sábado, 4 de julio de 2020

San Juan de la Cruz: El Fariseísmo de los Principiantes





COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO 
DEL DOMINGO QUINTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Oísteis que fue dicho a los antepasados: «No matarás; el que matare será reo de condenación.» Mas Yo os digo: «Todo aquel que se encoleriza contra su hermano, merece la condenación; quien dice a su hermano «racá» merece el sanhedrín; quien le dice «necio» merece la gehenna del fuego. Si, pues, estás presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 

Mateo V, 20-24



SAN JUAN DE LA CRUZ

Fariseísmo de los principiantes 


La soberbia de creernos buenos, la ira y menosprecio de nuestro, hermanos, son defectos farisaicos liarlo difíciles de desarraigar. Veamos cómo los señala el santo Doctor en su Noche oscura del sentido (cf. canc.Ira c.1.2 y 5, edición crítica del P. Gerardo de San Juan de la Cruz [Toledo 1912] 1.2 p.6ss; en BAC, 2da. ed. p.815ss). 

A) Imperfecciones de los principiantes

a) SITUACIÓN DE PASO

«En esta noche oscura comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando del estado de principiantes, que es de los que meditan en el camino espiritual, y las comienza a poner en el de los aprovechados, que es ya el de los contemplativos, para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios. Por tanto, para declarar y entender mejor qué noche sea ésta por que el alma pasa, y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes (lo cual, aunque será con la brevedad que pudiere, no dejará de servir también a los mismos principiantes), para que, entendiendo la fla-queza del estado que llevan, se animen y deseen que les ponga Dios en esta noche, donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes y para los inestimables deleites del amor de Dios. Y, aunque nos detengamos en ello un poco. no será más de lo que basta para tratar luego de esta noche oscura...» 

b) RAZÓN DE ESTE ESTADO 

«Porque, como son movidos a estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan y como también ellos no están habilitados por ejercicio de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales tienen muchas faltas e imperfecciones; porque, en fin, cada uno obra conforme al hábito de perfección que tiene. y como éstos no han tenido lugar de adquirir los dichos hábitos fuertes, de necesidad han de obrar como niños, flacamente. Lo cual, para que más claramente se vea, y cuán flacos van estos principiantes en las virtudes acerca de lo que con el dicho gusto con facilidad obran, irémoslo notando por los siete vicios capitales, diciendo alguna de las muchas imperfecciones que en cada uno de ellos tienen. En que se verá claro cuán de niños es el obrar que éstos obran. Y veráse también cuántos bienes trae consigo la noche oscura de que luego babemos de tratar; pues de todas estas imperfecciones limpia el alma y la purifica, (c.1 p.6: BAC, p.815-816). 


B) De algunas imperfecciones espirituales que tienen los principiantes 
acerca del hábito de la soberbia 

a) «CIERTO RAMO DE SOBERBIA OCULTA» 

«Como estos principiantes se sienten tan fervorosos y diligentes en las cosas espirituales y ejercicios devotos, de esta propiedad (aunque es verdad que las cosas santas de suyo humillan), por su imperfección, les nace muchas veces cierto ramo de soberbia oculta, de donde vienen a tener alguna satisfacción de sus obras y de sí mismos. Y de aquí también les nace cierta gana algo vana, y a veces muy vana, de hablar cosas espirituales delante de otros y aun a veces de enseñarlas más que de aprenderlas, y condenan en su corazón a otros cuando no los ven con la ma-nera de devoción que ellos querrían, y aun a veces los dicen de palabra, pareciéndose en esto al fariseo, que se jactaba alabando a Dios, sobre las cosas que hacía y despreciando al publicano (Lc. 18,11-12). A éstos muchas veces les acrecienta el demonio el fervor y ganas de hacer estas y otras obras por que les vaya creciendo la soberbia y presunción. Porque sabe muy bien el demonio que todas estas obras y virtudes que obran, no solamente no les valen nada, mas antes se le vuelven en vicio. Y a tanto suelen llegar algunos de éstos, que no querrían que pareciese otro bueno, sino ellos; y así, con la obra y la palabra cuando se ofrece, los condenan y detraen: mirando la !notica en el ojo de su hermano y no considerando la viga que está en el suyo; cuelan el mosquito ajeno y tráganse su camello (Mt. 7,3 Y 23,24)». 

