COMENTARIO AL EVANGELIO
DOMINGO II DESPUÉS DE PASCUA
En aquél tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas. Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Juan X, 11-16
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA
Cualidades del buen pastor
El Santo en este sermón, llevado de su intensa afectividad, hace algunas digresiones, que respetaremos (cf. Divi THOMAE A VILLANOVA Opera Onmnia, t.2 [Matiilae 1891] dom. II Pasch.).
A) Los pastores y el Pastor
El Señor, ante la excelencia de las almas, rescatadas con su sangre y llevadas en vaso tan frágil, no las quiso abandonar a nuestra prudencia, sino que constituyó numerosos custodios de esa ciudad, ángeles, por ejemplo, y sacerdotes, aunque en realidad, si Dios no la defiende, inútilmente vigilas todos (Ps. 126,2). El es, realmente, el Pastor supremo.
Eligió los pastores de su Iglesia por medio de la vocación, a la que debemos corresponder cooperando a la gracia. Ojalá Dios obrase siempre como el día de Pentecostés, produciendo serafines en la tierra! Pero hoy no lo hace tan directamente, y hay hombres que se oponen al llamamiento divino y no quieren salir responsables de pecados ajenos, mientras que otros se atreven a llegar al sacerdocio con su cuenta y razón, y merecen la respuesta del Señor a Pedro: Retírate de mi, Satanás (Mt. 16,23).
En cambio, Cristo nuestro Señor, que rarísimamente se alaba de sus virtudes, se alabó de ser el buen Pastor. Pero un buen Pastor que se diferencia del mercenario
«Póngase un ejemplo del pacto del demonio con ciertos pastores. —Toma la oveja y dame su lana. —Tú, ¿ qué quieres? —Su alma. — Yo quiero su provecho. —Pues dame las almas, termina el demonio, y quédate tú con la ganancia, Este es el diálogo entre Satán y el mercenario.
B) Cualidades
a) ALIMENTA A SUS OVEJAS
1. Con el pasto corporal, ya que El creó todo cuanto nos sostiene.
2. Con el espiritual de su doctrina e inspiraciones, pues el hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4,4).
3. Con el alimento de la gloria, donde Dios mismo es manjar.
Comentando el versículo: Dime tú, amado de mi alma, dónde pastoreas, dónde sesteas al mediodía (Cant. 1,7), se extiende en afectos, y presenta al alma, que, en medio de los peligros de la noche de este mundo, quiere buscar los pastos en pleno día. Estos pastos son el mismo Señor, monte lleno (E.. 34,14; Ps. 67,16).
b) CONOCE A SUS OVEJAS
«Hablad alto contra los prelados irresidentes». Dios lo conoce todo, pero con ciencia de aprobación sólo conoce a los buenos, a quienes se puede aplicar la frase de San Pablo (2 Cor. 1,22) Nos ha sellado y ha depositado las arras Espíritu en nuestros corazones. «Las trazas por donde Dios nos conoce son las de sus ojos, y la luz de la faz divina es la fe en Cristo. Esta es la señal por la que el Padre nos conoce». En cambio, hay quien lleva la señal de la bestia del Apocalipsis.
En una alegoría un tanto exagerada dice que lo mismo que pertenecían a Jacob sólo las ovejas de colores variados, lo que conseguía poniendo varas de distintos colores en los canales del agua, sólo pertenecen a Cristo aquellas ovejas que se distinguen por los variados colores de la virtud, conseguida plantando las varas descortezadas de todo afecto mundano en los canales, que no son otra cosa sino las llagas del Señor. «Los arcaduces son esas fuentes llenas de sangre divina, las llagas del Redentor. ¿Queréis que nazca en vosotros un buen pensamiento, y concebir un buen deseo, y llegar a transformarlo en obra buena? Plantad vuestros ramos en esa acequia». Cuando concebís buenos deseos, el demonio pone todos sus esfuerzos y obstáculos para que nazcan. He aquí el remedio: Plantadlos en aquel canal, «poned vuestros santos pensamientos y deseos en aquella agua sagrada de la pasión del Señor, y veréis como no serán estériles. Acordaos de lo que Jesucristo sufrió por vosotros, y os será fácil sufrirlo todo por El (Hebr. 12,3)».
C) DEFIENDE A LAS OVEJAS
Como un nuevo David, el pastor que luchó con los leones Y después fué rey, Cristo luchó primero y después fué coronado.
C) El mercenario y el ladrón
El primero no defiende a las ovejas ni se ocupa de otra lucro. El segundo las roba, las cosa que no sea el propio mata y entra por la ventana de la simonía. Examinen los gobernantes a qué clase pertenecen.
