Día 13 de Octubre, Domingo XXI de Pentecostés
Doble. Conm. de San Eduardo, Rey y Confesor. Orn. Verdes.
Nos exhorta el Señor a perdonar generosamente las injurias, las ofensas de nuestros prójimos. Habla del perdón de las injurias personales, y por lo que respecta a la disposición de ánimo, no precisamente a abandonar la legítima defensa de nuestros intereses y de nuestra fama.
Para esto debemos desterrar el espíritu de venganza: primero, por el mandato y ejemplo de Jesús: “Yo os digo: amad a vuestros enemigos” (S. Mateo 5, 44) y en el alto del Calvario muere por todos y dice orando al Padre Eterno. “Padre mío, perdónalos…” (S. Lucas, 23, 34); segundo, por el ejemplo de los santos y de los mártires que morían rogando por sus verdugos; tercero, por nuestro provecho, porque en el Padrenuestro decimos: “Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Nosotros, como el siervo malo, hemos malversado con frecuencia los dones que Dios nos confió; y al ser llamados a dar cuenta de nuestra administración, en vistas de nuestras malas obras, no hemos tenido otro recurso que implorar la misericordia de Dios, que nos enseña a ser misericordiosos con los demás.
18 de Octubre, San Lucas Evangelista.
San Lucas era hijo de padres gentiles y nacido en Antioquía, capital de Siria. De cultura nada común, era versado en letras griegas y la elocuencia, conocía el arte de la pintura, y el mismo Apóstol San Pablo nos dice que era médico. Convertido a la fe por este Apóstol, fue en adelante su amigo y compañero inseparable en todos sus viajes apostólicos. Escribió el tercer Evangelio, que algunos Santos Padres llaman Evangelio de San Pablo, y también el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el que nos narra los triunfos maravillosos de la fe. Su Evangelio, escrito alrededor del año 63, en un griego escogido y elegante, sigue un orden lógico y cronológico. Como no estuvo presente a los hechos de la vida de Jesucristo, “ha examinado cuidadosamente las cosas desde su origen” y consultado “a los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra”. Él visita a la Virgen Maria para saber de Ella y narrarnos el Misterio de la Anunciación, de la Encarnación, del Nacimiento y tantas otras cosas que solo él nos dice y solo Ella podía saber. Afirma San Jerónimo que San Lucas murió a la edad de 84 años y que fue virgen durante toda su vida.
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