DEFIENDE A LAS OVEJAS

Como un nuevo David, el pastor que luchó con los leones Y después fué rey, Cristo luchó primero y después fué coronado. 



C) El mercenario y el ladrón 

El primero no defiende a las ovejas ni se ocupa de otra lucro. El segundo las roba, las cosa que no sea el propio mata y entra por la ventana de la simonía. Examinen los gobernantes a qué clase pertenecen. 



D) Cualidades del buen pastor humano 


a) LA CARIDAD

A San Pedro no se le dió el gobierno hasta después que contestó que amaba al Señor. «El pastor dice, como en el Cantar dé los Cantares: Negro soy (1,5), esto es, lleno de mil preocupaciones y distracciones, pero hermoso, por mi intención y caridad. Negro como las tiendas de Cedar, embarazado de cuidados y asuntos como los hijos del siglo. Pero la caridad me hermosea como a las tiendas de Salomón, y me parezco a Cristo en su carne mortal, que por culpa de los hombres padeció humillaciones, y su amor le oscureció hasta reducirle a la forma de esclavo, forma de un buen prelado, que no busca su interés». 



b) VIGILANCIA

Sobre tus murallas, ¡oh Jerusalén!, he puesto centinelas que no se callarán ni de día ni de noche (Is. 62.6). No tenga que despertar el Señor a ningún Simón dormido. 



c) LA CIENCIA

1. Los fieles buscan en sus pastores el pasto de la doctrina, espiritual 

Hace falta ciencia que pueda guiar a las ovejas hacia unos pastos que no son otra cosa sino la doctrina de su. pastor. La doctrina no cede al ejemplo, ni viceversa. Las presbíteros que presiden bien sean tenidos en doble honor, sobre todo /os que se ocupan en la predicación y en la enseñanza (1 Tim. 5,17). 

Las gentes, llevadas de su sed, corren hacia el clero, donde piensan encontrar fuentes fecundas de doctrina y consolación, ya que éste es el Único fin de la dignidad eclesiástica «Los cansados, las asqueados por los trabajos de este mundo, recurren a los hombres espirituales para pedirles  la palabra de Dios; pero, ¡ay, oh santa Iglesia, madre mía!, tus funcionarios son como la langosta (N'ah. 3117), los que debían alimentar a los pueblos son precisamente los que les abruman con impuestos Y los despojan. ¡Oh pastores, trocados en espantapájaros, ni siquiera sabéis silbar para reunir a las ovejas! Podían haber sido confiadas lo mismo a una estatua de mármol... ¡Y qué cuenta tendrán que dar de estas almas, por las que Jesucristo sufrió suplicios tan grandes! 

2, Ni conozco mi conciencia ni conozco la del prójimo 

«¡Ah, si hubieses recogido a los pies de la cruz del Salvador las gotas de su sangre que caían y, después de depositadas en un vaso de cristal, las llevase conmigo y me viese obligado a transportarlas con frecuencia de una parte a otra. cuál no sería mi preocupación en tan gran peligro! Pues bien, yo he recibido el cuidado de un depósito que un sabio comprador, la Sabiduría misma, pagó con esa sangre divina, y tengo ese tesoro en unos vasos muy frágiles, rodeados de muchos mayores peligros que los vasos de vidrio. Y lo que hace llegar al colmo mi preocupación y mi temor es que, teniendo que velar por mi conciencia y la del prójimo, no conozco ni la una ni la otra. Ambas son para mí un abismo insondable, noche profunda, y, sin embargo, se me exige que las guarde, y sin cesar se me está gritando: Centinela, ¿qué hay de la noche? (Is. 21,11), sin que pueda contestar lo que Caín: ¿Soy acaso el guarda de mi hermano? (Gen. 4,9)».

«Sin embargo, me parece que los prelados son dignos de excusa, si ponen todo su cuidado en una justa vigilancia, con toda longanimidad y doctrina (2 Tim. 4,2)». 

San Gregorio resume todas las virtudes del pastor en la ciencia, el cele, la paciencia y la inocencia. 



d) EL CELO

Moisés era hombre suave y, no obstante, un día vertió la sangre de su pueblo. No sé qué admirar más, si el vivo dolor que le costó o su celo por vengar a Yavé. De este celo saldrá un día responsable ante el Señor, porque llegará el momento en que Cristo deponga ante el Padre su dominio para que sea Dios quien lo rija y gobierne todo definitivamente. En aquel momento «el pastor de los pastores pedirá a éstos cuenta de sus ovejas. Cuando haya colocado su reino en las manos del Padre, despojándose de todo poder y principado, según las palabras del Apóstol..., entonces todos seremos simples individuos, y el juez divino pedirá a los pastores cuenta severa de su ministerio, mostrando al Padre las heridas que fueron precio de adquisición de las ovejas que un día llevó sobre sus hombros. Y los que un día las pisotearon serán entonces pisoteados». 


e) LA INOCENCIA

Dios busca un hombre que sirva de muro entre El y nosotros (Ez. 22,30); ese hombre es el sacerdote, y ¿cómo lo podrá ser sin gran pureza? Moisés y Abrahán discutieron con Dios para conseguir misericordia sobre sus pueblos y gentes (Ex. 32,32; Gen. 18, 25). «Caridad excesiva en su valentía, que no era otra cosa, sino una oración». Así debe ser la oración pura del sacerdote. Se solía decir a los antiguos, al hablar de prelados y religiosos, que eran más resplandecientes que la nieve (Thren. 4,7). ¡Qué belleza la de su brillo! Pero sus rostros se volvieron negros como el carbón, y nadie les conocía en las plazas públicas (ibid., 8). ¿Nos ocurrirá eso a nosotros, y nuestro fervor primitivo se verá trocado en tristeza negra? 


