domingo, 28 de agosto de 2022

Sermón Domingo XII después de Pentecostés

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues


Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


Lección

Hermanos: Tenemos tal confianza para con Dios la tenemos por Cristo; no porque seamos capaces por nosotros mismos de pensar cosa alguna como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios. Él es quien nos ha hecho capaces de ser ministros de una nueva Alianza, no de letra, sino de espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida. Pues si el ministerio de la muerte, grabado con letras en piedras, fue con tanta gloria, que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, la cual era perecedera, ¿cómo no ha de ser de mayor gloria el ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de la condenación fue gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia.

II Corintios III, 4-9


Evangelio

En aquel tiempo: Volviéndose Jesús hacia sus discípulos, dijo: “¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron”. Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para enredarlo le dijo: “Maestro, ¿Qué he de hacer para lograr la herencia de la vida eterna?” Respondióle: “En la Ley, ¿Qué está escrito? ¿Cómo lees?” Y él replicó diciendo: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Díjole (Jesús): “Has respondido justamente. Haz esto y vivirás”. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús repuso diciendo: “Un hombre, bajando de Jerusalén a Jericó, vino a dar entre salteadores, los cuales, después de haberlo despojado y cubierto de heridas, se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente, un sacerdote iba bajando por ese camino; lo vio y pasó de largo. Un levita llegó asimismo delante de ese sitio; lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció de él; y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; luego poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo condujo a una posada y cuidó de el. Al día siguiente, sacando dos denarios los dio al posadero y le dijo: “Ten cuidado de él, todo lo que gastares de más, yo te lo reembolsaré a mi vuelta”. ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los bandoleros?” Respondió: “El que se apiadó de él”. Y Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo”.

Lucas X, 23-37

sábado, 27 de agosto de 2022

Dom Gueranger: Duodécimo Domingo después de Pentecostés




DUODÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger



MISA

El Introito comienza por el bello versículo del Salmo 69: ¡Oh Dios, ven en mi ayuda; apresúrate, Señor, a socorrerme! Casiano, en su conferencia décima, enseña cómo este grito del alma conviene a todos los estados, y responde a todos los sentimientos. Durando de Mende lo aplica a Job en la presente circunstancia, puesto que las lecturas del Oficio de la noche, sacadas del libro en que se narran sus pruebas y padecimientos, coinciden, aunque raramente, con este Domingo. Ruperto ve en él con preferencia, los acentos del sordomudo, cuya misteriosa curación fué, hace ocho días, objeto de nuestras meditaciones. "El género humano, dice, se hizo en la persona de nuestros primeros padres sordo a los mandatos de su Creador, y mudo para cantar sus alabanzas; el primer movimiento de su lengua desatada por el Señor, es para invocar a Dios. Ese es también el primer grito de la Iglesia por la mañana, y su primera expresión en las horas del día y de la noche.


INTROITO

Oh Dios, ven en mi ayuda: señor, apresúrate a socorrerme: sean confundidos y avergonzados mis enemigos, los que buscan mi vida. — Salmo: Sean derrotados, y cubiertos de afrenta: los que quieren mi mal. V. Gloria al Padre.


Ya hemos dado la razón por la que, con frecuencia, la Colecta de las Misas del Tiempo después de Pentecostés tiene alguna relación con el Evangelio del Domingo precedente. La oración que sigue se presta a esa conexión. Hace ocho días, el Evangelio nos recordaba que el hombre, inhábil desde poco ha, para el servicio de su Creador, habiendo recobrado por la divina bondad sus aptitudes sobrenaturales, se expresa correctamente desde entonces en el lenguaje de la alabanza: loquebatur recte. La Iglesia, partiendo de esta conclusión del sagrado relato, dice:


COLECTA

Omnipotente y misericordioso Dios, de cuyo don procede el que tus fieles te sirvan digna y laudablemente: suplicárnoste hagas que corramos sin tropiezo a la consecución de tus promesas. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. (2." III, 4-8).


Hermanos: Tenemos tal confianza con Dios por Cristo: no porque podamos pensar algo por nosotros como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia viene de Dios, el cual nos ha hecho idóneos ministros del Nuevo Testamento, no de la letra, sino del espíritu: porque la letra mata, pero el espíritu vivifica. Si, pues, el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre piedras, fué glorioso, de tal modo que los hijos de Israel no podían mirar el rostro de Moisés, por la gloria de su cara, que había de acabar: ¿Cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu? Porque, si el ministerio de la condenación fué tan glorioso, mucho más glorioso aún es el ministerio de la justicia.


EL MINISTERIO NUEVO ESTÁ SOBRE EL ANTIGUO

Cuando San Pablo hizo la apología del ministerio cristiano, sus enemigos le acusaron en seguida de haber hecho orgullosamente su propia apología. El se defiende. No reivindica para sí otro mérito sino el de haber sido el dócil instrumento de Dios. Esto es lo que deberán ser siempre los predicadores y misioneros del Evangelio. Saben bien que el éxito de su apostolado depende de la humilde obediencia con que dejen a Dios obrar en ellos y por ellos. No van en busca de su propia gloria, sino de la de Dios.

El haber sido proclamada de este modo su humildad, no obsta absolutamente nada para que el ministerio con que Dios ha investido a los Apóstoles, sea tenido por ellos a grandísima honra. Pues este ministerio, a pesar de lo que digan ciertos fieles de Corinto muy impresionados por las argucias de los judíos, es mayor y más glorioso que el del mismo Moisés. El, en efecto, trae la nueva ley, completamente llena del Espíritu de Cristo, de este Espíritu Santo vivificador y santificador, que procura que cada fiel se adentre en la familia de las tres Personas divinas. El mensaje de Moisés, por el contrario, aunque trajo al mundo una grandísima esperanza, no era, con todo eso, sino letra muerta. Moisés no promulgó sino ritos materiales, prohibiciones y condenaciones que no podían abrir a nadie el cielo.

Sin duda alguna, Moisés fué asimismo un fiel instrumento de Dios. Y para dar crédito a la autoridad divina de su ministerio, Dios no le dejó nunca sin un signo visible: siempre que Moisés entrabá en el tabernáculo para conversar cara a cara con Dios y recibir las órdenes de la ley antigua, salía con el semblante resplandeciente de luz, de suerte que después de haber transmitido el mensaje divino, debía cubrirse con el velo para no deslumhrar al pueblo Mas, fundándose en este milagro, no podría tomarse ningún argumento para ensalzar el ministerio de Moisés sobre el ministerio de los Apóstoles. Pues no se pueden medir estas dos Alianzas con la misma medida: la nueva Alianza sobrepasa infinitamente a la antigua, y, si bien es cierto que la gloria del ministerio apostólico es diferente de la del ministerio mosaico, con todo eso, necesariamente es mucho mayor.


LA GLORIA DE AMBOS MINISTERIOS

Por lo demás, la gloria que resplandecía en la faz de Moisés, era de tal naturaleza que, lejos de probar la superioridad de su ministerio sobre el de los Apóstoles, por el contrario demostraba su irremediable inferioridad. San Pablo tiene empeño en decirlo para no dejar asidero a ninguna objeción, y esto lo hace en los versículos que siguen inmediatamente a los de la Epístola de este Domingo doce.

Ciertamente que el ministerio de Moisés estaba aureolado con una luz divina tan poderosa, que debía cubrirse con un velo para no deslumhrar los ojos del pueblo. Mas este velo, recuerda San Pablo, tiene otro significado. Moisés cubríase el rostro con él, "¡para que los hijos de Israel no viesen desaparecer este resplandor pasajero!" Así como la misma ley que promulgaba, era pasajera, del mismo modo lo era la gloria que tenía por fin darla crédito: este era un resplandor precario, momentáneo. No era sino una figura de la gloria, verdadera, durable, sustancial y eterna de aquellos que habían de anunciar una alianza que no terminará, una ley de caridad que nunca pasará. El ministerio cristiano no goza en este mundo de un resplandor visible; pero imita y prosigue el ministerio de Cristo en las pruebas, persecuciones y humillaciones, con el fin de conseguir la salvación del mundo. ¿No es suficiente esto, aun a pesar de las apariencias, para demostrar que es sobreabundante y eternamente glorioso?

