domingo, 30 de julio de 2023

Sermón Domingo Noveno después de Pentecostés

Sermón

R.P. Gabriel María G. Rodrigues



Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


Lección

Hermanos: Estas cosas sucedieron como figuras para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo como ellos codiciaron . No seáis, pues, idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: “Sentóse el pueblo a comer y a beber, y se levantaron para danzar”. No cometamos, pues, fornicación, como algunos de ellos la cometieron y cayeron en un solo día veintitrés mil. No tentemos, pues, al Señor, como algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. No murmuréis, pues, como algunos de ellos murmuraron y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedió a ellos en figura, y fue escrito para amonestación de nosotros para quienes ha venido el fin de las edades. Por tanto, el que cree estar en pie, cuide de no caer. No nos ha sobrevenido tentación que no sea humana; y Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que aun junto a la tentación preparará la salida, para que podáis sobrellevarla.

I Corintios X, 6-13



Evangelio

En aquel tiempo cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén, viendo la ciudad, lloró sobre ella, y dijo: “¡Ah si en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Porque vendrán días sobré ti, y tus enemigos te circunvalarán con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de todas partes; derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que has sido visitada”. Entró en el Templo y se puso a echar a los vendedores, y les dijo: “Está escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones”. Y día tras día enseñaba en el Templo. Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle, y también los jefes del pueblo. 

Lucas XIX, 41-47

sábado, 29 de julio de 2023

Dom Gueranger Noveno Domingo después de Pentecostés



NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


LAS DESDICHAS DE JERUSALÉN

El llanto de las desdichas de Jerusalén forma en Occidente el objeto del Evangelio de hoy; desde hace mucho tiempo ha dado su nombre, entre los Latinos, al Domingo nono después de Pentecostés.

Es fácil encontrar aun hoy día en la Liturgia, huellas de la preocupación de la Iglesia naciente por el próximo cumplimiento de las profecías contra la ciudad ingrata, que fue objeto de las primeras predilecciones del Señor. Ha llegado por fin el término impuesto por la misericordia a la justicia divina. Al hablar Jesucristo del derrumbamiento de Sión y del templo, había predicho que la generación que oía sus palabras no pasaría sin que ocurriese todo lo que anunciaba[1]. Casi cuarenta años concedidos a Judea para desviar la cólera del cielo, no han conseguido sino afirmar en su obstinación renegada al pueblo deicida. Como torrente largo tiempo contenido que rompe sus diques, la venganza se abalanza sobre el antiguo Israel; el año 70 vio ejecutar la sentencia que él mismo se había firmado, al gritar cuando entregó a los gentiles[2] a su Rey y a su Dios: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos![3]


MISA

Israel se había hecho enemigo de la Iglesia; Dios, como había anunciado[4], le castiga y dispersa sus restos. La Iglesia toma ocasión de la ejecución de los juicios del Señor, para poner de manifiesto la humilde confianza que deposita en la ayuda de su Esposo.


INTROITO

He aquí que Dios me ayuda, y el Señor es el defensor de mi vida: torna los males contra mis enemigos, y dispérsalos con tu poder, señor, protector mío. — Salmo: Oh Dios, sálvame en tu nombre: y líbrame con tu poder. V. Gloria al Padre.


Los judíos gritan al cielo y los oídos del Señor quedan cerrados a sus súplicas, porque no han sabido pedir lo que agrada al Señor. La Iglesia pide, en la Colecta, que no ocurra así con sus hijos.


COLECTA

Abre, Señor, los oídos de tu misericordia a las preces de los que Te suplican: y, para que puedas satisfacer los deseos de los que Te ruegan, haz que Te pidan lo que a Ti Te es grato. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. (1 X, 6-13).

Hermanos: No deseéis cosas malas, como las desearon los Hebreos en el desierto. Ni adoréis los ídolos, como algunos de ellos, según está escrito: "Sentóse el pueblo a comer y a beber, y luego se levantaron a retozar". Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron, y murieron 23,000 en un día. Ni tentemos a Cristo, como hicieron algunos de ellos, y perecieron mordidos de las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y fueron muertos por el Ángel exterminador. Todas estas cosas que les acontecían eran figuras de lo venidero, y están escritas para escarmiento de nosotros, que hemos venido al fin de los siglos. Y así, el que piensa estar firme cuide, no caiga. Que no os vengan sino tentaciones humanas fácilmente superables. Pero fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes hará que saquéis provecho de la misma tentación, para que podáis perseverar en el bien.


UNA LECCIÓN PROFÉTICA

"Todos los judíos— dice San Pablo—han sido honrados con las finezas de Dios. Nada les ha faltado. Sin embargo de eso, la benevolencia del Señor se ha alejado definitivamente de ellos. Es que el amor de Dios nos crea una responsabilidad ante él, y sus beneficios no aprovechan sino a los que, habiéndolos recibido con humildad, los hacen valer mediante la fidelidad absoluta de su vida. Que no diga nadie que todo esto es un viejo cuento que no toca más que a los judíos. No; en la persona del pueblo judío recibimos nosotros una lección profética: se nos advierte que nos apartemos de la grosera codicia que los perdió y que nos perdería también a nosotros mismos... El pueblo judío ha hecho, y casi siempre a costa suya, experiencias que han de servir al mundo entero. Todos los acontecimientos de su historia han sucedido, se han escrito, y han llegado hasta nosotros como una lección destinada en el pensamiento de Dios, a esclarecernos a nosotros, los que íbamos a venir al cabo de los siglos, los que pertenecemos a la nueva alianza, la última, la eterna.

"Vemos por esto cómo se puede caer, aun después de haber recogido beneficios de Dios. Así pues, lejos de nosotros toda presunción y toda falsa seguridad. Puede ser que sobrevengan pruebas más pesadas que las que hemos soportado hasta ahora y que Dios ha medido conforme a nuestra debilidad. Sin duda ninguna que el Señor, que es fiel, no ha de permitir nunca que la prueba sobrepase por completo nuestras fuerzas: a medida que crezca la tentación, dará Dios la fuerza sobrenatural para resistir; pero no es en nosotros en quien debemos confiar, y este aumento de fuerza no nos vendrá sino de Él"[5].

El Gradual, expresión ardiente de alabanza al Señor Dios nuestro, viene a dar refrigerio a nuestras almas fatigadas por el espectáculo de ingratitudes del pueblo judío y de los castigos que merecieron. Aun en los días más tristes, no falta la alabanza en la Iglesia, pues no hay ningún acontecimiento aquí abajo que pueda hacer olvidar a la Esposa los esplendores del Esposo o impedirla que exalte sus magnificencias. En el Verso hay rasgos de súplica y angustia:


GRADUAL

Señor, Señor nuestro: ¡cuán admirable es tu nombre en toda la tierra! V. Porque tu magnificencia se ha elevado sobre los cielos.

Aleluya, aleluya. V. Sálvame de mis enemigos, Dios mío: y líbrame de los que se levantan contra mí. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según San Lucas. (XIX, 41-46).

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén, cuando vio la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si conocieses tú también, al menos en este tu día, lo que sería tu paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti: y te rodearán tus enemigos de trincheras, y te asediarán: y te apretarán por todas partes: y te prosternarán por tierra a ti, y a los hijos que están en ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra: por no haber conocido el tiempo de tu visitación. Y, entrando en el templo, comenzó a expulsar a los que vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración. Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y estaba enseñando todos los días en el templo.


