viernes, 28 de julio de 2023

Boletín Dominical 30 de Julio




Día 30 de Julio, Domingo IX de Pentecostés.

Doble. Orn. Verdes. Conm. Santos Abdón y Senén, Mártires

La liturgia del Domingo de hoy anuncia los castigos terribles reservados a los que hayan renegado de Cristo. Todos ellos perecerán y serán excluidos del reino celestial.

Jerusalén rechazó a Jesús y lo clavó e la cruz; y aquel mismo pueblo testigo de su vida, de su doctrina, de sus milagros y aún hacía poco de la estupenda resurrección de Lázaro después de estar enterrado hacía tres días, y que el Domingo aclama triunfalmente a Jesús, ese mismo pueblo seis días después grita y pide que le crucifiquen, sabiéndole Santo, Justo y bienhechor del pueblo, enviado de Dios. 

Por eso Cristo no tuvo reparos en derramar lágrimas tan amargas a la vista de la desventurada Jerusalén, aunque en vano, porque no se convirtió; por eso predice para ella terribles castigos, pues veía en espíritu donde la llevaban sus conductores. Más de un millón de judíos pereció el año 70 en el asedio y saqueo de Jerusalén por Tito, y todo por no haber admitido a Cristo.

Habla también el Evangelio de hoy de la indignación de Jesús contra los que profanaban el Templo con sus mercancías y sus robos; como se indignaría hoy ante la falta de respeto y decoro con que algunas personas concurren a él.

“23.000 hebreos perecieron en un mismo día a causa de su impureza, y muchos por murmurar fueron muertos por el Ángel exterminador” (Epístola). Todo esto, dice S. Pablo, estaba escrito para nuestro escarmiento.







Día 5 de Agosto, la dedicación de Santa María de las Nieves.
Esta es, en la liturgia romana, la fiesta más antigua en honor a la Santísima Virgen María: La dedicación de la Basílica Patriarcal de Santa María Mayor, llamada así por ser el más grandioso de todos los templos de Roma consagrados a la Madre de Dios. Llamase además Santa María del Pesebre, por guardarse en ella gran parte del Santo Pesebre de Belén, llamase, por último, Santa María de las Nieves, conforme a una piadosa tradición (inmortalizada por Murillo) según la cual la celestial Señora, nombrada heredera de un matrimonio sin hijos que quiso dar testimonio de su devoción mariana eligió el sitio de su futura Basílica, cubriéndolo con una copiosa nevada en los calores del 5 de Agosto. A la entrada de la Basílica se halla la estatua de Felipe IV de España, cuyos sucesores son canónigos honorarios de Santa María la Mayor. La nave principal la forman dos hileras de 44 columnas de mármol blanco. El artesonado luce el primer oro que llegó de América.






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