He aquí una gran lección para los fieles, los cuales no deben olvidarse de rodear de respeto y de honor a quienes Dios ha escogido para que les anuncien, en su nombre, las palabras de salvación. Con frecuencia, son poco conocidos del mundo. Mas a los ojos de la fe están rodeados de resplandor mayor aún que el del rostro mismo de Moisés. 


LA CONTEMPLACIÓN

Se podría sacar otra lección de esta bella Epístola. Moisés es, en el caso, imagen de la oración contemplativa y de sus maravillosos efectos. El privilegio de que sólo él fué dotado en la antigua alianza, de poder conversar con Dios cara a cara y de verse inundado de su resplandor, puede obtenerlo todos los días el simple fiel en la nueva alianza. Si queremos, seremos, en efecto, "como Moisés cuando conversaba con el Señor y vivía junto a El. Todos nosotros leemos con libertad, en el espejo del Evangelio, la gloria y perfecciones del Señor. Podemos mantener por completo nuestra alma en la asidua contemplación de esta belleza. ¡Oh dulce maravilla! Presupuesto nuestro consentimiento en las renuncias previas, esa belleza sobrenatural del Señor, ya de suyo atrayente, resulta también activa; y con la asiduidad de nuestras miradas interiores, llega a invadirnos y transfigurarnos. Dícese de ciertos mármoles, que con el tiempo, fijan en sí la luz y se hacen fosforescentes bajo la acción del sol. Nuestra alma no es tan dura como el mármol; y en efecto, mientras la ley es impotente, he aquí que a fuerza de mirar al Señor, nuestra vida se une a El más estrechamente; se baña en su resplandor y sufre su acción secreta; de día en día y de escalón en escalón, se acerca cada vez más a su belleza, como llevada hacia Cristo por el soplo del Espíritu de Cristo"

El género humano, sacado de su mutismo secular y colmado al mismo tiempo con los dones divinos, canta en el Gradual el agradecimiento que de su corazón rebosa.


GRADUAL

Bendeciré al Señor en todo: tiempo su alabanza estará siempre en mi boca. V. En el Señor se gloriará mi alma: óiganlo los mansos, y alégrense.

Aleluya, aleluya. V. Señor, Dios de mi salud, de día y de noche clamo a Ti. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Lucas. (X, 23-37).


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros véis. Porque os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron: y quisieron oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron. Y he aquí que un legisperito se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿Qué haré para poseer la vida eterna? Entonces El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lo lees? El, respondiendo, dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu entendimiento: y al prójimo como a ti mismo. Y díjole: Bien has respondido: haz eso, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Y, respondiendo Jesús, dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de los ladrones, los cuales le despojaron: y, habiéndole herido, se marcharon, dejándole medio muerto. Y sucedió que un sacerdote bajó por el mismo camino: y, habiéndole visto, pasó de largo. E igualmente un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Mas un samaritano que viajaba, pasó cerca de él: y, habiéndole visto, se movió a compasión. Y, acercándose, vendó sus heridas, derramando sobre ellas aceite y vino: y, poniéndole en su jumento, le llevó a una posada, y tuvo cuidado de él. Y, al día siguiente, sacó dos denarios y se los dió al hospedero, y le dijo: Cuida de él: y, todo cuanto gastares, yo te lo pagaré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece a ti que fué el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Y él dijo: El que tuvo compasión de él. Y díjole Jesús: Vete y haz tú lo mismo. 


EL MANDAMIENTO DEL AMOR

"Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo." La Iglesia, en la Homilía que hoy presenta, como de costumbre, a sus fieles, sobre el texto sagrado', no extiende su interpretación más allá de la pregunta de aquel doctor de la ley: basta con demostrar que, según su modo de pensar, la última parte del Evangelio, aunque más larga, no es sino una conclusión práctica de la primera, según esta expresión del Apóstol: La fe obra por medio de la caridad2. Y, efectivamente, la parábola del buen Samaritano, que por otro lado, tiene tantas aplicaciones del más elevado simbolismo, no fué expuesta por los labios del Señor, en su sentido literal, sino para destruir perentoriamente las restricciones que habían hecho los judíos en el gran precepto del amor. Si toda perfección se halla condensada en el amor, si ninguna virtud produce sin él su fruto para la vida eterna, el amor mismo no es perfecto si no se extiende también al prójimo; y en este último sentido, sobre todo, dice San Pablo que el amor es el cumplimiento de la ley y que es la plenitud de toda ella2. Porque la mayoría de los preceptos del Decálogo, se refieren directamente al prójimoJ, y la caridad debida a Dios, no es perfecta sino cuando se ama juntamente con Dios a lo que El ama, es decir, aquello que hizo a su imagen y semejanza. De suerte que el Apóstol, no distingue, como lo hace el Evangelio, entre los dos preceptos del amor, pues osa decir: "Toda la ley está contenida en estas palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo".


EL PRÓJIMO

Pero cuanto mayor es la importancia de este amor, tanto mayor es también la necesidad de no equivocarse acerca del significado y extensión de la palabra prójimo. Los judíos no consideraban como tales sino a los de su raza, siguiendo en ello las costumbres de las naciones paganas, para quienes los extranjeros eran enemigos. Mas he aquí que interrogado por un representante de esta ley mutilada, el Verbo divino, autor de la ley, la restablece por entero. Pone en escena a un hombre que sale de la ciudad santa, y a un Samaritano, el más despreciado de los extranjeros enemigos y el más odioso para un habitante jerosolimitano. Y, con todo eso, por la confesión del doctor que le interroga, como indudablemente de todos los que le escuchan, el prójimo, para el desdichado caído en manos de los ladrones, no lo es tanto en este caso el sacerdote o el levita de su raza, como el extranjero Samaritano, que, olvidando los resentimientos nacionales, ante su miseria, no ve en él sino a su semejante. Convenía decir que ninguna excepción podía prevalecer contra la ley suprema del amor, tanto aquí abajo como en el cielo; y que todo hombre es nuestro prójimo, a quien podemos hacer o desear el bien, y que es nuestro prójimo todo aquél que practica la misericordia, aunque sea Samaritano.

El Ofertorio está sacado de un pasaje del Éxodo en que Moisés aparece luchando con Dios para salvar a su pueblo después de la erección del becerro de oro, y triunfando de la cólera del Altísimo. Es posible que este Domingo caiga en el día en que la Iglesia hace memoria en el Martirologio del Caudillo hebreo (4 de septiembre); y esta es la razón, según Honorio d'Autun, de la mención reiterada que se hace hoy de este glorioso legislador de Israel.


OFERTORIO

Oró Moisés delante del Señor, su Dios, y dijo: ¿Por qué te enfureces, Señor, con tu pueblo? Mitiga la ira de tu alma: acuérdate de Abraham, de Isaac, y de Jacob, a quienes juraste dar una tierra que mana leche y miel. Y se aplacó el Señor, y se arrepintió del mal que dijo iba a hacer a su pueblo.


En la Secreta se pide al Señor que acepte las ofrendas del Sacrificio, que nos merecerán perdón y darán gloria a su nombre.


SECRETA

Suplicárnoste, Señor, mires propicio las hostias que presentamos en los santos altares: para que, alcanzándonos a nosotros el perdón, den honor a tu nombre. Por nuestro Señor.


Lo mismo que hace ocho dias, la Antífona de la Comunión alude evidentemente al tiempo de la siega y de la vendimia. El pan, el vino y el aceite, no solamente son el sostén de nuestra vida material, sino que también son la materia de los más augustos sacramentos; en ninguna ocasión podría caer mejor su alabanza, en la boca del hombre, que al terminar el banquete sagrado.


COMUNIÓN

Del fruto de tus obras, Señor, se saciará la tierra: para que saques pan de la tierra, y el vino alegre el corazón del hombre: para que brille el rostro con el óleo, y el pan conforte el corazón del hombre.


La vida que nos viene de los sagrados Misterios, encuentra en ellos, por la desaparición, cada vez más señalada, de las reliquias del mal que causó nuestra muerte, su perfección y defensa. Esto es lo que expresa la oración de la Iglesia en la Poscomunión.


