sábado, 31 de julio de 2021

Santo Tomás de Villanueva: El Orgullo





COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO X DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

 

En aquél tiempo: Dijo Jesús a ciertos hombres que presumían de Justos y despreciaban a los demás esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, estando en pie, oraba en su interior de esta manera: Dios, gracias te doy porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, así como este publicano. Ayuno dos veces en la semana, doy diezmos de todo lo que poseo. Mas el publicano, estando lejos, no osaba ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho diciendo: Dios, muéstrate propicio a mí, pecador. Os digo que éste, y no aquél, descendió justificado a su casa; porque todo hombre que se ensalza, será humillado, y el que se humilla, será ensalzado. 

Lucas XVIII, 9-14



SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA 

El orgullo 


(cf. DIVI THOMAE A VILLANOVA Opera ominia [Manilae 1883] vol.3 Sermón sobre la dom.10, post Pent.). 


A Definición y división del orgullo

El orgullo es un deseo desordenado de nuestra propia excelencia. El avaro desea el dinero: el glotón. el alimento; el libertino, el placer; el orgulloso, la superioridad y los honores, que busca de una manera inmoderada y excesiva; de donde le viene el nombre de soberbia, en latín superbire, esto es, super ire, ir por encima del propio estado o condición. Por lo el orgullo incluye tres excesos: el primero. de lo que valemos, lo cual se llama hinchazón o vanidad; el segundo, querer ser estimado de la misma forma demás, en lo cual consiste la ambición; el tercero, desea conseguir todas las alturas, lo que constituye la presunción. 

b) CUATRO CLASES 

San Gregorio (cf. Moral. 1.23 c.6) distingue cuatro clases de orgullo: el primero consiste en estimarse sobre lo que se es o se posee (Gal. 6,3); el segundo, en creer que lo que tenemos se debe a nosotros mismos; el tercero, en ver que lo hemos recibido de Dios, pero en atención a nuestros méritos; el cuarto, en confesar que lo hemos recibido gratuitamente, pero en mayor abundancia que los demás, a quienes despreciamos. Este es el orgullo del fariseo. 


c) ESPIRITUAL Y MATERIAL 

También hay un orgullo espiritual y otro material, según el objeto que mueve a ensoberbecerse; el espiritual es mucho más culpable y el más peligroso. 

Es el más culpable, porque roba a Dios lo más íntimamente suyo; el más peligroso, porque pasa inadvertido. ¿Por qué va a ser pecado que yo me juzgue tal y cual soy y quiera dar ejemplo a los demás y exigirles el honor que me merezco' No pido más que la honra debida a la virtud. 


B) Castigos del orgulloso

¿Queréis saber la gravedad del pecado de soberbia? Pues atended a sus castigos. Precipitó a Lucifer desde el cielo al infierno, convirtiendo un ángel en demonio. Expulsó a Adán del paraíso y condenó a muerte a él y a su posteridad. ¡Cómo no lo detestará Dios cuando le castiga así! 

Atended también a los remedios de este pecado, porque Dios, para curar a los orgullosos, permite que caigan en el pecado impuro, que les humilla, curándole con la más grave de las heridas, como buen cirujano, que no teme sajar bien hondo. «¡Oh enfermedad desgraciada que necesita tales remedios!», dice San Gregorio (cf. Moral. 1.2 c.3). 


C) Injurioso a Dios y a los hombres 

El orgulloso injuria al Señor, usurpándole su gloria, negándole, rebelándose contra El, despreciándole y queriendo, como Lucifer, ser semejante al Todopoderoso. 

Me diréis que no, que os humilláis ante Dios, aunque os ensoberbezcáis ante los hombres. Pero escuchadme y veréis cómo os pruebo lo que acabo de decir. 

Dais una limosna o ejecutáis una buena obra y os lo atribuís a vosotros mismos. Gran injusticia; ¿quién es el que ha hecho esa obra? ¿Se ensoberbece el hacha contra quien la maneja? (Is. 10,15). ¿Se gloría la pluma de su escritura? Pues vosotros tampoco sois más que instrumentos de Dios. Cuanto hacemos, eres tú quien para nosotros lo haces (Is. 26,12). 

No hace falta que sean vuestras palabras las que nieguen a Dios, pues basta para ello con vuestras acciones. Alardean de conocer a Dios, pero can las obras le niegan (Tit. 1,16). 

En segundo lugar, el orgullo es una rebeldía contra Dios, a quien no quiere obedecer ni someterse, porque no quiere sujetarse a ninguna ley, sino a su propia voluntad. Cuando los ángeles, el cielo, la tierra y los mares obedecen a Dios. sólo el hombre, hormiga, gusano vil, insecto de la tierra, quiere ser independiente. 


Dios le manda que se humille, y él no quiere; le amenaza con el infierno. y no se preocupa. Pero, desgraciado, quiere encontrar la libertad. y se trueca en un esclavo, porque no hay peso más abrumador que el de la propia voluntad. San Bernardo dice, (cf. Epist. 11.15) que es una ley justa, divina y eterna que. cuando el hombre rechaza la dominación de Dios. su propia voluntad, nunca satisfecha, se le convierte en peso intolerable; y San Agustín afirma que Dios lo ha regulado todo de manera que el espíritu que no quiere freno sea su propio castigo (cf. Confes.s. 1.1 c.12). 

Pero. además. el orgullo es una injuria contra el prójimo, porque el orgulloso ataca y desprecia a todo el mundo. quiere ser siempre el primero, no se precia más que de sí mismo. menosprecia a los demás y quisiera acaparar todos los honores y respetos. De todo se burla. de todo se queja. lo que encierra mayor culpa. para mantener su boato no teme despojar a cuantos le rodean. Por la soberbia del impío son consumidos los infelices y cogidos en los lazos que les tiende (Ps. 10,2). 


D) Peligros del orgullo

El orgullo es la raíz de todos los pecados. porque el orgullo se convierte en avaro para mantener su fausto. en glotón por ostentación, en perezoso. porque se cree ya con suficiente virtud, y. aunque avaro. es pródigo por vanidad. Y no digo nada de su obstinación, desobediencia, hipocresía. espíritu peleón y otros tantos vicios que tienen en el orgullo su fuente. Dice San Gregorio (cf. Moral. 1.34 c. último) que. así como la humildad es la señal más segura de la predestinación. el orgullo lo es de la reprobación. 

Además es peligrosísimo por tres razones. La primera. porque es un vicio oculto. Todos los demás se manifiestan claramente, como la glotonería, la avaricia, la cólera, en tanto que la mayoría de las veces somos esclavos del orgullo sin advertirlo, porque es un vicio interior que se cubre, como con una piel de oveja, con la apariencia de humildad, escondiendo una infernal ambición. 

De ahí nace el que busquemos los dones de Dios y hasta las virtudes, no por Dios, sino por nuestra propia excelencia, como demuestra claramente la envidia que nos embarga cuando vemos que otro los posee y hasta nos adelanta. 

En segundo lugar, el orgullo es peligroso porque se presenta en público. Todo el mundo se avergüenza de sus vicios, pero, en cambio. se complace en hacer ostentación de los motivos de su orgullo. Ahí tenéis al soberbio. enseñando a todos sus lujos, sus casas, sus muebles, tapices, dignidades; en fin, toda la paja que sirve para encender su vanidad. Por eso mismo, porque este vicio no está sujeto a la vergüenza, es mucho más difícil de corregir. 

Finalmente, el orgullo es peligroso porque es el último en abandonar al hombre, aunque sea quizá el primero que le ataque. Cuando se han vencido todos los vicios, queda todavía la última victoria y la lucha más difícil y más peligrosa: humillar el orgullo. 

