sábado, 20 de febrero de 2021

San Juan Crisóstomo: Cuatro Lecciones sobre la Tentación



COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA


En aquel tiempo: Fué Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”. Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de. Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. Respondióle Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo esto si postrandote me adoras”. Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”. Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.

Mateo IV, 1-11



SAN JUAN CRISÓSTOMO

Cuatro lecciones sobre la tentación

Entresacamos los siguientes párrafos del comentario del Santo al Evangelio de San Mateo (cf. Hom. 13 in Mt.: BAC, Homilias sobre San Mateo t.1 p.233-330; PG 30,207). 


A) La tentación de los buenos

Jesús fué impulsado al desierto por el Espíritu Santo, precisamente cuando acababa de descender sobre El en forma visible en el bautismo, para que ninguno de los bautizados se turbe si después de recibido este sacramento se ve acometido de tentaciones mayores.., Súfralas con ánimo genoroso y como la cosa más natural del mundo. Has recibido las armas para luchar, no para estarte mano sobre mano... , 

Dios no impide las tentaciones, primero para que te convenzas de tu propia fuerza: segundo, para que seas humilde, y no te engrías con los dones recibidos; tercero, para que el demonio, que puede andar dudando sobre si lo has abandonado o no, se persuada de ello; cuarto, para que te robustezcas hasta fortificarte como el hierro y entiendas el valor de los tesoros que se te han encomendado. De verte constituido en muy alto honor, el demonio no se hubiera molestado en acometerte. Por ello tentó a Adán y por la misma razón embistió contra Job... 

Entonces, ¿por qué el Señor nos dice: Orad, para que no entréis en la tentación? (1.4t. 26,41). Pues porque el Señor no fué espontáneamente al desierto, sino guiado por la Providencia, con lo cual se nos da a entender que no debemos lanzarnos en medio de la tentación y que, una vez puestos en ella, perseveremos con generosidad constante. 


B) Las tres tentaciones 

a) PRIMERA TENTACIÓN

Cristo se somete a la tentación como los luchadores, que para enseriar a sus discípulos bajan a la palestra. El demonio andaba perplejo ignorando si Jesús era Hijo de Dios o no. Por una parte, había oído el testimonio divino en el bautismo, mas, por otra parte, le veía como hombre. Así se acerca empleando palabras ambiguas, del mismo modo que tentó a Eva. En tuno y otro caso finge lo que no es verdad, para enterarse de lo que es. Se presenta muy taimado, y, en vez de decir, como parece lógico: "Si tienes hambre", se lo calla y deja traslucir que no rebaja a Cristo, cuyas grandezas conoce en parte; pero pretende halagar su vanidad diciendo: Si eres Hijo de Dios. 

¿Cuál es la actitud de Cristo? Confesar lo que tiene de flaco: No sólo de pan vive el hombre, y afirmar ante todo la necesidad natural. Satanás no olvida sus trampas. Comenzó en el para so su tentación por medio de la gula y aquí repite la misma faena. Muchos necios aseguran que todos los males del mundo nacen del estómago, pero Cristo nos enseña aquí que ni siquiera esta necesidad debe obligar al mal. También nos da la lección de que con el diablo no se puede transigir, ni aun cuando nos pida cosas indiferentes o buenas. ¿No mandó callar al demonio cuando le confesaba? (Le. 4,35). ¿No hizo lo mismo San Pablo? (Act. 16,18). 

Su última lección, reiterada después delante de los judíos, es la de no recurrir a milagros innecesarios. No hagamos nunca nada vanamente y sin causa."


b) SEGUNDA TENTACIÓN

Satanás vuelve a repetir: Si eres Hijo de Dios, continuando el mismo sistema empleado con Adán. Allí quiso indicar a nuestros primeros padres que andaban muy engañados en fiarse de Dios, pues si, en lugar de obedecerle, comían del árbol prohibido, se les abrirían los ojos. Ahora viene a decir al Señor: No hagas mucho caso de lo que has oído en el bautismo. Te ha. engañado la voz, y si no es así, preséntame una prueba de lo que eres. 

