domingo, 28 de febrero de 2021

Sermón Domingo Segundo de Cuaresma


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Lección

Hermanos: Os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que según aprendisteis de nosotros el modo en que habéis de andar y agradar a Dios –como andáis ya– así abundéis en ello más y más. Pues sabéis que preceptos os hemos dado en nombre del Señor Jesús. Porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os abstengáis de la fornicación; que cada uno de vosotros sepa poseer su propia mujer en santificación y honra, no con pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que nadie engañe ni explote a su hermano en los negocios, porque el Señor es vengador de todas estas cosas, como también os dijimos antes y atestiguamos; porque no nos ha llamado Dios a vivir para impureza, sino en santidad.

I Tesalonicenses IV, 1-7


Evangelio

En aquél tiempo: tomó Jesús a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte. Y se transfiguró delante de ellos: resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he ahí que se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él. Entonces, Pedro habló y dijo a Jesús: “Señor, bueno es que nos quedemos aquí. Si quieres, levantaré aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés, y otra para Elías”. No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo a Él”. Y los discípulos, al oírla, se prosternaron, rostro en tierra, poseídos de temor grande. Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo: “Levantaos; no tengáis miedo”. Y ellos, alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban de la montaña, les mandó Jesús diciendo: “No habléis a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.

Mateo XVII, 1-9


sábado, 27 de febrero de 2021

San León Magno: Lecciones sobre la Transfiguración



COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA

 

En aquél tiempo: tomó Jesús a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte. Y se transfiguró delante de ellos: resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he ahí que se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él. Entonces, Pedro habló y dijo a Jesús: “Señor, bueno es que nos quedemos aquí. Si quieres, levantaré aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés, y otra para Elías”. No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo a Él”. Y los discípulos, al oírla, se prosternaron, rostro en tierra, poseídos de temor grande. Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo: “Levantaos; no tengáis miedo”. Y ellos, alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban de la montaña, les mandó Jesús diciendo: “No habléis a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.

Mateo XVII, 1-9


SAN LEÓN MAGNO 

Lecciones de la transfiguración 

Insertarnos las ideas 3, párrafos .principales del sermón 51, del cual se lee en la presente dominica y en el sábado de las témporas de Cuaresma. Saltan a la vista las distintas aplicaciones, entre las que sobresalen la preocupación cristológica de este Papa, su concepto de Cuerpo místico y la encendida peroración final sobre el Salvador. 


A) Las dos naturalezas

La lectura de este evangelio, que de los oídos del cuerpo ha llegado a los del alma, nos invita a penetrar este misterio. El Señor predicó siempre la existencia de dos naturalezas en El, y sin esta fe nadie puede salvarse. 

Para confirmarnos más y más en esta doctrina, preguntó a los apóstoles cuál era su opinión personal, y cuando Pedro, superan. do lo que veía de temporal y humano, confesó, movido por el Padre, la gloria de la Divinidad, fué premiado al ser constituido en piedra inconmovible sobre la que se había de asentar la Iglesia. 

"Mas la grandeza de este concepto (de Pedro) alabado por el Señor, necesitaba ser adoctrinada todavía sobre otra inferior naturaleza, para que no ocurriese con la fe de los apóstoles que, purificada lo suficiente para confesar la divinidad de Cristo, estimase, en cambio, incompatible e indigno de un Dios llevar la carga de nuestra debilidad y creyese glorificada en El la naturaleza humana, hasta el punto de no poder sufrir los tormentos ni padecer la muerte." 

Por ello, apenas hubo Pedro confesado la fe en la divinidad de Jesús, pasó el Señor a hablar de su futura muerte, y cuando el mismo apóstol guisó disuadirle de ello, fué reprendido, y, con la misma idea, "todas las exhortaciones que siguen van ordenadas a enseñarnos que los que quieran seguirle se han de negar así mismos y reputar en poco la pérdida de los bienes terrenos ante la esperanza de los celestiales, porque aquel salvará, finalmente, su alma que no tema perderla por Cristo".


B) Fines de la transfiguración 

a) EL CIELO, ALIENTO EN EL SUFRIMIENTO

Para que los apóstoles concibiesen con toda su alma esta dichosa fortaleza, no temblasen ante la aspereza de la cruz, no se avergonzasen de la pasión de Cristo y no tuviesen por denigrante el padecer, pues de tal modo superarían los suplicios y las torturas que no perderían la gloria del reino, tomó Jesús a Pedro. a Santiago y a Juan, su hermano (Mt. 17,1), y, subiendo con ellos solos a un monte elevado, les manifestó el resplandor de su gloria, porque, aunque creían en la majestad de Dios, sin embargo, ignoraban el poder del cuerpo, bajo el que se ocultaba la Divinidad... Pues aquella inefable e inaccesible visión de la misma Divinidad que se reserva en la vida eterna para los limpíos de corazón, de ninguna manera podían verla y comprenderla los que estaban revestidos aún de la carne mortal." 


b) EVITAR EL ESCÁNDALO DE LA CRUZ

"Con esta transfiguración pretendía especialmente sustraer el corazón de sus discípulos del escándalo de la cruz y evitar que la voluntaria ignominia de su pasión hiciese flaquear la fe de los mismos a quienes iba a manifestar la excelencia de su dignidad oculta." 


C) ESPERANZA DEL CUERPO MÍSTICO 

"Fundamentábase asimismo con providencia no menor la esperanza de la santa Iglesia al reconocer la transformación con que iba a ser agraciado el Cuerpo (místico) de Cristo, pues cada miembro puede prometerse participar de la gloria que con anterioridad resplandeció en la cabeza. Lo cual ya antes había sido predicho por el Señor cuando hablaba de la majestad de su venida: Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre (Mt. 13,43); y lo confirmó el apóstol San Pablo, al decir: Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros (Rom. 8,18). Y en otra parte: Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces también os manifestaréis gloriosos con El (Col. 3,3)". 


C) Sufrir antes de reinar 

"Animado, pues el apóstol Pedro con la revelación de estos misterios, despreciando las cosas mundanas y hastiado de las terrenas, sentíase arrebatado en un como éxtasis por las cosas celestiales, y, lleno de gozo por la contemplación, quería morar allí con Jesús, en donde se regocijaba con la visión de su gloria Esto es lo que le mueve a exclamar: Señor, ¡qué bien están, aquí! Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, una par. . Moisés y otra para Elías. Pero el Señor no contestó nada a semejante insinuación, como indicando que, sin ser malo, era de; ordenado lo que pedía, ya que el mundo no puede salvarse sino, con la cruz de Cristo, y a ejemplo del Señor debe acomoda, la fe de los creyentes, para que, aun sin dudar de las promesas de la bienaventuranza. entendamos que, entre las tentaciones de esta vida, antes hemos de pedir el sufrirlas que su gloria, pues la felicidad de reinar de ningún modo puede preceder al tiempo del sufrir." 


D) El testimonio del Padre 

Cuando todavía estaba hablando, una nube resplandeciente los envolvió y se oyó una voz entre la nube que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle (Mt. 17,5). Presente estaba el Padre en su Hijo, y de aquella claridad del Señor que había sido mostrada a los discípulos, no se separaba del Unigénito la esencia del Engendrador; pero para expresar mejor la propiedad de cada persona, como el resplandor del cuerpo mostraba el Hijo a los ojos, así la voz de la nube manifestaba el Padre al oído. Escuchada esta voz, los discípulos cayeron sobre sus rostros y temieron mucho, no sólo por la majestad del Padre, sino también por la del Hijo; con un conocimiento superior comprendieron que era una misma la divinidad de ambos, y porque ninguna duda había en su fe, también usó distinción en su temor... 