LAS LÁGRIMAS DE JESÚS

El pasaje que se acaba de leer en el Santo Evangelio, se refiere al día de la entrada triunfante del Salvador en Jerusalén. El triunfo que Dios Padre preparaba a su Cristo antes de los días de su Pasión, no era desgraciadamente, pronto se vio, el reconocimiento del Hombre-Dios por la sinagoga. Ni la dulzura de este rey que venía a la hija de Sion montado en una asna[6], ni su severidad misericordiosa contra los que profanaban el templo, ni sus últimas enseñanzas en la casa de su Padre, podrían abrir aquellos ojos obstinadamente cerrados a la luz de la salvación y de la paz. Los mismos lloros del Hijo del Hombre no podían, pues, alejar la venganza divina: fue necesario que llegase por fin el turno a la justicia.

Conviene que contemplemos por unos instantes las lágrimas de Jesús. "El Señor volvió su mirada a la gran ciudad, hacia la mole del Templo, y una tristeza infinita embargó su alma... Lloró sobre su patria; fueron verdaderos sollozos, y las palabras que pronunció tenían, en efecto, un acento como entrecortado, en que se descubría la violencia de la emoción. No perdamos nunca de vista que el Señor ha pertenecido a nuestra humanidad. Amaba a Jerusalén como judío, como Hijo del Hombre, como Hijo de Dios. Jerusalén era el corazón de Israel y de todo el mundo religioso, la ciudad que Dios se había escogido. Habría podido llegar a ser la capital del mundo mesiánico destinado a abrazar a todas las naciones. En el pasado, nunca le faltaron las advertencias y los castigos saludables: y, durante tres años, el Señor mismo ¡la había iluminado tan abundantemente! Hasta en el Calvario, y más allá, por el ministerio de sus Apóstoles, debía tender los brazos a su pueblo. Pero todo sería inútil, y por fin, sería necesario que interviniese la justicia. Y nosotros podemos leer en el historiador Josefo (libros V y VI de la Guerra de los Judíos) con qué rigurosa exactitud se realizó la profecía del Señor, concerniente al castigo de Jerusalén, que es la más impresionante lección de la Historia"[7].

La Iglesia en el Ofertorio, se felicita por sus hijos del cuidado que emplean, por la gracia del Esposo, en observar los mandamientos del Señor. Su obediencia es lo que hace que los juicios de Dios, tan terribles para la Sinagoga, no sean para ella sino gozo y dulzura.


OFERTORIO

Las justicias del Señor son rectas, y alegran los corazones, y sus juicios son más dulces que la miel y el panal: por eso tu siervo los observa.


La Secreta implora de Dios, para los hijos de la Iglesia, la gracia de asistir dignamente al Sacrificio, que cada vez renueva realmente la obra de salvación de todos.


SECRETA

Suplicámoste, Señor, hagas que frecuentemos dignamente estos Misterios: porque, cada vez que se celebra la conmemoración de esta hostia, se renueva la obra de nuestra redención. Por nuestro Señor.


La Antífona de la Comunión formula el misterio de la unión divina realizada en el Sacramento.


COMUNIÓN

El que come mi carne, y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.


La santificación de los individuos y la unidad del cuerpo social son dos frutos de los santos Misterios. La Iglesia los pide a Dios en la Poscomunión.


POSCOMUNIÓN

Suplicámoste, Señor, hagas que la comunión de tu Sacramento nos consiga la pureza y la unidad. Por nuestro Señor.


Notas

[1] San Lucas XXI, 32.

[2] San Mateo XX, 19.

[3] Ibid., XXVII, 25.

[4] Deuteronomio XXVIII, 15-68.

[5] Dom Delatte, Epitres de Saint Paul I, 337.

[6] Zacarías IX, 9.

[7] Dom Delatte, Evangelio de N.S.J.C. II, 148.

viernes, 28 de julio de 2023

Boletín Dominical 30 de Julio




Día 30 de Julio, Domingo IX de Pentecostés.

Doble. Orn. Verdes. Conm. Santos Abdón y Senén, Mártires

La liturgia del Domingo de hoy anuncia los castigos terribles reservados a los que hayan renegado de Cristo. Todos ellos perecerán y serán excluidos del reino celestial.

Jerusalén rechazó a Jesús y lo clavó e la cruz; y aquel mismo pueblo testigo de su vida, de su doctrina, de sus milagros y aún hacía poco de la estupenda resurrección de Lázaro después de estar enterrado hacía tres días, y que el Domingo aclama triunfalmente a Jesús, ese mismo pueblo seis días después grita y pide que le crucifiquen, sabiéndole Santo, Justo y bienhechor del pueblo, enviado de Dios. 

Por eso Cristo no tuvo reparos en derramar lágrimas tan amargas a la vista de la desventurada Jerusalén, aunque en vano, porque no se convirtió; por eso predice para ella terribles castigos, pues veía en espíritu donde la llevaban sus conductores. Más de un millón de judíos pereció el año 70 en el asedio y saqueo de Jerusalén por Tito, y todo por no haber admitido a Cristo.

Habla también el Evangelio de hoy de la indignación de Jesús contra los que profanaban el Templo con sus mercancías y sus robos; como se indignaría hoy ante la falta de respeto y decoro con que algunas personas concurren a él.

“23.000 hebreos perecieron en un mismo día a causa de su impureza, y muchos por murmurar fueron muertos por el Ángel exterminador” (Epístola). Todo esto, dice S. Pablo, estaba escrito para nuestro escarmiento.







Día 5 de Agosto, la dedicación de Santa María de las Nieves.
Esta es, en la liturgia romana, la fiesta más antigua en honor a la Santísima Virgen María: La dedicación de la Basílica Patriarcal de Santa María Mayor, llamada así por ser el más grandioso de todos los templos de Roma consagrados a la Madre de Dios. Llamase además Santa María del Pesebre, por guardarse en ella gran parte del Santo Pesebre de Belén, llamase, por último, Santa María de las Nieves, conforme a una piadosa tradición (inmortalizada por Murillo) según la cual la celestial Señora, nombrada heredera de un matrimonio sin hijos que quiso dar testimonio de su devoción mariana eligió el sitio de su futura Basílica, cubriéndolo con una copiosa nevada en los calores del 5 de Agosto. A la entrada de la Basílica se halla la estatua de Felipe IV de España, cuyos sucesores son canónigos honorarios de Santa María la Mayor. La nave principal la forman dos hileras de 44 columnas de mármol blanco. El artesonado luce el primer oro que llegó de América.






domingo, 23 de julio de 2023

Sermón Domingo Octavo después de Pentecostés


Sermón

R.P. Gabriel María G. Rodrigues


Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Lección

Hermanos: Así, pues, hermanos, somos deudores: no de la carne para vivir según la carne; pues si vivís según la carne, habéis de morir; mas si por el espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios, dado que no recibisteis el espíritu de esclavitud, para obrar de nuevo por temor, sino que recibisteis el espíritu de filiación, en virtud del cual clamamos: ¡Abba! (esto es), Padre. El mismo Espíritu da testimonio, juntamente con el espíritu nuestro, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que sufrimos juntamente (con Él), para ser también glorificados (con Él).

Romanos VIII, 12-17


Evangelio 

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes. Y le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo decir de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mi mayordomo. Entonces el mayordomo dijo entre sí: ¿Qué haré porque mi señor me quita la mayordomía? Cavar no puedo, de mendigar tengo vergüenza. Yo sé lo que he de hacer, para que cuando fuere removido de la mayordomía me reciban en sus casas. Llamó, pues, a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y éste le respondió: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu escritura, y siéntate luego, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él respondió: Cien coros de trigo. Él le dijo: Toma tu vale y escribe ochenta. Y alabó el señor al mayordomo infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos de este siglo, son más sabios en su generación, que los hijos de la luz. Y yo os digo: Que os ganéis amigos con las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis, os reciban en las eternas moradas. 