Boletín Dominical 18 de abril


Día 18 de Abril, Domingo II de Pascua.

Doble. Orn, Blanco.

Este domingo suele llamarse del Buen Pastor, del cual habla la Epístola y el Evangelio. La parábola del buen pastor fue pronunciada por Jesús después de curar al ciego de nacimiento. Habiendo expulsado los judíos a este ciego de la sinagoga, Cristo le ofrece como asilo su Iglesia y compara a los fariseos a los malos pastores que abandonan sus ovejas. La alegoría del Buen Pastor ha sido siempre muy saboreada por las generaciones cristianas, y por eso vemos tantas veces representado a Cristo en las catacumbas del siglo II y III como Buen Pastor que carga con la oveja perdida.

Dice San Pedro, a quien Jesús resucitado constituyó cabeza y Pastor de su Iglesia, que nosotros, conforme a lo dicho por Isaías, “éramos ovejas descarriadas” que habíamos perdido el camino de la vida eterna, pero ahora “hemos sido reducidos al que es Pastor y guardián solícito de nuestras almas”, que nos dio vida con su muerte. Y pues padeció por nosotros, justo es que sigamos sus huellas.

Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, dice Jesús (Evangelio). Y éste Buen Pastor, que se inmoló por nosotros, vertiendo toda su sangre para rescatarnos de las garras del lobo carnicero, sigue ofreciendo en el altar su sacrificio y se nos da en la sagrada Comunión para alimento espiritual de nuestras almas. ¿Puede darse mayor amor? ¿Puede concebirse mayor y más total entrega? ¡Y esto hace Jesús, nuestro Dios humanado! 

Sin duda que al oír los fariseos esta parábola pensaron que Jesús se aplicaba la profecía de Ezequiel cuando dice entre otras cosas: “yo mismo apacentaré mis ovejas. Buscaré la que se había perdido, tornaré la que andaba descarriada; a la herida curaré…levantaré sobre ellas un solo Pastor.”





21 de Abril: San Anselmo. 

Obispo Confesor y Doctor de la Iglesia.

Nacido en un castillo de Aosta (Italia), de noble y cristiana familia, a los 26 años se hizo monje en la abadía benedictina de Bec, en Normandía. Fue de clara inteligencia, teólogo profundo y piadoso que no solo ilumina la inteligencia con sus escritos, sino que enciende el corazón en el amor de Dios. Escribió acerca de Dios y sus atributos. Nombrado obispo de Cantorbery y Primado de Inglaterra, lucho por la libertad de la Iglesia y sus derechos contra dos monarcas ingleses que le arrebataban sus bienes. Antes de ser nombrado Arzobispo en 1092 había dicho a Guillermo el Rojo: "No te empeñes en unir un toro con un cordero, porque no podrán trillar.” San Anselmo aconsejó, amenazó y terminó lanzando el rayo del anatema. Tenía la energía indomable de San Gregorio VII. Murió en 1109, a los setenta y seis años de edad.







domingo, 11 de abril de 2021

Sermón Domingo "In Albis"


Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Lección

Carísimos: porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo; nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? El mismo es el que vino a través de agua y de sangre: Jesucristo; no en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, por cuanto el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio [en el cielo; el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra]: el Espíritu, y el agua, y la sangre; y los tres concuerdan. Si aceptamos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios, porque testimonio de Dios es éste: que Él mismo testificó acerca de su Hijo. Quien cree en el Hijo de Dios, tiene en sí el testimonio de Dios; quien no cree a Dios, le declara mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo.

I Juan V, 4-10



Evangelio

En aquel tiempo: Aquél mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas ( de ) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: ¡Paz a vosotros!”. Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. De nuevo les dijo: ¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío”. Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo: a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos”. Ahora bien Tomás, llamado Dídimo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Por tanto le dijeron los otros: “Hemos visto al Señor”. Él les dijo: “Si yo no veo en sus manos las marcas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y no pongo mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ocho días después, estaban nuevamente adentro sus discípulos, y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas, y, de pie en medio de ellos, dijo: “¡Paz a vosotros!” Luego dijo a Tomás: “Trae acá tu dedo, mira mis manos, alarga tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás respondió y le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que han creído sin haber visto”. Otros muchos milagros obró Jesús, a la vista de sus discípulos, que no se encuentran escritos en este libro. Pero éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida en su nombre. 

Juan XX, 19-31


sábado, 10 de abril de 2021

San Juan Crisóstomo: Los Poderes del Sacerdote



COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO "IN ALBIS"

 

En aquel tiempo: Aquél mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas ( de ) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: ¡Paz a vosotros!”. Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. De nuevo les dijo: ¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío”. Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo: a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos”. Ahora bien Tomás, llamado Dídimo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Por tanto le dijeron los otros: “Hemos visto al Señor”. Él les dijo: “Si yo no veo en sus manos las marcas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y no pongo mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ocho días después, estaban nuevamente adentro sus discípulos, y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas, y, de pie en medio de ellos, dijo: “¡Paz a vosotros!” Luego dijo a Tomás: “Trae acá tu dedo, mira mis manos, alarga tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás respondió y le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que han creído sin haber visto”. Otros muchos milagros obró Jesús, a la vista de sus discípulos, que no se encuentran escritos en este libro. Pero éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida en su nombre. 