Amplio y completo fué aquel testimonio, y entendido mejor por el significado de las palabras que por el sonido de la voz. Al decir el Padre: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle, ¿no entendieron, evidentemente, que éste es mi Hijo, que procede de mí y vive conmigo sin razón de tiempo? Porque ni el Engendrador es anterior al Engendrado, ni el Engendrado es posterior al Engendrador. Este es mi Hijo, a quien la deidad no separa o hace distinto de mí, ni el poder le hace otro, ni la eternidad contrario. Este es mi Hijo, no adoptivo, sino propio; no creado de otra parte, sino engendrado por mí; ni hecho semejante a mí siendo de distinta naturaleza, sino que, siendo de mi misma esencia, nació igual a mí. Este es mi Hijo, por quien todas las cosas fueron hechas, y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho (Io. 1,3), porque todo lo que yo hago, igualmente lo hace El, y todo lo que obro lo obra El inseparablemente conmigo. El Padre está en el Hijo, y en el Hijo el Padre, y nunca hay división en nuestra unidad, y aun siendo yo distinto en cuanto engendré, a El en cuanto engendrado, sin embargo, no podéis vosotros pensar cosa distinta de El que lo que podáis pensar de mí. Este es mi Hijo. La igualdad que conmigo tiene no la consiguió por robo ni usurpación. sino que permaneciendo en la misma suerte de gloria que yo, para llevar acabo la determinación acordada por ambos de redimir al género humano, rebajó su inamisible divinidad hasta tomar la apariencia de esclavo"... 


E) Oíd a Jesús
 
"Oíd, pues, a éste con fe firme, en quien me complazco sobremanera y en cuya predicación me revelo, en cuya humildad soy clarificado. El es la verdad y la vida. El es mi misma virtud y sabiduría. Oíd a éste, al que anunciaron los secretos de la ley, al que cantó la boca de los profetas. Oíd a éste, que redime al mundo con su sangre, aherroja al diablo y destruye sus poderes; que cancela el decreto del pecado y los pactos de la prevaricación. Oíd a éste, que facilita el camino del cielo y por el suplicio de la cruz nos prepara los escalones para subir al reino. ¿Por qué teméis por vuestra redención? ¿Por qué tembláis, como enfermos, por vuestra salvación? Hágase la voluntad de Cristo, que es la mía. Despojaos del miedo carnal y revestíos de la fiel constancia. Es irracional el que temáis por la pasión del Salvador, cuando en virtud de sus méritos no temeréis ni la propia muerte". 

Boletín Dominical 28 de febrero


Día 28 de Febrero, Domingo II de Cuaresma

Doble- Privilegiado de I clase- Ornamentos Morados

Para que trabajemos con entusiasmo por alcanzar la pureza del corazón, motivo por el cual inculca tanto la Iglesia la penitencia en este tiempo de Cuaresma, ya que la penitencia purifica, es que se nos lee hoy en la Epístola la maravillosa exhortación de San Pablo a los Tesalonicenses, animándolos a conservarse puros e incontaminados de toda impureza.

El Evangelio, al hablar de la Transfiguración, es apropiado a éste tiempo, ya que Moisés y Elías ayunaron cuarenta días, como N.S.J.C.  Y como testigos lleva consigo Jesús a los tres Apóstoles más amados, para que la gloria de la Transfiguración contrarreste luego el escándalo de la Cruz. 

El Corazón de Jesús ardía dulce y sosegadamente; pero su amor levantaba llamas inmensas que penetraban su Ser. Pronto esas llamas luminosas, atravesando el tenue velo de la carne, se mostraron gloriosas en su cuerpo. El valor y el uso de los sacramentales.

Si hacemos uso de los sacramentales, como ellos deben ser usados reconociendo, por la fe, la eficacia de la bendición de la iglesia, la cual fue fundada por el Mismo Dios, nuestros actos serán más agradables a Dios, y los sacramentales nos aprovecharan con largueza. Si usamos del crucifijo, de una medalla, esperando que por la Gracia de Dios ello nos preserve del mal, no es esto supersticioso.

No obstante, debemos acordarnos de que los sacramentales no tienen poder por sí mismos. Ellos tienen poder solamente a través de la oración de la Iglesia que usa de la autoridad dada por Cristo.

Si uno usa a los sacramentales con el espíritu de aquellos que los mira como poderosos en sí mismos, sin referirse para nada a Dios o a la Iglesia, o su propio estado de gracia, este es supersticioso.

Debemos usar los sacramentales constantemente. Todos los hogares cristianos deberían tener agua y candelas benditas. Todos los cristianos deben recibir tantas bendiciones cuanto fuesen capaces de ello. Todo hogar o predio cristiano debería ser bendecido. (Continua)



(Sigue) Además de que todo hogar católico debería tener un altar privado para concurrir a rezar, todas sus habitaciones deberían tener un Crucifijo.

Muchos hogares tienen la loable costumbre de mantener prendida una lámpara votiva, ya de aceite ya de cera, en el altar de la familia. En muchos hogares es costumbre el asperjar las camas con agua bendita antes de acostarse.

En cualquier problema, dolor, peligro, o tentación, el uso de los sacramentales es de gran beneficio. Todo católico debería tener su propio rosario bendito, y usarlo. Todo católico debe tener encima un crucifijo bendito, una medalla o el escapulario.

La Iglesia, a través del uso de los sacramentales, enseña a los fieles las verdades de la religión, excitando así buenos pensamientos y aumentando la devoción. Las verdades de nuestra fe son enseñadas por los sacramentales a través del sentido de la vista, así como las explicaciones las enseñan a través del oído. Los sacramentales son, entonces, un libro de dibujos que es usado como una ayuda en el aprendizaje de la religión.

A través del uso apropiado de los sacramentales podemos obtener gracias actuales, perdón de los pecados, remisión del castigo temporal, salud del cuerpo y bendiciones materiales y protección en contra los espíritus malignos.






domingo, 21 de febrero de 2021

Sermón Domingo Primero de Cuaresma

Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Lección

Hermanos: En cumplimiento de esa cooperación, a vosotros exhortamos también que no recibáis en vano la gracia de Dios, porque Él dice: “En el tiempo aceptable te escuché, y en el día de salud te socorrí”. He aquí ahora tiempo aceptable. He aquí ahora día de salud. Pues no (os) damos en nada ninguna ocasión de escándalo, para que no sea vituperado el ministerio; al contrario, en todo nos presentamos como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en prisiones, en alborotos, en fatigas, en vigilias, en ayunos; en pureza, en conocimiento, en longanimidad, en benignidad, en el Espíritu Santo, en caridad no fingida, con palabras de verdad, con poder de Dios, por las armas de la justicia, las de la diestra y las de la izquierda, en honra y deshonra, en mala y buena fama; cual impostores, siendo veraces; cual desconocidos, siendo bien conocidos; cual moribundos, mas mirad que vivimos; cual castigados, mas no muertos; como tristes, mas siempre alegres; como pobres, siendo así que enriquecemos a muchos; como que nada tenemos aunque lo poseemos todo.

II Corintios VI, 1-10



Evangelio

En aquel tiempo: Fué Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”. Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de. Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. Respondióle Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo esto si postrandote me adoras”. Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”. Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.