¡Oh miseria extrema la del hombre, que, cuando quiere descansar, ve que comienza la mayor fatiga!... ¿Hay quizás alguien más santo que San Pablo? Y, sin embargo, cuando ya no tenía por qué combatir la carne y la sangre, cuando habla recorrido los cielos, de repente tiene miedo de que la grandeza de sus revelaciones le envanezca, y he aquí que se le da un aguijón de la carne que le abofetee para humillarle e impedirle que el orgullo le derribe. Y ¿ no temeremos nosotros un vicio que San Pablo temió? 

viernes, 30 de julio de 2021

Boletín Dominical 1 de agosto



Día 1 de Agosto, Domingo X de Pentecostés

Doble. Orn. Verdes

Conm. San Pedro ad Vincula y San Pablo Apóstol


Hay humildades, decía Santa Teresa, de que Dios nos libre, porque solo tienen de tales el disfraz, ocultando bajo él un orgullo refinado.

Pues en el Evangelio de hoy nos enseña Jesús a no ser presumidos y orgullosos y a distinguir entre la humildad postiza y falsa, y la verdadera.

Todo cuanto tenemos lo hemos recibido de Dios; sin el auxilio de la gracia divina es imposible hacer nada que sirva para la salvación o para nuestra gloria; si algo bueno hacemos es por inspiración y ayuda del Espíritu Santo. Entonces ¿Por qué envanecernos? No hay cosa que más indigne a Dios que la soberbia y el orgullo.

Seamos, pues, mansos y humildes de corazón. Aprended de Mí, nos dice Jesús, que soy manso y humilde de corazón. No nos pide que aprendamos su elocuencia, o a hacer obras maravillosas, sino a ser mansos y humildes, con humildad ni fingida ni encogida, sino sencilla y verdadera, porque “la humildad es verdad”, como decía Santa Teresa, y prenda de salvación.


2 de Agosto, Santo Alfonso María de Ligorio

El ilustre Obispo y doctor de la Iglesia San Alfonso María de Ligorio nació en el año 1696, en Nápoles, de familia patricia y de virtudes cristianas. Presentando un día su madre al jesuita misionero San Francisco de Jerónimo, para que le diese su bendición, dijo el santo con espíritu profético: “Este niño llegará a una edad muy avanzada: no morirá antes de los noventa años; será obispo y obrará cosas grandes y utilísimas a la Iglesia de Dios.” Y así fue. De talento nada común, aprendió las lenguas clásicas y modernas, las ciencias exactas, ciencias naturales, retórica, historia y geografía. Estudió arquitectura, música y pintura, y por fin se dio a la abogacía, doctorándose en derecho civil y derecho canónico antes de los 18 años, después de estudiar el bosque enmarañado de las leyes napolitanas, derecho romano, (Sigue)



(Continúa) derecho canónico, derecho feudal, constituciones normandas, capitulares angevinas, pragmáticas aragonesas, decretos de los virreyes españoles, usos, gracias y privilegios particulares. De natural elocuencia y muy prudente, pronto se hizo de numerosa y selecta clientela, dando un mentís con su conducta al refrán que corría por entonces y que decía: Advocatus non es latro, res miranda populo, o sea: abogado y no ladrón, cosa digna de admiración. Unos diez años ejerció la abogacía con gran éxito, hasta que en 1723, con ocasión de un famoso pleito, decidió dejar su carrera y seguir el sacerdocio. Se despidió del foro, colgó su espada en el altar de Nuestra Señora de la Merced y se entregó al servicio de Jesucristo. Un fuego sagrado le consumía; el hombre del foro se convirtió en el hombre de la cátedra y el confesionario. Pronto, con diez compañeros, fundó la congregación de los misioneros del Santísimo Redentor, a la que comunicó su celo y su espíritu. Contra el torrente de impiedad opone sus escritos llenos de doctrina y santa unción, siendo el primero Las Glorias de María, en honor y defensa de la Virgen.  Su más encarnizada lucha será contra el espíritu de los jansenistas, la que le movió a escribir su famosa Teología Moral, que le merecerá figurar entre los príncipes de los moralistas. Así, hasta los 91 años, se fue consumiendo su vida. Caballero de Cristo, había predicado elocuentemente y escrito prodigiosa y abundantemente. Su Santidad Pio XII le nombró celestial patrono de los moralistas y confesores.






domingo, 25 de julio de 2021

Sermón Fiesta de Santiago el Mayor, Apóstol

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Sermón II

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón III

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Lección

Hermanos: Creo que Dios, a nosotros los apóstoles, nos exhibió como los últimos ( de todos ), como destinados a muerte; porque hemos venido a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres. Nosotros somos insensatos por Cristo, mas vosotros, sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros gloriosos, nosotros despreciados. Hasta la hora presente sufrimos hambre y sed, andamos desnudos, y somos abofeteados, y no tenemos domicilio. Nos afanamos trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos; perseguidos, sufrimos; infamados, rogamos; hemos venido a ser como la basura del mundo, y el desecho de todos, hasta el día de hoy. No escribo estas líneas para avergonzaros, sino que os amonesto como a hijos míos queridos. Pues aunque tuvierais diez mil pedagogos en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús os engendré yo por medio del Evangelio.

I Corintios IV, 9-15



Evangelio

En aquél tiempo: La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús con sus hijos, y prosternóse como para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Contestóle ella: “Ordena que estos dos hijos míos se sienten, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu reino”. Mas Jesús repuso diciendo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz, que Yo he de beber?” Dijéronle: “Podemos”. Él les dijo: “Mi cáliz, sí, lo beberéis; pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda, no es cosa mía el darlo, sino para quienes estuviere preparado por mi Padre”.

Mateo XX, 20-23

sábado, 24 de julio de 2021

Dom Gueranger: Santiago el Mayor

  






SANTIAGO EL MAYOR
APÓSTOL


Año Litúrgico
Dom Prospero Gueranger



UN ÍNTIMO AMIGO DEL SEÑOR

Santiago es uno de los doce. Se le llama el "Mayor" para distinguirle de Santiago, primo de Jesús. Era hermano de Juan el Evangelista, ambos hijos del Zebedeo. Sabemos cómo el Señor, en cierta ocasión, apodó a los dos hermanos "hijos del trueno", a causa de su temperamento ardiente y, sin duda, también porque un día le habían de pedir bajase fuego del cielo sobre una ciudad inhospitalaria.

Santiago pertenecía a una familia de pescadores del lago de Tiberiades que poseía barcas propias y criados. Los evangelios nos relatan detalladamente su vocación. Zebedeo, sus hijos y sus servidores, se disponían a reparar sus redes junto a la ribera del mar, cuando, pasando el Señor cerca de aquel lugar, llamó a sí a los dos hermanos. Inmediatamente ellos abandonaron todo para seguirle, dejando redes, barcas y a su propio padre. Esta gran generosidad nunca se desmentirá, y Jesús sentirá hacia Santiago y Juan el mismo afecto privilegiado que tuvo para con Pedro. Serán los tres íntimos confidentes de sus pensamientos, y sólo ellos asistirán a la resurrección de la hija de Jairo, a la Transfiguración y a la agonía del huerto de los olivos.

Después de Pentecostés, Santiago el Mayor predicó el Evangelio en Judea y Samaría. Mas su apostolado fué de corta duración, y mientras que su hermano Juan debía ser el último de los apóstoles en abandonar este mundo, él fué el primero de todos ellos en derramar su sangre por el Señor: Herodes Agripa I hízole decapitar. Clemente de Alejandría refiere que su constancia y su caridad convirtieron a su verdugo, que imploró su perdón mientras le arrastraban al suplicio. Santiago, conmovido, abrazóle diciendo: "¡La paz sea contigo!" Y el verdugo murió también decapitado, y mártir de Cristo.