POSCOMUNIÓN

Suplicárnoste. Señor, hagas que nos vivifique la santa participación de este Misterio, y nos sirva a la vez de expiación y defensa. Por nuestro Señor.

viernes, 26 de agosto de 2022

Boletín Dominical 28 de agosto


Día 28 de Agosto, Domingo XII de Pentecostés.

Doble. Orn. Verdes 

Conm. San Agustín de Hipona. Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.

El Evangelio de hoy nos habla del buen samaritano. Este buen samaritano nos da un magnífico ejemplo de cómo se debe cumplir la ley cristiana de la caridad, del amor que hemos de tener a nuestros prójimos aunque nos sean desconocidos; sin esta caridad cristiana hace Dios poco caso de todas las otras virtudes.

Cumplir bien el precepto de amor es cumplir con toda la ley, porque esa virtud de la caridad perfecta nos une a la voluntad de Dios con vinculo tan estrecho, que no hay peligro de traspasar ningún precepto porque el que ama a Dios y al prójimo hace siempre la voluntad de Dios, de modo que siempre se podrá decir: ama y haz lo que quieras.

Cristo es también el Buen Samaritano, y quiere que lo seamos todos nosotros con todos nuestros semejantes, particularmente con los más doloridos y necesitados, ya sea física o moralmente. En el cristiano no hemos de mirar su exterior, a veces repugnante, a veces poco simpático, sino a su alma, que es preciosa a los ojos de Dios y divinizada como nosotros por la gracia de Cristo.


Día 30 de Agosto: Santa Rosa de Lima

Patrona de América española

Nació de virtuosos padres en 1596, en Lima, capital del virreinato del Perú, a los cien años de descubierto y conquistado para la civilización cristiana, por España, el Nuevo Mundo. Fue la rosa más hermosa que brotó en América  en ese primer siglo y por esto llamada Rosa de Santa María aunque su nombre de pila era Isabel. Gracia, hermosura, delicadeza, inteligencia, todo parecía haberlo reunido la naturaleza en aquella criatura privilegiada y bellísima. Recibió una educación e instrucción esmerada y completa. (Continua)



(Sigue)Más desde niña su afición por las cosas divinas fue extraordinaria y su cooperación a la gracia algo tan maravilloso que solo por sus efectos podemos vislumbrar. A los cinco años hizo voto de virginidad y concibió desde entonces un espíritu de oración y penitencia tan dura que causa admiración y espanto, pudiéndose decir que su vida se sostenía  y prolongaba de milagro. Dios llevaba como de la mano aquella alma privilegiada y premió su santidad con los más altos dones místicos. Pidió a los padres Dominicos el hábito de la Orden Tercera, y vivió hasta su muerte en su casa, con sus padres, como una anacoreta. Interrogada una vez decía: “Desde que me pongo en oración, siento mi alma  tan sumergida en sí misma y mis facultades tan enajenadas, que nada interior ni exterior puede turbar mi atención amorosa a la belleza de Dios presente en mi. Mi corazón hierve bajo la acción de un fuego cuyas operaciones son tan dulces, que nunca podría explicarlo. Tras esto queda en el fondo del alma una presencia de la divinidad, tan amable, serena, graciosa; y la felicidad que siento entonces hace que no pueda hallar consuelo en otra cosa”. Murió el año 1617, a los 21 años de edad. Es celestial patrona de la América española.






domingo, 21 de agosto de 2022

Sermón Domingo XI después de Pentecostés


Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues


Lección

Hermanos: Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué y que aceptasteis, y en el cual perseveráis, y por el cual os salváis, si lo retenéis en los términos que os lo anuncié, a menos que hayáis creído en vano. Porque os trasmití ante todo lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado; y que fue resucitado al tercer día, conforme a las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y después a los Doce. Luego fue visto por más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales la mayor parte viven hasta ahora; mas algunos murieron ya. Posteriormente se apareció a Santiago, y luego a todos los, apóstoles. Y al último de todos, como al abortivo, se me apareció también a mí. Porque yo soy el ínfimo de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia que me dio no resultó estéril, antes bien he trabajado más copiosamente que todos ellos; bien que no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

II Corintios XV, 1-10



Evangelio

En aquél tiempo: Dejando Jesús otra vez los confines de Tiro, se fue por los de Sidón, hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. Y le presentaron un hombre sordo y mudo, suplicándole que pusiese sobre él su mano. Y apartándole Jesús del bullicio de la gente, le metió los dedos en las orejas, y con la saliva le tocó la lengua, y alzando los ojos al cielo arrojó un suspiro y le dijo: Efeta, que quiere decir: abríos. Y al momento se le abrieron los oídos y se le soltó el impedimento de la lengua, y hablaba claramente. Y les mandó que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, con tanto mayor empeño lo publicaban, y tanto más crecía su admiración, y decían: Todo lo ha hecho bien; ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos.

Marcos VII, 31-37

sábado, 20 de agosto de 2022

Dom Gueranger: Undécimo Domingo después de Pentecostés





UNDÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger


Este Domingo, el undécimo de San Mateo, recibe el nombre entre los Griegos de la parábola del rey que hizo rendir cuentas a sus servidores. En Occidente se le llama Domingo del Sordomudo desde que el Evangelio del Fariseo y del Publicano se trasladó al Domingo anterior. La Misa actual conserva aún, como será fácil comprobar, más de un recuerdo de la antigua disposición.

En los años en que la Pascua se aproxima lo más cerca posible al 21 de Marzo, la lectura de los libros de los Reyes se prosigue hasta esta semana, que nunca llega a pasarla. En el Oficio de la noche son tema de las primeras lecciones: la enfermedad de Ezequías y la curación milagrosa obtenida por las oraciones del santo rey.


MISA

El sabio y piadoso Abad Ruperto, escribiendo antes del cambio verificado en el orden de las lecturas evangélicas, explica en estos términos la elección del Introito del día hecha por la Iglesia "El publicano en el Evangelio se acusa y dice: Soy indigno de elevar los ojos al cielo. Pablo en la Epístola le imita diciendo: Soy el menor de los apóstoles, que ni merezco ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. Así pues, como esta humildad que se nos presenta como ejemplo, es la guardiana de la unión entre los servidores de Dios, haciendo que el uno no se levante contra el otro2; del mismo modo es muy natural que se cante al principio el Introito, en el cual habla del Dios que hace que habiten los hombres en su casa con un solo espíritu".


INTROITO

Dios está en su lugar santo: Dios nos hace habitar unánimes en su casa: El mismo dará vigor y fortaleza a su pueblo. — Salmo: Levántese Dios, y disípense sus enemigos: y huyan de su presencia los que Le odian. V. Gloria al Padre.


Nada tan conmovedor como la Colecta de este día cuando se relaciona con el Evangelio que primitivamente la acompañaba. Con ser menos inmediata hoy esta aproximación, esta conexión no ha desaparecido aún, puesto que la Epístola, como diremos en su lugar, continúa, con el ejemplo de San Pablo, la lección de humildad que nos daba el publicano arrepentido. Ante el espectáculo que ofrece siempre a sus ojos maternales este publicano despreciado del judío, mientras golpea su pecho y sin apenas poder, por su profundo dolor, pronunciar una palabra, la Santa Iglesia, conmovida hasta lo más profundo de sus entrañas, viene a completar y ayudar su oración. Con inefable delicadeza pide a Dios Todopoderoso que, por su misericordia infinita, haga recobrar la paz a las conciencias intranquilas, perdonando los pecados, y que otorgue lo que la misma oración de los pobres pecadores no osa pedir en su reservado temor.


COLECTA

Omnipotente y sempiterno Dios, que, con la abundancia de tu piedad, excedes los méritos y deseos de los suplicantes: derrama sobre nosotros tu misericordia; para que perdones lo que la conciencia teme, y añadas lo que la oración no se atreve a pedir. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. (1.* XV, 1-10).


Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que ya os prediqué, el que ya recibisteis, y en el cual permanecéis, y por el cual os salvaréis, si retenéis la palabra que os prediqué, y no creéis en vano. Porque os enseñé, en primer lugar, lo que yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras: y que fué sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras: y que fué visto por Cefas y después de él, pollos Once. Después fué visto por más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía, otros, en cambio, ya murieron. Después fué visto por Santiago, después por todos los Apóstoles: y, al último de todos, como a un abortivo, se apareció también a mí. Porque yo soy el mínimo de los Apóstoles, que no soy digno de ser llamado Apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido vana en mí.


CONTRICCIÓN Y CARIDAD

El Domingo pasado el Publicano nos recordaba la humildad que conviene al pecador. Hoy, el Doctor de las gentes nos muestra en su propia persona, que esta virtud cae bien asimismo al hombre justificado, que recuerda las ofensas que en otro tiempo hizo al Altísimo. El pecado del justo, aunque perdonado ya hace mucho, permanece sin cesar ante sus ojos; siempre dispuesto a acusarse a si mismo, no ve en el perdón y en el olvido de la ofensa por parte de Dios, sino un nuevo motivo para no olvidar jamás sus faltas. Los favores celestiales que vienen a recompensar la sinceridad de su arrepentimiento, conduciéndole más adelante en el conocimiento de los derechos de la justicia infinita le revelan más aún la enormidad de los crímenes voluntarios que han venido a juntarse" a la mancha original5. Una vez entrado en este camino, la humildad no es para él solamente una satisfacción dada a la justicia y a la verdad por su inteligencia esclarecida de lo alto; sino que, a medida que vive con Dios en unión cada vez más estrecha, y conforme va elevándose por la contemplación en la inteligencia y en el amor, la caridad divina, que le apremia cada vez más de todos los modos es causa del mismo recuerdo de sus faltas. Sondea el abismo de donde la ha sacado la gracia, para lanzarse desde estas profundidades del infierno, más vehemente, dominante y activa. Entonces el pecador de otros tiempos no se contenta con el reconocimiento de las riquezas sin número que obtiene hoy de la divina liberalidad, sino que la confesión de sus miserias pasadas sale de su alma arrebatada como un himno al Señor.


NUESTRA COLABORACIÓN A LA GRACIA

Por la gracia de Dios soy lo que soy, debe decir, en efecto, el justo con el Apóstol; y cuando esta verdad fundamental arraigue en su alma, puede con él añadir sin temor: Su gracia no ha sido en mi estéril. Pues la humildad descansa sobre la verdad: se faltaría a la verdad imputando al hombre, lo que en el hombre viene del Ser supremo; sería también ir contra ella, el no reconocer con los santos las obras de la gracia que Dios ha puesto en ellos. En el primer caso se iría contra la justicia tanto como contra la verdad; en el segundo contra la gratitud. La humildad, cuyo fin directo es evitar estos daños causados a la gloria debida a Dios refrenando las ansias de la soberbia, viene a ser por otra parte el más seguro auxilio del agradecimiento, noble virtud, que, en los caminos de aquí abajo, no tiene mayor enemigo que el orgullo.


GLORIARSE EN DIOS

Cuando la Virgen proclamaba que todas las generaciones la llamarían bienaventurada, el entusiasmo divino que la animaba, no consistía menos en el éxtasis de su humildad que de su amor. La vida de las almas escogidas presenta a cada paso transportes sublimes de esta clase, en que, aplicándose a sí el cántico de su Reina, magnifican al Señor cantando las cosas grandes que hace por ellas con su poder. Cuando San Pablo, después del bajo aprecio que siente de sí, al compararse con los otros Apóstoles, añade que la gracia ha sido en él productiva y que ha trabajado más que todos ellos, no creamos que cambia de tema, o que el Espíritu que le dirige quiere corregir de este modo sus primeras expresiones; una sola necesidad, un mismo y único deseo le inspira estas palabras aparentemente diversas y contrarias: el deseo y la necesidad de no frustrar a Dios la gloria en sus dones, ya sea por la apropiación del orgullo, ya por el silencio de la ingratitud.

El Gradual ha sido puesto, según las obras de los piadosos intérpretes de la Liturgia, como la acción de gracias de los humildes, curados por Dios en conformidad con la esperanza que tenían puesta en El.


GRADUAL

En Dios esperó mi corazón, y he sido ayudado: y ha reflorecido mi carne, y le alabaré con toda mi voluntad. y. A Ti, Señor, he clamado: Dios mío, no calles: no Te apartes de mí.

Aleluya, aleluya. V. Ensalzad a Dios, nuestro ayudador, cantad jubilosos al Dios de Jacob: cantad un salmo alegre con la cítara. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Marcos. (VII, 31-37).


En aquel tiempo, saliendo Jesús de los límites de Tiro, fué, por Sidón, al mar de Galilea, por medio de los confines de la Decápolis. Y le presentaron un sordomudo, y le rogaron que le impusiera las manos. Y, tomándole aparte de la turba, metió sus dedos en las orejas de él: y, escupiendo, tocó su lengua: y, mirando al cielo, suspiró, y díjole: Ephphetha, que significa: ¡Abrios! Y al punto se abrieron sus oídos, y se soltó el nudo de su lengua, y habló bien. Y les ordenó que no lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo prohibió El, más lo divulgaron ellos: y tanto más se admiraron, diciendo: Todo lo ha hecho bien: ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos.


EL GÉNERO HUMANO ENFERMO

Los Santos Doctores nos enseñan que este hombre representa a todo el género humano, excepción hecha del pueblo judío. Abandonado desde tantísimo tiempo en las regiones del aquilón, donde solamente reinaba el príncipe del mundo, experimentó los efectos desastrosos del olvido en que parece le tenía su Creador y Padre, como consecuencia del pecado original. Satanás, cuya pérfida astucia le hizo salir del paraíso, apoderándose de él, se excedió a sí mismo en la elección del medio que puso para salvaguardar su conquista. Con ladina tiranía redujo a su víctima a un estado de mutismo y de sordera, con que le tiene bajo su imperio más seguro que amarrado con cadenas de diamante; mudo para implorar a Dios, sordo para oír su voz; los dos medios de que podía servirse para libertarse, los tiene impedidos. Satanás, el adversario de Dios y del hombre, puede felicitarse. ¡Se ha dado al traste, a lo que puede creerse, con la última de las creaciones del Todopoderoso, se ha dado al traste con el género humano sin distinción de familias y de pueblos; pues hasta la misma nación conservada por el Altísimo como su parte escogida en medio de la defección de los pueblos, se ha aprovechado de sus ventajas para renegar con más crueldad que todos los demás, de su Señor y su Rey!


EL MILAGRO

El Hombre-Dios gimió al ver una miseria tan extrema. Y ¿cómo no lo iba a hacer considerando los estragos ocasionados por el enemigo en este ser escogido? Así pues, levantando los ojos siempre misericordiosos de su santa humanidad, ve el consentimiento del Padre a las intenciones de su misericordiosa compasión; y, usando de aquel poder creador que en el principio hizo perfectas todas las cosas, pronuncia como Dios y como Verbo la palabra omnipotente de restauración: ¡Ephphetha! La nada, o más bien, en este caso, la ruina, que es peor que la nada, obedece a esta voz tan conocida; el oído del infortunado se despierta; se abre con placer a las enseñanzas que le prodiga la triunfadora ternura de la Iglesia, cuyas oraciones maternales han obtenido esta liberación; y, penetrando en él la fe y obrando al mismo instante sus efectos, su hasta aquí trabada lengua vuelve a tomar el cántico de alabanza al Señor, interrumpido por el pecado desde hacía siglos


LA ENSEÑANZA

Con todo eso, el Hombre-Dios quiere más, con esta curación, instruir a los suyos, que manifestar el poder de su palabra divina; quiere revelarles simbólicamente las realidades invisibles producidas por su gracia en lo secreto de los sacramentos. Por esto, conduce aparte al hombre que le presentan, lo lleva lejos de esa turba tumultuosa de pasiones y de vanos pensamientos que le habían hecho sordo a las cosas del cielo: ¿de qué serviría, en efecto, curarle si tiene el peligro de volver a caer nuevamente por no hallarse alejadas las causas de su enfermedad? Jesús, asegurando el futuro, mete en los oídos del cuerpo del enfermo sus dedos sagrados, que llevan el Espíritu Santo y hacen penetrar hasta los oídos de su corazón la virtud reparadora de este Espíritu de amor. Finalmente, con mayor misterio aún, puesto que la verdad que se trata de expresar es más profunda, toca con saliva de su boca divina esta lengua que se había hecho impotente para la confesión y la alabanza; y la Sabiduría, pues ella es la que se significa aquí místicamente, la Sabiduría que sale de la boca del Altísimo y, cual onda embriagadora, fluye sobre nosotros de la carne del Salvador, abre la boca del mundo del mismo modo que hace elocuente la lengua de los niños que aún no sabían hablar.