D) Cualidades del buen pastor humano
a) LA CARIDAD
A San Pedro no se le dió el gobierno hasta después que contestó que amaba al Señor. «El pastor dice, como en el Cantar dé los Cantares: Negro soy (1,5), esto es, lleno de mil preocupaciones y distracciones, pero hermoso, por mi intención y caridad. Negro como las tiendas de Cedar, embarazado de cuidados y asuntos como los hijos del siglo. Pero la caridad me hermosea como a las tiendas de Salomón, y me parezco a Cristo en su carne mortal, que por culpa de los hombres padeció humillaciones, y su amor le oscureció hasta reducirle a la forma de esclavo, forma de un buen prelado, que no busca su interés».
b) VIGILANCIA
Sobre tus murallas, ¡oh Jerusalén!, he puesto centinelas que no se callarán ni de día ni de noche (Is. 62.6). No tenga que despertar el Señor a ningún Simón dormido.
c) LA CIENCIA
1. Los fieles buscan en sus pastores el pasto de la doctrina, espiritual
Hace falta ciencia que pueda guiar a las ovejas hacia unos pastos que no son otra cosa sino la doctrina de su. pastor. La doctrina no cede al ejemplo, ni viceversa. Las presbíteros que presiden bien sean tenidos en doble honor, sobre todo /os que se ocupan en la predicación y en la enseñanza (1 Tim. 5,17).
Las gentes, llevadas de su sed, corren hacia el clero, donde piensan encontrar fuentes fecundas de doctrina y consolación, ya que éste es el Único fin de la dignidad eclesiástica «Los cansados, las asqueados por los trabajos de este mundo, recurren a los hombres espirituales para pedirles la palabra de Dios; pero, ¡ay, oh santa Iglesia, madre mía!, tus funcionarios son como la langosta (N'ah. 3117), los que debían alimentar a los pueblos son precisamente los que les abruman con impuestos Y los despojan. ¡Oh pastores, trocados en espantapájaros, ni siquiera sabéis silbar para reunir a las ovejas! Podían haber sido confiadas lo mismo a una estatua de mármol... ¡Y qué cuenta tendrán que dar de estas almas, por las que Jesucristo sufrió suplicios tan grandes!
2, Ni conozco mi conciencia ni conozco la del prójimo
«¡Ah, si hubieses recogido a los pies de la cruz del Salvador las gotas de su sangre que caían y, después de depositadas en un vaso de cristal, las llevase conmigo y me viese obligado a transportarlas con frecuencia de una parte a otra. cuál no sería mi preocupación en tan gran peligro! Pues bien, yo he recibido el cuidado de un depósito que un sabio comprador, la Sabiduría misma, pagó con esa sangre divina, y tengo ese tesoro en unos vasos muy frágiles, rodeados de muchos mayores peligros que los vasos de vidrio. Y lo que hace llegar al colmo mi preocupación y mi temor es que, teniendo que velar por mi conciencia y la del prójimo, no conozco ni la una ni la otra. Ambas son para mí un abismo insondable, noche profunda, y, sin embargo, se me exige que las guarde, y sin cesar se me está gritando: Centinela, ¿qué hay de la noche? (Is. 21,11), sin que pueda contestar lo que Caín: ¿Soy acaso el guarda de mi hermano? (Gen. 4,9)».
«Sin embargo, me parece que los prelados son dignos de excusa, si ponen todo su cuidado en una justa vigilancia, con toda longanimidad y doctrina (2 Tim. 4,2)».
San Gregorio resume todas las virtudes del pastor en la ciencia, el cele, la paciencia y la inocencia.
d) EL CELO
Moisés era hombre suave y, no obstante, un día vertió la sangre de su pueblo. No sé qué admirar más, si el vivo dolor que le costó o su celo por vengar a Yavé. De este celo saldrá un día responsable ante el Señor, porque llegará el momento en que Cristo deponga ante el Padre su dominio para que sea Dios quien lo rija y gobierne todo definitivamente. En aquel momento «el pastor de los pastores pedirá a éstos cuenta de sus ovejas. Cuando haya colocado su reino en las manos del Padre, despojándose de todo poder y principado, según las palabras del Apóstol..., entonces todos seremos simples individuos, y el juez divino pedirá a los pastores cuenta severa de su ministerio, mostrando al Padre las heridas que fueron precio de adquisición de las ovejas que un día llevó sobre sus hombros. Y los que un día las pisotearon serán entonces pisoteados».
e) LA INOCENCIA
Dios busca un hombre que sirva de muro entre El y nosotros (Ez. 22,30); ese hombre es el sacerdote, y ¿cómo lo podrá ser sin gran pureza? Moisés y Abrahán discutieron con Dios para conseguir misericordia sobre sus pueblos y gentes (Ex. 32,32; Gen. 18, 25). «Caridad excesiva en su valentía, que no era otra cosa, sino una oración». Así debe ser la oración pura del sacerdote. Se solía decir a los antiguos, al hablar de prelados y religiosos, que eran más resplandecientes que la nieve (Thren. 4,7). ¡Qué belleza la de su brillo! Pero sus rostros se volvieron negros como el carbón, y nadie les conocía en las plazas públicas (ibid., 8). ¿Nos ocurrirá eso a nosotros, y nuestro fervor primitivo se verá trocado en tristeza negra?
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