Juan XX, 19-31



SAN JUAN CRISÓSTOMO


Los poderes del sacerdote


En la hornilla 86 sobre San Juan, el Crisóstomo explica el capítulo 20 hasta el versículo 24, y termina este tema en la hornilla siguiente. Escogemos únicamente lo alusión que hace a los poderes del sacerdote y algunas ideas expuestos en el libro sobre el sacerdocio.


A) «Ego mitto vos». El sacerdote


a) EL SACERDOTE MERECE LA ESTIMA Y EL AMOR DE LOS FIELES

«Hagamos, pues, todo lo posible para tener en nosotros al Espíritu Santo, y reverenciemos con todo honor a aquellos a quienes se ha encomendado su virtud. Grande es, en a efecto, la dignidad de los sacerdotes. A quien perdonareis, dice. los pecados. le serán perdonados (Io. 20,23). Por esto añadía también San Pablo: Obedeced a vuestros pastores, y estadles sujetos (Hebr. 13,17), y tenedles en gran estimación. Porque tú cuidas de tus cosas y, si van bien, no tienes que dar razón de los otros; pero el sacerdote, aunque ordene bien su propia vida, si no cuida de la tuya y de la de todos los demás que están a su cargo, se va al infierno con los malvados, y muchas veces, aunque no le pierdan sus pecados propios, le pierden los vuestros, si no cumple bien todo lo que le tocaba hacer. Sabiendo, pues, la grandeza de su peligro, mostradles mucho afecto; como lo dió a entender San Pablo al decir: Ellos velan sobre vuestras almas, y no como quiera. sino como quienes han de dar cuenta de ellas (Hebr. 13.17). Por lo cual, justo es que goce de grande estimación. Y si también vosotros los insultáis, como a los demás. vuestros asuntos marcharán mal, porque, mientras el piloto va con buen ánimo, andará bien lo que toca a los marineros; pero si, por insultarle éstos y estar con él desavenidos, se apoca y amilana, no podrá estar alerta ni ejercitar bien su oficio, y aun sin quererlo, los lanzará a males sin número. Pues lo mismo el sacerdote, si goza de vuestra estimación, podrá enderezar perfecta. mente también vuestras cosas; pero, si le causáis desaliento, perderán sus manos el vigor y lo expondréis a perecer con vosotros víctima de las olas, por más que sea de ánimo muy esforzado. Considera lo que dice Cristo de los judíos; En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y guardad lo que os digan (Mt, 23, 2-3). Pues ahora no se ha de decir ya: «En la cátedra de Moisés se sentaron los sacerdotes» sino: «Sobre la cátedra de Cristo». Puesto que su doctrina es la que ellos recibieron. Por lo cual dice también San Pablo: Somos embajadores de Crista. como si Dios exhortase por medio de nosotros; (2 Cor. 5,20). 


b) LA INDIGNIDAD DE LA PERSONA NO MANCHA AL SACRAMENTO

«No veis cómo todos están sumisos a los príncipes temporales, por más que muchas veces (los súbditos) aventajen en linaje, vida y prudencia a los que los mandan? Y, sin embargo, en atención a quien les dió el poder, a nada de esto miran, sino que respetan la voluntad del emperador, sea quien sea el que recibe la autoridad. Ahora bien, tanto temor cuando elige un hombre; y cuando Dios elige, ¿hemos de despreciar al elegido, injuriarle, cargarle de mil oprobios, y, mandándosenos no juzgar a nuestros hermanos, afilamos la lengua contra los sacerdotes? ¿Qué defensa merece tal conducta, ya que, no viendo la viga que llevamos en nuestros ojos, examinamos con acrimonia la pajita del prójimo? ;No sabes que. cuando así juzgas, te preparas un juicio más terrible contra ti? Y no digo esto para defender a los que indignamente administran el sacerdocio; antes grandemente los compadezco y los lloro; pero no por eso concedo que sea :justo ser juzgado por los súbditos. y menos aún por los simples e ignorantes. Pues. aun suponiendo que la vida de aquéllos sea la más indigna, tu. con tal que atiendas al sacerdote, ningún daño recibirás con respecto a aquello que Dios le encomendó... Porque no es el alma pura la que por su propia pureza le atrae. sino que todo ello es obra de la gracia. Todas las cosas son por vosotros, dice (el Apóstol), bien sea Pablo, bien Apolo, bien Cefas (1 Cor. 3.22). Lo encomendado al sacerdote, a Dios sólo pertenece darlo, y, por grande que fuere la virtud humana, siempre será menor que aquella gracia. Esto lo digo. no para que vivamos desidiosamente. sino para que, no suceda que, si son perezosos algunos de los que os rigen,. vayáis por eso vosotros, los súbditos. a perjudicaros. ¿Oué digo de los sacerdotes?, Ni un ángel ni un arcángel puede nada en los dones de Dios, sino que todos los administran el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo; el sacerdote sólo pone a contribución su lengua y ofrece su mano. Pues no era justo que los que se reuniesen en la fe, sean perjudicados en lo tocante a los símbolos (o sacramentos) de nuestra salud por la maldad de quienes los administran. 

Conociendo, pues, esta doctrina, tomamos a Dios y estimemos a sus sacerdotes, mostrándoles todo honor, a fin de que, tanto por nuestras buenas obras como por el obsequio a ellos exhibido, recibamos de Dios gran recompensa, por gracia y benignidad de Nuestro Señor Jesucristo, con el cual sea al Padre, juntamente con el Espíritu Santo, gloria, potestad y honor ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén» (hom.86). 


