COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO
DOMINGO DE QUINCUAGÉSIMA
En aquel tiempo: Tomando Jesús, consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del hombre. Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él, y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará”. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba. Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó que era eso. Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”. Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!”. Los que iban delante, lo reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!”. Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: “¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!”. Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado”. Y en seguida vio, y lo acompañó glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Lucas XVIII, 31-43
SAN LEÓN MAGNO
La Cuaresma y la pasión
A) La cruz de la Cuaresma
De los diversos sermones cuaresmales de este gran Papa seleccionamos el noveno 147), que se lee en el Breviario el domingo de Pasión, pues se relaciona muy de cerca con el tenia de la cruz, que comentamos hoy. Completamos este sermón con otros pasajes del mismo Pontífice' (cf. Sermones escogidos, trad. de 1). Casimiro Sánchez Aliseda, ed. Aspas, Madrid). los números entre paréntesis indican el número del sermón en la Patrología latina de Migne (L54-56).
a) ESPÍRITU DE LA CUARESMA
«Bien sabemos, queridos hermanos, que, entre todas las solemnidades cristianas, el misterio pascual es el que ocupa el primer lugar, y para celebrarlo digna y convenientemente nos preparamos reformando nuestra vida durante todo el año; pero los días presentes nos exigen todavía una mayor devoción, dada su proximidad a los sublimes misterios de la misericordia. divina. Para estos días, los santos apóstoles, por inspiración del Espíritu Santo, ordenaron ayunos más rigurosos, con objeto de que, unidos a la cruz de Cristo, también suframos algo de lo que Cristo sufrió por nosotros, como dice el Apóstol: Si hijos, también herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El, para ser con El glorificados (Rom. 8,17). Podemos esperar seguros la bienaventuranza prometida si participamos de la pasión del Señor».
b) LA CRUZ ES INEVITABLE
«A nadie, amadísimos, se niega la participación en esta gloria. aun en las circunstancias actuales, como si la tranquilidad y la paz nos privasen de la práctica de la virtud. Ya nos lo advierte el Apóstol: Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones (2 Tim, 3,12), y, por lo tanto. nunca faltarán las pruebas si no se abandona la práctica de la virtud. Y es el mismo Señor el que en sus exhortaciones nos dice: El que no toma su cruz y sigue en pos de mi no es digno de oir (Mt. 10,38). No cabe duda de que estas palabras iban dirigidas no sólo a los discípulos de Cristo, sino también a todos los fieles y a la Iglesia, que escuchaba toda ella su salvación en la persona de aquellos pocos, presentes entonces.
Y del mismo modo que tenemos obligación de vivir piadosamente en todo tiempo. así también debemos llevar nuestra cruz, la que con razón se llama propia de cada uno, porque cada cual la soporta según sus disposiciones y peculiar capacidad.
El nombre de la persecución es uno solo, pero la causa del combate no es una, y generalmente es más peligroso el enemigo que insidiosamente te acecha que el adversario declarado. El bienaventurado Job, enseñado por lo tornadizo de los bienes y males de este mundo, solía decir (Iob 7,11): ¿No es milicia la vida del hombre sobre la tierra? 'porque no sólo es acosada el alma fiel por los dolores y sufrimientos del cuerpo, sino que, aun suponiendo una salud completa corporal, padece también de enfermedad grave, tentada como es por el placer de la carne».
c) LAS PERSECUCIONES PRINCIPALES PROVIENEN
I. De la carne
«Pero como la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne (Gal. 5,17), el alma racional, con el auxilio de la cruz de Cristo, rechaza los deseos culpables que le sugieren las tentaciones y se siente como traspasada por .los clavos de la continencia y del temor de Dios».
2. Del mundo
«A los que se proponen permanecer en la virtud no les falta, por instigación del diablo, la enemistad de los que no piensan como ellos, y fácilmente se inclinan al odio, Porque su manera de comportarse aparece mucho más detestable si se la compara con la de los virtuosos. No hay paz posible entre la iniquidad y la justicia. La gula odia a la templanza, la doblez no liga con la verdad, la soberbia desprecia a la mansedumbre, la petulancia al recato, la avaricia a la generosidad, y son tan enconados los problemas entre esta diversa manera de ser que, aunque se revele una apariencia de paz exterior, persiste de continuo la inquietud en los corazones de las personas piadosas, para que resulte verdad aquello de que todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones (2 Tim. 3,12); e sea igualmente verdad que esta vida es una perpetua prueba. Ensebado cada fiel por su propia experiencia, ármese de la cruz de Cristo para que sea considerado como digno de El».
3. Del demonio
«El diablo pone astutamente asechanzas a quienes esperamos alcanzar los premios eternos por medio de esta lucha, para que, si no pudo destruir nuestra santificación, socave a lo menos nuestra fidelidad...»
d) AYUNO Y PIEDAD
«Ahora os amonesto, conforme a lo que el tiempo parece exigir, a que adornéis el santo y saludable ayuno con obras de piedad. Y como el esfuerzo general se debe dirigir al perdón de las injurias, para merecer con seguridad la misericordia divina, debéis perdonar a vuestros súbditos todas sus faltas. Es conveniente que nos acerquemos y que se acerquen los pueblos a tan gran festividad pacificados y reconciliados, de modo que la severidad de los castigos, ahora suavizados(1) en los públicos juicios, se mitigue con motivo mayor en los corazones de los cristianos. Todos debemos desvivimos para que nadie tenga frio, ni padezca hambre, ni se consuma por su pobreza, ni se acongoje en su pena, para que nadie esté preso con grillos ni metido en la cárcel. Y aunque existan las causas más agravantes en una ofensa, sin embargo, un hombre no debe echar en cara a otro aquella grave injuria, sino considerar más bien la mutua igualdad de su naturaleza para obtener la misericordia del Dios que le juzgará a él, según la medida con que juzgue a los demás. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia de Dios (Mt. 5,7), que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén». '
B) La pasión del Señor
Escogemos algunos párrafos de los sermones de Pasión XI (tal que se lee en el Breviario el domingo de Pasión, y VIII (59), en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. En ellos aparece la preocupación cristológica de este gran definidas de los dogmas sobre la persona de Cristo. (Los números entre paréntesis indican el número del sermón en la Patrología latina de Migne.).