Mateo IV, 1-11

sábado, 20 de febrero de 2021

San Juan Crisóstomo: Cuatro Lecciones sobre la Tentación



COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA


En aquel tiempo: Fué Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”. Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de. Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. Respondióle Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo esto si postrandote me adoras”. Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”. Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.

Mateo IV, 1-11



SAN JUAN CRISÓSTOMO

Cuatro lecciones sobre la tentación

Entresacamos los siguientes párrafos del comentario del Santo al Evangelio de San Mateo (cf. Hom. 13 in Mt.: BAC, Homilias sobre San Mateo t.1 p.233-330; PG 30,207). 


A) La tentación de los buenos

Jesús fué impulsado al desierto por el Espíritu Santo, precisamente cuando acababa de descender sobre El en forma visible en el bautismo, para que ninguno de los bautizados se turbe si después de recibido este sacramento se ve acometido de tentaciones mayores.., Súfralas con ánimo genoroso y como la cosa más natural del mundo. Has recibido las armas para luchar, no para estarte mano sobre mano... , 

Dios no impide las tentaciones, primero para que te convenzas de tu propia fuerza: segundo, para que seas humilde, y no te engrías con los dones recibidos; tercero, para que el demonio, que puede andar dudando sobre si lo has abandonado o no, se persuada de ello; cuarto, para que te robustezcas hasta fortificarte como el hierro y entiendas el valor de los tesoros que se te han encomendado. De verte constituido en muy alto honor, el demonio no se hubiera molestado en acometerte. Por ello tentó a Adán y por la misma razón embistió contra Job... 

Entonces, ¿por qué el Señor nos dice: Orad, para que no entréis en la tentación? (1.4t. 26,41). Pues porque el Señor no fué espontáneamente al desierto, sino guiado por la Providencia, con lo cual se nos da a entender que no debemos lanzarnos en medio de la tentación y que, una vez puestos en ella, perseveremos con generosidad constante. 


B) Las tres tentaciones 

a) PRIMERA TENTACIÓN

Cristo se somete a la tentación como los luchadores, que para enseriar a sus discípulos bajan a la palestra. El demonio andaba perplejo ignorando si Jesús era Hijo de Dios o no. Por una parte, había oído el testimonio divino en el bautismo, mas, por otra parte, le veía como hombre. Así se acerca empleando palabras ambiguas, del mismo modo que tentó a Eva. En tuno y otro caso finge lo que no es verdad, para enterarse de lo que es. Se presenta muy taimado, y, en vez de decir, como parece lógico: "Si tienes hambre", se lo calla y deja traslucir que no rebaja a Cristo, cuyas grandezas conoce en parte; pero pretende halagar su vanidad diciendo: Si eres Hijo de Dios. 

¿Cuál es la actitud de Cristo? Confesar lo que tiene de flaco: No sólo de pan vive el hombre, y afirmar ante todo la necesidad natural. Satanás no olvida sus trampas. Comenzó en el para so su tentación por medio de la gula y aquí repite la misma faena. Muchos necios aseguran que todos los males del mundo nacen del estómago, pero Cristo nos enseña aquí que ni siquiera esta necesidad debe obligar al mal. También nos da la lección de que con el diablo no se puede transigir, ni aun cuando nos pida cosas indiferentes o buenas. ¿No mandó callar al demonio cuando le confesaba? (Le. 4,35). ¿No hizo lo mismo San Pablo? (Act. 16,18). 

Su última lección, reiterada después delante de los judíos, es la de no recurrir a milagros innecesarios. No hagamos nunca nada vanamente y sin causa."


b) SEGUNDA TENTACIÓN

Satanás vuelve a repetir: Si eres Hijo de Dios, continuando el mismo sistema empleado con Adán. Allí quiso indicar a nuestros primeros padres que andaban muy engañados en fiarse de Dios, pues si, en lugar de obedecerle, comían del árbol prohibido, se les abrirían los ojos. Ahora viene a decir al Señor: No hagas mucho caso de lo que has oído en el bautismo. Te ha. engañado la voz, y si no es así, preséntame una prueba de lo que eres. 

Cristo contesta mesuradamente, enseñándonos que conviene vencer al demonio, no con milagros, sino con paciencia y longanimidad, sin dejarnos llevar nunca por la ostentación y la vanagloria. 

También debemos observar cómo el demonio maneja los textos de la Escritura a su antojo. En el que utiliza no se habla del Mesías ni se le exhorta a que se tire por precipicio alguno. 

Jesús, en una y otra tentación, contesta sin descubrir quién. es, pues sus respuestas las pudo dar cualquier hombre. 


C) TERCERA TENTACIÓN

Los luchadores, cuando han recibido golpes fuertes y sangran por todos sus miembros, se revuelven de una a otra parte, sin saber por dónde herir. El demonio anda ya desquiciado y dice sin tino lo primero que se le presenta. 

El Señor se cansa y, al oír que Satanás blasfema contra el Padre, puesto que dice que el mundo es suyo y le pide que le adore, lo expulsa. 


d) RESUMEN

San Lucas (4,13) afirma que las tentaciones fueron consumadas, porque, en efecto, aquellas tres de gula, vanagloria y ambición compendian todas las principales. EL demonio, al presentarlas, va de menor a mayor, según suele observar siempre con los hombres y según hizo con el santo. Job. 

"¿Y cómo se han de vencer las tentaciones? Como nos enseñó el Maestro. Acudiendo a Dios, de Modo que ni el hambre nos envilezca, pues creemos en Aquel que con su palabra puede sustentarnos, ni tentemos a Dios en los mismos bienes que nos ha concedido, ni apreciemos los humanos, contentándonos con la gloria del cielo y despreciando lo que no es preciso para remediar nuestra necesidad... Nada hay que nos pueda entregar a Satanás como la avaricia. Hoy ocurre también que algunos, hombres por naturaleza, pero instrumentos de Satanás, nos dicen: Todo esto te daré si cayendo de hinojos me adorares". 

Vencida la tentación, los ángeles sirvieron a Jesús. Como sirvieron al pobre Lázaro cuando murió (Lc. 16,22), como te servirán a ti... 


C) Cerrar los oídos al demonio

¿Cuál' es la lección definitiva? "No dar al demonio absolutamente ningún crédito, cerrarle por completo los oídos y aborrecerle cuando nos halaga." 

"Nos tiene declarada guerra sin cuartel y pone más empeño en perdernos que nosotros en salvarnos... No hagamos nada de lo que a él le guste, y así cumpliremos lo que agrada a Dios." 

A Eva la engañó prometiéndole lo que no pensaba dar. Es su táctica. Tienta por medio de las riquezas y, si sale derrotado, es muy capaz de sumirnos en la miseria, como hizo con Job, y por cierto con poco seso, porque quien supo salir airoso de la tentación del oro, ¿cómo podrá pecar en la pobreza? 

A veces el demonio se sirve de nuestros propios familiares para que nos tienten, como ocurrió asimismo con aquel santo patriarca Job. Pero aunque un hermano, una esposa o un amigo nos inciten al mal, debemos rechazarlos. 

También suele el demonio usar palabras de conmiseración y benevolencia. Mas no le hagamos caso, porque, , el Señor nos azota, es porque nos ama. 

"Por consiguiente, si nos vemos rodeados de felicidad, pero en pecado dolámonos, porque siempre debemos dolernos de nuestras culpas, pero mucho más cuando no sufrimos mal alguno." Porque el castigo purga y es la llamada de Dios. 

Terrible cosa es vivir tranquilo y mal, porque a la postre llega el castigo, como le sobrevino a Faraón y a Nabucodonosor.