LA MUERTE PRECIOSA

No pensemos que esta muerte prematura acaecida antes del año 44, pudo haber desconcertado el plan del Altísimo 6 sobre el apostolado al que tenía destinado a Santiago. La vida de los santos jamás queda a medias; su muerte, siempre preciosa ', lo es más aún cuando semeja adelantarse a su hora por la causa de Dios. Entonces es cuando puede decirse verdaderamente que les acompañan sus obras2, puesto que el honor de Dios exige que no falte nada a su plenitud: "Juzgarán a las naciones, dominarán los pueblos, y el Señor reinará por ellos eternamente", decía ya el Libro de la Sabiduría3. Este oráculo debía realizarse en el Apóstol que fué elegido para ser jefe de una cruzada y protector de una nación.


PATRONO DE ESPAÑA

Santiago es el Patrono y Protector de España (Es sabido que contra la venida de Santiago a España y sobre su sepulcro en Compostela se han levantado muchos escritores, extranjeros en casi su totalidad. No vamos a exponer aquí las razones en pro o en contra de los unos o de los otros, por no ser este su lugar propio. Hasta que de un modo palmario se demuestre que la tradición es insostenible, debemos dar crédito a la misma). A él se le invocó constantemente durante la época de la reconquista hasta obtener su liberación del yugo de los infieles. Al grito de ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Y cierra España!, los españoles durante ocho siglos hicieron guerra sin cuartel a los secuaces de Mahoma, inpidieron con su valor y su sangre que Europa fuera devorada por ellos, y, por fin, acabaron por arrojar a los musulmanes a Africa. Fué una cruzada larga y heroica, y llevada a cabo con sus solas fuerzas y cuyos frutos fueron más provechosos y duraderos que los obtenidos por las cruzadas más espectaculares cuyo teatro fué Oriente.

Esta lucha constante dió un temple especial a la fe de los españoles, de la que Dios habia de servirse para ser un muro contra Lutero y sus huestes en Europa, y sobre todo, para implantar la fe al Nuevo Mundo por ellos descubierto. En los Anales de la Propagación de la Fe y la Colonización no ha habido obra comparable a la realizada por España y sus Reyes en sus posesiones de América y Asia. Los descubridores como Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Alburquerque, y los grandes conquistadores como Hernán Cortés, Pizarro, Balboa, Valdivia, etc., se acordaron de celebrar al Santo Apóstol, y en honra y memoria suya impusieron su nombre bendito a muchos pueblos y ciudades por ellos descubiertos o conquistados.



ORACIÓN POR ESPAÑA
Patrón de España, no olvides a nuestro pueblo que te debe a la vez su nobleza en los cielos y su prosperidad en este mundo. Consérvale ese espíritu valiente de cruzado que ha conservado hasta estos últimos años en su lucha contra el comunismo; que siempre pueda gozarse de ser gobernado por hombres de Estado genuinamente católicos; que este pueblo tuyo siga siendo uno de los más sólidos pilares de la verdadera fe, el más intrépido defensor de la Santa Sede y de la Iglesia Católica.


ATRACTIVO DE SANTIAGO

Mas al mismo tiempo acuérdate, Santo Apóstol, del culto especial con que la Iglesia entera te honra. ¿Dónde están aquellos siglos, grandes por tu fuerza de expansión al exterior, que fueron superados con todo eso por el maravilloso poder de atraerlo todo a tique el Señor te habla comunicado? ¿Quién podrá contar la muchedumbre de Santos, reyes, penitentes, guerreros, desconocidos de toda condición, multitudes infinitas, sin cesar renovadas gravitando en torno de tu santuario, como bajo la influencia de esas leyes que regulan el orden del firmamento que se eleva por encima de nuestras cabezas, sino aquel que enumera los astros del cielo2? Inmenso ejército continuamente en marcha hacia ese campo de la estrella desde donde irradiaban sus fulgores a todo el mundo. ¿No es este el sentido de la misteriosa misión atribuida, en nuestras antiguas leyendas, al gran emperador por quien fué fundada la Europa cristiana cuando, en el atardecer de un día de labor, contemplaba desde las orillas del mar de Frisia esa larga zona estrellada que, atravensando el cielo de parte a parte semeja pasar por entre las Galias, Alemania e Italia para, desde allá, cruzando la Gascuña, País Vasco y Navarra, alcanzar las tierras de la lejana Galicia? Se narra que tú mismo te apareciste entonces a Carlos diciéndole: "Ese camino estrellado marca la ruta que se ofrece para rescatar mi sepulcro, y que después de ti seguirán todos los pueblos."


LOS DOS SEPULCROS

Mas cuando pasamos a considerar que fueron dos sepulcros, en extremos opuestos, los polos queridos por Dios de este movimiento del todo incomparable en la historia de las naciones, uno en el que el mismo Dios descansó como en lecho de muerte, y el otro, oh hijo del Zebedeo, el que conserva en Compostela tu memoria, ¿cómo no prorrumpiremos presas de admiración en la exclamación del Salmista: "¡Oh Dios, sumamente honrados han sido tus amigos!'". Ojalá que la inspiración de lo alto, cuyo retorno a las grandes peregrinaciones católicas es uno de los más felices augurios de nuestros tiempos, condujera de nuevo hacia Compostela a los hijos de los peregrinos de antaño. Nosotros, por nuestra parte, repetiremos con San Luis la colecta de tu fiesta, que con labios moribundos balbuceaba frente a Túnez: "Dígnate, Señor, ser el guardián y santiflcador de tu pueblo, para que, protegido con la asistencia de tu Santo Apóstol 'Santiago, te agrade con sus obras y te sirva fielmente".



Boletín Dominical 25 de julio



Día 25 de Julio, Santiago el Mayor

Doble. Orn. Rojos. Domingo IX después de Pentecostés

Santiago el Mayor es uno de los tres discípulos predilectos de Jesucristo. Con su hermano Juan y con Pedro asistió a la transfiguración de Jesús en el Tabor, a la resurrección de la hija del príncipe de la Sinagoga y a la agonía del huerto de Getsemaní. Era natural de Betsaida de Galilea, y después de la ascensión de Jesús a los cielos predicó en Judea y Samaria; en seguida se dirigió a España, evangelizándola y organizando en ella la Iglesia. Al llegar a Zaragoza, sintiéndose cansado y abatido, un día, estando junto al Ebro, tuvo el consuelo de recibir la visita de la Virgen Santísima, traída por los ángeles desde Jerusalén, donde vivía. La Virgen fortaleció al Apóstol, bendijo su obra y le prometió que desde entonces tomaría a ese pueblo bajo su especial protección, y le aseguraba que nunca faltaría la fe en él, en prueba de lo cual dejaba clavada en tierra una columna, un pilar de mármol, símbolo de su firmeza y presente mariano, que todavía recibe los besos de miles y millones de peregrinos y devotos en el magnífico templo del Pilar en Zaragoza, que Ella ordenó fabricar y dedicar a su nombre. Desde ese momento el corazón ardiente del Apóstol inflamará en la fe y en el amor a Cristo al gran pueblo ibérico, levantándole hasta la más alta cumbre de los heroísmos cristianos; y será él, a su vez, evangelizador, más tarde, de razas y de pueblos, llevando el conocimiento de Jesús a todos los puntos del planeta. Santiago volvió a Jerusalén, y acercándose la Pascua, por dar gusto a los judíos lo hizo degollar, el año 42, Herodes Agripa. Fue el primero de los Apóstoles que sufrió el martirio. Su sagrado cuerpo, llevado a España y escondido después en Galicia para evitar profanaciones a causa de las persecuciones romanas y de las invasiones godas y agarenas, fue descubierto, pasada la tormenta, por el fulgor de una estrella en el sitio donde se levantará una gran catedral y a su alrededor una gran ciudad, que por eso la llaman en latín Campus Stellae (= Compostela = campo de la estrella). Y a Compostela ha ido la cristiandad durante siglos, siguiendo el camino de Santiago, a postrarse ante el Gran Apóstol, Patrón de España y de pueblos hispanos.