Lucas XVI, 1-9

sábado, 22 de julio de 2023

Dom Gueranger Octavo Domingo después de Pentecostés




OCTAVO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


EL OFICIO

Este Domingo era llamado en la Edad Media, el sexto y último Domingo después del natalicio de los Apóstoles, o fiesta de San Pedro, en los años en que la Pascua alcanzaba su último límite en Abril. Por el contrario, cuando la Pascua seguía inmediatamente al equinoccio de primavera, era el primero de la serie dominical llamada de ese modo.

Hemos visto que por razón de este mismo movimiento tan variable, transmitido a toda la última parte del ciclo litúrgico por la fecha de la Pascua, esta semana podía ser ya la segunda de la lectura de los libros Sapienciales, aunque con más frecuencia se deba continuar aún en ella la de los libros de los Reyes. En este último caso, lo que hoy llama la atención de la Santa Iglesia, es el antiguo templo levantado por Salomón para gloria de Dios; y. entonces los cantos de la Misa, como veremos, están en perfecta armonía con las lecturas del Oficio de la noche


MISA

El Introito recuerda la gloria del antiguo templo y del monte santo. Pero mayor aún es la majestad de la Iglesia que, en este momento, lleva el Nombre y la alabanza del Altísimo hasta los confines de la tierra, mucho mejor de lo que lo había hecho aquel templo que era su figura.


INTROITO

Hemos recibido, oh Dios tu misericordia en medio de tu templo: como tu nombre, oh Dios, así tu alabanza llega hasta el fin de la tierra, tu diestra está llena de justicia. — Salmo: Grande es el Señor, y muy laudable: en la ciudad de nuestro Dios, en su santo monte. V. Gloria al Padre.


De nosotros mismos somos incapaces, no sólo de toda obra buena, sino que ni siquiera se puede producir en nosotros un solo pensamiento del bien sobrenatural sin ayuda de la gracia. Pues bien, el medio más seguro para obtener una ayuda tan necesaria, es reconocer humildemente ante Dios, la necesidad absoluta que tenemos de Él, como lo hace la Iglesia en la Colecta.


COLECTA

Suplicámoste, Señor, nos concedas propicio el espíritu de pensar y hacer siempre lo que es recto: para que, los que no podemos existir sin ti, podamos vivir conforme a ti. Por nuestro Señor,


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos. (VIII, 12-17).


Hermanos: No somos deudores de la carne, para que vivamos según la carne. Porque, si viviereis según la carne, moriréis: mas, si mortificareis con el espíritu las obras de la carne, viviréis. Porque, todos los que son movidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, para que viváis todavía en el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción de hijos, con el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos también herederos: herederos ciertamente de Dios, y coherederos de Cristo.


PROGRAMA DE VIDA SOBRENATURAL

“Si el Espíritu de Dios es el lazo de unión con nuestro Señor Jesucristo, si es el alma de nuestra vida, el hálito y el inspirador de todas nuestras obras, de él proviene todo impulso. A despecho de esta parte de concupiscencia que el bautismo ha dejado en mis miembros para obligarme a combatir, no tengo ya más que ver con la carne y con la vida de antes. ¡No quiera Dios que vuelva hacia atrás y que, engañado por el egoísmo, me sustraiga al Espíritu de Dios para pertenecer de nuevo a las obras de muerte! No. Después de haber entrado en la intimidad de Dios, sería insensato volverme de espaldas a la Ternura, a la Belleza, a la Pureza; y, ¿por quién y por qué? En adelante, la carne nada tendrá que reclamar de mí. Viene demasiado tarde. Con el fin de vivir eternamente, reduciré de día en día y domeñaré hasta su completa eliminación, si es posible, todo lo que en mí se levanta contra la vida de Dios: Aquéllos, dice el Apóstol en una fórmula incomparable, aquéllos son verdaderos hijos de Dios; que se dejan conducir por el Espíritu de Dios. Toda la vida sobrenatural que ha comenzado por la fe y el bautismo, se reduce a la docilidad, a la flexibilidad y al abandono a las influencias del Espíritu de Dios”[1].

El Gradual parece expresar los sentimientos de los cristianos judíos, obligados a abandonar sus ciudades, y que piden a Dios que sea en adelante El mismo su protector y el lugar de su refugio. El Verso canta de nuevo la antigua grandeza del Señor en Jerusalén y en el monte en que estuvo su templo.


GRADUAL

Sé para mí un Dios protector, y un lugar de refugio, para que me salves. J. Oh Dios, en ti he esperado: Señor, no sea yo confundido eternamente.


ALELUYA

Aleluya, aleluya. V. Grande es el Señor, y muy laudable, en la ciudad de nuestro Dios, en su santo monte. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según San Lucas. (XVI, 1-9).


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Había un hombre rico, que tenía un mayordomo: y éste fue acusado ante aquél de que disipaba sus bienes. Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Da razón de tu administración; porque ya no podrás administrar más. Dijo entonces para sí el mayordomo: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la administración. Cavar no puedo, de pedir me avergüenzo. Ya sé lo que he de hacer, para que, cuando sea privado de la administración encuentre quienes me reciban en sus casas. Llamando, pues, a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Y él respondió: Cien barriles de aceite. Díjole: Toma tu recibo, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Él dijo: Cien cargas de trigo. Díjole: Toma tu escritura, y pon ochenta. Y alabó el amo al mayordomo de iniquidad, porque había obrado prudentemente, porque los hijos de este mundo son más prudentes en sus negocios que los hijos de la luz. Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de iniquidad, para que, cuando muráis, os reciban en las eternas moradas.


PARA ADQUIRIR LAS VERDADERAS RIQUEZAS

“Las diversas expresiones de la parábola que se nos ha propuesto, son fáciles de entender y encierran una doctrina profunda. El Señor quiere enseñarnos el uso que debemos hacer de las riquezas de este mundo. Cuenta lo que sucedió a un mayordomo poco escrupuloso, y luego, en los versículos 8 y 9 del Capítulo XVI de San Lucas nos da la aplicación moral: "Sucede que los hijos de este siglo —dice— son más hábiles en sus relaciones con los de su generación y con las gentes y en los negocios de este mundo, que los hijos de la luz." ¡Qué floreciente estaría, en efecto, el Reino de Dios, si los buenos fuesen tan prudentes en sus negocios espirituales y en las cosas de la vida futura, como los mundanos en sus intereses perecederos! Si el amo de casa, aunque lesionado en sus intereses, alabó la sagacidad de su mayordomo ¿cómo no va a aplaudir Dios, que no puede perder nada, la prudencia sobrenatural de los suyos? En estos bienes terrenos de que acaba de hablar, tienen especialmente el material de una industria para la eternidad. A los que debéis estar bien enterados, a los que sois hijos, no de este mundo tenebroso, sino de la luz, mirad lo que os digo, prosigue el Señor: imitad en una cosa al mayordomo infiel. Con esos tesoros injustos, con esa riqueza con que el intendente y tantos otros como él, pisotean la equidad, vosotros podéis granjearos amigos; cuando la riqueza material se os quite con la vida, os acogerán, no en sus moradas terrenas, sino en los eternos tabernáculos. La oración del pobre, en efecto, pone en movimiento la mano del que gobierna el mundo”[2].


