domingo, 28 de enero de 2024

Sermón Domingo de Septuagésima

Sermón

R.P. Frei Pedro María O.F.M. sub


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold




Lección

Hermanos: ¿No sabéis que, los que corren en el estadio, corren todos, ciertamente, pero sólo uno recibe el premio? Corred de modo que lo ganéis. Y, todo el que lucha en la palestra, se abstiene de todo: y ellos, para alcanzar ciertamente una corona corruptible; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Yo también corro, pero no a la ventura; lucho, pero no como si azotara al aire; sino que castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que, habiendo predicado a los demás, sea yo mismo hallado réprobo. Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres caminaron todos bajo la nube; y pasaron todos el mar; y fueron bautizados todos por Moisés en la nube y en el mar; y todos comieron el mismo manjar espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual (porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y esta piedra era Cristo): pero muchos de ellos no agradaron a Dios.

 Corintios IX, 24-27; X, 1-5


Evangelio

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió de madrugada a contratar obreros para su viña. Y, hecho el convenio con los obreros por un denario al día, les envió a su viña. Y, saliendo cerca de la hora tercia, vio a otros, que estaban ociosos en la plaza, y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos se fueron. Y salió de nuevo cerca de las horas sexta y nona: e hizo lo mismo. Salió aún cerca de la hora undécima, y encontró a otros parados, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día, ociosos? Dijéronle: Porque nadie nos ha ajustado. Díjoles: Id también vosotros a mi viña. Y, cuando llegó la tarde, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: Llama a los obreros y dales la paga, comenzando desde los últimos hasta los primeros. Cuando se presentaron pues, los llegados a la undécima hora, recibieron cada uno un denario. Al llegar los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron cada cual un denario. Y, al recibirlo, murmuraban contra el padre de familias, diciendo: Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has igualado a nosotros, que, hemos llevado la carga y el calor del día. Mas él, respondiendo a uno de ellos, dijo: Amigo, no te hago agravio: ¿no conveniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar también a este último lo mismo que a ti. ¿O es que no puedo hacer lo que quiera? ¿Acaso es malo tu ojo, porque yo soy bueno? Así los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.

S. Mateo. XX, 1-16

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