RITOS DEL BAUTISMO

También la Iglesia, para hacernos ver que el relato evangélico se refiere en figura, no a un hombre aislado sino a todos nosotros, ha querido que los ritos del bautismo de cada uno de sus hijos recuerden las circunstancias de la curación que se nos acaba de relatar. Su ministro, antes de sumergir en el baño sagrado al escogido que le presenta, debe depositar en su lengua la sal de la Sabiduría, y tocar los oídos del neófito, repitiendo la palabra que Cristo dijo al sordomudo: Ephphetha, que significa: abríos.


En el Ofertorio se deja oír el canto de los humildes, libertados, curados y ensalzados por Dios.


OFERTORIO

Te exaltaré, Señor, porque me has socorrido, y no consentiste que se riesen de mí mis enemigos: Señor, clamé a Ti, y me has sanado.


La asamblea de los siervos de Dios, le suplica en la Secreta que acepte sus dones, y que haga del Sacrificio el homenaje de su servidumbre y el sostén de su debilidad.


SECRETA

Suplicárnoste, Señor, mires propicio nuestra servidumbre: para que lo que te ofrecemos, sea un don grato a Ti, y sirva de ayuda a nuestra flaqueza. Por nuestro Señor.


La Antífona elegida para la Comunión no puede venir mejor, en un tiempo en que los trabajos de la siega y de la recolección están en todas partes en plena actividad. Debemos, en efecto, tratar de ofrecer al Señor, por intermedio de su Iglesia y de sus pobres, las primicias de estos bienes que recibimos de sus manos. Mas si queremos en verdad honrar con ello a Dios, guardémonos de imitar la jactancia del Fariseo en el cumplimiento del deber tan sencillo y tan provechoso a quien lo cumple.


COMUNIÓN

Honra al Señor con tu riqueza, y con las primicias de tus frutos: y se llenarán tus graneros plenamente y tus lagares rebosarán de vino.


El sagrado remedio de los Misterios obra en el cuerpo y en el alma; produciendo de este modo la salvación del uno y de la otra, es el duodécimo domingo después de pentecostés verdadera gloria del cristiano. En la Poscomunión, la Iglesia implora para sus hijos esta plenitud efectiva del Sacramento.


POSCOMUNIÓN

Suplicárnoste, Señor, hagas que, con la recepción de tu Sacramento, sintamos su ayuda en el alma y en el cuerpo: para que salvados ambos, nos gloriemos de la plenitud de tu celestial remedio. Por nuestro Señor.

viernes, 19 de agosto de 2022

Boletín Dominical 21 de agosto



Día 21 de Agosto, Domingo XI de Pentecostés.

Doble- Conm. Santa Juana Francisca de Chantal, viuda. Orn. Verdes

Los Oficios de este día nos dan a entender cómo la oración humilde y confiada lo puede todo ante Dios.

Se le suplica a Jesús cure un pobre sordomudo, y compadecido de él, apártale de la multitud y le da la facultad de oír y hablar. En el Bautismo conserva la Iglesia en su Ritual, las misteriosas acciones de Cristo en la curación de este sordomudo.

Dice San Gregorio que “Si Cristo levantó los ojos y suspiró, no fue por que necesitara de todo eso, Él, que daba lo mismo que pedía, sino para enseñarnos a suspirar y levantar los ojos a Aquel Señor que reina en los Cielos, a fin de que abra nuestros oídos por el Don del Espíritu Santo y que por la saliva de Su boca, o sea por la ciencia de la Palabra Divina, desate nuestra lengua, capacitándola para predicar la Verdad.” (3º nocturno de Maitines)


Día 22 de Agosto, Inmaculado Corazón de María

No hay corazón más semejante al de Jesucristo que el Inmaculado Corazón de su Madre, la Virgen Santísima. Ningún otro ha participado como él de los amores y de las aflicciones y dolores del Corazón de Cristo. Unida tan íntimamente a su divino Hijo, el Corazón de María latía y late siempre al unísono con el Corazón de Jesús, asociada a la obra redentora y santificadora de Jesucristo, el Corazón de María sufría en sí tan intensamente los dolores y las afrentas de la Cruz y los ofrecía con tan inmenso amor a Dios Padre por el rescate y redención de los hombres, de los que al pie de la cruz era constituida Madre por el mismo Jesús, que, como afirmaron los Santos Padres, sólo una especial providencia de la omnipotencia de Dios pudo conservar la vida preciosa de María, que de otra suerte hubiera muerto de dolor. Con razón llaman pues los Santos Padres y la Iglesia a María, Reina de los mártires y Corredentora de los hombres. Solo Dios puede conocer y valorar las finezas, las dulzuras, la caridad, el heroísmo y el amor de ese Corazón, que es arpa melodiosa cuyas cuerdas vibran al suave soplo del Divino Espíritu. (Continua)






(Sigue) Acudamos al Corazón Inmaculado de María, que es refugio de los afligidos, consuelo de los tristes, remedio de los que lloran, fortaleza de los débiles, defensa en los peligros, auxilio en la tentación, alegría y dulzura de todos los que la invocan. Digamos siempre: Dulce nombre de María, sed nuestra salvación.




“Ad Jesum per Mariam”


lunes, 15 de agosto de 2022

Sermón: La Asunción de la Santísima Virgen María

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold


Lección

El Señor te ha bendecido, dándote su poder; pues por medio de ti ha aniquilado a nuestros enemigos.” Ocías, príncipe del pueblo de Israel, le dijo: “Bendita eres del Señor, Dios Altísimo, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra. Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, que ha dirigido tu mano para cortar la cabeza del caudillo de nuestros enemigos. Hoy ha hecho Él tan célebre tu nombre, que no cesarán de pregonar tus alabanzas los hombres, que conservarán para siempre la memoria del poder del Señor; pues has expuesto tu vida por tu pueblo, viendo las angustias y la tribulación de tu gente, y nos has salvado de la ruina, acudiendo a nuestro Dios.” 

Judith XIII, 22-25



Evangelio

En aquel tiempo: Sintióse Isabel llena del Espíritu Santo. Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí? Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno. Y dichosa la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”. Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor, y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; porque en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre, y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación.

Lucas I, 41-50

La Asunción de la Santísima Virgen María

   






LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger



La Asunción de Nuestra Señora es una de nuestras solemnidades litúrgicas más alegres.

"Gaudent Angelí! Gaudete, quia cum Christo regnat". La Iglesia del Cielo y la de la tierra se unen a la dicha infinita de Dios que acoge y corona a su Madre. Ambas a dos celebran con amor la alegría virginal de la que entra, ya para siempre, en el mismo gozo de su propio Hijo. Ángeles y santos se apresuran a aclamar a su Reina, mientras la tierra se regocija también de haber dado al Cielo la joya más brillante.


Glorificación del Alma de Nuestra Señora

Hoy es el "día natal" de Nuestra Señora, en el cual celebramos al mismo tiempo el triunfo de su alma y el de su cuerpo. Detengámonos un instante ante esta glorificación del espíritu, tal vez menos advertida por ser común a todos los Santos. La entrada del alma de María en la visión beatífica es un hecho de un esplendor y de una riqueza que arroja una luz incomparable sobre nuestras más altas esperanzas. Cierto que no nos podemos figurar la belleza de esta suprema "revelación", donde la mirada tan pura ya y tan penetrante de la más perfecta de las criaturas se ha dilatado repentinamente ante un abismo de Belleza infinita. Intentemos al menos, con la ayuda de la gracia divina, levantar nuestros pensamientos hacia la cumbre, misteriosa todavía para nuestra vista, en la cual se realiza este prodigio.