B) La grandeza del sacerdocio cristiano

No podemos hacer otra cosa acerca de los seis breves libros o diálogos de San Juan Crisóstomo sobre el sacerdocio que recomendar su lectura y seleccionar airosos trozos. El presente forma parte del tercer diálogo (cf. PG 26,263 ss.). 


a) EL SACERDOCIO ES COSA CELESTIAL, NO TERRENA

«Porque el sacerdocio, si es cierto que se ejerce sobre la tierra, mas pertenece al orden de las cosas celestiales, y no sin clara razón. No fué un hombre, en efecto, ni un ángel o arcángel, ni poder alguno criado, sino el mismo Espíritu Consolador, el que estableció esta jerarquía e hizo que, permaneciendo aún en la carne, pudieran los hombres pensar en ejercer ministerio de ángeles. Por lo cual debe ser el sacerdote tan puro como si estuviera en los cielos en medio do aquellas angélicas potestades... Contempla, en efecto, al Señor crucificado y puesto como víctima sobre el altar; mira al sacerdote que preside el sacrificio y ora; mira asimismo a todos los allí presentes como bañados y teñidos con aquella sangre preciosísima, y dime si crees estar aún entre los hombres y que asientas tus pies sobre la tierra, y no te consideras más bien arrastrado de pronto sobre los cielos y, arrojando de tu alma todo pensamiento carnal y terreno, crees contemplar con alma desnuda y mente limpia la misma gloria del cielo. ;Oh maravilla! ;Oh benignidad de nuestro Dios! El que está en el cielo sentado a la diestra de Dios Padre, se pone en aquel momento en las manos de todos; todos pueden entonces contemplarle con los ojos de la fe. ¿Es que todo esto te parece digno de desprecio y tal que pueda nadie levantarse soberbiamente contra misterios tan soberanos?» 


b) SANTIDAD DE LOS MISTERIOS CRISTIANOS

«¿Quieres ver, por otra maravilla, la sobreeminente santidad de estos misterios? Imagínate que tienes ante los ojos al profeta Elías. Mira cómo le rodea la muchedumbre; el sacrificio sobre las piedras, la quietud y silencio de todos; cómo sólo el profeta ora; y de pronto mira cómo baja fuego del cielo que consume el sacrificio. Todo esto es admirable y nos llena de estupor. Pues ahora trasládate de ahí y contempla lo que entre nosotros se cumple, y verás no sólo cosas admirables, sino algo que sobrepasa toda admiración. En pie está el sacerdote, no para hacer bajar fuego del cielo, sino para que descienda el Espíritu Santo, y prolonga largo rato su oración, no para que una llama desprendida de la altura consuma a las víctimas, sino para que descienda la gracia sobre el sacrificio y abrase las almas de todos los asistentes y las deje más brillantes que la plata acrisolada. 

Siendo esto así, ¿quién habrá tan loco y mentecato que se atreva a menospreciar un misterio tan profundo? ¿O es que ignora que sin particular auxilio de la gracia de Dios no habría alma humana capaz de soportar la prueba de ese fuego, sino que nos consumiría a todos de punta a cabo?... 

C) El poder del perdón

«Pues quien atentamente considere qué cosa sea estar un hombre envuelto aún en la carne y la sangre y, con todo eso, llegarse tan cerca de aquella bienaventurada y purísima naturaleza, ése podrá justamente entender qué tan grande sea el honor que la gracia del Espíritu Santo otorgó al sacerdote. Porque por manos de él se cumplen los referidos misterios y otros que no les van a la zaga, ya se considere su dignidad en sí, ya el fin de nuestra salvación. a que todo se ordena. A los moradores de la tierra se les ha permitido disponer de los tesoros del cielo, y a los hombres confirió Dios un poder que ni ángeles ni arcángeles alcanzaron jamás. Porque no fué a éstos a los que se ha dicho: Cuanto atareis en la tierra, será atado en el cielo, y cuanto desatareis en la tierra, será desatado en el cielo (Mt. 18,18). Cierto que los que ejercen autoridad en el mundo tienen también poder para atar, pero es sólo los cuerpos; mas esta sacerdotal atadura aprieta al alma misma y atraviesa los cielos, pues lo que aquí abajo hacen los sacerdotes, Dios lo ratifica en los cielos, y lo que el siervo sentencia, el Sellos lo confirma. ¿Qué otra cosa es esto sino concederles todo el poder de los cielos? Pues dice: A quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serás retenidos (Io. 20,23). ¿Puede haber poder mayor que éste? El Padre ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar (Io. 5,22). Mas lo que yo veo es que todo ese juicio fué puesto a su vez por el Hijo en manos de sus sacerdotes. De suerte que bien puede decirse que han sido levantados a tan sublime dignidad cual si hubieran sido ya trasladados a los cielos. trascendieran nuestra humana naturaleza y es, tuvieran libres de nuestras pasiones». 


D) Más que nuestros padres


a) EL OFICIO SACERDOTAL, NECESARIO PARA LA SALVACIÓN DE LOS FIELES

«Locura fuera manifiesta menospreciar una dignidad sin la cual no podríamos salvarnos ni alcanzar los bienes que nos están prometidos. 