La liturgia del Domingo de hoy anuncia los castigos terribles reservados a los que hayan renegado de Cristo. Todos ellos perecerán y serán excluidos del reino celestial.

Jerusalén rechazó a Jesús y lo clavó e la cruz; y aquel mismo pueblo testigo de su vida, de su doctrina, de sus milagros y. aún hacía poco de la estupenda resurrección de Lázaro después de estar enterrado hacía tres días, y que el Domingo aclama triunfalmente a Jesús, ese mismo pueblo seis días después grita y pide que le crucifiquen, sabiéndole Santo, Justo y bienhechor del pueblo, enviado de Dios. 

Por eso Cristo no tuvo reparos en derramar lágrimas tan amargas a la vista de la desventurada Jerusalén, aunque en vano, porque no se convirtió; por eso predice para ella terribles castigos, pues veía en espíritu donde la llevaban sus conductores. Más de un millón de judíos pereció el año 70 en el asedio y saqueo de Jerusalén por Tito, y todo por no haber admitido a Cristo.

Habla también el Evangelio de hoy de la indignación de Jesús contra los que profanaban el Templo con sus mercancías y sus robos; como se indignaría hoy ante la falta de respeto y decoro con que algunas personas concurren a él.

“23.000 hebreos perecieron en un mismo día a causa de su impureza, y muchos por murmurar fueron muertos por el Ángel exterminador” (Epístola). Todo esto, dice S. Pablo, estaba escrito para nuestro escarmiento.






domingo, 18 de julio de 2021

Sermón Domingo VIII después de Pentecostés

Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Sermón II

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón III

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Lección

Hermanos: Así, pues, hermanos, somos deudores: no de la carne para vivir según la carne; pues si vivís según la carne, habéis de morir; mas si por el espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios, dado que no recibisteis el espíritu de esclavitud, para obrar de nuevo por temor, sino que recibisteis el espíritu de filiación, en virtud del cual clamamos: ¡Abba! (esto es), Padre. El mismo Espíritu da testimonio, juntamente con el espíritu nuestro, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que sufrimos juntamente (con Él), para ser también glorificados (con Él).

Romanos VIII, 12-17



Evangelio 

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes. Y le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré porque mi señor me quita la mayordomía? Cavar no puedo, de mendigar tengo vergüenza. Yo sé lo que he de hacer, para que cuando fuere removido de la mayordomía me reciban en sus casas. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu escritura, y siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien coros de trigo. Él le dijo: Toma tu vale y escribe ochenta. Y alabó el señor al mayordomo infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos de este siglo, son más sabios en su generación, que los hijos de la luz. Y yo os digo: Que os ganéis amigos con las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis, os reciban en las eternas moradas. 

Lucas XVI, 1-9

sábado, 17 de julio de 2021

Santo Tomás de Villanueva: La Rendición de Cuentas




COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes. Y le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré porque mi señor me quita la mayordomía? Cavar no puedo, de mendigar tengo vergüenza. Yo sé lo que he de hacer, para que cuando fuere removido de la mayordomía me reciban en sus casas. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu escritura, y siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien coros de trigo. Él le dijo: Toma tu vale y escribe ochenta. Y alabó el señor al mayordomo infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos de este siglo, son más sabios en su generación, que los hijos de la luz. Y yo os digo: Que os ganéis amigos con las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis, os reciban en las eternas moradas. 

Lucas XVI, 1-9




SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

La rendición de cuentas

Enfoca su sermón hacia la rendición de cuentas que hemos de dar a Dios sobre los bienes recibidos. Es un sermón de alto alcance ;acial y que cuesta poco acomodar a nuestros tiempos. Aunque figura en esta domínica, los textos que aduce son generalmente de la parábola de los talentos, para cuya explicación pueden servir (cf. DIVI THOMAE A VILLANOVA Opera ominia [Manilae 1883] vo41.3 dom.8 post Pent.). 


A) Diverso y justo reparto de dones

a) A CADA UNO SEGÚN SUS CUALIDADES

A cada uno de nosotros ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo (Eph. 4,7). Puede hacer de sus dones lo que quiera, y no hay barro al que sea lícito dirigirse al alfarero quejándose de la forma que le ha dado. Dios nos creó sin mérito alguno por nuestra parte, y lo mismo que sería absurdo que un pastor se lamentase diciendo: Por qué no he nacido hijo del rey?, es ridículo que nos quejemos de no haber recibido mayor genio, elocuencia, etc. 

Sin embargo, la sabiduría divina, amable siempre, al distribuir las gracias tiene muy en cuenta las cualidades, capacidad, cargo o ministerio que quiere confiarnos. Un rey prudente, a pesar de su soberanía, no puede distribuir los empleos  sin mirar  las disposiciones de cada uno. Este es el sentido  de las palabras del Señor: A cada cual según su capacidad (Mt. 25,15). Si las diera abundantísimas a un hombre incapaz de usarlas, ¿ no sería ayudarle a condenarse? 

¡Cuántas veces el orgullo humano ve con descontento los dones recibidos por otros, y que tú, ¡oh Bondad divina!, le niegas porque le serían funestos! Este rehusarle la gracia es una gracia. 


b) LA RECOMPENSA CONFORME AL TRABAJO

Contentémonos, pues, con lo que Dios nos da, que será probablemente el medio de conseguir otros dones más altos, porque, en realidad, lo útil no es el número o la altura de los dones recibidos, sino el empleo que de ellos hacemos. Dios no recompensa el fruto, sino el trabajo (cf. SAN JERÓNIMO comentando el c.25 de San Mateo). Cada uno recibirá su recompensa conforme a su trabajo (1 Cor. 3,8). Obtuvo un predicador fruto abundante y otro muy escaso, pero el premio se acomodará a sus esfuerzos y no al fruto, que no dependía de ellos. 

En el mismo evangelio podéis ver que se da un premio igual al que con dos talentos ganó otros dos que al que con cinco ganó otros cinco. Por eso repito que no ambicionemos dones mayores, ya que una dignidad más alta prepara muchas veces una caída mayor, porque se pedirá mucho al que ha recibido mucho. Cuando los dones aumentan, aumenta también la cuenta que hay que dar (cf. SAN GREGORIO, Hom. 9 in Evang. 1). He ahí también un motivo para que sean humildes los que disfrutan de altos cargos. La grandeza de la gracia ha humillado siempre a los santos. 


c) EN QUÉ CONSISTE LA VERDADERA HUMILDAD

Por otra parte, hermanos, la humildad no consiste en desconocer los dones de Dios, ignorancia que sería perniciosa, sino en saber que los hemos recibido y que habremos de dar cuenta de ellos. La Santísima Virgen, después de haber dicho: Ha mirado la humildad de su sierva, añadió: Por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso (Le. 1,48-49). Bien conoció las maravillas recibidas, pero supo también a quién atribuirlas. 

El que no piensa en la cuenta que ha de dar a Dios, se asemeja a aquellos recaudadores de contribuciones que dilapidan lo recaudado viviendo fastuosamente, hasta que de pronto todo se descubre y mueren en la cárcel. 


B) Dones recibidos 

a) DONES NATURALES

Bueno será examinar los dones que nos ha repartido Dios. Comencemos por los naturales: cuerpo, belleza, salud, fuerza, etc. Dios nos pedirá cuentas rigurosas de todas ellas, porque, como dueño de un árbol, lo es también de sus frutos. Dios nos concede la inteligencia, y tiene derecho riguroso a nuestros afectos, amor, pasiones y deseos. Nos dió la lengua, y tiene derecho riguroso sobre todas nuestras palabras. 