D) Certeza del infierno y castigo

La peroración final del Crisóstomo comienza con estas palabras: "Mas dirás: ¿quién ha venido del infierno a contarnos estas cosas?" Extiéndese seguidamente explicando la certeza de la fe, la necesidad de .un premio o castigo ultraterreno, y afirma que, si del infierno no ha venido nadie, por lo menos del cielo bajó Jesucristo para enseñarnos. La cuestión estriba en que observemos sus enseñanzas. 

Boletín Dominical 21 de febrero



TIEMPO DE CUARESMA

Día 14 de Febrero, Domingo I de Cuaresma

Doble- Privilegiado de I clase- Orn. Morados

Este Domingo es uno de los más solemnes del año litúrgico, porque antiguamente empezaba con él la santa Cuaresma. Por esto la estación se celebraba en la Catedral pontificia de San Juan de Letrán, centro religioso del mundo.

Jesús, después del bautismo en el Jordán, como preparación para la vida pública que iba a iniciar, se retiró 40 días al desierto que hay entre Jericó y los montes de Judá para dedicarse a la oración y la penitencia. Allí, queriendo Satanás averiguar si verdaderamente el Hijo de Maria era ciertamente el Hijo de Dios, se acercó a tentar a Jesús. Y primeramente como hizo con Adán y Eva y hace con los hombres, se dirige a los sentidos. Como Jesús tiene hambre, le dice que convierta las piedras en pan. Después se dirige a tentarle el orgullo y vanagloria, y por fin, de soberbia y avaricia. “Hæc omnia tibi dabo, si cadens adoraveris me”, le dice mostrándole los reinos del mundo y su gloria: todo esto te daré si postrándote me adorares.

Luzbel, que había sido el más hermoso de los ángeles, se había creído con derecho a la unión hipostática, que le habría sublimado a la dignidad de Hijo de Dios; y como tal pide ahora ser adorado por Jesús.

Muchos reparan solamente en el hecho, sin duda admirable, de que el Hijo de Dios fuese tentado por el demonio. Más no es esto lo principal. Lo más importante es que Jesús fuese tentado precisamente por su calidad de Hijo de Dios que venía a restaurar el reino de su Padre. 

A ejemplo de Jesús, con oración y penitencia ha de rechazar el cristiano todas las tentaciones.




Tiempo de Cuaresma

Si los cristianos hubiéramos renunciado definitivamente al pecado, la Cuaresma, con todo, sería tiempo de austeridad corporal, para acompañar el áspero ayuno de Jesús en el desierto y los tormentos acerbísimos que por nuestro amor padeció en su Pasión. Desgraciadamente la penitencia nos es necesaria, además, para purificar nuestro corazón tantas veces encenagado por el vicio. La cuaresma es el tiempo aceptable, estos son los días de salvación, en que Dios quiere devolvernos su gracia para que, muriendo ahora espiritualmente con N.S. resucitemos con Él en la solemnísima fiesta de Pascua. Ahora es, pues, tiempo de castigar la carne con el ayuno, hoy tan mitigado, y con las demás austeridades que practicaron los santos; al menos hay que abstenerse de los espectáculos, mundanos y poner freno a las pasiones que nos arrastran. Así hallaremos tiempo y ambiente espiritual para la meditación, para oír o leer la palabra de Dios, y para alguna obra de misericordia corporal o espiritual.





miércoles, 17 de febrero de 2021

Dom Gueranger: El Miércoles de Ceniza

  






MIÉRCOLES DE CENIZA


"Año Litúrgico"

Dom Gueranger


INVITACIÓN DEL PROFETA

Hervía ayer el mundo en los placeres, y los mismos cristianos se entregaban a expansiones permitidas; mas ya de madrugada ha resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta. Anuncia la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. Arriba, pues, cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor.

ARMADURA ESPIRITUAL

En esta lucha, empero, del espíritu contra la carne, hemos de estar armados, y he aquí que la Iglesia nos convoca en sus templos para adiestrarnos en los ejercicios, en la esgrima de la milicia espiritual. S. Pablo nos ha dado ya a conocer al pormenor las partes de nuestra defensa: "Ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para anunciar el Evangelio de la paz. Embrazad en todo momento el escudo de la fe y la esperanza de salvaros por yelmo que proteja la cabeza'". El Príncipe de los Apóstoles viene por su parte a decirnos: "Cristo padeció en la carne, armáos también vosotros del mismo pensamiento"'. La Iglesia nos recuerda hoy estas enseñanzas apostólicas, pero añade por su parte otra no menos elocuente, haciéndonos subir hasta el día de la prevaricación, que hizo necesarios los combates a que nos vamos a entregar, las expiaciones que hemos de pasar.

ENEMIGOS CON QUIENES HEMOS DE LUCHAR

Dos clases de enemigos se nos enfrentan decididos: las pasiones en nuestro corazón y los demonios por de fuera. El orgullo ha acarreado este desorden. El hombre se negó a obedecer a Dios. Dios le ha perdonado, con la dura condición de que ha de morir. Le dijo, pues: "Polvo eres, hombre, y en polvo te volverás". ¡Ay! ¿cómo olvidamos este saludable aviso? Hubiera bastado sólo él para fortalecernos contra nosotros mismos persuadidos de nuestra nada, no nos hubiéramos atrevido a quebrantar la ley de Dios. Si ahora queremos perseverar en el bien, en que la gracia de Dios nos restableció, humillémonos, aceptemos la sentencia y consideremos la vida como sendero más o menos corto que acaba en la tumba. Con esta perspectiva, se renueva todo, todo se explica. La bondad inmensa de Dios que se dignó amar a seres condenados a la muerte se nos presenta todavía más admirable; nuestra insolencia y nuestra ingratitud contra quien desafiamos en los breves instantes de nuestra existencia nos parece cada vez más para sentida, y la reparación que podemos hacer y que Dios se digna aceptar, más puesta en razón y salutífera.

IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

Este es el motivo que decidió a la Iglesia, cuando juzgó oportuno anticipar de cuatro días el ayuno cuaresmal, a iniciar este santo tiempo, señalando con ceniza la frente culpable de sus hijos y repitiendo a cada uno las palabras del, Señor que nos condenan a muerte. El uso, sin embargo, como signo de humillación y penitencia, es muy anterior a la presente institución y la vemos practicada en la antigua alianza. Job mismo, en el seno de la gentilidad, cubría de ceniza su carne herida por la mano de Dios, e imploraba de este modo su misericordia. Más tarde el salmista en la contrición viva de su corazón, mezclaba ceniza con el pan que comía y análogos ejemplos abundan en los Libros históricos y en los Profetas del Antiguo Testamento. Y es que vivamente sentían entonces ya la relación que hay entre ese polvo de un ser materialmente quemado y el hombre pecador, cuyo cuerpo ha de ser reducido a polvo al fuego de la divina justicia. Para salvar por de pronto al alma, acudía el pecador a la ceniza y reconociendo su triste fraternidad con ella, se sentía más a resguardo de la cólera de Aquel que resiste a los soberbios y tiene a gala perdonar a los humildes.