Y, efectivamente, bien se la puede llamar cumbre, ya que es el término de un constante y largo subir. Llena de gracia en el instante mismo de su Concepción, la Inmaculada no cesó nunca de crecer en este mundo ante el Altísimo.

La Anunciación, Navidad, el Calvario y Pentecostés han jalonado ese crecimiento extraordinario. El amor virginal y maternal se han enriquecido y elevado en cada una de esas etapas, tendiendo hacia una cima a la que ninguna otra pura criatura podrá llegar nunca. La luz de gloria que de repente invade al alma de María y la hace ver en toda su magnificencia las grandezas de su Hijo y su propia dignidad maternal, sobrepuja también, y con mucho, a la gloria de todos los Ángeles y de todos los Santos. Después de la santa Humanidad de Cristo, sentado a la diestra del Padre en el Santuario de la Divinidad, no hay nada en el mundo tan perfecto como esta alma maternal, radiante de pureza, de beldad, de ternura y de alegría: Beata Mater!

Esta entrada triunfal en la eterna Bienaventuranza ¿hará posible en el alma de María un nuevo crecimiento? En cuanto a ella misma, no: todo se ha cumplido de manera perfecta; no es posible crecer en la Eternidad. Totalmente abierta a los esplendores del Verbo, Hijo suyo, en el alma de María se realizan por fin de modo acabado todas las exigencias de su vocación sublime. Su alma es el alma de una Madre de Dios perfecta.

Pero María sólo tuvo por Hijo a Jesús. Madre de Dios Salvador, lo es también de todos los que vayan a beber en las fuentes de la salvación. Su maternidad de gracia irá amplificándose hasta el fin del mundo. El alma de María ve en la luz beatífica a todos sus hijos y todos los designios de Dios sobre cada uno de ellos: pronunciando un fiat a impulsos del amor, da su consentimiento a esta universal Providencia, en la que, por disposición divina, su propia intervención no tiene límites. De esta manera se une al Sumo Sacerdote que no cesa un instante de implorar en nuestro favor la Misericordia del Padre. Su oración consigue para la Iglesia de la que es figura y dechado, una Asunción permanente hasta que se logre de un modo definitivo la "plenitud" del Cuerpo Místico. Mientras llega esa apoteosis, el alma bienaventurada de María, "emplea su cielo en hacer bien en la tierra", mejor que cualquier otro santo. Demos, pues, libre curso al entusiasmo de nuestra alegría. A nuestra confianza filial añadamos la gratitud. Celebremos dignamente a nuestra Abogada, Mediadora y Madre, que ocupa el puesto de Reina junto al trono del Cordero.


Fe de la Iglesia en la Asunción de María

Hace ya muchos siglos, sin que nadie haya podido puntualizar de un modo exacto cuándo empezó esta creencia, afirma la Iglesia católica que el cuerpo de María está en el Cielo, unido a su alma gloriosa. Este privilegio del Cuerpo de Nuestra Señora es lo que distingue al misterio de la Asunción. El primero de noviembre del Año Santo de 1950, el Papa Pío XII, atendiendo a los votos unánimes de los obispos y de los fieles, proclamó solemnemente como "dogma revelado, que María, la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, al fln de su vida terrestre fué elevada en alma y cuerpo a la gloria del Cielo". (Nota de El Retiro: Constitución Apostólica "Munificenttissimus Deus.")

La definición no puntualiza si María pasó sin morir de la Tierra al Cielo, o si tuvo que morirá como su Hijo, y resucitar antes de entrar en la gloria. El privilegio insigne de la Concepción Inmaculada, la virginidad y la perfecta santidad de María, ciertamente la podían haber hecho inmortal. Pero la Madre del Salvador, que imitó siempre a su Hijo fidelísimamente, quiso sin duda seguirle hasta la tumba. ¿Acaso no debía ella, como El y todos nosotros, triunfar principalmente y de modo completo del pecado y de la muerte mediante una gloriosa resurrección?


Las Leyendas

 Algunas leyendas apócrifas que se propagaron al fin del siglo cuarto, han vulgarizado diversos relatos espectaculares, maravillosos y a veces incoherentes sobre la muerte de María y el traslado de su cuerpo al Paraíso. Los apóstoles, según esas leyendas, se reunieron de modo milagroso junto a la Madre del Salvador, y estuvieron presentes a su muerte y a sus funerales. Santo Tomás, que llegó bastante más tarde, motivó la apertura del sepulcro y entonces se pudieron cerciorar de que el cuerpo de la Santísima Virgen había sido trasladado a un sitio solamente conocido de Dios. Es del todo necesario distinguir entre nuestra fe y nuestras verdades teológicas, por una parte, y esos documentos de ningún valor, que tal vez nacieron en el seno de comunidades heréticas, por otra. La predicación y la enseñanza pastoral nada tiene que aprender de las adiciones desacertadamente hechas al relato evangélico de la resurrección del Señor. En vez de servir de fundamento a la fe de la Iglesia en la Asunción, esas leyendas retrasaron por muchos siglos la unanimidad perfecta de la creencia católica. El pensamiento cristiano tuvo primero que desprenderse de su desafortunada influencia, para llegar a distinguir claramente los verdaderos motivos que inducen a considerar la Asunción corporal de María como una verdad, de fe.

domingo, 14 de agosto de 2022

Sermón Domingo X después de Pentecostés

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues


Sermón

R. P. Carlos Dos Santos


Lección

Hermanos: Bien sabéis que cuando erais gentiles se os arrastraba de cualquier modo en pos de los ídolos mudos. Os hago saber, pues, que nadie que hable en el Espíritu de Dios, dice: “anatema sea Jesús”; y ninguno puede exclamar: “Jesús es el Señor”, si no es en Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, mas el Espíritu es uno mismo, y hay diversidad de ministerios, mas el Señor es uno mismo; y hay diversidad de operaciones, mas el mismo Dios es el que las obra todas ellas en todos. A cada uno, empero, se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien (común). Porque a uno, por medio del Espíritu, se le otorga palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, en el mismo Espíritu, fe; a otro, dones de curaciones, en el único Espíritu; a otro, operaciones de milagros; a otro, profecía; a otro, discreción de espíritus; a otro, variedad de lenguas; a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las obra el mismo y único Espíritu, repartiendo a cada cual según quiere. 

I Corintios XII, 2-11



Evangelio

En aquél tiempo: Dijo Jesús a ciertos hombres que presumían de Justos y despreciaban a los demás esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, estando en pie, oraba en su interior de esta manera: Dios, gracias te doy porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, así como este publicano. Ayuno dos veces en la semana, doy diezmos de todo lo que poseo. Mas el publicano, estando lejos, no osaba ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho diciendo: Dios, muéstrate propicio a mí, pecador. Os digo que éste, y no aquél, descendió justificado a su casa; porque todo hombre que se ensalza, será humillado, y el que se humilla, será ensalzado. 

Lucas XVIII, 9-14

sábado, 13 de agosto de 2022

Dom Gueranger: Décimo Domingo después de Pentecostés




DÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


RUINA DEL CULTO ANTIGUO

La ruina de Jerusalén ha clausurado el ciclo profético en su parte consagrada a las instituciones y a la historia del tiempo de los símbolos. El altar del verdadero Dios, fijado por Salomón en el monte Moria, era para el mundo antiguo el título auténtico de la verdadera religión. Aún después de la promulgación del nuevo Testamento, la existencia permanente de este altar, reconocido antes por el Altísimo como el sólo legítimo, podía, hasta cierto punto, disculpar a los partidarios retrasados del antiguo orden de cosas. Después de su destrucción definitiva, no hay excusa alguna; hasta los más ciegos se ven obligados a reconocer la abrogación completa de una religión, reducida por el Señor a la imposibilidad de ofrecer nunca jamás los sacrificios que constituían su esencia. 