Todos los condenados son ladrones insignes. Desgraciados de vosotros, hombres del mundo, que no pensáis más que en el interés de los talentos recibidos. Perder el dinero es harto menos lamentable que perder vuestra persona y vida; perder el tiempo es más grave que perder el oro, y vosotros lo llamáis pasar el tiempo; mejor fuera que dijeseis perderlo. Escuchad a San Bernardo (cf. Serm. 17, De diversis 3) <<¡ Con tal de que el tiempo pase!... ¡Con tal de que pase este momento que Dios te concedió para que hicieras penitencia, obtuvieras el perdón y adquirieses la gracia! ¡ Con tal de que pase este tiempo en el que debieras atraer sobre ti la misericordia divina, caminar hacia la compañía de los ángeles, reanimar tu voluntad débil y llorar las faltas cometidas!» 

Quizás me digas: No tengo nada que hacer, no soy trabajador, ni obrero ni comerciante. ¡Cómo!, ¿y no tienes que negociar tus negocios de modo que hagas bien a tus hermanos? No tienes nada que hacer, porque revientas en bienes temporales y no buscas los eternos. 


b) RIQUEZAS, HONORES, PODER

Bienes recibidos igualmente son los dones de fuertes riquezas, honores, poder. Dios, dice Job, no rechaza a los poderosos, porque El lo es (36,5, Vulgata); no rechaza a los ricos, porque El también es rico. ¡Oh, cuánto bien pudiera hacer un solo rico que emplease su poder en el servicio de Dios y de los pobres! ¡Cuántas discordias podría calmar! Pero los ricos de este siglo no advierten que las riquezas son un don recibido; las creen suyas, se juzgan dueños y no administradores que han de rendir cuentas. ¿ No es mío, dicen, el dinero? ¿Por qué no puedo hacer de él lo que me parezca? Pues oíd a San Bernardo (cf. Obligaciones de los obispos c.2,7): «Hombres desnudos y hambrientos se quejan en voz alta y murmuran: Estamos desnudos y morimos de frío, ¿ para qué sirven tantos trajes como os cambiáis cada día? Eso que estáis gastando es nuestro, eso que disipáis es nuestro y nos lo estáis robando con crueldad sacrílega. No sois los dueños de vuestros bienes, sino únicamente los ecónomos, y los estáis dilapidando inútilmente». 

«San Gregorio (cf. ibid., 7) añade que el Señor exigirá la misma cuenta que a los ricos y poderosos a cuantos les rodean y viven de sus gracias sin interceder por los pobres, porque hasta el favor de que disfrutan es un don de Dios, Y, si no lo emplean en favor de los menesterosos, serán condenados por ese talento escondido». 

c) HABILIDAD, CIENCIA O ARTE 

Otro don que hemos recibido es el de la habilidad, ciencia o arte. No hay artista ni sabio sin la ayuda de Dios. «Digamos lo mismo de los obreros... Ahí tenéis la razón por la que debemos hacer que nuestro arte y ciencia sea útil a la sociedad y a los pobres; grande puede ser la utilidad que reporta un médico al pobre enfermo, o la de un farmacéutico, legista o artista de cualquier clase... Todos tendrán que dar cuánta de sus talentos, hasta el último de sus obreros, lo mismo da que sea zapatero que herrero». 


d) GRACIAS SOBRENATURALES

Otro don consiste en las distintas gracias sobrenaturales de que habla el Apóstol. Espíritu de sabiduría, espíritu de ciencia, de curación, etc. (1 Cor. 12,8). Con tanto mayor cui dado debemos emplear estos bienes cuanto que son más altos. A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad (ibid., 7). Tener la piedad por materia de lucro (1 Tim. 6,5), ¡culpable simonía! Si lo es vender un beneficio eclesiástico, ¡ qué no será vender la gracia de Dios, aunque no se esperen dineros, sino honores! 

Ultimo don a que me he de referir es al mismo Espíritu Santo, la gracia santificante, y el amor de Dios. Estos sí que son los más preciosos, pero también fáciles de perder si no los conservamos cuidadosamente y trabajamos con ellos. Quizás me preguntéis qué utilidad reportan a la Iglesia estos dones que parecen puramente individuales. Pues bien, os digo que son todavía más útiles que las otros; un solo hombre santo es más provechoso que mil sabios y predicadores. Su sola presencia y ejemplo, ya esparce por todos lados el buen olor de Cristo, y ¡qué decir de su oración! 


C) La rendición de cuentas 

Los grandes comerciantes viven preocupados todo el día, y así debieran vivir los cristianos colmados de tantas riquezas. ¡Desgraciado del que no sabe rendir cuentas de los cinco talentos que acabamos de explicar! ¿Qué dices, que ya sabes que tu Señor era un hombre rígido? Es una mentira; Dios no es rígido ni severo, sino misericordioso y el Dios de todo consuelo. No te imaginas al verdadero Dios, sino un ídolo (cf. SAN BERNARDO, Seria. 38,7, sobre el Cantar de tos Cantares). ¿Qué quiere segar donde no ha sembrado? Mentira evidente; ojalá que recogiese la centésima parte lo que sembró. Quiere segar las almas, pero El las creó; quiere segar las obras, pero ¿acaso no sembró las gracias? 

Siervos perezosos son todos los que por un temor falso, inspirado por el demonio, no emplean las gracias que Dios les diera, siervos que pudieran ser sabios confesores, y no sé qué; escrúpulo y pusilanimidad se lo impide. No obraban así los santos.

Boletín Dominical 18 de julio


Día 18 de Julio, Domingo VIII de Pentecostés 

Doble. Ornamentos Verdes. 

Conm. San Camilo de Leilis, Confesor

Rinde cuentas de tu administración”, dice al mayordomo su señor, en la parábola que nos propone Jesús.

Al fin de la vida, cuando se halle cercana la muerte y tras la muerte el juicio, habremos todos de rendir cuentas al Juez Divino que nos dirá: dame cuenta de cómo has negociado, de cómo has usado de tantos bienes como te entregué. Bienes naturales y sobrenaturales, de inteligencia y de gracia, materiales y espirituales. En ese momento ¿nos sonrojaremos como el mayordomo infiel, o nos sentiremos tranquilos y satisfechos de nuestra vida? Inevitable es este juicio. Lo ha dicho la Verdad infalible: “Establecido está que los hombres mueran una vez e inmediatamente venga el juicio” (S. Pablo, Hebreos 9, 27). Del cual juicio no se librará nadie: “¿acaso crees, Oh hombre, que podrás librarte del juicio de Dios?” (S. Pablo, Romanos, 2, 3).Y este juicio será definitivo. Ya no habrá más tiempo para volver a negociar, para corregir los yerros de la vida; se acabó la administración de los bienes que recibimos; “del lado que se caiga, en él quedará siempre” (Eclesiastés 11, 3) Tiempo es, pues, ahora de examinar nuestra conducta, de ajustar nuestras cuentas y conformar nuestras acciones a la voluntad de Dios. Como el mayordomo, empleemos todos los bienes recibidos de Dios en hacer con ellos cosas  buenas, actos de caridad, recordando que la limosna no es un simple consejo, sino un precepto, para que así ganemos amigos que en aquel momento nos defiendan: las mismas obras buenas que hablarán a nuestro favor. Conquistemos pues, el favor de los amigos del Corazón de Jesús que toma como hecho a su propia persona todo el bien que hagamos a los pobres.