PENITENTES PÚBLICOS

El uso litúrgico de la ceniza el miércoles de Quincuagésima, no parece haberse dado en los comienzos a todos los fieles, sino tan sólo a los culpables de los pecados cometidos a la penitencia pública de la Iglesia. Antes de Misa se presentaban en el templo donde todo el pueblo se hallaba congregado. Los sacerdotes oían la confesión de sus pecados, y después los cubrían de cilicios y derramaban ceniza en sus cabezas. Después de esta ceremonia clero y pueblo se postraban en tierra y rezaban en voz alta los siete salmos penitenciales. Tenía lugar después la procesión en la que los penitentes iban descalzos; a la vuelta eran arrojados solemnemente de la Iglesia por el Obispo que les decía: "Os arrojamos del recinto de la Iglesia por vuestros pecados y crímenes, como Adán, el primer hombre fué arrojado del paraíso por su desobediencia." Cantaba a continuación el clero algunos responsorios sacados del Génesis, en los que se recordaban las palabras del Señor, que condenaban al hombre al sudor y trabajo en esta tierra ya maldita. Cerraba en seguida las puertas de la Iglesia. Y los pecadores no debían pasar sus umbrales hasta volver Jueves Santo, a recibir con solemnidad la absolución.

EXTENSIÓN DEL RITO LITÚRGICO

domingo, 14 de febrero de 2021

Sermón Domingo de Quincuagésima

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


 Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

Hermanos: Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Y aunque tenga (don de) profecía, y sepa todos los misterios, y toda la ciencia, y tenga toda la fe en forma que traslade montañas, si no tengo amor, nada soy. Y si repartiese mi hacienda toda, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, mas no tengo caridad, nada me aprovecha. El amor es paciente; el amor es benigno, sin envidia; el amor no es jactancioso, no se engríe; no hace nada que no sea conveniente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal; no se regocija en la injusticia, antes se regocija con la verdad; todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca se acaba; en cambio, las profecías terminarán, las lenguas cesarán, la ciencia tendrá su fin. Porque (sólo) en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando llegue lo perfecto, entonces lo parcial se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; mas cuando llegué a ser hombre, me deshice de las cosas de niño. Porque ahora miramos en un enigma, a través de un espejo; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, entonces conoceré plenamente de la manera en que también fui conocido. Al presente permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la caridad.

I Corintios XIII, 1-13


Evangelio

En aquel tiempo: Tomando Jesús, consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del hombre. Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él, y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará”. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba. Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó que era eso. Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”. Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!”. Los que iban delante, lo reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!”. Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: “¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!”. Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado”. Y en seguida vio, y lo acompañó glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Lucas XVIII, 31-43

sábado, 13 de febrero de 2021

San León Magno: La Cuaresma y la Pasión


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA


 En aquel tiempo: Tomando Jesús, consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del hombre. Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él, y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará”. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba. Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó que era eso. Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”. Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!”. Los que iban delante, lo reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!”. Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: “¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!”. Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado”. Y en seguida vio, y lo acompañó glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Lucas XVIII, 31-43



SAN LEÓN MAGNO

La Cuaresma y la pasión 


A) La cruz de la Cuaresma

De los diversos sermones cuaresmales de este gran Papa seleccionamos el noveno 147), que se lee en el Breviario el domingo de Pasión, pues se relaciona muy de cerca con el tenia de la cruz, que comentamos hoy. Completamos este sermón con otros pasajes del mismo Pontífice' (cf. Sermones escogidos, trad. de 1). Casimiro Sánchez Aliseda, ed. Aspas, Madrid). los números entre paréntesis indican el número del sermón en la Patrología latina de Migne (L54-56).


a) ESPÍRITU DE LA CUARESMA

«Bien sabemos, queridos hermanos, que, entre todas las solemnidades cristianas, el misterio pascual es el que ocupa el primer lugar, y para celebrarlo digna y convenientemente nos preparamos reformando nuestra vida durante todo el año; pero los días presentes nos exigen todavía una mayor devoción, dada su proximidad a los sublimes misterios de la misericordia. divina. Para estos días, los santos apóstoles, por inspiración del Espíritu Santo, ordenaron ayunos más rigurosos, con objeto de que, unidos a la cruz de Cristo, también suframos algo de lo que Cristo sufrió por nosotros, como dice el Apóstol: Si hijos, también herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El, para ser con El glorificados (Rom. 8,17). Podemos esperar seguros la bienaventuranza prometida si participamos de la pasión del Señor». 


b) LA CRUZ ES INEVITABLE

«A nadie, amadísimos, se niega la participación en esta gloria. aun en las circunstancias actuales, como si la tranquilidad y la paz nos privasen de la práctica de la virtud. Ya nos lo advierte el Apóstol: Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones (2 Tim, 3,12), y, por lo tanto. nunca faltarán las pruebas si no se abandona la práctica de la virtud. Y es el mismo Señor el que en sus exhortaciones nos dice: El que no toma su cruz y sigue en pos de mi no es digno de oir (Mt. 10,38). No cabe duda de que estas palabras iban dirigidas no sólo a los discípulos de Cristo, sino también a todos los fieles y a la Iglesia, que escuchaba toda ella su salvación en la persona de aquellos pocos, presentes entonces. 

Y del mismo modo que tenemos obligación de vivir piadosamente en todo tiempo. así también debemos llevar nuestra cruz, la que con razón se llama propia de cada uno, porque cada cual la soporta según sus disposiciones y peculiar capacidad. 

El nombre de la persecución es uno solo, pero la causa del combate no es una, y generalmente es más peligroso el enemigo que insidiosamente te acecha que el adversario declarado. El bienaventurado Job, enseñado por lo tornadizo de los bienes y males de este mundo, solía decir (Iob 7,11): ¿No es milicia la vida del hombre sobre la tierra? 'porque no sólo es acosada el alma fiel por los dolores y sufrimientos del cuerpo, sino que, aun suponiendo una salud completa corporal, padece también de enfermedad grave, tentada como es por el placer de la carne». 

Boletín Dominical 14 de febrero



Día 14 de Febrero de 2021, Domingo de Quincuagésima

Doble de II clase. Conm. S. Valentín, Mártir. Orn. Morados

¡Señor, que vea! Pide el ciego de Jericó al ir que pasa Jesús, Domine, ut videam! (Evangelio). ¡Señor, que vea! Pide la humanidad, doliente y ciega, de este mundo en ruinas que no sabe adonde va.

Solo Jesús con su doctrina es luz del mundo que ilumina las conciencias y los derroteros de los pueblos. Solo Jesús es amor, caridad y unión.

Digamos también nosotros como el ciego de Jericó, ¡Señor! Que vea bien en el camino de mi vida y no me aparte de la senda que lleva al cielo.

Hoy todo cristiano fervoroso acompaña a Jesús Sacramentado, expuesto en el templo, para desagraviarle de las injurias que se le infieren con los escándalos del Carnaval.



MIÉRCOLES DE CENIZA

Privilegiado de I clase. Orn. Morados.
Ayuno y Abstinencia

Para humillar nuestra soberbia y orgullo, y traernos a la memoria la muerte, que es pena del pecado, la Iglesia, siguiendo el ejemplo de los ninivitas, los cuales hicieron penitencia cubriéndose de ceniza y cilicio, pone hoy cenizas, hechas de los Ramos benditos del año anterior, sobre nuestras cabezas diciendo: “Acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te convertirás”.

El Papa Urbano VI, en el Concilio de Benevento, el año 1091, mandó que se pusiese la ceniza a todos los fieles, porque “Dios perdona los pecados a los que de ellos se duelen” (Introito).