APLICACIÓN A LOS JUDÍOS

Tal es el sentido obvio y directo de la parábola que se nos ha propuesto. Pero, si queremos comprender completamente la intención por la que eligió la Iglesia hoy este trozo del Evangelio, nos es necesario acudir a San Jerónimo, que se hace intérprete oficial de ella en la Homilía del Oficio de la Noche. Sigamos con él la lectura evangélica: El que es fiel en las cosas pequeñas, continúa el texto sagrado, lo es también en las grandes, y el que es injusto en las cosas pequeñas, también lo será en las grandes; pues si no habéis sido fieles en las riquezas inicuas y engañosas, ¿quién os confiará los bienes verdaderos?[3] Jesús hablaba de este modo —nota San Jerónimo— ante los escribas y los fariseos, que lo tomaron a chanza, viendo claramente que la parábola iba contra ellos. El infiel en las cosas pequeñas, es en efecto, el Judío celoso, que en el dominio restringido de la vida presente, niega a sus hermanos el uso de los bienes creados para todos. Pues, si en las gestiones de estas riquezas frágiles y pasajeras, dice a esos escribas avaros, sois convictos de malversación, ¿quién os va confiar las verdaderas, las eternas riquezas de la palabra divina y de enseñar a las naciones? Pregunta terrible que el Señor deja hoy suspensa sobre la cabeza de los infieles depositarios de la ley de los símbolos. Pero ¡qué horrible será la respuesta dentro de poco!

Entretanto, la humilde grey de los elegidos de Judá, dejando a estos empedernidos en la venganza a que los precipita su demencia orgullosa, prosigue su camino con la segura confianza de que guarda en su seno las promesas de Sión. La Antífona del Ofertorio canta su fe y su esperanza.


OFERTORIO

Salvarás, Señor, al pueblo humilde, y humillarás los ojos de los soberbios: porque, ¿qué Dios hay fuera de ti, Señor?


De Dios mismo es de quien hemos recibido los dones que El mismo, en su bondad, se digna aceptar de nuestras manos; como dice la Secreta, los Misterios sagrados que transforman la oblación, no nos obtienen menos, por su gracia, que la santificación de la vida presente y los goces de la eternidad.


SECRETA

Suplicámoste, Señor, aceptes los dones que te ofrecemos de tu largueza: para que estos sacrosantos Misterios, mediante la virtud de tu gracia, nos santifiquen en la presente vida y nos lleven a los sempiternos gozos. Por nuestro Señor.


La esperanza que el hombre pone en Dios no puede ser engañada; tiene como prenda la suavidad del banquete divino.


COMUNIÓN

Gustad y ved cuán suave es el Señor: feliz el varón que espera en él.


El alimento celestial tiene la virtud de renovar nuestras almas, y nuestros cuerpos; tratemos de experimentar sus efectos divinos en toda su plenitud.


POSCOMUNIÓN

Sírvanos, Señor, este celestial Misterio de reparación del alma y del cuerpo: para que sintamos el efecto de aquello cuyo culto hemos celebrado. Por nuestro Señor.



Notas

[1] Dom Delatte, Epitres de Saint Paul, I, 668.

[2] Dom Delatte: Evangelio de N.S.J.C. II, 74.

[3] San Lucas XVI, 10-11.

viernes, 21 de julio de 2023

Boletín Dominical 23 de julio


Día 23 de Julio, Domingo VIII de Pentecostés.

Doble- Orn. Verdes. Conm. San Apolinar, Obispo y Mártir.


Rinde cuentas de tu administración”, dice al mayordomo su señor, en la parábola que nos propone Jesús.

Al fin de la vida, cuando se halle cercana la muerte y tras la muerte el juicio, habremos todos de rendir cuentas al Juez Divino que nos dirá: dame cuenta de cómo has negociado, de cómo has usado de tantos bienes como te entregué. Bienes naturales y sobrenaturales, de inteligencia y de gracia, materiales y espirituales.

En ese momento ¿nos sonrojaremos como el mayordomo infiel, o nos sentiremos tranquilos y satisfechos de nuestra vida?

Inevitable es este juicio. Lo ha dicho la Verdad infalible: “Establecido está que los hombres mueran una vez e inmediatamente venga el juicio” (S. Pablo, Hebreos 9, 27). Del cual juicio no se librará nadie: “¿acaso crees, Oh hombre, ¿que podrás librarte del juicio de Dios?” (S. Pablo, Romanos, 2, 3). Y este juicio será definitivo. Ya no habrá más tiempo para volver a negociar, para corregir los yerros de la vida; se acabó la administración de los bienes que recibimos; “del lado que se caiga, en él quedará siempre” (Eclesiastés 11, 3)

Tiempo es, pues, ahora de examinar nuestra conducta, de ajustar nuestras cuentas y conformar nuestras acciones a la voluntad de Dios. Como el mayordomo, empleemos todos los bienes recibidos de Dios en hacer con ellos cosas buenas, actos de caridad, recordando que la limosna no es un simple consejo, sino un precepto, para que así ganemos amigos que en aquel momento nos defiendan: las mismas obras buenas que hablarán a nuestro favor. Conquistemos pues, el favor de los amigos del Corazón de Jesús que toma como hecho a su propia persona todo el bien que hagamos a los pobres.





Día 24 de Julio, San Francisco Solano, Confesor.

San Francisco Solano nació en España en 1549, en Montilla, provincia de Córdoba. En su misma ciudad natal profesó en la Orden de San Francisco de Asís y ejerció sus primeros años de predicación y su eximia caridad en Andalucía. En 1589 pasó al Nuevo Mundo. Panamá recoge las primicias de su apostolado admirable y heroico, que le valió el título de “Apóstol de la América Meridional”. Durante 14 años recorre predicando y misionando las regiones de Tucumán (Argentina), las riberas del Río de la Plata y del Uruguay, y luego otros siete años en Perú y Chile, sufriendo todas las inclemencias imaginables, agregando a esto ayunos y rígidas penitencias, y catequizando, misionando, civilizando y fundando templos, pueblos y municipios. Con su mansedumbre y sus estupendos milagros, con su violín y su caridad domina ejércitos de rudos salvajes y los gana para Cristo. Las bestias y los elementos obedecen a su palabra y respetan sus órdenes. Alrededor de 1600 pasa de nuevo los Andes y entra en el Perú con su hatillo de libros y su inseparable violín. Aún durante unos años sigue su apostolado entre los indios y los conquistadores españoles. En Lima concluye su carrera luminosa este apóstol, muriendo el 24 de Julio de 1606. Benedicto XIII lo canonizó en el año 1726.







domingo, 16 de julio de 2023

Sermón Domingo Séptimo después de Pentecostés


Sermón

R.P. Gabriel María G. Rodrigues



Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Lección

Hermanos: Hablo como suelen hablar los hombres, a causa de la flaqueza de vuestra carne. Porque así como para iniquidad entregasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, así ahora entregad vuestros miembros como siervos a la justicia para la santificación. En efecto, cuando erais esclavos del pecado estabais independizados en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto lograbais entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis, puesto que su fin es la muerte? Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos para Dios, tenéis vuestro fruto en la santificación y como fin vida eterna. Porque el salario del pecado es la muerte, mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos VI, 19-23


Evangelio

Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces: por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego. Por sus frutos pues lo podéis reconocer. No todo aquel que me dice: ¡Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos.

Mateo VII, 15-21

sábado, 15 de julio de 2023

Dom Gueranger Séptimo Domingo después de Pentecostés





SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


El ciclo dominical del tiempo después de Pentecostés completa hoy su primer septenario. Antes del traslado general que tuvieron que sufrir las lecturas evangélicas en esta parte del año, el Evangelio de la mutiplicación de los siete panes correspondía al séptimo Domingo, y el misterio que encierra, inspira en más de una ocasión aún a la liturgia de hoy día.


