Sermón
R.P. Gabriel María G. Rodrigues
Sermón
R. D. Lucio C. Simbrón
Lección
Hermanos: Sed imitadores de Dios, como hijos carísimos: y caminad en el amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo a Dios por nosotros, como una oblación y una hostia suave y olorosa. Que no se nombre siquiera entre vosotros la fornicación, ni ninguna inmundicia, ni la avaricia, como conviene a los santos: ni la torpeza, o las palabras estúpidas, o la chocarrería, que no venga al caso: antes reine siempre la acción de gracias. Sabed y comprended que ningún fornicador, o inmundo, o avaro, ni todo lo que sea servicio de los ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os seduzca con vanas palabras: porque por ellas vino la ira de Dios sobre -los hijos de la incredulidad. No os hagáis, pues, partícipes de su castigo. Porque en otro tiempo erais tinieblas; pero ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz. El fruto de la luz consiste en una bondad, en una justicia y en una verdad absolutas.
Efesios V, 1-9
Evangelio
En aquel tiempo estaba Jesús arrojando un demonio, y éste era mudo. Y, habiendo arrojado al demonio, habló el mudo, y se admiraron las turbas. Pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Beelzebub, príncipe de los demonios, echa El los demonios. Y otros, tentándole, le pedían un milagro del cielo. Pero El, cuando vió sus pensamientos, les dijo: todo reino, que esté dividido entre sí, será desolado, y una casa caerá sobre otra casa. Pues, si Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo subsistirá su reino? Porque vosotros decís que yo arrojo los demonios por virtud de Beelzebub. Mas, si yo arrojo los demonios en virtud de Beelzebub: ¿vuestros hijos por virtud de quién los expulsan? Por lo tanto, ellos mismos serán vuestros jueces. Ahora bien, si yo lanzo los demonios con el dedo de Dios, es que ha llegado ya a vosotros el reino de Dios. Cuando un fuerte armado guarda la puerta de su casa, está seguro todo cuanto posee. Pero, si viniere otro más fuerte que él, y le venciere, le quitará todas sus armas, en quienes confiaba, y repartirá sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí: y, el que no recoge conmigo, dispersa. Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por lugares sin agua, buscando descanso: y, no encontrándolo, dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y, cuando torna, la encuentra barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y, entrando, habitan allí, Y el fin de aquel hombre es peor que su principio. Y sucedió que, cuando decía estas cosas, alzando la voz una mujer de la turba, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó, y los pechos que mamaste. Pero El dijo: Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios, y la practican.
Lucas XI, 14-28
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