Es rico en misericordia para los que se vuelven a Dios de todo corazón por el ayuno, las lágrimas y los gemidos (Epístola). Y no hemos de desgarrar, como los fariseos, nuestros vestidos, sino nuestros corazones (Epístola).







lunes, 8 de febrero de 2021

Sobre la Autoridad e Infalibilidad del Papa y del Magisterio de la Iglesia




SOBRE LA AUTORIDAD E INFALIBILIDAD 

DEL PAPA Y DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

(R.P. Pío Espina Leupold)


Sobre la potestad e infalibilidad del Sumo Pontífice se ha hablado mucho en nuestros tiempos, lo que se trata de hacer con esta compilación es traer a la memoria lo que la Santa Iglesia siempre ha enseñado sin interrupción a través de los siglos.

En la actualidad es común entre algunos grupos de “tradicionalistas” sostener que el Papa es infalible solo cuando no se equivoca (!), es decir, que no entendieron o no se enteraron acerca del dogma de la Infalibilidad Papal, el cual hay que afirmarlo con Fe Católica y no se puede negar pertinazmente sin apartarse por ello de la unidad de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Si el Papa es siempre infalible hasta que se equivoca, ¿qué nos vino a enseñar el Dogma de la Infalibilidad? Eso es cierto en todas las personas sin necesidad de dogma que lo afirme y sin necesidad de ser Papa, todos los seres humanos son infalibles cuando dicen verdades y no lo son cuando dicen lo contrario…

Entonces, ¿Cuál es el sentido del Dogma?

El verdadero sentido del Dogma nos lo da precisamente la misma Constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano, bajo el Papa Pio IX:


…Que el Romano Pontífice, cuando habla Ex Cathedra,- esto es, cuando cumpliendo con su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre fe y costumbres debe ser sostenida por la Iglesia universal-, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia. (D.1839).

 

Ex Cathedra, ¿Qué significa? ¿Qué para enseñar a la Iglesia debe estar sentado en la Catedra de Pedro físicamente? ¿Que debe estar revestido de ciertos ornamentos o rodeado de ciertas ceremonias? De ninguna manera. Solo debe ser Papa, es decir, sucesor legítimo de San Pedro, y con eso está cumpliendo con su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, cargo que recibió el día de su elección y aceptación a la Sede de Pedro; no importa que la enseñanza la dé en la Capilla Sixtina, en los jardines del Vaticano, o en un avión... 

Fe y costumbres, es decir que en el pronóstico meteorológico el Papa sí se puede equivocar, pero en lo que atañe a Fe y Costumbre no, no cabe equivocación alguna; y esto en el sentido estricto de la palabra “poder”, NO PUEDE, no es que no debe pero sí puede tener errores, como cuando uno dice que el hombre no debe pecar pero desgraciadamente puede caer en pecado, no es así; el Papa, un verdadero Papa, NO PUEDE enseñar el error; si lo enseña, no es ni nunca fue Papa.

Me dirán “estas juzgando al Papa, y eso no se puede”, contesto: No juzgo al Papa, juzgo un hecho (el error en este caso) que sale del lugar de donde no pueden salir errores, es decir, la Santa Sede, y constato que es un error incompatible con 19 siglos de Magisterio Eclesiástico anterior, entonces razono (Dios me dio el razonamiento para usarlo) : o esto es verdad y por ende lo anterior no lo es, o lo anterior es verdad y esto no lo es, no queda otra solución, no puede existir verdad en dos contradictorios, entonces se saca la conclusión lógica que es la que dice “si esta persona que dice ser Papa, se viste como Papa y vive donde vivieron siempre los Papas, dice esto que contradice 260 papas anteriores no es, y no pudo ser nunca Papa, ya sea porque hubo un vicio en la elección, ya sea porque él puso un óbice en su elección, ya sea lo que sea, pero el título que pretende tener no encaja con su misma definición.

Busquemos en cualquier diccionario serio la palabra Papa, ¿encaja la definición con un Bergoglio, (Francisco), con un Ratzinger (Benedicto XVI), Wojtila (Juan Pablo II), Montini (Pablo VI) o Roncalli (Juan XXIII)?

¿Estoy entonces juzgando al Papa? De ninguna manera. Estoy juzgando los hechos y enseñanzas de los que pretendieron y aun pretenden detentar falsamente el título de “Papas”, pero que en realidad nunca lo fueron, cotejándolas con aquellas que fueron hechas por los verdaderos Papas.

La promesa de Nuestro Señor es bien clara… “ego autem rogavi pro te ut non deficiat fides tua” (Lc. 22, 32) “he orado por ti, Pedro, para que tu fe no desfallezca; la fe de Pedro es indeficiente; si falla, una de dos, o falló la oración de Nuestro Señor, o es prueba de que el “Papa” que falló nunca fue verdadero Papa, pero decir lo primero es blasfemia, luego…

A continuación, un texto de una carta de San Bernardo al Papa Eugenio III enseñándonos la reverencia que le debemos al Papa, y luego, la compilación de textos del Magisterio de la Iglesia que vienen al caso, los que se irán ampliando con el tiempo, Dios mediante.


San Bernardo de Claraval

“¿Quién sois? Sois el gran sacerdote, el Sumo Pontífice; sois el Príncipe de los Obispos, el heredero de los Apóstoles…Pedro en la potestad; Cristo en la unción. Sois el hombre a quien se entregaron las llaves y se confiaron las ovejas. Ciertamente, hay otros que pueden abrir las puertas de los cielos y apacentar la grey; pero vos sois tanto más glorioso, cuanto mayor es la diferencia con que habéis recibido por encima de los demás ambos nombres. Ellos no tienen más grey que las que se les señala; cada cual tiene la suya; pero a vos se os han confiado todas juntas. Y no solo cuidáis de las ovejas, sino de todos sus pastores, siendo vos el solo y único mayoral… Del mundo tendría que salir quien quisiera buscar qué es lo que no está bajo tu cuidado. (De la Carta de San Bernardo al Papa Eugenio III, citada por S.S. Pio XII en su Encíclica Doctor Melifluus, 24-V-1953).


De la Carta Quod Semper, en que el Concilio de Sárdica transmitió las Actas a San Julio I. 

(Año 343-344)

Porque parecerá muy bueno y muy conveniente que de cualesquiera provincias acudan los sacerdotes a su cabeza, es decir, a la Sede de Pedro Apóstol. (D. 57e).


De la Carta 1 Directa ad decessorem, de San Siricio, Papa, a Himerio, obispo de Tarragona. 

(10-02-385)

Llevamos los pesos de todos los que están cargados; o, más bien, en nosotros los lleva el bienaventurado Pedro Apóstol que, como confiamos, nos protege y defiende en todo como herederos de su administración. (D. 87).


De la carta Manet Beatum del Papa San Bonifacio I a Rufo y demás obispos de Macedonia.

(11-03-422)

Nadie osó jamás poner sus manos sobre el que es Cabeza de los Apóstoles, y a cuyo juicio no es lícito poner resistencia; nadie jamás se levantó contra él, sino quien quiso hacerse reo de juicio. (D. 109c).


De la Carta 13 Retro Maioribus tuis del Papa San Bonifacio I a Rufo, obispo de Tesalia. 

(11-03-422)

…Al sínodo de Corinto… hemos dirigido escritos por los que todos los hermanos han de entender que no puede apelarse de nuestro juicio. Nunca, en efecto, fue lícito tratar nuevamente un asunto, que haya sido una vez establecido por la Sede Apostólica. (D.110).


Del discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III del Concilio de Éfeso. 

(Año 431)

A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesores, vive y juzga hasta el presente y siempre. (D. 112).