Porque, si es cierto que nadie puede entrar en el reino de los cielos si no es regenerado por el agua y el Espíritu; si el que no come la carne del Señor y bebe su sangre es excluido de la vida eterna; si, finalmente, todo esto ha de cumplirse sola y exclusivamente por medio de aquellas santas manos del sacerdote, ¿cómo podrá nadie, alejado de él, escapar al fuego del infierno ni alcanzar las coronas que nos están guardadas en la gloria? Porque ellas son, ellos, los que nos engendran a la vida divina; ellos los que por el bautismo nos dan a luz; por ellos nos revestimos de Cristo y nos consepultamos con el Hijo de Dios, hechos miembros de aquella divina y bienaventurada Cabeza. De suerte que los sacerdotes no sólo deben merecernos reverencia mayor que los reyes y príncipes, sino que debiéramos honrarlos justamente más que a nuestros mismos padres. Porque éstos nos engendraron por la sangre y la voluntad de la carne; mas aquéllos fueron causa de nuestra generación en Dios, de aquel nuevo nacimiento bienaventurado, de la libertad verdadera y de la filiación divina por la gracia. Los sacerdotes judíos tenían poder de librar de la lepra; digo mal, no de librar, sino de examinar y dar un certificado a los que ya estaban libres de ella; y bien sabes cuán disputada era entre ellos la dignidad sacerdotal. Mas los sacerdotes cristianos han recibido potestad, no sobre la lepra del cuerpo, sino sobre la impureza del alma, y no sólo de certificar sobre la ya curada, sino de limpiar absolutamente de ella a las almas. De manera que quien a éstos desprecia, mayor sacrificio comete y mayor castigo merece que Satán y sus secuaces (Num. 16)... Porque no es lo mismo, en orden a desdén, pretender una dignidad que no nos corresponde, que despreciarla; sino que va de m lo uno a lo otro lo que , de admirar a desechar. Pues ¿ qué ala habrá tan desgraciada que menosprecie tan grandes bienes? Yo, francamente, jamás me atrevería a afirmarlo nadie, a no ser que le incitara a ello un aguijón diabólico»



b) LA PATERNIDAD ESPIRITUAL DEL SACERDOTE

«Mas volvamos a tomar el hilo de lo que decíamos sobre la espiritual paternidad del sacerdote. Digo, pues, que no sólo para castigar, sino también para hacernos bien, Dios ha concedido mayor poder a los sacerdotes que a nuestros padres naturales, y hay entre unos y otros la misma diferencia que entre ésta y la otra vida, pues los unos nos engendran para la una y los otros para la otra. Por lo demás, nuestros padres no tienen poder para librarnos de la muerte ni para alejar de nosotros una enfermedad que nos acometa; los sacerdotes, en cambio, no sólo con sus amonestaciones, sino también con la ayuda de sus plegarias, han curado a muchas almas enfermas y han salvado a las que estaban a punto de perecer; a unas, aminorándoles el castigo que sus culpas merecían; a otras, impidiéndolo de todo punto. Porque no sólo al engendrarnos por el bautismo, sino también después, tiene el sacerdote poder de perdonar los pecados. Dice, en efecto, la Escritura: ¿Alguno de vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo cii nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor le aliviará, y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados (Iac. 5,14-15). Además, los padres naturales poco o nada es lo que pueden hacer por sus hijos cuando éstos han ofendido a algún gran personaje o poderoso de la tierra; mas los sacerdotes pueden reconciliarnos, no con los príncipes o con los emperadores de la tierra, sino con el mismo Dios, irritado contra nosotros. ¿Habrá, pues, todavía quien ose, después de lo dicho, culparme de soberbio y arrogante por no haber aceptado el sacerdocio? Yo creo más bien que quienes atentamente me hayan escuchado, han debido concebir tal reverencia hacia porque si los que tienen encomendado el gobierno de los estados, si no son muy prudentes y en grado sumo perspicaces, los estragan y arruinan, y juntamente se pierden y arruinan a sí mismos, ¿qué virtud no habrá menester, virtud propia y dada de lo alto, aquel  a quien cupo en suerte adornar la Esposa de Cristo, si no quiere  desbarrar en mil faltas?».

Boletín Dominical 11 de abril



DÍA 11 DE ABRIL, DOMINGO “In Albis”

Doble I Clase - Orn. Blancos

De las primeras palabras del Introito se suele llamar también este domingo de “Cuasimodo”. Quasi modo géniti infantes…Como niños recién nacidos… decía la Epístola de ayer. Compara el Apóstol a los neófitos con los niños recién nacidos, y la leche que les da de beber es la fe en Cristo que nos ha de hacer triunfar sobre los enemigos del alma.

La Iglesia solía congregarlos en estos días junto al sepulcro de San Pancracio, niño de 14 años, martirizado por Dioclesiano el año 304, por ser fiel al juramento hecho en su bautismo, para que este ejemplo les sirviera de fortaleza.

Nuestra fe en la divinidad de Cristo es vencedora del mundo, nos dice San Pablo en la Epístola de hoy: “¿Quién es el que vence al mundo sino quien cree que Jesús es el Hijo de Dios?” Son testigos de la divinidad de Cristo: el Padre, que en el Jordán (el agua) le proclamó su Hijo, el Espíritu Santo que desciende sobre él visiblemente, y la Sangre redentora de Cristo, que hace exclamar al centurión, junto a la Cruz: “¡Verdaderamente, Éste era Hijo de Dios!”

El Evangelio nos habla de la incredulidad de Tomás, que pretende imponer condiciones para creer. No se encontraba con los demás Apóstoles cuando se les apareció Jesús y les confirmó el poder de perdonar los pecados, y ahora Jesús accede benignamente a esas condiciones, y con amorosa queja le hace palpar su cuerpo y sus gloriosas llagas, y alaba a los que sin haberle visto creen en Él; mas Santo Tomás, vencido, prorrumpe en aquél grito de fe y humildad: “¡Señor mío y Dios mío!”.

Se llama también este domingo in albis (depósitis) y post albas, o sea después de dejadas por los neófitos o recién bautizados las blancas vestiduras. 




La Iglesia de Cristo

Una Revisión de la Doctrina Básica sobre la Iglesia Católica.

Por el Rev. Padre Francisco Radecki C.M.R.I.