LA SABIDURÍA DIVINA

Ahora bien, este misterio es el de la consumación de los perfectos en la paz fecunda de la unión divina. Salomón, el Pacífico por excelencia, acaba de exaltar hoy a la Sabiduría divina y revelar sus caminos a los hijos de los hombres. Los años en que la Pascua alcanza su límite extremo en abril, el séptimo Domingo después de Pentecostés es, en efecto, el primero del mes de agosto, y la Iglesia comienza en él, durante el Oficio de la noche, la lectura de los libros Sapienciales. De lo contrario, continúa la de los libros históricos, que puede proseguirse aún durante cinco semanas; pero aun entonces la Sabiduría eterna guarda sus derechos sobre este Domingo, que el número séptimo la consagraba ya de una manera tan especial. Porque, a falta de instrucciones inspiradas en el libro de los Proverbios, vemos a Salomón en persona predicar con su ejemplo en el libro tercero de los Reyes, y preferir la Sabiduría a todos los tesoros, y hacerla sentar con él, como su inspiradora y su más noble Esposa, en el trono de David, su padre.

David mismo —nos dice San Jerónimo, interpretando la Escritura de este día en nombre de la misma Iglesia—[1] David, al fin de su vida guerrera y atormentada, conoció las dulzuras de esta incomparable Esposa de los pacíficos; y sus castas caricias, que no encienden el fuego de la concupiscencia, triunfaron en él divinamente sobre los hielos de la edad. "Sea, pues, mía también —dice un poco más adelante el solitario de Belén—; repose en mi seno esta Sabiduría siempre pura. Sin envejecer nunca, siempre fecunda en su eterna virginidad, con los ardores de su llama se enciende en el cristiano el fervor del espíritu, pedido por el Apóstol[2]; y por la disminución de su imperio se enfriará la caridad de muchos, al fin de los tiempos".


MISA

La Iglesia, dejando a la sinagoga en sus ciudades condenadas a perecer, ha seguido a Jesús al desierto. Mientras los judíos infieles asisten, sin darse cuenta, a esta trasmigración tan fatal para ellos, Cristo convoca a los pueblos y los conduce en líneas apretadas por las huellas de la Iglesia. De Oriente y de Occidente, del Norte y del Mediodía llegan los gentiles y toman lugar con Abraham, Isaac y Jacob en el banquete del reino de los cielos[3]. Mezclemos nuestras voces en el Introito a sus cantos de alegría.


INTROITO

Gentes todas, aplaudid: cantad a Dios con voz de exultación. — Salmo: Porque el Señor es excelso, terrible: es el Rey grande sobre toda la tierra. V. Gloria al Padre.


Nada impide a la Sabiduría llegar al fin de sus planes, El. pueblo judío reniega de su rey; pero la gentilidad se levanta a aclamar al Hijo de David. Como cantábamos en el Introito, su reino se extiende por toda la tierra. La Iglesia pide en la Colecta, que aleje los males y que venga la abundancia de los bienes que deben afirmar en la paz el poder del verdadero Salomón.


COLECTA

Oh Dios, cuya providencia no se engaña en sus disposiciones: suplicámoste humildemente apartes todo lo dañoso, y nos concedas cuanto pueda aprovecharnos. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos. (VI, 19-23).


Hermanos: Lo digo humanamente, por la flaqueza de vuestra carne: que, así como pusisteis vuestros miembros al servicio de la inmundicia y de la iniquidad, para la iniquidad, así pongáis ahora vuestros miembros al servicio de la justicia, para la santificación. Porque, cuando erais siervos del pecado, estabais libres de la justicia. Y ¿qué fruto sacasteis entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es la muerte. Pero ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por fruto vuestro la santificación, y por fin la vida eterna. Porque el pago del pecado es la muerte. En cambio, la gracia de Dios es la vida eterna, en Jesucristo, nuestro Señor.


LA VERDADERA LIBERTAD

"La vida del bautizado, que le viene de su unión con Nuestro Señor Jesucristo por la fe, es la paz con Dios, la alegría y la libertad. Es dos veces libertad: por razón de lo que el bautismo destruye, y por razón de lo que edifica en nosotros. Para comprender esto, importa definir bien lo que es la libertad, y su contraria la servidumbre. Vivo en servidumbre cuando estoy sujeto bajo la dependencia de quien no debo; cuando el tirano ejerce en mis miembros exteriores violencia; cuando me asocia, a pesar mío, a sus obras malvadas, mientras una parte de mí, la más alta, protesta contra las bajezas que ejecuta su poder despótico. Entonces verdaderamente sí que es servidumbre. "Pero cuando vivo bajo la dependencia de quien debo; cuando el poder que se ejerce sobre mí, obra íntimamente, se dirige a la inteligencia y a la voluntad; cuando me hace trabajar con él en obras nobles y dignas; cuando me asocia al trabajo de Dios mismo, y bajo su influencia interior, me hace colaborar en un programa de sana moralidad; cuando estoy persuadido que no sólo Dios, sino todo lo más elevado de mi alma aplaude la obra que juntos ejecutamos Dios y yo, llamadlo servidumbre si queréis, pero para mí es la suprema libertad, una liberación absoluta. Ser dócil a la inteligencia, es libertad; ser dócil a la inteligencia de Dios, es la más absoluta libertad que existe"[4].

La Iglesia en el Gradual continúa expresando el pensamiento dominante del séptimo Domingo; invita a sus hijos a que vengan a recibir de ella la ciencia del temor del Señor: porque el temor del Señor es el principio de la Sabiduría[5]. El Verso llama de nuevo a las naciones, herederas de Jacob, a celebrar con alegría el don de Dios.


GRADUAL

Venid, hijos, oídme: os enseñaré el temor del Señor. V. Acercaos a Él, y seréis iluminados: y vuestras caras no serán confundidas.

Aleluya, aleluya. V. Gentes todas, aplaudid: cantad a Dios con voz de exultación. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. (VII, 15-21).


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero interiormente son lobos rapaces: por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen de las espinas uvas, o de los abrojos higos? Así, todo: y todo árbol malo da malos frutos. No puede el árbol bueno dar malos frutos: ni el árbol malo puede dar buenos frutos. Todo árbol, que no dé buen fruto, será arrancado y arrojado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: sino el que haga la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése entrará en el reino de los cielos.


LOS DISCÍPULOS DE LA SABIDURÍA

"Los conoceréis por sus frutos", dice el Evangelio; y la historia confirma la palabra del Señor. Bajo la piel de oveja con que quieren engañar a los sencillos, los apóstoles del error exhalaban siempre un hedor letal. Sus palabras habilidosas, sus lisonjas interesadas no pueden disimular el vacío de sus obras. No tengáis nada común con ellos. Los frutos podridos e impuros de las tinieblas y los árboles de otoño y dos veces muertos que los sostienen en sus ramas secas, tendrán el fuego por herencia. Si habéis sido también vosotros anteriormente tinieblas, ahora que habéis llegado a ser luz en el Señor por el bautismo, o por el retorno de una conversión sincera, mostraos como tales: producid los frutos de la luz, en toda bondad, justicia y verdad[6]. Sólo con esta condición podéis esperar el reino de los cielos y llamaros ya en este mundo los discípulos de esa Sabiduría del Padre que reclama para sí hoy nuestro amor.

En efecto, dice el Apóstol Santiago, como comentando el Evangelio de hoy, “¿acaso la higuera puede dar uvas, o la vid producir higos? ¿acaso la fuente pueda dar agua amarga y dulce a la vez? y ahora, ¿quién de nosotros pretende pasar por sabio? Pruébelo que lo es, mostrando en todas sus obras y en toda su vida la dulzura de la Sabiduría. Porque hay una sabiduría amarga y engañosa, que no es de lo alto, sino terrena e infernal. La Sabiduría que viene de arriba, es primeramente casta y pura y además amiga de la paz, modesta, sin apegarse a su parecer, siempre concorde con los buenos, llena de misericordia y de frutos de buenas obras, que no juzga a los demás, ni tiene segundas intenciones. Los frutos de la justicia que produce, se siembran en la paz, en el seno de los pacíficos”[7].