Las atenciones que la delicadeza de la Iglesia guardaba hasta ahora con la sinagoga que expiraba, ya no tienen razón de ser. Con plena libertad irá a las naciones para someter con el poder del Espíritu Santo, sus indómitos instintos, para unificarlas en Jesucristo, y ponerlas por medio de la fe en la posesión sustancial, aunque no visible todavía, de las eternas realidades que anunciaba la ley de las figuras.


EL NUEVO CULTO

El Sacrificio nuevo, que no es sino el de la Cruz y el de la eternidad, aparece cada vez más como el centro único en donde su vida se afirma en Dios con Cristo su Esposo, y de donde surge la actividad que desarrolla para convertir y santificar a los hombres de las sucesivas generaciones. La Iglesia, cada vez más fecunda, permanece estabilizada más que nunca en la vida de unión, de donde la viene esta admirable fecundidad.


LAS ENSEÑANZAS DE LA LITURGIA

No hemos, pues, de admirarnos si la Liturgia, que es la expresión de la vida íntima de la Iglesia, refleja ahora mejor que nunca esta estabilidad de la unión divina. En la serie de semanas que se van a seguir, desaparece toda gradación en las fórmulas preparatorias del Sacrificio. Entre las mismas lecturas del Oficio de la noche, a partir del mes de Agosto, los libros históricos han cedido o van a ceder su lugar a las enseñanzas de la divina Sabiduría, que pronto irán seguidas de los libros de Job, Tobías, Judit, Ester, sin otra unión entre ellos que la santidad en precepto o en obra. Ni se advierte, como hasta aquí, la conexión entre las lecturas y la composición de las Misas del Tiempo después de Pentecostés. 

Por tanto, nos limitaremos en adelante a comentar la Epístola y el Evangelio de cada Domingo, confiando como la Iglesia, al Espíritu divino el cuidado de hacer nacer y desarrollarse en cada uno como le plazca la doctrina de formas tan variadas que ella sembrará de acuerdo con él. Este comentario resalta en la Epístola del día. 

El gran suceso que debía señalar el cumplimiento de las profecías derribando las fronteras judías, acaba de afirmar de una manera admirable la universalidad del reino del Espíritu santificador; en efecto, desde el glorioso día de Pentecostés ha conquistado la tierra; y la Iglesia, sin inquietarse en adelante por seguir un orden lógico en las enseñanzas de su Liturgia, se propone confiar menos en un método cualquiera para reformar las almas, que en la virtud conjunta del Sacrificio y de la palabra santa, puesta divinamente en movimiento por la espontaneidad del Espíritu de amor. 

Este Domingo puede ser el segundo de la serie dominical que en otros tiempos tenía su punto de partida en la fiesta de San Lorenzo, y llevaba su nombre (Post Sancti Laurentii), de la solemnidad del gran diácono mártir. Llámasele por otro nombre el Domingo de la humildad o del Fariseo y del Publicarlo, por el Evangelio del día. Los griegos lo cuentan por el décimo de San Mateo; leen en él el episodio del Lunático, sacado del Capítulo XVII de este Evangelista.



MISA

La confianza humilde y suplicante que la Iglesia pone en el socorro de su Esposo, la preservará siempre de las bajezas a que ha descendido la envidia perseguidora y el orgullo de la sinagoga. Exhorta a sus hijos a imitarla en sus solicitudes, y no cesa de hacer subir hacia el cielo los suspiros de su oración.


INTROITO

Cuando clamé al Señor, escuchó mi voz, y me libró de los que me perseguían: y los humilló el que es antes de los siglos, y permanece para siempre: deposita tu pensamiento en el Señor, V. El te sustentará. — Salmo: Escucha, oh Dios, mi oración, y no despreciéis mi súplica: atiéndeme, y oyéme. V. Gloria al Padre. 


Siempre con la emoción de la justicia admirable ejercida contra el pueblo judío, la Madre común recuerda a Dios que las maravillas de la misericordia y de la gracia muestran aun más su omnipotencia; en la Colecta pide una efusión abundante de esta gracia sobre el pueblo cristiano. Mas ¡qué grandeza la suya! ¡de qué sublimidad dió muestras la actitud de la Iglesia, antiguamente sobre todo, por estar más cerca de los acontecimientos, cuando, en respuesta al relato que le hizo su Esposo de la venganza tan terrible que, como nunca, ejerció la justa cólera de su Padre, ella, verdadera Esposa y Madre, se atreve a comenzar por estas palabras: Deus qui omnipotentíam tuarn PARCENDO MÁXIME ET MISERANDO manif estas!


COLECTA

Oh Dios, que manifiestas tu omnipotencia, sobre todo perdonando y teniendo piedad: multiplica sobre nosotros tu misericordia; para que, corriendo hacia tus promesas, nos hagas participes de los bienes celestiales. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. (1.* XII, 2-11). 

Hermanos: Sabéis que, cuando erais gentiles, ibais, como erais llevados, a los ídolos. Por tanto, os hago saber que nadie, que habla inspirado de Dios, maldice de Jesús. Y nadie puede decir: Señor, Jesús, si no es en el Espíritu Santo. Hay ciertamente diversidad de gracias, pero el Espíritu es uno mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Y hay diversidad de operaciones, pero uno mismo es el Dios que obra todo en todos. Y a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para utilidad (de los demás). A uno se le da por el Espíritu la palabra de la sabiduría: y a otro, la palabra de la ciencia, según el mismo Espíritu: a otro, la fe en el mismo Espíritu: a otro, la gracia de sanar en un solo Espíritu: a otro, la realización de milagros; a otro, la profecía; a otro, la discreción de espíritus; a otro, el don de lenguas; a otro, la interpretación de palabras. Pero todas estas cosas las obra un solo e idéntico Espíritu, repartiéndolas en cada cual según quiere.


VIRTUDES Y CARISMAS

“Los Capítulos XII, XIII y XIV de la primera Epístola a los Corintios, tratan del uso de los dones del Espíritu Santo. La Iglesia y las almas que la componen, son animadas por el Espíritu de Dios; mas la influencia del Espíritu de Dios se ejerce a la vez con miras a nuestra santificación personal y a la edificación del prójimo. Por esto existen los dones del Espíritu Santo, que son el coronamiento de las virtudes, los cuales constituyen en el alma un tesoro de flexibilidad, de docilidad interior al impulso del Espíritu de Dios, en vista de la oración, del pensamiento y de la obra, cuando oración, pensamiento y obra se elevan por encima de la capacidad humana. Mas también existen dones espirituales, que son en nosotros los frutos de una actividad superior a la nuestra, y que directamente se ordenan a la edificación del prójimo. La efusión de estos últimos, los dones carismáticos, fué abundante en los comienzos de la Iglesia, porque la Iglesia no tenía historia; actualmente es menos frecuente, porque la historia y la actividad de la Iglesia la aventajan con mucho. Estos dones espirituales constituían así la dote exterior de la Iglesia hasta el día que no la necesitase; y servían de señal a los más distraídos, de que el Espíritu del Señor estaba en ella y guiaba sus miembros. 

“En la Secunda Secundae, cuestión CLXXI, el Doctor Angélico habla de estas gracias gratis datae, y distingue: las que esclarecen la inteligencia, a las que da el nombre genérico de profecía; las que tienen por objeto la palabra y comunicación de la verdad, como el don de lenguas; y, por fin, las que se refieren a la obra, las cuales designa con término común: de don de milagros. Estos carismas son diversos, mas todos proceden de una misma fuente y de un mismo Espíritu; los ministerios son distintos, pero, con todo eso, no existe más que un solo Señor; las funciones son diferentes, mas, sin embargo de eso, no hay sino un solo Dios, que lo hace todo en cada uno de nosotros; y cada uno recibe de un mismo centro, su energía sobrenatural especial para la edificación común. 

“Sigúese a continuación la enumeración de los dones espirituales: a uno da el Espíritu de Dios, mirando la utilidad interna y externa de la Iglesia, el poder de hablar sabiamente y de exponer los misterios más ocultos de Dios y de sus obras; a otro el poder o la facultad de demostrar la ciencia y de enseñar la doctrina, pero según el mismo Espíritu. Un tercero recibirá, más siempre del mismo Espíritu, esa fe vigorosa que produce los milagros y traslada las montañas; y consistirá para algunos, siempre en el mismo Espíritu, en curaciones milagrosas, prodigios, profecías, discernimiento de espíritus, don de lenguas y su interpretación, en una palabra, todos los dones carismáticos. Cualquiera que sea el número, proceden de un solo y mismo Espíritu, que reparte a cada cual lo que le place”. 