b) «SUELEN PROPONER MUCHO Y HACER POCO» 
 
A veces también, cuando sus maestros espirituales y prelados, no les aprueban su espíritu y modo de proceder (porque tienen gana que estimen y alaben sus cosas), juzgan que no les entienden el espíritu y que ellos no son espirituales, pues que no aprueban aquello y condescienden con ello. Y así, luego desean y procuran tratar con otro que cuadre con su gusto; porque ordinariamente desean tratar su espíritu con aquellos que entienden que han de alabar y estimar sus cosas, y huyen, como de la muerte, de aquellos que se las deshacen para ponerlos en camino seguro, y aun a veces toman ojeriza con ellos. Presumiendo, suelen proponer mucho y hacer poco. Tienen algunas veces ganas que los otros entiendan su espíritu y devoción, y para esto hacen muestras exteriores de movimientos, suspiros y otras ceremonias, y a veces suelen tener algunos arrobamientos, en público más que en secreto, a los cuales ayuda el demonio, y tienen complacencia en que los entiendan aquello, y muchas veces codicia. Muchos quieren preceder y privar con los confesores, y de aquí les nacen mil envidias e inquietudes. Tienen empacho de decir sus pecados desnudos por que no los pongan los confesores en menos, y vanlos coloreando por que no parezcan tan malos, lo cual más es irse a excusar que a acusar. Y a veces buscan otro confesor para decir lo malo, porque el otro no piense que tiene nada malo, sino bueno, y así siempre gustan de decirle lo bueno, y a veces por términos que parezcan más de lo que es, a lo menos con gana de que le parezca bueno; como quiera que fuera más humildad, como luego diremos, deshacerlo y tener gana de que ni él ni nadie lo tuviesen en algo». 

c) «SON ENEMIGOS DE ALABAR A OTROS» 

«También algunos de éstos tienen en poco sus faltas, Y otras veces se entristecen demasiado de verse caer en ellas, pensando que ya habían de ser santos, y se arrojan contra. mismos con impaciencia, lo cual es otra imperfección. Tienen muchas veces ansias con Dios porque les dice sus imperfecciones y faltas, más por verse sin la molestia de ellas en paz que por Dios; no mirando que, si se las quitase par ventura, se harían más soberbios. Son enemigos de alabar a otros, y amigos que los alaben, y a veces lo pretenden; en lo cual son semejantes a las vírgenes locas, que, teniendo sus lámparas muertas, buscan óleo por defuera (Mt. 25,8).

De estas imperfecciones, algunos llegan a tener muchas muy intensamente y a mucho mal en ellas. Pero algunos tienen menos y otros más, y algunos sólo los primeros movimientos o poco más; y apenas hay algunos de estos principiantes que en tiempo de estos fervores no caigan en algo de estos. 

d) Los QUE APROVECHAN CRECEN EN HUMILDAD

«Pero los que en este tiempo van en perfección, muy de otra manera proceden y con muy diferente temple de espíritu; porque se aprovechan y edifican mucho con la humildad, no sólo teniendo sus propias cosas en nada, mas con muy poca satisfacción de sí; a todos los demás tienen por muy mejores, y les suelen tener una santa envidia, con ganas de servir a Dios como ellos. Porque cuanto más fervor llevan y cuantas más obras hacen y gusto tienen en ellas, como van en humildad, tanto más conocen lo mucho que Dios merece y lo poco que es todo cuanto hacen por El; y así, cuanto más hacen, tanto menos se satisfacen. Que tanto es lo que de caridad y amor querrían hacer por El, que todo lo que hacen no les parece nada; y tanto les solicita, ocupa y embebe este cuidado de amor, que nunca advierten en si los demás hacen o no hacen; y así, si advierten, todo es, como digo, creyendo que todos los demás son muy mejores que ellos. De donde, teniéndose en poco, tienen gana de que los demás también los tengan en poco y les deshagan y desestimen sus cosas. Y tienen más: que, aunque se las quieran alabar y estimar, en ninguna manera lo pueden creer, y les parece cosa extraña decir de ellos aquellos bienes». 

e) DESEAN SER ENSEÑADOS

«Estos, con mucha tranquilidad y humildad, tienen gran deseo de que les enseñe cualquiera que les pueda aprovechar. Harto contraria cosa de la que tienen los que habemos dicho arriba, que lo querrían ellos enseñarlo todo, y aun cuando parece que les enseñan algo, ellos mismos toman la palabra de la boca como que ya se lo saben. Pero éstos, estando muy lejos de querer ser maestros de nadie, están muy prontos de caminar y echar por otro camino del que llevan, si se, lo mandaren, porque nunca piensan que aciertan en nada. De que alaben a los demás se gozan; sólo tienen pena de que no sirven a Dios como ellos. No tienen ganas de decir sus cosas, porque las tienen en tan poco, que aun a sus maestros espirituales tienen vergüenza de decirlas, pareciéndoles que no son cosas que merezca hacer lenguaje de ellas. Más gana tienen de decir sus faltas y pecados, o que los entiendan, que no sus virtudes; y así se inclinan más a tratar su alma con quien en menos tiene sus cosas y su espíritu. Lo cual es propiedad de espíritu sencillo, puro y verdadero, y muy agradable a Dios. Porque, como mora en estas humildes almas el espíritu sabio de Dios, luego les mueve e inclina guardar adentro sus tesoros en secreto y a los males. Porque da Dios a los humildes, junto con las demás virtudes, esta gracia, así como a los soberbios la niega».

f) SUFREN CON PACIENCIA SUS PROPIAS IMPERFECCIONES

«Darán éstos la sangre de su corazón a quien sirve a Dios y ayudarán cuanto es en sí a que le sirvan. En las imperfecciones en que se ven caer, con humildad se sufren, y con blandura de espíritu y temor amoroso de Dios, y esperando en El. Pero almas que en el principio caminan en esta manera de perfección, entiendo, como queda dicho, son las menos, y muy pocas que ya nos contentaríamos que no cayesen en las cosas contrarias. Que por eso, como después diremos, pone Dios en la noche oscura a los que quiere purificar de todas estas imperfecciones para llevarlos adelante» (cf. c.2 p.8-10: BAC, p.816-819). 

C) De las imperfecciones en que caen los principiantes acerca del vicio de la ira

a) LA AFICIÓN A LOS GUSTOS ESPIRITUALES

«Por causa de la concupiscencia que tienen muchos principiantes en los gustos espirituales, los poseen muy de ordinario con muchas 'imperfecciones del vicio de la ira. Porque, cuando se les acaba el sabor y gusto en las cosas espirituales, naturalmente se hallan desabridos, y, con aquel sinsabor que traen consigo, traen mala gracia en las cosas que tratan, y se aíran fácilmente en cualquier cosilla, y aun a veces no hay quien los sufra. Lo cual muchas veces acaece después que han tenido algún muy gustoso recogimiento sensible en la oración, que, como se les acaba aquel gusto Y sabor, naturalmente queda el natural desabrido y desganado; bien así como el niño cuando le apartan del pecho de que estaba gustando a su sabor. En el cual natural, cuando no se dejan llevar de la desgana, no hay culpa, sino imperfección que se ha de purgar por la sequedad y aprieto de la noche oscura».

b) CELO DESASOSEGADO 

«También hay otros de estos espirituales que caen en otra manera de ira espiritual, y es que se aíran contra los vicios ajenos con cierto celo desasosegado, notando a otros, y a veces les dan ímpetus de reprenderlos enojosamente, y aun lo hacen algunas veces, haciéndose ellos dueños de la virtud. Todo lo cual es contra la mansedumbre espiritual. 

Hay otros que, cuando se ven imperfectos, con paciencia no humilde se aíran contra sí mismos; acerca de lo cual tienen tanta impaciencia, que querrían ser santos en un día. De éstos hay muchos que proponen mucho y hacen grandes propósitos, y como no son humildes y confían de sí, cuantos más propósitos hacen, tanto más caen y tanto más se enojan, no teniendo paciencia para esperar a que se lo dé Dios cuando fuere servido; que también es contra la dicha mansedumbre espiritual, que del todo no se puede remediar sino por la purgación de la noche oscura; aunque algunos tienen tanta paciencia y se van despacio en esto de querer aprovechar, que no querría Dios ver en ellos tanta» (cf. c.5 p.19: BAC, p.824-825). 




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