La Antífona del Ofertorio está escogida, según Honorio d'Autun, para recordarnos el sacrificio de mil víctimas ofrecido en Gabaón por Salomón, los primeros días de su reinado; después de este sacrificio, habiendo de pedir al Señor lo que deseaba, anheló y obtuvo la Sabiduría, con las riquezas y la gloria que no había buscado. Ahora, de nosotros depende que el Sacrificio que se prepara, sea igual y aún más acepto todavía. Porque la Sabiduría encarnada es quien aquí se ofrece en persona al Dios Altísimo, deseando merecernos todos los dones del Padre y dársenos ella misma.


OFERTORIO

Como los holocaustos de carneros y toros, y como los miles de gordos corderos, así aparezca hoy en tu presencia nuestro sacrificio, para que te agrade: porque no hay confusión para los que esperan en ti, Señor.

 

Un nuevo rasgo, que confirma lo que hemos dicho del carácter misterioso de este Domingo séptimo consagrado especialísimamente a la Sabiduría eterna: el Verso de la Escritura que antes acompañaba a la Antífona del Ofertorio, es el mismo con que comienza, en el Pontifical romano, la función espléndida de la Consagración de las Vírgenes: Y ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu faz; no nos rechaces; sino más bien muestra en nosotras tu dulzura, según la multitud de tus misericordias[8]. Al cantar estas palabras, a la llamada del Pontífice, las elegidas del Señor avanzan hacia el altar en que se va a consumar su alianza.

La Secreta recuerda a Dios, cómo la múltiple variedad de víctimas legales, recordadas en el Ofertorio, han encontrado su unidad en la oblación del Gran Sacrificio.


SECRETA

Oh Dios, que pusiste fin a la diferencia de las hostias legales con la perfección de un solo sacrificio: acepta el sacrificio ofrecido por tus devotos siervos, y santifícalo con la misma bendición con que santificaste los presentes de Abel: para que, lo que te ha ofrecido cada cual en honor de tu majestad, aproveche a todos para su salud. Por nuestro Señor.


La Antífona de la Comunión, según Honorio d'Autun, que no hay que separar del Salmo XXX de donde está tomada, expresa la oración del hijo de David, por la que pidió a Dios la Sabiduría y la obtuvo inmediatamente. Si alguno de vosotros— dice el Apóstol Santiago—desea la Sabiduría, pídala a Dios, que da a todos sin cuento y no desdeña a nadie; y le será dada[9].


COMUNIÓN

Inclina tu oído; apresúrate a librarme.


La primera falta vició al hombre de tal modo, tan alejado se halla de la unión divina al entrar en esta vida, que no puede por sí mismo ni lavar sus manchas, ni encaminarse por la senda que lleva a Dios. Es necesario que el Señor, como un médico generoso y paciente, tome a su cargo todos los gastos de su curación, y, aun después de levantado, le sostenga y le conduzca. Digamos con la Iglesia en la Poscomunión:


POSCOMUNIÓN

Haz, Señor, que tu medicinal operación nos libre clemente de nuestras perversidades, y nos lleve a las cosas rectas. Por nuestro Señor.


Notas

[1] II Nocturno.

[2] Romanos XII, II.

[3] San Mateo VIII, II.

[4] Dom Belatte, Epitres de Saint Paul I, 643.

[5] Psalm. CX, 10.

[6] Efesios V, 8-9.

[7] Santiago III, 11-18.

[8] Daniel III, 40-42.

[9] Santiago I, 5.

viernes, 14 de julio de 2023

Boletín Dominical 16 de julio


Día 16 de Julio, Domingo VII de Pentecostés.

Doble. Ornamentos Verdes. 

Conm. Nuestra Señora del Carmen 

En cada página del Evangelio podemos encontrar un insondable abismo de amor de Dios hacia nosotros. Esta regla no excluye el domingo de hoy. Pero ¿no anuncia Nuestro Señor que vendrán los falsos doctores, sembradores de iniquidad? Es verdad que después que Nuestro Señor anuncia la venida de estos lobos disfrazados con piel de oveja, Él nos da la regla para discernir y reconocer a estos falsos maestros, pero ¿no hubiera sido mejor que Dios directamente impidiese la operación de estos empleados de Satanás? ¿Por qué permitir esto? Precisamente Dios permite todo esto porque nos ama.

Fijémonos que en la Misa de hoy mientras el Santo Evangelio nos anuncia el flagelo de los falsos doctores el Introito dice: Todas las gentes batid palmas: vitoread al Señor con voces de júbilo. Y el Gradual: Acercaos a Él y resplandeceréis, y vuestros rostros no se ruborizarán. Desde luego estos pasajes nos hacen pensar en gozo y alegría, ¿Cómo compaginarlos pues con el anuncio de un castigo?

He aquí el gran problema del dolor. Todo premio supone un esfuerzo, todo éxito supone trabajo, toda culpa supone una reparación. Cuando los fariseos quisieron apedrear a aquella adultera Nuestro Señor se interpuso e impetró que el que no tuviera pecado arrojase la primera piedra. (Continua)



(Sigue) Uno por uno fueron retirándose, porque todos tenían pecado. ¿Quién no tiene que purificarse de sus pecados, faltas e imperfecciones?

Dios, en su amor infinito, prefiere que nos purifiquemos en esta vida, porque mientras nos purificamos granjeamos méritos para el cielo. Quien en el purgatorio se purifica, queda puro, pero sufre sin merecer. Quien se purifica en la tierra sufre mereciendo. Y con todo hay almas que se atreven a reclamar de los dolores que Dios permite para que saquemos mayores bienes… y bienes eternos.

Hoy día la plaga de los falsos doctores ha llegado a su colmo ya que tenemos asentada la Abominación de la Desolación en el lugar Santo. Pero Dios no solo es justo, sino que es la Justicia misma, y Sus misterios son insondables. Lo que debemos hacer es responder a este colmo de dolor con un colmo de amor, fe y esperanza; lo que sólo alcanzaremos por el intermedio de la Bienaventurada Virgen María Madre de Dios.






domingo, 9 de julio de 2023

Sermón Domingo Sexto después de Pentecostés


Sermón

R.P. Carlos Ramos Dos Santos


Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


Lección

¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados? Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con Él en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida. Pues si hemos sido injertados (en Él) en la semejanza de su muerte, lo seremos también en la de su resurrección, sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado (con Él) para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado; pues el que murió, justificado está del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos también con Él; sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no puede tener dominio sobre Él. Porque la muerte que Él murió, la murió al pecado una vez para siempre; mas la vida que Él vive, la vive para Dios. Así también vosotros teneos por muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Romanos VI, 3-11



Evangelio 

En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: “Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de lejos”. Dijeronle sus discípulos: “¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?” Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete”. Y mandó que la gente se sentase en el suelo; tomó, entonces, los siete panes, dió gracias, los partió y los dió a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.

Marcos VIII, 1-9


sábado, 8 de julio de 2023

Dom Gueranger Domingo Sexto después de Pentecostés


SEXTO DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


EL PECADO DE DAVID

El Oficio del sexto Domingo después de Pentecostés, comenzaba ayer tarde con la exclamación punzante de un arrepentimiento inmenso. David, el Rey-Profeta, el vencedor de Goliat, vencido a su vez por la incitación de los sentidos, y que pasó del adulterio al homicidio, gritaba bajo el peso de su doble crimen: “¡Dios mío, te ruego, perdona la iniquidad de tu siervo, porque he obrado como un insensato!”[1].

