sábado, 17 de abril de 2021

Boletín Dominical 18 de abril


Día 18 de Abril, Domingo II de Pascua.

Doble. Orn, Blanco.

Este domingo suele llamarse del Buen Pastor, del cual habla la Epístola y el Evangelio. La parábola del buen pastor fue pronunciada por Jesús después de curar al ciego de nacimiento. Habiendo expulsado los judíos a este ciego de la sinagoga, Cristo le ofrece como asilo su Iglesia y compara a los fariseos a los malos pastores que abandonan sus ovejas. La alegoría del Buen Pastor ha sido siempre muy saboreada por las generaciones cristianas, y por eso vemos tantas veces representado a Cristo en las catacumbas del siglo II y III como Buen Pastor que carga con la oveja perdida.

Dice San Pedro, a quien Jesús resucitado constituyó cabeza y Pastor de su Iglesia, que nosotros, conforme a lo dicho por Isaías, “éramos ovejas descarriadas” que habíamos perdido el camino de la vida eterna, pero ahora “hemos sido reducidos al que es Pastor y guardián solícito de nuestras almas”, que nos dio vida con su muerte. Y pues padeció por nosotros, justo es que sigamos sus huellas.

Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, dice Jesús (Evangelio). Y éste Buen Pastor, que se inmoló por nosotros, vertiendo toda su sangre para rescatarnos de las garras del lobo carnicero, sigue ofreciendo en el altar su sacrificio y se nos da en la sagrada Comunión para alimento espiritual de nuestras almas. ¿Puede darse mayor amor? ¿Puede concebirse mayor y más total entrega? ¡Y esto hace Jesús, nuestro Dios humanado! 

Sin duda que al oír los fariseos esta parábola pensaron que Jesús se aplicaba la profecía de Ezequiel cuando dice entre otras cosas: “yo mismo apacentaré mis ovejas. Buscaré la que se había perdido, tornaré la que andaba descarriada; a la herida curaré…levantaré sobre ellas un solo Pastor.”





21 de Abril: San Anselmo. 

Obispo Confesor y Doctor de la Iglesia.

Nacido en un castillo de Aosta (Italia), de noble y cristiana familia, a los 26 años se hizo monje en la abadía benedictina de Bec, en Normandía. Fue de clara inteligencia, teólogo profundo y piadoso que no solo ilumina la inteligencia con sus escritos, sino que enciende el corazón en el amor de Dios. Escribió acerca de Dios y sus atributos. Nombrado obispo de Cantorbery y Primado de Inglaterra, lucho por la libertad de la Iglesia y sus derechos contra dos monarcas ingleses que le arrebataban sus bienes. Antes de ser nombrado Arzobispo en 1092 había dicho a Guillermo el Rojo: "No te empeñes en unir un toro con un cordero, porque no podrán trillar.” San Anselmo aconsejó, amenazó y terminó lanzando el rayo del anatema. Tenía la energía indomable de San Gregorio VII. Murió en 1109, a los setenta y seis años de edad.







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