Día 22 de Julio Santa María Magdalena, Penitente

La Sagrada Liturgia, los grandes autores eclesiásticos, identifican a la pecadora que en el banquete de Simón, el Fariseo, regó con sus lágrimas de arrepentimiento los pies de Jesús, con María, hermana de Lázaro, y con María Magdalena, la que siguió a Jesús  con las otras Santas Mujeres durante su predicación, le acompañó junto a la Cruz y fue la primera, después de la Virgen, que vio a Jesús resucitado. Magdalena amaba a Jesús con todo su corazón, los labios de Jesús habían purificado su alma con un perdón amplio y generoso y habían llevado a su corazón la paz y la tranquilidad. Desde entonces se transforma toda y vive en alta contemplación, sin más ansias que amar y sufrir por Jesús, elevándose de la sima de la miseria a la cima de la santidad.





domingo, 11 de julio de 2021

Sermón Domingo VII después de Pentecostés

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Sermón II

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

(Escuche y descargue el sermón aquí)



Lección

Hermanos: Hablo como suelen hablar los hombres, a causa de la flaqueza de vuestra carne. Porque así como para iniquidad entregasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, así ahora entregad vuestros miembros como siervos a la justicia para la santificación. En efecto, cuando erais esclavos del pecado estabais independizados en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto lograbais entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis, puesto que su fin es la muerte? Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos para Dios, tenéis vuestro fruto en la santificación y como fin vida eterna. Porque el salario del pecado es la muerte, mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos VI, 19-23



Evangelio

Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces: por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego. Por sus frutos pues lo podéis reconocer. No todo aquel que me dice: ¡Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos.

Mateo VII, 15-21

sábado, 10 de julio de 2021

San Juan Crisóstomo: Los Herejes, Falsos Profetas




COMENTARIO AL EVANGELIO
DOMINGO VII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces: por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego. Por sus frutos pues lo podéis reconocer. No todo aquel que me dice: ¡Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos.

Mateo VII, 15-21




SAN JUAN CRISÓSTOMO

Los herejes, falsos profetas 


El Opus Imperfectum, aunque espurio, ha tenido tal autoridad en la Iglesia, que bien merece aduzcamos su doctrina (Hom. 10 sobre el cap. 7 de S. Mt.: PG 30,736-743). 


A) La herejía, efecto del pecado y prueba del justo


a) Los VESTIDOS DE OVEJAS

¿Cuáles son los vestidos de ovejas? La apariencia de una religión simulada. Las limosnas simuladas son un vestido y no obra de ovejas. La oración simulada es un vestido y no obra de ovejas. El ayuno simulado es un vestido y no obra de ovejas. Y todas las demás apariencias de virtud con las cuales se visten los lobos rapaces. No hay nada que acabe de tal manera con el bien como el simulado, porque el mal manifiesto se evita y se precave uno de él como de un mal; en cambio, el mal disimulado bajo la capa de bien no es precavido hasta que no se conoce, sino que se recibe como un bien y, al unirse con el bien verdadero, acaba por destruirlo.


b) PELIGRO Y UTILIDAD DE LA HEREJÍA

En esta forma, los siervos del diablo corrompen tristemente a la cristiandad simulándose cristianos, y sobre ellos avisa el Señor a sus discípulos, y más todavía a nosotros, diciendo: Guardaos de los falsos profetas, porque es una gran virtud de los hombres conocer el mal, y una firme defensa de la salud saber qué es lo que deben huir. La herejía es un peligro y representa también una gran utilidad. Es peligrosa porque seduce y hace perecer a muchos; es útil porque los fieles son probados y separados de los infieles gracias a ella. Los que murmuran del peligro de la prueba, necesario es que murmuren del premio de la misma.  En ningún asunto puede merecerse el descanso si no ha precedido el trabajo, y mucho más en los espirituales, en donde, si no hay tentación, no hay prueba.

Guardaos de los falsos profetas, conviene a saber, en primer lugar de los falsos cristianos, porque nada ha ocasionado la perdición de más cristianos como el creer que lo son todos los que lo dicen. 


B) Medios para conocerlos 

a) FE Y CEREMONIAS SEMEJANTES

Quizás. me digas: ¿Cómo puede afirmar que no es cristiano ese a quien veo confesar a Cristo, que tiene su altar, que ofrece el sacrificio del pan y del vino, que bautiza, que lee las Sagradas Escrituras y conserva el orden sacerdotal? Óyeme, varón prudente; si no confesara a Cristo, se vería claramente que era un gentil, y si te dejases engañar, serías un tonto; ahora bien, si te dejas engañar por el que confiesa a Cristo, pero no como Cristo lo ha mandado, se deberá a tu negligencia. El que cae en un hoyo disimulado es un negligente, por no mirar con esmero; el que cae en un hoyo abierto no es descuidado, sino un loco. Y en cuanto a lo que me has dicho de la semejanza de los oficios divinos, escucha bien: ¿Acaso llamarás hombre a los monos porque tienen miembros humanos y nos imitan? Pues lo mismo ocurre con los herejes, que imitan los misterios de la Iglesia, pero no pertenecen a ella. 

Por eso el Señor no dijo mirad, sino guardara Mirar es sencillamente ver; guardarse quiere decir considerar precavidamente... Guardaos, para que entendáis que no debéis mirar sólo la apariencia corporal, sino vigilar atentamente, porque, si miráis por de fuera, no los podréis conocer, ya que llevan la apariencia de la cristiandad.


b) EL CRITERIO DE LAS BUENAS OBRAS

Siendo hombres falibles, ¿Cómo podréis descubrir la mentira disfrazada con el velo de la verdad? En primer término, habéis de utilizar las obras buenas, pues si ejecutáramos las de la justicia, no seríamos engañados por ningún error y los descubriríamos todo. La misma causa que evita el error ayuda a descubrir los ajenos, y así como los pecados oscurecen los sentidos del pecador para que no vea la mentira y caiga en ella, de igual forma, cuando obramos el bien, la misma luz de la justicia abre nuestros ojos de la verdad. 

Comprobad cómo, desde el primer momento en que se sembró entre los hombres el error en la fe, no fué el engaño diabólico el que hizo a los hombres malos, sino los hombres malos los que se hicieron a sí mismos el error diabólico. Si el equivocarse hiciese malos a los hombres, habría que culpar a Dios, que nos hizo seducibles por el error; pero, en nuestro caso. la culpa es del hombre, que elige voluntariamente la mentira, ya que el error no puede prevalecer entre los hombres si antes no hubiese existido el pecado. Primeramente, el hombre es cegado por sus muchos pecados, y entonces el diablo puede seducirle y hacerle caer en la muerte. Así como la noche no llega mientras brilla el sol, y se apodera del mundo cuando éste se acerca a su ocaso, así, mientras brilla en el hombre la luz de la justicia, las tinieblas del error no pueden conquistarle. Vigilemos, pues, viviendo, en la práctica del bien, porque no es el error quien engendra el pecado, sino el pecado al error. Como dice la Sabiduría, la impiedad arrastra al hombre al error (Prov. 13,6). 


c) Los HEREJES NO SON TRIUNFO DEL DEMONIO, SINO PERMISIÓN DE DIOS

Si Cristo no hubiese conseguido llenar al mundo con su fe, habríamos creído que el diablo era más poderoso; pero ahora, que vemos nacer las herejías entre los creyentes, aparece claro que éstas no son un triunfo del demonio, sino una permisión de Dios. Y ¿por qué nos avisa contra ellas como si no quisiera que existiesen? Porque permite la tentación y no desea tener siervos que no sean discretos. Mas, como no quiere dejarlos perecer como ignorantes, les avisa. Deja llegar la tentación para que no sean coronados a la vez malos y buenos; avisa para que los buenos no perezcan con los malos.