Como conclusión práctica, citaremos estas palabras que resumen la doctrina del Apóstol: Estimad en sí mismos todos estos dones como obra del Espíritu Santo, que con ellos enriquece el cuerpo social de modo tan diverso; no despreciéis ninguno; mas, cuando os encontréis con ellos, estimad como mejores¿ aquellos que más sirven para la edificación de la Iglesia y de las almas.

En fin, y sobre todo, prestemos atención a lo que a continuación nos dice San Pablo: “¡Os mostraré un camino aún más excelente!’ Aunque hablase todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, aunque tuviese el don de profecía y conociese todos los misterios y todas las ciencias, aunque tuviese tal fe que trasladase los montes; si no tuviera caridad, no serla ni me serviría de nada. La profecía desaparecerá, cesarán las lenguas, la ciencia se desvanecerá ante la luz; la caridad en cambio no desaparecerá, pues es la más excelente de ellas”. 

En el Gradual, la Iglesia menciona de nuevo la confianza de Esposa que tiene en la ayuda de su Dios; fortalecida con el amor que la profesa y que la dirige a través de los caminos de la equidad, no tiene miedo alguno a sus juicios. El Versículo exalta la gloria del Esposo en Sión; mas aquí, y desde ahora para siempre, no se trata sino de la verdadera Sión, de la nueva Jerusalén.


GRADUAL

Guárdame, Señor, como la pupila del ojo: protégeme bajo la sombra de tus alas. J. Salga de tu boca mi juicio: vean tus ojos la equidad. 
Aleluya, aleluya. X’. A Ti, oh Dios, conviene el himno en Sión: y a Ti se harán votos en Jerusalén. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según S. Lucas. (XVIII, 9-14). 

En aquel tiempo, dijo Jesús a unos que se creían justos, y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo, a orar: uno fariseo, y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba para sí de este modo: Oh Dios, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros: ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces a la semana; doy los diezmos de todo lo que poseo. Y el publicano, estando lejos, no quería ni levantar los ojos al cielo: sino que golpeaba su pecho, diciendo: Oh Dios, ten misericordia de mí, que soy un pecador. Yo os digo: Este es el que volvió a su casa justificado, en vez del otro: porque, todo el que se ensalza, será humillado: y, todo el que se humilla, será ensalzado.


JUDÍOS Y GENTILES

El Venerable Beda, en su comentario sobre este pasaje de San Lucas, explica el misterio de este modo: “El Fariseo, representa al pueblo judío, que, ufano de la ley, ensalza sus méritos; el publicano representa al pueblo gentil, que, alejado de Dios, confiesa sus pecados. El orgullo del primero hace que sea humillado; el otro, levantado por sus gemidos, merece ser alabado. Por esto se halla escrito en otro lugar de estos dos pueblos, como de todo humilde y de todo soberbio: “La exaltación del corazón precede a la ruina, y la humillación del hombre a su gloriosa exaltación“. 

No podría, pues, elegirse en el sagrado Evangelio una enseñanza que conviniere mejor que ésta después del relato de la ruina de Jerusalén. Los fieles de la Iglesia que la vieron, en sus primeros días, humillada en Sión ante la arrogancia de la sinagoga, comprenden ahora estas palabras del Sabio: Más vale ser humillado con los humildes, que tomar parte en el reparto de los despojos con los soberbios. Según otra expresión de la lengua del judío, aquella lengua que difamaba al publicano y condenaba al gentil, se convirtió en su boca como en una vara de orgullo que le ha castigado a su vez atrayendo sobre él la ruina. Mas la gentilidad, adorando la justicia vengadora del Señor y ensalzando sus bondades, debe evitar tomar el camino por el que se ha extraviado el pueblo infortunado, cuyo puesto ocupa ella. La culpa de Israel ha originado la salvación de las naciones, dice San Pablo, pero su orgullo sería causa de su perdición; y, mientras a Israel le aseguran sus profecías un retorno a la gracia, al fin de los tiempos, nada promete a las naciones vueltas a los crímenes después de su bautismo, una nueva llamada de la misericordia. Si ahora el poder de la eterna Sabiduría hace que los gentiles produzcan frutos de gloria y honor no por eso se olviden de su anterior esterilidad; entonces la humildad, que sólo puede conservarlos, como poco ha, atrajo sobre ellos las miradas del Altísimo, les será cosa fácil, y a la vez comprenderán la benevolencia de que, a pesar de sus pecados, debe ser rodeado el pueblo antiguo.


LA HUMILDAD

La humildad, que produce en nosotros saludable temor, es una virtud que coloca al hombre en su verdadero lugar, en su propia estima, ya con relación a Dios, ya con relación a sus semejantes. Se basa en el conocimiento íntimo, causado por la gracia en nuestro corazón, de que Dios lo es todo en el hombre, y de la vacuidad de nuestra naturaleza, puesta por el pecado por debajo de la nada. La sola razón basta para dar a quien reflexione un instante, la convicción de la nada de toda criatura; mas en forma de conclusión puramente teórica, esta convicción no constituye la humildad, pues se impone al demonio en el infierno, y el despecho que le inspira, es el elemento más activo que excita la rabia de este príncipe de los orgullosos. No menos que la fe, que nos revela lo que es Dios en el orden del fin sobrenatural, la humildad, que nos enseña lo que somos en presencia de Dios, tampoco procede de la pura razón ni reside en sola la inteligencia; para que sea una virtud verdadera, debe recibir su luz de lo alto y mover nuestras voluntades en el Espíritu Santo. A la vez que hace penetrar en nuestras almas la noción de su pequeñez, el Espíritu divino las inclina suavemente a aceptarla, al amor de esta verdad, que la sola razón estaría tentada de considerar como algo importuno. 

Meditemos estos pensamientos; de este modo comprenderemos mejor cómo los mayores santos han sido aquí abajo los más humildes de los hombres, puesto que sucede lo mismo en el cielo, ya que la luz en los elegidos crece en proporción a su gloria. Junto al trono de su divino Hijo, como en Nazaret, Nuestra Señora es la más humilde de las criaturas, puesto que es la más iluminada y comprende mejor que los querubines y serafines, la grandeza de Dios y la nada de la criatura. 

La humildad es la que da a la Iglesia la confianza de que da pruebas en el Ofertorio. Esta virtud, en efecto, hace sentir al hombre su debilidad, a la vez que le muestra el poder de Dios, que tan presto está siempre a salvar a los que le invocan.


OFERTORIO

A Ti, Señor, elevo mi alma: en Ti confío, Dios mío, no sea yo avergonzado: ni se burlen de mi mis enemigos: porque, todos los que esperan en Ti, no serán confundidos. 

 

La Misa es a la vez el sumo honor que puede rendirse a la divina Majestad, y el remedio supremo de nuestras miserias. Esto es lo que expresa la Secreta.


SECRETA

Acepta, Señor, estos sacrificios a Ti dedicados, los cuales hiciste que fueran ofrecidos de tal modo en honor de tu nombre, que sirviesen al mismo tiempo de remedio nuestro. Por nuestro Señor. 

 

La Antífona de la Comunión canta la oblación pura, justa, que ha reemplazado a las víctimas de la ley mosaica en el altar del Señor.


COMUNIÓN

Aceptarás, Señor, sobre tu altar el sacrificio de justicia, las oblaciones, y los holocaustos. 


La incesante reparación que hallamos para nuestras miserias en el augusto Sacramento, seria de poco provecho si la divina bondad no nos prestase continuamente su ayuda con las gracias actuales, que conservan y acrecientan sin fin los tesoros del alma. Pidamos en la poscomunión este socorro que nos es tan necesario.


POSCOMUNIÓN

Suplicárnoste, Señor, Dios nuestro, no prives benigno de tus auxilios a los que no cesas de reparar con tus divinos sacramentos. Por nuestro Señor.