El pecado, cualquiera que sea el culpable y la falta, es siempre debilidad y locura. El orgullo del Ángel rebelde o del hombre caído, por más que hagan, no podrán impedir que la ignominia de estas dos palabras se clave, como un estigma humillante, en la rebeldía contra Dios, en el olvido de la ley, en los actos insensatos de la creatura que, invitada a elevarse a las serenas regiones donde reside su autor, se sustrae y huye hacia la nada, para caer más bajo aún que la misma nada de donde había salido. Locura voluntaria, sin embargo, y debilidad sin excusa; porque, si el ser creado no posee por sí mismo sino tinieblas y miserias, la bondad suprema pone a su disposición, por medio de la gracia que nunca falta, la fuerza y la luz de Dios.


VIGILANCIA

El último, el más oscuro pecador, no podría, pues, dar razones para justificar sus faltas; pero la ofensa es tanto más injuriosa a Dios, cuanto le viene de la creatura más colmada de sus gracias y situada, por su bondad, más alta que otras en el orden de la gracia. ¡No lo olviden esas almas para quiénes el Señor, lo mismo que para David, ha multiplicado sus magnificencias![2] Conducidos por los caminos reservados de su amor, deberían haber llegado ya con facilidad a la cumbre de la unión divina; sólo una vigilancia sin fin puede guardar al que no ha dejado aún el peso de la carne; siempre y en todas partes es posible la caída; y ¡cuánto más espantosa es, si el pie se resbala desde las cumbres elevadas de esta tierra de destierro, que confinan ya con la patria y dan ingreso a las potencias del Señor![3]. Entonces, los precipicios abiertos, que el alma había evitado en la subida, parecen llamarla todos a la vez; va rodando de abismo en abismo, horrorizando a veces a los mismos malvados, por la violencia de las pasiones largo tiempo contenidas, que la arrastran.


CONFIANZA

Desde el fondo de la sima en que la ha arrojado su lamentable caída, humíllese y llore su crimen; no tema levantar los ojos de nuevo a las alturas en que poco ha parecía ella misma formar parte de las falanges de los bienaventurados; clame sin tardanza, como David: "¡Pequé contra el Señor!"; y como a él se le responderá: “El Señor ha perdonado tu pecado; no morirás”[4]; y como en David, Dios podrá obrar en ella todavía maravillas. David inocente había parecido la imagen fiel de Cristo, objeto divino de las complacencias de los cielos y de la tierra; David pecador, pero penitente, quedó como la figura más noble del Hombre-Dios, cargado de los crímenes del mundo, llevando sobre sí la venganza misericordiosa y justa de su Padre ofendido.


MISA

La Iglesia nos invita a buscar en el Introito un nuevo sentimiento sobre lo que puede la fuerza del cristiano: su fe en el poder del Señor, que no le puede faltar, y la conciencia de su miseria, que le guarda de toda presunción.


INTROITO

El señor es la fortaleza de su pueblo y el protector de la salud de su Ungido: salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad, y rígelos para siempre. — Salmo: A ti, Señor, clamaré; Dios mío, no me desoigas: no sea que, callando tú, me asemeje a los que bajan al sepulcro. V. Gloria al Padre.


La Colecta presenta un admirable resumen de la acción fuerte y suave de la gracia sobre toda la conducta de la vida cristiana. Está inspirada en el texto de Santiago: "Todo don excelente, todo don perfecto, viene de lo alto y desciende del Padre de las luces"[5].


COLECTA

Oh Dios de las virtudes, de quien procede todo cuanto hay de mejor: infunde en nuestros pechos el amor de tu nombre, y aumenta en nosotros la religión; para que nutras lo que es bueno y, por medio de la piedad, custodies lo nutrido. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos. (VI, 3-11).


Hermanos: Todos los que hemos sido bautizados en Jesucristo, lo hemos sido en su muerte. Porque en el bautismo hemos quedado sepultados con Él, muriendo al pecado: a fin de que así como Cristo resucitó de entre los muertos para gloria del Padre, así también nosotros vivamos nueva vida. Porque si fuéremos injertados en Él, imitando su muerte, lo seremos también en su resurrección. Sabiendo bien que nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Él, para que sea destruido el cuerpo de pecado, y no sirvamos más al pecado. Y si estamos muertos con Cristo, creemos que viviremos también juntamente con Cristo; sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere, la muerte ya no le dominará. Porque habiendo muerto para el pecado, murió una sola vez: mas habiendo vuelto a la vida, vive para Dios. Así también vosotros, pensad que estáis realmente muertos al pecado, y vivos para Dios, en Jesucristo Señor nuestro.


EL APÓSTOL DE LOS GENTILES

Las Misas de los Domingos después de Pentecostés, no nos habían presentado más que una vez hasta ahora las Epístolas de San Pablo. San Pedro y San Juan tenían reservado un lugar de preferencia en la misión de enseñar a los fieles al principio de los sagrados Misterios. Parece que la Iglesia en estas semanas, que representan los primeros tiempos de la predicación apostólica, ha querido recordar de este modo el puesto predominante del Apóstol de la fe y del Apóstol del amor en esta promulgación de la nueva alianza que se hizo en el seno del pueblo judío. Pablo, en efecto, no era todavía más que Saulo, el perseguidor, y se mostraba como el más violento enemigo de la palabra, que debía más tarde llevar con tanto esplendor hasta los confines del mundo. Si después su conversión hizo de él un apóstol ardiente y convencido, aun para los mismos judíos, sin embargo, se vio en seguida que la casa de Jacob no era la parte de apostolado que le correspondía, no era la porción de su herencia[6]. Después de haber afirmado públicamente su creencia en Jesús, Hijo de Dios, y de haber confundido a la sinagoga con la autoridad de su testimonio[7], dejó que silenciosamente se llegase al fin de la tregua concedida a Judá para aceptar la alianza; aguardó en su retiro[8] a que el Vicario del Hombre-Dios, el Jefe del Colegio Apostólico, diese la señal de llamada a los Gentiles, y abriere él en persona las puertas de la Iglesia a estos nuevos hijos de Abraham[9].

Pero Israel abusó demasiado tiempo de la condescendencia divina; ya se acerca la hora del repudio para la ingrata Jerusalén[10]; ya se ha vuelto por fin el Esposo hacia las razas extranjeras. Ahora tiene la palabra el Doctor de los Gentiles, la conservará hasta el último día; no se callará hasta que, después de convertir a la gentilidad sublevada contra Dios, la afirme en la fe y en el amor.

Hoy se dirigen a los Romanos, las instrucciones inspiradas del gran Apóstol. La Iglesia observará, en la lectura de estas admirables Epístolas, el mismo orden de su inscripción en el canon de las Escrituras: la Epístola a los Romanos, las dos a los Corintios, las dirigidas a los Gálatas, a los Efesios, Filipenses, Colosenses, pasarán sucesivamente ante nuestra vista. ¡Sublime correspondencia, en: la que el alma de Pablo, entregándose por completo, da a la vez el precepto y el ejemplo del amor! "Os ruego—dice sin cesar—que seáis imitadores míos, como yo lo soy de Jesucristo"[11].