C) Los herejes, falsos profetas 

a) Los DOCTORES DE LA IGLESIA SON LOS ÚNICOS MAESTROS

Llamamos ovejas propiamente a los cristianos, y vestidos de ovejas, a la apariencia de cristiandad. ¿Ves, pues, cómo Cristo se refiere a los herejes? Son, desde luego, mucho más peligrosos que aquellos judíos expulsados y señalados por los apóstoles. Porque éstos vagaban errantes fuera de las reuniones cristianas, y, en cambio, estos otros, como si fueran cristianos, levantan sus iglesias. ¿Qué digo? Suplantan libre y paladinamente a los jefes de la Iglesia y se multiplican de tal forma, que no parece sino que somos los cristianos los que vagamos fuera. 


b) EL PECADO DE HEREJÍA Y LOS PECADOS DE DEBILIDAD

 «Y para que el hereje no se escude diciendo que Cristo se refiere a los doctores verdaderos, que, aunque cristianos, son pecadores, queda explicar que el cristiano que peca es un cristiano falso... Sin embargo, el Señor, para que entiendas que, en lugar de referirse a ellos, alude a los herejes, no se limita a decir: Que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, sino que añade: Mas por dentro son lobos rapaces. Los doctores cristianos, si fueran pecadores, merecen el nombre de siervos de la carne, porque son vencidos por ella; pero no se proponen perder a los cristianos, por lo cual no se les llama lobos rapaces. Estos lobos rapaces son aquellos de quienes dice el Apóstol (Act. 20,29-30) : Yo sé que después de mi partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos es su seguimiento. Óyeme, pues, tú, que te crees sabio porque has sido enseñado por los herejes y te juzgas cristiano porque has sido bautizado por ellos; mira cómo llama Cristo a los doctores herejes: devoradores. Si te han enseñado los herejes, te han robado, no te han enseñado, no te han apacentado. Propio es de lobos devorar y no salvar». 

Boletín Dominical 11 de julio



Día 11 de Julio, Domingo VII de Pentecostés

Doble. Ornamentos Verdes. 

Conm. San Pio I Papa y Mártir

EN cada página del Evangelio podemos encontrar un insondable abismo de amor de Dios hacia nosotros. Esta regla no excluye el domingo de hoy. Pero ¿no anuncia Nuestro Señor que vendrán los falsos doctores, sembradores de iniquidad? Es verdad que después que Nuestro Señor anuncia la venida de estos lobos disfrazados con piel de oveja, Él nos da la regla para discernir y reconocer a estos falsos maestros, pero ¿no hubiera sido mejor que Dios directamente impidiese la operación de estos empleados de Satanás? ¿Por qué permitir esto? Precisamente Dios permite todo esto porque nos ama.

Fijémonos que en la Misa de hoy mientras el Santo Evangelio nos anuncia el flagelo de los falsos doctores el Introito dice: Todas las gentes batid palmas: vitoread al Señor con voces de júbilo. Y el Gradual: Acercaos a Él y resplandeceréis, y vuestros rostros no se ruborizarán. Desde luego estos pasajes nos hacen pensar en gozo y alegría, ¿Cómo compaginarlos pues con el anuncio de un castigo?

He aquí el gran problema del dolor. Todo premio supone un esfuerzo, todo éxito supone trabajo, toda culpa supone una reparación. Cuando los fariseos quisieron apedrear a aquella adultera Nuestro Señor se interpuso e impetró que el que no tuviera pecado arrojase la primera piedra. (Continua)





(Sigue) Uno por uno fueron retirándose, porque todos tenían pecado. ¿Quién no tiene que purificarse de sus pecados, faltas e imperfecciones?
Dios, en su amor infinito, prefiere que nos purifiquemos en esta vida, porque mientras nos purificamos granjeamos méritos para el cielo. Quien en el purgatorio se purifica, queda puro, pero sufre sin merecer. Quien se purifica en la tierra sufre mereciendo. Y con todo hay almas que se atreven a reclamar de los dolores que Dios permite para que saquemos mayores bienes… y bienes eternos.

Hoy día la plaga de los falsos doctores ha llegado a su colmo ya que tenemos asentada la Abominación de la Desolación en el lugar Santo. Pero Dios no solo es justo, sino que es la Justicia misma, y Sus misterios son insondables. Lo que debemos hacer es responder a este colmo de dolor con un colmo de amor, fe y esperanza; lo que sólo alcanzaremos por el intermedio de la Bienaventurada Virgen María Madre de Dios.





domingo, 4 de julio de 2021

Sermón Domingo VI después de Pentecostés




Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)





Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Lección

¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados? Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con Él en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida. Pues si hemos sido injertados (en Él) en la semejanza de su muerte, lo seremos también en la de su resurrección, sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado (con Él) para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado; pues el que murió, justificado está del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos también con Él; sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no puede tener dominio sobre Él. Porque la muerte que Él murió, la murió al pecado una vez para siempre; mas la vida que Él vive, la vive para Dios. Así también vosotros teneos por muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Romanos VI, 3-11



Evangelio 

En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: “Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de lejos”. Dijeronle sus discípulos: “¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?” Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete”. Y mandó que la gente se sentase en el suelo; tomó, entonces, los siete panes, dió gracias, los partió y los dió a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.

Marcos VIII, 1-9

sábado, 3 de julio de 2021

Comentarios: Tertuliano: Sobre la Eucaristía y Santo Tomás de Villanueva Sobre la Misericordia


 

En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: “Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de lejos”. Dijeronle sus discípulos: “¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?” Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete”. Y mandó que la gente se sentase en el suelo; tomó, entonces, los siete panes, dió gracias, los partió y los dió a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.

Marcos VIII, 1-9



TERTULIANO

Un pasaje clásico en la teología eucarística Transcribimos un párrafo clásico en la teología sacramentaria v eucarística (cf. PL 2,806 ; BAC, Textos eucarísticos primitivos P.99). 

«Veamos ahora también, por la forma propia del nombre cristiano, cuán grande es delante de Dios la prerrogativa de esta substancia frívola y sórdida (la carne)... A propósito de la cual, cuando el alma está estrechamente unida a Dios, ella (la carne) es la que hace que el alma pueda ser así unida. Es decir, que es lavada la carne para que el alma sea limpia, es ungida la carne para que sea consagrada el alma, es signada la carne para que sea fortalecida también el alma, se hace sombra a la carne con la imposición de las manos, para que también el alm4 sea iluminada por el Espíritu; la carne es alimentada con el cuerpo y la sangre de Cristo para que también el alma se harte de Dios. No pueden, pues, ser separadas en el premio aquella? a las que une el mismo trabajo». 


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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

La misericordia 


(Cf. Divi Thomae A VillanovaOpera Omnia [Manilae, 1883] vol.3 Serm. de la  Dom. 6 de Pentc.) 


A) Motivos de misericordia divina

El atributo divino más celebrado por las Sagradas Escrituras es el de la misericordia. Su misericordia está en todas sus criaturas (Ps. 144,9). Es Yavé poderoso y benigno, tardo a la ira; es clementísimo (Ps. 102,8). Dios es misericordioso por tres razones: 


a) POR SU OMNIPOTENCIA

La Sabiduría (12,16) dice: Tu poder soberano te autoriza para perdonar a todos. ¡Oh Señor!, muéstranos tu poder con el perdón. 