Parte IV

Los herejes prefieren hacer “self service” 

Aunque una religión se pareciera un buffet, donde uno puede elegir las creencias, tendría esto apariencia religión, pero carece de sustancia. A través de los siglos líderes religiosos rebeldes han dejado la Iglesia Católica y fundado sus propias religiones. Muchos de estas religiones llevan los nombres de sus fundadores, de los cuales rechazaron enteramente o las creencias o las prácticas o desarrollaron otras nuevas. Estos líderes, que rechazaron la autoridad de la Iglesia Católica, se establecieron como expertos en materias religiosas y vinieron a ser, para sus seguidores, la suma autoridad religiosa. Algunos siguieron privatizando la interpretación de la Escritura y rechazando igualmente la Tradición Apostólica. Otros cuestionaron la consistencia de las enseñanzas de los Papas, así como a aquellas de los Padres y Doctores de la Iglesia. Puesto que las religiones hechas por el hombre son subjetivas, tienen inconsistencias y contradicciones. La Iglesia Católica es la única religión en el mundo que ha retenido esencialmente las mismas creencias y el mismo culto desde su fundación hasta el presente día. Los herejes a menudo exageran una doctrina de la Fe y niegan otras. Ellos mantienen una apariencia de enseñanza Católica para más fácilmente engañar a sus seguidores. La herejía, una negación de una o más doctrinas de fide de la Iglesia, se basa en una soberbia y rebelión contra Dios, Sus leyes y su Iglesia.





domingo, 4 de abril de 2021

Dom Gueranger: El Santo Día de Pascua

 



EL SANTO DÍA DE PASCUA

"Año Litúrgico"

Dom Próspero Gueranger



MAITINES

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

La noche del Sábado al Domingo ve por fin agonizar sus largas horas; se aproxima el alborear del día. María, con el corazón angustiado, pero animosa y paciente, espera el instante en que volverá a ver a su Hijo. Magdalena y sus compañeras han velado toda la noche, y no tardarán en ponerse en camino hacia el santo sepulcro.

En el seno del limbo, el alma del divino Redentor se dispone a dar la señal de partida a aquellas miríadas de almas justas tanto tiempo cautivas, que le circundan respetuosas y amorosas. La muerte se cierne sobre el sepulcro donde retiene a su víctima. Desde el día en que devoró a Abel, ha absorbido a innumerables generaciones; pero jamás había estrechado entre sus lazos una presa tan noble. Jamás la sentencia del paraíso terrenal había tenido cumplimiento tan prodigioso; pero nunca tampoco vió la tumba sus esperanzas burladas con un mentís tan cruel. Más de una vez el poder divino la había arrancado sus víctimas: el Hijo de la viuda de Naín, la hija del jefe de la sinagoga, el hermano de Marta y de Magdalena le habían sido arrebatados; pero ella los aguardaba en la segunda muerte. En cambio, de otro se había escrito: "Oh muerte, yo seré tu muerte; sepulcro, yo seré tu ruina." (Oseas, XIII, 14.) Unos instantes, y trabarán batalla los dos adversarios.

Así como el honor de la divina Majestad no podía permitir que el cuerpo unido a un Dios aguardase en el polvo, como el de los pecadores, el momento en que la trompeta del ángel nos llamará a todos al juicio supremo; del mismo modo convenía que las horas durante las cuales la muerte debía prevalecer fuesen abreviadas. "Esta generación perversa, había dicho Jesús, pide un prodigio; y sólo le será dado el del profeta Jonás." (S. Mateo, XII, 39.) Tres días de sepultura: el ñn de la jornada del viernes, la noche siguiente, el sábado todo él completo con su noche, y las primeras horas del domingo. Era suficiente: suficiente para la justicia divina ya satisfecha; bastante para certificar la muerte de la augusta víctima, y para asegurar el más brillante de los triunfos; bastante para el corazón desolado de la más amante de las madres.

"Nadie me arranca la vida, sino que yo la doy de mi propia voluntad; y soy dueño de darla y dueño de recobrarla." (San Juan, X, 18.) Asi hablaba a los judíos el Señor antes de su pasión; la muerte sentirá al punto la fuerza de esta palabra del maestro. El domingo, día de la luz, comienza a alborear; los primeros fulgores de la aurora pugnan ya con las tinieblas. Inmediatamente el alma divina del Redentor sale de la prisión del limbo, seguida de la multitud de almas santas que la rodeaban. Atraviesa en un parpadear de ojos el espacio y, penetrando en el sepulcro, se reintegra al cuerpo del que se había separado tres días antes en medio de los estertores de la agonía. El cuerpo sagrado se reanima, se levanta y se desprende de los lienzos, de los aromas y de las fajas con que estaba ceñido. Las cicatrices han desaparecido; la sangre ha vuelto a las venas; y de aquellos miembros lacerados por los azotes, de aquella cabeza desgarrada por las espinas, de aquellos pies y de aquellas manos atravesadas por los clavos, irradia una luz fulgurante que llena la caverna. Los santos ángeles que adoraron con ternura al niño de Belén, adoran con temblor al vencedor del sepulcro. Pliegan con respeto y dejan sobre la tierra, en que el cuerpo inmóvil reposaba poco ha, los lienzos con que la piedad de dos discípulos y de santas mujeres le habían envuelto.