LA VIDA CRISTIANA

La santidad, los padecimientos, y luego la gloria de Jesús, su vida prolongada en sus miembros[12]: tal es para San Pablo la vida cristiana; simple y sublime noción que resume, a su parecer, el comienzo, el progreso y la consumación de la obra del Espíritu de amor en toda alma santificada. Más adelante le veremos desarrollar ampliamente esta verdad práctica, de la cual se contenta ahora con poner las bases en la Epístola que hoy nos hace leer la Iglesia. ¿Qué es el Bautismo, en efecto, ese primer paso en el camino que conduce al cielo, sino una incorporación del neófito al Hombre-Dios, muerto una vez al pecado, para vivir eternamente en Dios su Padre? El Sábado Santo, al borde de la fuente sagrada, comprendimos, con la ayuda de un trozo semejante del Apóstol[13], las realidades divinas cumplidas bajo la onda misteriosa. La Iglesia no hace, hoy más que recordarnos ese gran principio de los comienzos de la vida cristiana y establecerle como punto de partida para las instrucciones que se han de seguir. Si el primer acto de la santificación del fiel, sumergido con Jesucristo en su bautismo, tiene por objeto rehacerle completamente, crearle de nuevo en este Hombre-Dios[14], injertar su nueva vida sobre la vida misma de Jesús para producir en ella sus frutos, no nos admiraremos de que el Apóstol no trace al cristiano otro procedimiento de contemplación, otra regla de conducta que el estudio y la imitación del Salvador. La perfección del hombre[15] y su recompensa[16] están sólo en El: así pues, según el conocimiento que habéis recibido de él, caminad en Él[17], porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, estáis revestidos de Cristo[18]. El Doctor de las naciones lo declara: no conoce, ni podría predicar otra cosa[19]. En su escuela, apropiándonos los sentimientos que tenía Jesucristo[20] llegaremos a ser otros Cristos, o mejor, un solo Cristo con el Hombre-Dios, por la unión de los pensamientos y la conformidad de las virtudes, bajo el impulso del mismo Espíritu Santificador.


La lectura de la Epístola y la del Evangelio, el Gradual y el Verso, vienen todos a reavivar en nuestros corazones la humilde y confiada oración que debe elevarse sin cesar del alma del cristiano a su Dios.


GRADUAL

Vuélvete un poco, Señor, y aplácate con tus siervos. V. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


Aleluya, aleluya. V. En ti, Señor, he esperado, no sea confundido para siempre: en tu justicia líbrame, y sálvame: inclina a mí tu oído, apresúrate a librarme. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Marcos. (VIII, 1-9).


En aquel tiempo, como hubiera con Jesús una gran muchedumbre, y no tuvieran qué comer, convocando a los discípulos, les dijo: Tengo compasión de la multitud: porque he aquí que ya me han seguido tres días, y no tienen qué comer: y, si los despido en ayunas para sus casas, desfallecerán en el camino: porque algunos de ellos han venido de lejos. Y respondiéronle sus discípulos: ¿Quién podrá saciarlos de pan aquí, en la soledad? Y los preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Y mandó a la multitud que se sentara sobre la tierra. Y, tomando los siete panes, dando gracias, los partió, y se los dio a sus discípulos, para que los sirvieran. Y los sirvieron a la multitud. Y tenían también unos pocos pececillos: y también los bendijo, y los mandó servir. Y comieron, y se saciaron, y recogieron, de los fragmentos que sobraron, siete cestos. Y eran, los que habían comido, casi cuatro mil: y los despidió.


“El Señor nos llama, decía el pueblo antiguo al salir de Egipto tras de Moisés; iremos a tres jornadas de camino al desierto para sacrificar allí al Señor, nuestro Dios”[21]. Los discípulos de Jesucristo, en nuestro Evangelio, le han seguido igualmente al desierto; después de tres días han sido alimentados con un pan milagroso que presagiaba la víctima del gran Sacrificio figurado por el de Israel. Pronto el presagio y la figura van a ceder lugar, sobre el altar que está ante nosotros, a la más sublime de las realidades. Abandonemos la tierra de servidumbre en que nos retienen nuestros vicios; todos los días nos llama misericordiosamente el Señor; pongamos para siempre nuestras almas lejos de las frivolidades mundanas, en el retiro de un recogimiento profundo. Roguemos al Señor, al cantar el Ofertorio, que se digne asegurar nuestros pasos en los senderos de este desierto interior, en que nos escuchará siempre favorablemente y multiplicará en favor nuestro las maravillas de su gracia.


OFERTORIO

Afirma mis pies en tus caminos, para que no se extravíen mis pasos: inclina tu oído, y oye mis palabras: glorifica tus misericordias, tú, que salvas a los que esperan en ti, Señor.


La eficacia de nuestras oraciones sólo está asegurada en cuanto la fe anima e inspira su objeto. Al recibir la Iglesia los dones de sus hijos para el sacrificio, pide en la Secreta que sea así para con todos ellos.


SECRETA

Sé propicio. Señor, con nuestras súplicas, y acepta benigno las oblaciones de tu pueblo: y, para que no sea inútil el voto, ni vana la petición de nadie, haz que, lo que pedimos fielmente, lo consigamos eficazmente. Por nuestro Señor.


La Antífona de la Comunión, sacada del Salmo XXVI, canta la dicha del alma que ha recobrado la paz y que ya siempre morará en la casa del Señor.


COMUNIÓN

Andaré en torno de tu tabernáculo, e inmolaré en él la hostia de alabanza: cantaré y diré un salmo al Señor.


Los sagrados Misterios son el verdadero fuego que purifica al que se abandona a sus ardores divinos, le desligan por completo de los restos del pecado y le afirman en el camino de la perfección. Digamos, pues, con la Iglesia:


POSCOMUNIÓN

Hemos sido llenos, Señor, de tus dones: suplicámoste hagas que seamos purificados por su efecto y protegidos con su auxilio. Por nuestro Señor.



Notas

 [1] Antífona de Vísperas.

[2] Salmo LXX, 21.

[3] Ibid., 16.

[4] II Reyes, XII, 13.

[5] Santiago I, 17.

[6] Gálatas II, 9.

[7] Hechos IX, 20-22.

[8] Gálatas I, 17-22.

[9] Hechos X.

[10] Isaías L, 1.

[11] I Corintios IV, 16; XI.

[12] II Corintios IV, 10-11.

[13] Colosenses III, 1-4.

[14] Efesios II, 10.

[15] Colosenses I, 28.

[16] Ibíd., II, 10.

[17] Ibíd., 6.

[18] Gálatas III, 27.

[19] I Corintios II, 2.

[20] Filipenses II, 5.

[21] Éxodo III, 18.


viernes, 7 de julio de 2023

Boletín Dominical 9 de julio



Día 9 de Julio, Domingo VI de Pentecostés.

Doble. Ornamentos Verdes.

Conm. San María Goretti, Virgen y Mártir


Espíritu de sacrificio ha de ser el distintivo de todo el que vive y lucha por un ideal grande; espíritu de sacrificio debe resplandecer en todo cristiano de una manera pujante y vigorosa. Por el bautismo renunciamos a Satanás y a sus obras, renunciamos a las concupiscencias y al pecado; muere el hombre viejo y cuerpo de pecado que era nuestra naturaleza inclinada al mal, e injertados en Jesucristo renacemos a nueva vida, vida sobrenatural de la gracia (Epístola). Más para desarrollar esta vida hay que luchar, puesto que la vida del cristiano es un combate sobre la tierra. El Evangelio nos muestra el corazón compasivo de Jesús. La atracción que ejercía era extraordinaria. Su mirada, sus palabras, su mansedumbre, sus obras, su bondad de corazón subyugaban a cuantos tenían la dicha de verle.







Mes de Julio dedicado a la

Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo

Cristo Nuestro Señor, el gran Mártir del Gólgota, Pontífice y Victima al mismo tiempo, sobre el madero de la cruz vertió su Sangre generosa para lavar con ella nuestras culpas, para pagar el precio de nuestro rescate, para obrar nuestra redención y nuestra salvación. Jesucristo, hermoseado con la purpura de su Sangre, es el Pontífice del Nuevo Testamento, según el Orden de Melquisedec, que abre las puertas del Cielo a todos los justos. ¡Jesucristo! ¡Acuérdate, Señor, de estos tus siervos, ¡a los que con tu Preciosa Sangre redimiste! (Te Deum).

El Papa Pio IX instituyó ésta fiesta para toda la Iglesia el año 1849, en acción de gracias por la recuperación de Roma, de la que se habían apoderado los revolucionarios, y expulsado al Papa, que se refugió en Gaeta.