San Agustín nos dice que Dios es misericordioso porque es poderoso. La clemencia es una prueba del poder. Dios ha hecho que el león no so irrite por gritos pequeños, y, en cambio, a las bestias más feroces las ha hecho pequeñas, como son los insectos (cf. Serm. 213,1). La creación nos muestra el poder infinito de Dios; la redención, su clemencia infinita. Estoy más obligado a los sufrimientos de Dios que a su poder creador. Dios manifestó su poder a todas las criaturas, pero su clemencia al hombre solamente. 


b) POR SU NATURALEZA

San Agustín (cf. Sobre la visita a los enfermos c.5 .1) exclama: «¡Oh Dios mío, Dios mío!, ¿me atreveré a decirlo? Tened piedad de mi atrevimiento; porque estoy lleno de alegría, lo diré con alegría, y lo diré casi en éxtasis, resumiendo vuestra bondad. Si no fueseis Dios, seríais injusto; si no fueseis Dios, no seríais justo. ¿Por qué? Porque cometemos y nos obstinamos y gozamos en los más graves pecados, los publicamos y provocamos vuestra cólera, y vos, Señor, desplegáis vuestra misericordia, soportáis al pecador que se gloria. ¡Oh Dios mío, oh misericordia mía!, ¿no es eso ser injusto? No; la injusticia no puede darse en Dios; no sabe ser Dios más que doblegándose y compadeciéndose de nuestra miseria. ¿Qué digo? Nada más justo que vuestra misericordia, y si no fueseis misericordioso, no seríais Dios, porque es muy justo y conveniente que el que no necesita de nadie tenga misericordia de todos». 

San Bernardo (cf. Serm. 5.° sobre la Natividad 3) dice que el principio de su misericordia está en El mismo, en su bondad, y que el principio de la venganza divina está en nosotros, en el pecado. Por lo tanto, la misericordia se deriva de la misma naturaleza de Dios, mientras que el castigo le es una cosa extraña que le viene de nosotros. Destruid el pecado, y Dios no sabrá castigar, no sabrá dar más que la gloria, no sabrá más que ser misericordioso y clemente. 


c) POR SU EXPERIENCIA

Sus sufrimientos le enseñaron a ser misericordioso. Estaba lleno de esta virtud gracias a su naturaleza divina, pero quiso encarnarse para conocer la misericordia según la carne. Cuan benigno es un padre para con sus hijos, tan benigno es Dios para con los que le temen, pues El conoce b:en de qué hemos sido hechos (Ps. 102,13). El Apóstol se refiere a la sangre de Jesús, que habla mejor que /a fe de Abel (Hebr. 12,24), porque la una pedía justicia, y la otra misericordia. ¿Cuál es el grito de la sangre de Cristo? Sed misericordiosos, como lo es Dios, que de día dispense su gracia y de noche me acompaña (Ps. 41,9). 



B) Motivos de la misericordia humana


a) NUESTRA PROPIA MISERIA

Conociendo la desgracia, me es fácil socorrerla (ef. Virgilio, Eneida II 1ss). 


b) Los GRANDES PROVECHOS DE LA MISERICORDIA

Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia (Mt. 5,7). A Yavé presta el que da al pobre; El le dará su recompensa (Prov. 19,17). Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el mal día Yavé le librará, le protegerá y le dará vida. Será bienaventurado sobre la tierra, pues no le entregará al odio de sus enemigos, le sostendrá en el lecho de la enfermedad (Ps. 40.1-4). Grandes bienes consigues por harta pequeña cosa. 


c) LA ABUNDANCIA DE LAS DESGRACIAS

El mundo no es más que un vasto hospital lleno de pobres. No consideréis pobres únicamente a los que necesitan pan o vestido. ¿ No es más pobre todavía el que no tiene fe, juicio, luz ni razón? Los males del alma son tanto más importantes cuanto ella es superior al cuerpo (Mt. 6,25). Si os compadecéis de un cuerpo llagado, compadeceos también de un alma herida. ¿Quién se escandaliza que yo no me abrase? (2 Cor. 11,29). 


d) LA OBLIGACIÓN QUE TENEMOS DE SOCORRER Al. PRÓJIMO EN LAS NECESIDADES EXTREMAS

Las necesidades extremas de los pobres gritan contra nosotros, y su clamor llega al cielo. He ahí a uno que revienta en riquezas y otro que muere de hambre. ¿Creéis que Dios no le pedirá a aquél cuenta de su crueldad? San Ambrosio dice (este pensamiento no aparece en las obras de San Ambrosio, pero es citado como de él por Nazario en la distinción 87, canon 24): ¿Has visto morir de hambre al pobre y no le has alimentado? Le has matado tú; la voz de su sangre se levantará contra ti el día del juicio. 


C) Fin y peligros de las riquezas

Qué grandes son los peligros de los ricos! Acordaos del epulón en medio de las llamas. No esperéis a ver la necesidad extrema para remediarle, no esperéis que el pobre esté agonizando, porque entonces no necesita alimentos, sino sepultura. Dios ha creado a los pobres para que los ricos puedan salvarle mediante la limosna, porque de otra manera no tendrían puerta por donde entrar en el cielo, puesto que no ayunan, no trabajan, no sufren persecución, no conocen la austeridad y, embargados en sus negocios, apenas si conocen la oración. Pero Dios provee a todo. ¿Qué medios les da para salvarse? Dad limosnas según vuestras facultades, y todo será puro para vosotros (Le. 11,41). Dios da las riquezas para que sirvan de alimento al pobre, y por eso las multiplica muchas veces, como aumenta las fatigas y desgracias del pobre para conseguir ablandar el corazón de los ricos y que puedan salvarse. Amad, pues, ¡oh ricos!, a los pobres, de quien es el reino de los cielos, del cual podréis participar gracias a ellos. Para que, cuando éstas falten, os reciban en los eternos tabernáculos (Le. 16,9). Cuando os falten vuestro dinero, vuestras riquezas, vuestros criados; cuando vuestro lujo no os sirva de nada, entonces los pobres os servirán de ayuda. El rico epulón no recibió ni una gota de agua porque no había dado siquiera una miga de pan. Lo que más extraña en este evangelio es el modo de discurrir de los que no tenían hambre. ¿Cómo podrá saciárselos de pan aquí en el desierto? (Mc. 8,4). Es todo un símbolo de los ricos, a quienes no les falta nada hasta que se les muestran los pobres. ¿Qué teméis? Vuestros bienes no han de faltar ni 'se han de agotar por la limosna. La limosna aumenta el dinero si sois fieles administradores de Dios. Consultad la experiencia, y veréis cómo Dios sabe enriquecer al limosnero. 

Boletín Dominical 4 de julio




Día 4 de Julio, Domingo VI de Pentecostés.

Doble. Ornamentos Verdes

 

Espíritu de sacrificio ha de ser el distintivo de todo el que vive y lucha por un ideal grande; espíritu de sacrificio debe resplandecer en todo cristiano de una manera pujante y vigorosa. Por el bautismo renunciamos a Satanás y a sus obras, renunciamos a las concupiscencias y al pecado; muere el hombre viejo y cuerpo de pecado que era nuestra naturaleza inclinada al mal, e injertados en Jesucristo renacemos a nueva vida, vida sobrenatural de la gracia (Epístola). Más para desarrollar esta vida hay que luchar, puesto que la vida del cristiano es un combate sobre la tierra. El Evangelio nos muestra el corazón compasivo de Jesús. La atracción que ejercía era extraordinaria. Su mirada, sus palabras, su mansedumbre, sus obras, su bondad de corazón, subyugaban a cuantos tenían la dicha de verle.


Mes de Julio dedicado a la

Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


Cristo Nuestro Señor, el gran Mártir del Gólgota, Pontífice y Victima al mismo tiempo, sobre el madero de la cruz vertió su Sangre generosa para lavar con ella nuestras culpas, para pagar el precio de nuestro rescate, para obrar nuestra redención y nuestra salvación. Jesucristo, hermoseado con la purpura de su Sangre, es el Pontífice del Nuevo Testamento, según el Orden de Melquisedec, que abre las puertas del Cielo a todos los justos. ¡Jesucristo! ¡Acuérdate, Señor, de estos tus siervos, a los que con tu Preciosa Sangre redimiste! (Te Deum).

El Papa Pio IX instituyó ésta fiesta para toda la Iglesia el año 1849, en acción de gracias por la recuperación de Roma, de la que se habían apoderado los revolucionarios, y expulsado al Papa, que se refugió en Gaeta.