Pero el rey de los siglos no debe continuar ya en aquel sarcófago fúnebre; con más rapidez que la luz que penetra por el cristal, franquea el obstáculo que le opone la piedra de entrada a la caverna, que la potestad pública había sellado y rodeado de soldados armados. Todo permanece intacto; y está libre el triunfador de la muerte; del mismo modo, nos dicen unánimemente los santos Doctores, apareció a los ojos de María en el establo sin haber hecho sentir ninguna violencia en el seno materno. Estos dos misterios de nuestra fe se aunan y proclaman el inicial y el último término de la misión del Hijo de Dios: al principio, una Virgen-Madre; al fin, un sepulcro sellado que devuelve a quien retenía cautivo.


LA DERROTA DE LA MUERTE

El más profundo silencio reina todavía, en este momento en que el Hombre-Dios acaba de romper el cetro de la muerte. Su liberación y la nuestra no le han costado ningún esfuerzo. ¡Oh muerte! ¿qué te queda ya de tu imperio? El pecado nos había entregado a ti; tú gozabas de tu conquista; y he aquí que has caído hasta el abismo. Jesús, de quien tú te sentías tan orgullosa por tenerle debajo de tu ley, se te ha escapado; y todos nosotros, después de habernos poseído tú, también nos escaparemos de tu dominio. El sepulcro que nos preparas, se convertirá en nuestra cuna para una vida nueva; por que tu vencedor es el primogénito entre los muertos (Apoc., I, 5); y hoy es la Pascua, el tránsito, la liberación, para Jesús y para todos sus hermanos. La ruta que él ha abierto, todos nosotros la seguiremos; y día vendrá en que tú, que lo destruyes todo, tú nuestra enemiga, serás anonadada a tu vez por el reino de la inmortalidad. (I Cor., XV, 26.) Pero desde ahora nosotros contemplamos tu caída, y repetimos para tu vergüenza, este grito del gran Apóstol: "Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? Por un momento triunfaste, y he aquí que has sido devorada en tu triunfo." (Ibíd., 55).

sábado, 3 de abril de 2021

San Jerónimo: Bajada de Cristo a los Infiernos


COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

 

En aquél tiempo: María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas, para ir a ungirlo. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, al salir el sol. Y se decían unas a otras: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?”. Y al mirar, vieron que la piedra había ya sido removida, y era en efecto sumamente grande. Y entrando en el sepulcro vieron, sentado a la derecha, a un joven vestido con una larga túnica blanca, y quedaron llenas de estupor. Mas él les dijo: “No tengáis miedo. A Jesús buscáis, el Nazareno crucificado; resucitó, no está aquí. Ved el lugar donde lo habían puesto. Pero id a decir a los discípulos de Él y a Pedro: va delante de vosotros a la Galilea; allí lo veréis, como os dijo”. 

Marcos XVI, 1-7



SAN JERÓNIMO 

Bajada de Cristo a los infiernos

(Cf. PL 30,215: Ep. 24, o Sermón sobre la resurrección.) Lo transcribimos casi integro, porque, aparte de su sabor dantesco, ha abierto una tradición en la literatura cristiana, de la que es testigo el P. Granada, que lo copia en su Oración y meditación (1.2 c.3 : BAC, Obra selecta 1.3 c.35). Interrumpimos nuestra traducción a partir de las palabras ¿Quién es éste tan terrible? hasta las de en un madero las perdimos, que serán del P. Granada, y no utilizamos toda la de éste por ser el resto demasiado libre. 

Migne atribuye el sermón a San Jerónimo y después lo vuelve a colocar entre las obras dudosas de San Agustin (1). 


A) Luz en las tinieblas

«Alégrate, ¡ oh cielo!, y llénate de alegría. Este día que amanece desde un sepulcro, brilla para nosotros más que el sol. Tiemble el infierno, que hoy ve desbaratado su poder, pero alégrese también con la visita que recibe. Salte de gozo, porque, iluminado con una luz que desconoció durante tantos siglos, puede hoy respirar en la oscuridad profunda de sus tinieblas. ¡Oh hermosa luz, que reverberaste en un cielo cándido, vistiendo de claridad a los que vacían en las rojizas llamas de los umbrales de la muerte!... 

Al descender Cristo a los infiernos brilló de repente aquella eterna noche, enmudecieron los llantos estridentes y cayeron rotas las cadenas de los condenados. Atónitas las mentes estupefactas, tembló aquel ergástulo ante la presencia de Cristo. Los cancerberos de las férreas puertas, deslumbrados en el silencio umbroso, murmuraban ciegos: ¿Quién es esa luz terrible y resplandor de maravilla? ¿Quién es éste tan terrible, tan poderoso y resplandeciente? Nunca tal hombre como éste se vió en nuestro infierno; nunca a estas cuevas tal persona nos envió hasta hoy el mundo. Acometedor es éste, no deudor; quebrantador es, no pecador; 

juez parece, no culpado; a pelear viene, no a penar. Decidme: ¿Dónde están nuestros guardas y Porteros, cuando este conquistador rompió nuestras cerraduras y por fuerza entró?

¿Quién será éste, que tanto puede? Si éste fuera culpado, no sería tan osado; y si trajera alguna oscuridad de pecado, no resplandecerían tanto nuestras tinieblas con su luz.

Mas si es Dios, ¿qué tiene que ver con el infierno? Y si es hombre, ¿cómo ha despojado nuestro limbo?

¡Oh cruz, que así has burlado nuestras esperanzas y causado nuestro daño! En un madero alcanzamos toda, nuestras riquezas, y ahora en un madero las perdimos... 

¿Habrá sellado algún pacto con nuestro jefe? ¿Habrá conseguido vencerle y por eso llega en tal guisa a nuestro reino? Pero si murió y fué derrotado... ¡De buena burla ha sido objeto nuestro paladín en el mundo, que no consiguió advertir la ruina que nos traía a los infiernos!... 

