sábado, 6 de agosto de 2022

Boletín Dominical 7 de agosto



Día 7 de Agosto, Domingo IX de Pentecostés

Doble. Conm. San Cayetano, Confesor Orn. Verdes.

La liturgia del Domingo de hoy anuncia los castigos terribles reservados a los que hayan renegado de Cristo. Todos ellos perecerán y serán excluidos del reino celestial.

Jerusalén rechazó a Jesús y lo clavó e la cruz; y aquel mismo pueblo testigo de su vida, de su doctrina, de sus milagros y aún hacía poco de la estupenda resurrección de Lázaro después de estar enterrado hacía tres días, y que el Domingo aclama triunfalmente a Jesús, ese mismo pueblo seis días después grita y pide que le crucifiquen, sabiéndole Santo, Justo y bienhechor del pueblo, enviado de Dios. 

Por eso Cristo no tuvo reparos en derramar lágrimas tan amargas a la vista de la desventurada Jerusalén, aunque en vano, porque no se convirtió; por eso predice para ella terribles castigos, pues veía en espíritu donde la llevaban sus conductores. Más de un millón de judíos pereció el año 70 en el asedio y saqueo de Jerusalén por Tito, y todo por no haber admitido a Cristo.

Habla también el Evangelio de hoy de la indignación de Jesús contra los que profanaban el Templo con sus mercancías y sus robos; como se indignaría hoy ante la falta de respeto y decoro con que algunas personas concurren a él.

“23.000 hebreos perecieron en un mismo día a causa de su impureza, y muchos por murmurar fueron muertos por el Ángel exterminador” (Epístola). Todo esto, dice S. Pablo, estaba escrito para nuestro escarmiento.





Día 9 de Agosto, San Juan María Vianney, Cura de Ars

Nació de modestos labradores en Dardilly, cerca de Lyón, el año 1786. En su juventud conoció los tristes días de la revolución francesa; fue pastor y labrador; después, viendo la piedad del niño, a pedido de su padre empezó a iniciarle el párroco en los estudios para el sacerdocio. De ingenio tardo y poca inteligencia, los estudios se le hacían una carga pesadísima, pero su constancia y su piedad vencieron todos los obstáculos. Ordenado sacerdote, le enviaron a la parroquia rural de Ars. Su oración como sus penitencias eran extraordinarias. Dios le comunicó el Don de Consejo; y al cabo de unos años no eran solo los aldeanos de Ars, eran gentes de toda Francia, de Europa y de América las que acudían a oírle, cuyos sencillos argumentos hacían bajar las cabezas más cultas y orgullosas, que al fin postraban a sus pies. Murió en 1859 y el Papa Pio XI le proclamó patrón de todo el clero secular. 





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