a) MISTERIO INMENSO DE LA PASIÓN
«Ya llegó, amadísimos, la fiesta, tan deseada y suspirada por nosotros y por todo el mundo, de la pasión del Señor, que no sufre que enmudezcamos entre los transportes de las alegrías espirituales, pues aunque es difícil hablar digna y convenientemente una y otra vez del mismo tema, sin embargo, no puede el sacerdote privar al pueblo fiel de su predicación, tratándose de un tan profundo misterio de la divina misericordia. Pero, siendo la materia en sí misma inefable. proporciona siempre recursos y nunca faltará qué decir... Humíllese, pues, la humana flaqueza ante la gloria de Dios y declárese siempre impotente para exponer las obras de la misericordia divina" (cf. o. c., Serm. 11 p.118).
b) UNA PERSONA El DOS NATURALEZAS
«Ahora bien, entre todas las obras de Dios, ante las cuales desfallece la admiración humana, ¿hay otra que tanto satisfaga a la contemplación del alma y que sea superior a sus fuerzas como la pasión del Salvador? Cuantas veces meditamos en su omnipotencia, que le hace ser igual y de la misma esencia que el Padre, nos parece más admirable la humildad de Dios que su poder, y más difícilmente se comprende el anonadamiento de la divina majestad que la exaltación suprema de su forma de siervo.
Pero mucho aprovecha a nuestra inteligencia el que, aun siendo una cosa el Criador y otra la criatura, una la Divinidad inviolable y otra la carne pasible, las propiedades de cada naturaleza se junten en una sola, persona, y, por tanto, ya en sus desfallecimientos, ya en sus exaltaciones, sea del mismo la afrenta de quien es la gloria.
Con esta regla de fe, amados hermanos, recibida en el mismo comienzo del Símbolo por la autoridad de los apóstoles, confesamos que Jesucristo nuestro Señor, al que decimos Hijo único de Dios Padre todopoderoso, es el mismo que nació también por virtud del Espíritu Santo de María virgen, y no nos apartamos de su majestad cuando creemos que fué crucificado y muerto y resucitó al tercer día. Todas las cosas que son de Dios y del hombre las cumplieron a su vez la humanidad y la deidad, y al juntarse la naturaleza impasible con la pasible, ni el poder pudo sufrir mengua de la debilidad (de la naturaleza humana), ni la debilidad pudo llegar hasta donde llega el poder»... La fe cristiana robusta... (confiesa que nuestro Señor Jesucristo es a la vez verdadero Dios y verdadero hombre; que es el mismo el Hijo de la Virgen que el Creador de la madre; el mismo, el nacido en la plenitud de los siglos que el autor de los tiempos; el mismo, el Señor de todos los poderes que el que pertenece a la raza de los mortales; el mismo, el que jamás conoció el pecado y el que, por haberse revestido de la carne pecadora, murió en sacrificio por los pecadores».
d) EL ADMIRABLE PODER DE LA CRUZ
«¡Oh admirable poder de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del Crucificado. ;Oh, sí, Señor! Atrajisteis hacia vos todas las cosas, cuando, teniendo extendidas todo el día vuestras manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde, el mundo entero comprendió que debía rendir homenaje a vuestra majestad. Atrajisteis a vos todas las cosas cuando todos los elementos proclamaron, en unánime sentencia, el crimen execrable de los judíos; cuando, al oscurecerse los laminares del cielo y trocándose en tinieblas la claridad del día, la tierra tembló asimismo con extrañas sacudidas y toda la creación se negó a servir a aquellos impíos. Atrajisteis a vos todas las cosas cuando se rasgó el velo del templo y el «Sancta Sanctorum, rechazó a sus indignos pontífices, como indicando que la figura se convertía en realidad, la profecía en revelaciones patentes y la ley en evangelio. Atrajisteis a vos, Señor, todas cosas para que la devoción de todas las naciones de la tierra celebrase como misterio revelado y abierto lo que se practicaba entre sombras de figuras en el único templo de Judea. Ahora, efectivamente, el orden de los levitas resplandece con mayor brillo, y la dignidad sacerdotal alcanza una mayor grandeza, y la unción que consagra a los pontífices', una mayor santidad, porque la cruz es la fuente de todas las bendiciones y la causa de todas las gracias, y por ella los creyentes sacan de la debilidad fuerza, gloria del oprobio y vida de la muerte. Ahora, al cesar también toda clase de sacrificios carnales y toda especie de hostias, la sola ofrenda de vuestro cuerpo y de vuestra sangre vale por todo lo anterior, porque sois el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Io. 1,29). Cumplís en vuestra persona los misterios, y así todas las víctimas, así se constituye un solo reino entre le todas las naciones» (cf. ibid., p.115416).
Notas
1.- Por disposición civil, tos Jueces eran mis benévolos en ta Cuaresma.
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