Cristo contesta mesuradamente, enseñándonos que conviene vencer al demonio, no con milagros, sino con paciencia y longanimidad, sin dejarnos llevar nunca por la ostentación y la vanagloria. 

También debemos observar cómo el demonio maneja los textos de la Escritura a su antojo. En el que utiliza no se habla del Mesías ni se le exhorta a que se tire por precipicio alguno. 

Jesús, en una y otra tentación, contesta sin descubrir quién. es, pues sus respuestas las pudo dar cualquier hombre. 


C) TERCERA TENTACIÓN

Los luchadores, cuando han recibido golpes fuertes y sangran por todos sus miembros, se revuelven de una a otra parte, sin saber por dónde herir. El demonio anda ya desquiciado y dice sin tino lo primero que se le presenta. 

El Señor se cansa y, al oír que Satanás blasfema contra el Padre, puesto que dice que el mundo es suyo y le pide que le adore, lo expulsa. 


d) RESUMEN

San Lucas (4,13) afirma que las tentaciones fueron consumadas, porque, en efecto, aquellas tres de gula, vanagloria y ambición compendian todas las principales. EL demonio, al presentarlas, va de menor a mayor, según suele observar siempre con los hombres y según hizo con el santo. Job. 

"¿Y cómo se han de vencer las tentaciones? Como nos enseñó el Maestro. Acudiendo a Dios, de Modo que ni el hambre nos envilezca, pues creemos en Aquel que con su palabra puede sustentarnos, ni tentemos a Dios en los mismos bienes que nos ha concedido, ni apreciemos los humanos, contentándonos con la gloria del cielo y despreciando lo que no es preciso para remediar nuestra necesidad... Nada hay que nos pueda entregar a Satanás como la avaricia. Hoy ocurre también que algunos, hombres por naturaleza, pero instrumentos de Satanás, nos dicen: Todo esto te daré si cayendo de hinojos me adorares". 

Vencida la tentación, los ángeles sirvieron a Jesús. Como sirvieron al pobre Lázaro cuando murió (Lc. 16,22), como te servirán a ti... 


C) Cerrar los oídos al demonio

¿Cuál' es la lección definitiva? "No dar al demonio absolutamente ningún crédito, cerrarle por completo los oídos y aborrecerle cuando nos halaga." 

"Nos tiene declarada guerra sin cuartel y pone más empeño en perdernos que nosotros en salvarnos... No hagamos nada de lo que a él le guste, y así cumpliremos lo que agrada a Dios." 

A Eva la engañó prometiéndole lo que no pensaba dar. Es su táctica. Tienta por medio de las riquezas y, si sale derrotado, es muy capaz de sumirnos en la miseria, como hizo con Job, y por cierto con poco seso, porque quien supo salir airoso de la tentación del oro, ¿cómo podrá pecar en la pobreza? 

A veces el demonio se sirve de nuestros propios familiares para que nos tienten, como ocurrió asimismo con aquel santo patriarca Job. Pero aunque un hermano, una esposa o un amigo nos inciten al mal, debemos rechazarlos. 

También suele el demonio usar palabras de conmiseración y benevolencia. Mas no le hagamos caso, porque, , el Señor nos azota, es porque nos ama. 

"Por consiguiente, si nos vemos rodeados de felicidad, pero en pecado dolámonos, porque siempre debemos dolernos de nuestras culpas, pero mucho más cuando no sufrimos mal alguno." Porque el castigo purga y es la llamada de Dios. 

Terrible cosa es vivir tranquilo y mal, porque a la postre llega el castigo, como le sobrevino a Faraón y a Nabucodonosor.


D) Certeza del infierno y castigo

La peroración final del Crisóstomo comienza con estas palabras: "Mas dirás: ¿quién ha venido del infierno a contarnos estas cosas?" Extiéndese seguidamente explicando la certeza de la fe, la necesidad de .un premio o castigo ultraterreno, y afirma que, si del infierno no ha venido nadie, por lo menos del cielo bajó Jesucristo para enseñarnos. La cuestión estriba en que observemos sus enseñanzas. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario