viernes, 26 de diciembre de 2025

Boletín Dominical 28 de diciembre



Día 28 de Diciembre. Los Santos Inocentes

Doble de II clase – Orn. Rojos.

La crueldad de Herodes que pretendiendo deshacerse de Cristo segó en flor la vida de tantos inocentes, pone, entre las alegrías de Belén, una nota de tristeza en el corazón de la Iglesia, que hoy viste de color morado y suprime el Gloria y el Aleluya. 

Los inocentes son las flores de los mártires que confesaron a Cristo, no con palabras, sino con su sangre. La saña de Herodes los introdujo en el cielo, donde triunfan y siguen al Cordero Inmaculado. 






Día 30 de Diciembre, Domingo Infraoctava de Navidad

Doble de II clase-Ornamentos Blancos.

En el acto de la circuncisión, por decreto divino, intimado primero a la Virgen María (San Lucas 1, 31) y después a San José ( San Mateo 1, 21), el Niño Dios recibió el nombre de Jesús, nombre que significa el oficio de Salvador, que solamente Cristo, Dios y Hombre, podía y debía realizar. A este nombre “dóblese toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos” como dice el Introito. Únicamente en el nombre de Jesús encontramos nuestra salvación (Epístola). Tengamos siempre en el corazón y en los labios éste dulcísimo nombre, “prenda de eterna predestinación”, para que algún día “nos gocemos de que estén nuestros nombres escritos en el cielo” (Postcomunión).


Día 1° de Enero, Fiesta de la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo.

Fiesta de Precepto.

Doble de II clase. Ornamentos Blancos.

Dios nuestro Señor instituyó la circuncisión (Génesis 17, 4-11) como para sellar el pacto que celebraba con Abraham y todos sus descendientes. Con ésta ceremonia ritual se incorporaba el que la recibía al pueblo de Dios, y se obligaba al cumplimiento de la Ley. Al mismo tiempo, con esto, se hacía merecedor de las promesas divinas, y manifestando su fe en el Redentor, hijo de Abraham, obtenía la remisión del pecado original. Equivalí, pues, la circuncisión, entonces, al sacramento del bautismo, que luego instituyó N. S. Jesucristo, cuya figura era y por cuyos méritos futuros se remitía el pecado original.

Nuestro Señor quiso también someterse a ésta sangrienta ceremonia, mostrando que era hijo de Abraham, según la carne, y para darnos ejemplo de obediencia, y libertar de aquel pesado yugo a los que había de redimir. (Gálatas 4, 4-5).



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