Memorial de profesión de fe, añadido a la Carta Inter ea quae, del Papa San Hormisdas, 

a los obispos de España.

(2-04-517)

Primordial salud es guardar la regla de la recta fe, y no desviarse en modo alguno de las constituciones de los Padres. Y pues no puede pasarse por alto la sentencia de Nuestro Señor Jesucristo que dice: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, etc. (Mt. 16, 18), tal como fue dicho se comprueba por la experiencia, pues en la Sede Apostólica se conservó siempre inmaculada la religión católica. (D. 172).


De la carta 26 Adeone te   del Papa Pelagio I a un obispo (Juan ?).

(Hacia el año 560)

¿Hasta punto tal, puesto como estás en el supremo grado del sacerdocio, te falló la verdad de la madre católica, que no te consideraste inmediatamente cismático, al apartarte de las Sedes Apostólicas? Tú, que estás puesto para predicar a los pueblos, ¿hasta punto tal no habías leído que la Iglesia fue fundada por Cristo Dios nuestro sobre el Príncipe de los Apóstoles a fin de que las puertas del infierno no pudieran prevalecer contra ella? (Mt. 16, 18). Y si lo habías leído, ¿Dónde creías que estaba la Iglesia, fuera de aquel en quien-y en él solo- están todas las Sedes Apostólicas? ¿A quiénes, como a él, que había recibido las llaves, se les concedió poder de atar y desatar? (Mt. 16, 19). Pero por esto dio primero a uno lo que había de dar a todos, a fin de que, según la sentencia del bienaventurado Cipriano que expone esto mismo, se muestre que la Iglesia es una sola. ¿A dónde, pues, tú, carísimo ya en Cristo, andabas errante, separado de ella, o qué esperanza tenías de tu salvación?  (D. 230)

domingo, 7 de febrero de 2021

Sermón Domingo de Sexagésima

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

Hermanos: Porque los tales son falsos apóstoles, obreros engañosos que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es, pues, gran cosa que sus ministros se disfracen de ministros de justicia. Su fin será correspondiente a sus obras. Digo otra vez: Nadie crea que soy fatuo; y si no, aunque sea como fatuo, admitidme todavía que yo también me gloríe un poco. Lo que hablo en este asunto de la jactancia no lo hablo según el Señor, sino como en fatuidad. Ya que muchos se glorían según la carne, también (así) me gloriaré yo; pues toleráis con gusto a los fatuos, siendo vosotros sensatos. Vosotros, en efecto, soportáis si alguno os reduce a servidumbre, si os devora, si os defrauda, si se engríe, si os hiere en el rostro. Para deshonra mía digo esto como si nosotros hubiéramos sido débiles. Sin embargo, en cualquier cosa en que alguien alardee –hablo con fatuidad– alardeo también yo. ¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son linaje de Abrahán? También yo. ¿Son ministros de Cristo? –¡hablo como un loco!– yo más; en trabajos mas que ellos, en prisiones más que ellos, en heridas muchísimo más, en peligros de muerte muchas veces más: Recibí de los judíos cinco veces cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado, tres veces naufragué, una noche y un día pasé en el mar; en viajes muchas veces (más que ellos); con peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los gentiles, peligros en poblado, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en vigilias muchas veces (más que ellos), en hambre y sed, en ayunos muchas veces, en frío y desnudez. Y aparte de esas (pruebas) exteriores, lo que cada día me persigue: la solicitud por todas las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién padece escándalo, sin que yo arda? Si es menester gloriarse, me gloriaré de lo que es propio de mi flaqueza. El Dios y Padre del Señor Jesús, el eternamente Bendito, sabe que no miento. En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía custodiada la ciudad de los damascenos para prenderme; y por una ventana fui descolgado del muro en un canasto, y escapé a sus manos. Teniendo que gloriarme, aunque no sea cosa conveniente, vendré ahora a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que catorce años ha –si en cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe– fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que el tal hombre –si en cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe– fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que no es dado al hombre expresar. De ese tal me gloriaré, pero de mí no me gloriaré sino en mis flaquezas. Si yo quisiera gloriarme, no sería fatuo, pues diría la verdad; mas me abstengo, para que nadie me considere superior a lo que ve en mí u oye de mi boca. Y a fin de que por la grandeza de las revelaciones, no me levante sobre lo que soy, me ha sido clavado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás que me abofetee, para que no me engría. Tres veces rogué sobre esto al Señor para que se apartase de mí. Mas Él me dijo: “Mi gracia te basta, pues en la flaqueza se perfecciona la fuerza”. Por tanto con sumo gusto me gloriaré de preferencia en mis flaquezas, para que la fuerza de Cristo habite en mí.

II Corintios XI, 19-33/XII, 1-9



Evangelio

Como se juntase una gran multitud, y además los que venían a Él de todas las ciudades, dijo en parábola: “El sembrador salió a sembrar su simiente. Y al sembrar, una semilla cayó a lo largo del camino; y fué pisada y la comieron las aves del cielo. Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no tener humedad. Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que nacieron juntamente con ella, la sofocaron. Y otra cayó en buena tierra, y brotando dio fruto centuplicado”. Diciendo esto, clamó: “¡Quién tiene oídos para oír oiga!” Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola. Les dijo: “A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás ( se les habla ) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan». La parábola es ésta: «La simiente es la palabra de Dios. Los de junto al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca afuera del corazón la palabra para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra, son aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz: creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan. Lo caído entre los abrojos, son los que oyen, mas siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurar. Y lo caído en la buena tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y guardan consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia».” 

Lucas VIII, 4-15

sábado, 6 de febrero de 2021

San Basilio: Los Peligros de la Pobreza y de la Riqueza




COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA


Como se juntase una gran multitud, y además los que venían a Él de todas las ciudades, dijo en parábola: “El sembrador salió a sembrar su simiente. Y al sembrar, una semilla cayó a lo largo del camino; y fué pisada y la comieron las aves del cielo. Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no tener humedad. Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que nacieron juntamente con ella, la sofocaron. Y otra cayó en buena tierra, y brotando dio fruto centuplicado”. Diciendo esto, clamó: “¡Quién tiene oídos para oír oiga!” Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola. Les dijo: “A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás ( se les habla ) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan». La parábola es ésta: «La simiente es la palabra de Dios. Los de junto al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca afuera del corazón la palabra para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra, son aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz: creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan. Lo caído entre los abrojos, son los que oyen, mas siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurar. Y lo caído en la buena tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y guardan consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia».” 

Lucas VIII, 4-15

 


SAN BASILIO 

La riqueza No intentamos agrupar ordenadamente los pensamientos de San Basilio. Seguimos su sermón tal y como fué pronunciado (Hom. 3, ad Lc. 12,16 ss. : PG 31,1744-1753). 


A) Peligros de la pobreza y de la riqueza

«Existen dos clases de tentaciones harto peligrosas, a saber, las desgracias, que prueban los corazones como el oro en el crisol (Sap. 3,6)..., y, lo que es muy frecuente, la prosperidad, porque tan difícil resulta guardar el alma elevada y limpia en medio de la miseria como no dejarse arrastrar hacia el menosprecio del prójimo en la abundancia». Job fué un ejemplo del que sabe triunfar en la adversidad, y el rico del Evangelio (Le. 12,18) un ejemplo de cómo corrompen las riquezas. 