¿Habrá emigrado el sol desde el cielo a estos lugares, puesto que ya no resplandece y, en cambio, el infierno se ilumina? ¿ Qué haremos? ¿Por dónde le atacaremos? Ni podemos defender nuestras duras cárceles ni encontrar  centinelas para nuestros antros. Mal nos va, sin poder ni oscurecer tanta luz ni dominar hombre tan valeroso. Peligran nuestras cabezas, tememos por nuestras vidas... 


B) Jesús, vencedor sobre el demonio

Cristo entonces, marchando contra los crueles ministros del castigo, castiga con fuerza divina sus escuadrones implacables. los verdugos sin entrañas, rechinando rabiosos sus dientes, y, al entrar el Fortísimo en los fuertes calabozos, son cerrados con cadenas férreas por el que es más fuerte que todos ellos». 

«Lo había predicho en la casa de ya el Señor: Nadie puede entrar en la casa  de un fuerte y saquearla si primero no ata al fuerte (Mc. 3,27).

Se ha realizado la frase del Apóstol: Al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos (Phil. 2,10). 

Caen rotas las cadenas del cautiverio de las almas que, saliendo del tártaro, imploran el reino de los cielos: 

Viniste ya, clementísimo Jesús. Socorre y perdona a estos desgraciados. Acalla ahora ¡oh Cristo!, las crueles amenazas y enmudece los gemidos de estos infelices. Redimiste a los vivos con tu cruz, salva a los difuntos can 'tu Muerte... Ya que estás aquí absuelve a los reos, y, mientras subes al cielo, protege a los tuyos... Sólo tú has podido quebrantar la cabeza del dragón, rompiendo también las puertas de bronce y los candados férreos. Abrenos te pedimos, esa puerta. No nos vuelva a faltar la luz piadosa, y, si te tornares a tu cuerpo lleno de majestad, no nos, abandones en el infierno, privados de tu valimiento... 

Oídos tales ruegos, puesta en orden la justicia, precipitados los demonios a lo más hondo del piélago, salió en este día nuestro Rey triunfante y coronado, sin dejar de cumplir su oficio de candidato (el candidato al recibir su cargo recibía también el poder de indulto), ya que toda una muchedumbre de santos marchó regocijada con su Príncipe... 

Torne, pues, el Triunfador nuevamente vivo al estadio, para que conozca todo el mundo que Cristo ha regresado de los infiernos. Gloríense los creyentes. Aplaudamos todos. 



Notas

1.- Algunas expresiones parecen unir el infierno de los condenados; y el limbo de los justos, pero el lector sabrá entenderlas y recordar que en la misma Escritura el sheol no aparece como lugar de descanso, sino como algo triste. 

Boletín Dominical 4 de abril


TIEMPO PASCUAL

Día 4 de Abril, Domingo de Pascua

de Resurrección


Doble de I clase con octava. Orn. Blancos

El tiempo Pascual empieza con la misa del Sábado Santo y termina ocho semanas después en la fiesta de la Santísima Trinidad. Es todo él como una fiesta ininterrumpida en la que celebramos la Resurrección del Señor, sus distintas apariciones, su Ascensión a los cielos, la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y el nacimiento de la Iglesia. Es éste tiempo de inmensa y profunda alegría espiritual, por que Cristo ha vencido a la muerte con su gloriosa resurrección, que es prenda de la nuestra.

Habiendo muerto Jesús en la cruz y resucitado en la Pascua judía, y debiendo los ritos mosaicos ceder lugar a estos santos misterios, ya que no eran más que figuras de ellos, quiso la Iglesia conservar para la Pascua el modo de contar de los judíos. El concilio de Nicea, el año 325, decretó que la Pascua se celebrase siempre el domingo siguiente al primer plenilunio de primavera, el cual oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Esta oscilación en la fecha de Pascua es la que produce la movilidad de todas las fiestas y domingos pertenecientes al ciclo temporal y a todo el año eclesiástico, si se exceptúan los de Adviento y Epifanía. El Tiempo Pascual es como imagen del cielo, un anticipo de la Pascua eterna para la que fuimos creados, y por la que luchamos en esta vida

El punto culminante y más glorioso de la vida de Cristo, la prueba más irrefragable de su Divinidad y la base más inconmovible de nuestra fe es su victoria sobre la muerte, su propia Resurrección. Por eso dice San Pablo que es el fundamento de nuestra fe. “Si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe”, dice en la primera carta a los Corintios. (Continúa)





Es la Resurrección el argumento central de la predicación de los apóstoles y el mayor milagro de Cristo. El tránsito de Cristo de la muerte a la vida y de la tierra al cielo (Pascua significa Tránsito), es la consagración de su victoria ganada contra el mundo, el demonio y la carne pecadora. Para esto se había encarnado el Hijo de Dios, para esto había sufrido muerte de cruz. De derecho también nosotros hemos resucitado con Jesús, y la virtud de Cristo va obrando en nuestras almas, y la fe en El, sentida y practicada, nos hará pasar de la muerte del pecado a la vida de la gracia, y al final de esta vida temporal nos hará pasar de la vida de la gracia a la de la gloria, tanto más esplendorosa y feliz cuanto más intensa haya sido nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad. Por eso el martirologio romano llama a este dichoso día de la Resurrección la “Solemnidad de las solemnidades y nuestra Pascua.”

“Este es el día que ha hecho el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él”, porque formando un cuerpo místico con Cristo, hemos de estar necesariamente donde está nuestra Cabeza, y pues, Él resucitó, también nosotros, dice San Pablo, hemos de resucitar con Él. 

Creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable. Así sea.”