B) Daños de la riqueza


a) INGRATITUD PARA CON DIOS

Había un hombre rico cuyas tierras le dieron una gran cosecha (Le. 12,16). «De Dios es de quien se reciben estos bienes... El manda llover sobre la tierra cultivada... Y ¿qué es lo que se encuentra después en el corazón del hombre? Dureza, odio y mezquindad para dar. Ni se le ocurre que es de la misma naturaleza que los demás, ni piensa en dis tribuir lo que le sobra entre los necesitados, ni escucha el clamor de los profetas y doctores que le dicen: No niegues un beneficio al que lo necesita (Prov. 3,27)». 


b) ANSIEDADES DE LAS RIQUEZAS

A medida que aumentan las riquezas del avaro van creándole nuevas preocupaciones. Oídle en el Evangelio. Sus palabras parecen las de un pobre: ¿Qué haré? (Le. 12,17). «Miserable por la fertilidad, más miserable por los bienes que recoge y más todavía por los que espera...; su avaricia no le permite sacar los que reunió, y la abundancia no le deja lugar para encerrar los nuevos». El rico se asemeja a un glotón, «que más quisiera reventar que dar lo que le sobra a los necesitados». 


c) ADMINISTRACIÓN INFIEL DE LOS BIENES DE DIOS

«Conoce, hombre, a tu bienhechor. Preocúpate de saber quién eres, qué bienes se te han entregado para que los administres, de quién los has recibido y por qué has sido tú preferido a otros muchos. Fuiste nombrado ministro de, Dios y administrador de tus consiervos. No creas nunca que todas las cosas fueron preparadas solamente para tu regalo, sino que has de disponer de tus bienes como si pertenecieran a otro. Te servirán de deleite durante algún tiempo; después desaparecerán, y a la postre te será exigida una cuenta detallada de todos ellos. Tú, en cambio, los vigilas con puertas y cerrojos.., y tomas consejo contra ti mismo, preguntándote: ¿Qué haré? Parece natural que te respondieras: Abriré mis graneros y calmaré el hambre de los pobres... Imitaré a José cuando daba voces: Todos los que necesitáis pan, venid a mí (Gen. 47,11)... Pero no. No eres así. ¿Por qué? Porque envidias a los hombres el uso de los bienes y, después de pensarlo, andas todavía preocupado, no en ver cómo dar a cada uno lo que necesita, sino en estudiar cómo acapararlo todo y privar a los hombres de sus frutos y utilidad». 

Iba a morir aquella noche y todavía se recreaba en sus riquezas. Dios «le permitió expresar con toda claridad sus pensamientos para que recibiera una sentencia digna de sus propósitos y deseos». 


d) LAS RIQUEZAS ACARREAN EL MAL A QUIEN LAS TIENE

Si el rico imitara a la tierra y diera fruto como ella, sería, para su propio bien, agricultura celestial; pero, en vez de ello, «se da la muerte a sí mismo enterrando sus riquezas,. Podría presentarse ante Dios rodeado de un pueblo que aclamara sus buenas obras, y por aspirar al necio honor que puede granjearle el dinero en este mundo, lo pierde todo, y prefiere contar las monedas de su bolsa a ser llamado padre de innumerables hijos ante Dios. «Dios te aprobaría, te alabarían los ángeles, todos los santos que han existido desde el principio te llamarían bienaventurado, recibirías la gloria eterna, la corona de justicia y el reino de los cielos como premio a la administración de los bienes corruptibles, y, por no cuidarte de ello, desprecias la gran esperanza, apegado a lo presente». 


e) DUREZA DE CORAZÓN EN TIEMPO DE CARESTÍA Y POBREZA

«No aumentes el precio de las cosas ni te aproveches de la necesidad para que valgan más de lo justo. Guárdate de esperar a abrir tus graneros para cuando se encarezcan las provisiones, porque al que acapara el trigo, le maldice el pueblo; sobre la cabeza del que lo vende caen bendiciones (Prov. 11,26). No provoques el hambre por amor al dinero: no produzcas la carestía por aumentar tus riquezas particulares. No intentes explotar las calamidades públicas y conviertas los castigos de Dios en granjería propia. Guárdate de enconar las heridas de los azotados. Pero no. Tú fijas tus ojos en el dinero y ya no miras a tus hermanos». San Basilio describe extensa y patéticamente las angustias del pobre, que, por no ver morir a todos sus hijos, se decide a vender alguno, y continúa: Por fin se acerca el padre llorando para venderte su hijo, y, «sin embargo, su aflicción no te conmueve..., y mientras el hambre agobia a aquel desgraciado, tú le regateas el precio... El te da sus entrañas como prenda de su comida... y tú todavía disputas el valor de la cosa, como si ofrecieras más de lo justo, y pones todo tu esfuerzo en conseguir más y dar menos; sacas provecho de las calamidades del tiempo y acumulas desgracias sobre el que las padece... En todo ves oro, y el oro es la medida por la que todo lo justiprecias». 


C) Las riquezas, fuente de bienestar común

No seáis, pues, como ese avaro. «Dad amplia salida a las riquezas. Como se da paso al río caudaloso dividiéndolo en pequeños cauces para que riegue, la campiña, haced que vuestras riquezas discurran también por distintos caminos y lleguen a la casa de los pobres. El pozo del que se saca continuamente el agua, la mana siempre cristalina; si se la deja en reposo constante, se corrompe. Esa es la imagen de las riquezas, que atesoradas son inútiles, pero cuando se las mueve y pasan de unos a otros producen la comodidad y el bienestar común. Los hombres te alabarán, y sus alabanzas no serán sino un prólogo de las que ha de tributarte Dios». 

«Pero a quién falto—dice el avaro—cuando conservo lo mío? Dime, y ¿ qué es lo tuyo? ¿ De dónde lo has cogido? Los ricos son como aquel espectador que, después de haber ocupado su sitio en el teatro, quiere arrojar a todos los demás, cual si fuese suyo propio lo que es de todos. Ocupando lo que es común, se apropian de lo que a todos pertenece. Si cada uno tomase sólo lo que necesita y dejase lo demás a los pobres, nadie sería rico ni nadie viviría en la miseria». 

Naciste desnudo. Tus bienes son de Dios, y no creo puedas acusarle «de no haber distribuído con equidad los bienes necesarios para la vida». Si a ti te di más que a otros, fué para que «pudieras recibir el premio reservado al administrador fiel de sus bienes...» 

«Y ¿crees que no injurias a nadie?... ¿Quién es avaro? El que no está contento con lo que le basta. ¿Quién es el ladrón? El que quita a otro lo que le pertenece. Y ¿podrás negar que eres un ladrón, cuando te apropias lo que te dieron para que lo distribuyeras ? De manera que damos ese nombre al que despoja a otro de su vestido, y ¿no vamos a dárselo al que, pudiendo, no viste al desnudo, El pan que retienes es del hambriento. El vestido que guardas en el arca es del desnudo; el calzado que se apolilla en tu casa es del descalzo, y el dinero que entierras, del necesitado. Obras contra derecho, en perjuicio de todos aquellos a quienes puedes socorrer y no socorres». 


D) Exhortación final

«Hermosas palabras, pero es más hermoso el oro. Cuando hablamos a los ricos, nos acontece lo mismo que al dirigirnos a los lujuriosos, predicándoles la castidad. Recuerdan a su amada y vuelven a sentirse inflamados de lascivia». 

Para moverte no puedo sino hablarte del juicio: del premio que se otorgará a los limosneros y del castigo que se infligirá, no a los ladrones, sino a quienes negaron la limosna. No lo dejes para mañana, que la necesidad acucia y es presente, y tú no sabes cuándo morirás.