Día 28 de Agosto, Domingo XII de Pentecostés.
Doble. Orn. Verdes
Conm. San Agustín de Hipona. Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.
El Evangelio de hoy nos habla del buen samaritano. Este buen samaritano nos da un magnífico ejemplo de cómo se debe cumplir la ley cristiana de la caridad, del amor que hemos de tener a nuestros prójimos aunque nos sean desconocidos; sin esta caridad cristiana hace Dios poco caso de todas las otras virtudes.
Cumplir bien el precepto de amor es cumplir con toda la ley, porque esa virtud de la caridad perfecta nos une a la voluntad de Dios con vinculo tan estrecho, que no hay peligro de traspasar ningún precepto porque el que ama a Dios y al prójimo hace siempre la voluntad de Dios, de modo que siempre se podrá decir: ama y haz lo que quieras.
Cristo es también el Buen Samaritano, y quiere que lo seamos todos nosotros con todos nuestros semejantes, particularmente con los más doloridos y necesitados, ya sea física o moralmente. En el cristiano no hemos de mirar su exterior, a veces repugnante, a veces poco simpático, sino a su alma, que es preciosa a los ojos de Dios y divinizada como nosotros por la gracia de Cristo.
Día 30 de Agosto: Santa Rosa de Lima
Patrona de América española
Nació de virtuosos padres en 1596, en Lima, capital del virreinato del Perú, a los cien años de descubierto y conquistado para la civilización cristiana, por España, el Nuevo Mundo. Fue la rosa más hermosa que brotó en América en ese primer siglo y por esto llamada Rosa de Santa María aunque su nombre de pila era Isabel. Gracia, hermosura, delicadeza, inteligencia, todo parecía haberlo reunido la naturaleza en aquella criatura privilegiada y bellísima. Recibió una educación e instrucción esmerada y completa. (Continua)
(Sigue)Más desde niña su afición por las cosas divinas fue extraordinaria y su cooperación a la gracia algo tan maravilloso que solo por sus efectos podemos vislumbrar. A los cinco años hizo voto de virginidad y concibió desde entonces un espíritu de oración y penitencia tan dura que causa admiración y espanto, pudiéndose decir que su vida se sostenía y prolongaba de milagro. Dios llevaba como de la mano aquella alma privilegiada y premió su santidad con los más altos dones místicos. Pidió a los padres Dominicos el hábito de la Orden Tercera, y vivió hasta su muerte en su casa, con sus padres, como una anacoreta. Interrogada una vez decía: “Desde que me pongo en oración, siento mi alma tan sumergida en sí misma y mis facultades tan enajenadas, que nada interior ni exterior puede turbar mi atención amorosa a la belleza de Dios presente en mi. Mi corazón hierve bajo la acción de un fuego cuyas operaciones son tan dulces, que nunca podría explicarlo. Tras esto queda en el fondo del alma una presencia de la divinidad, tan amable, serena, graciosa; y la felicidad que siento entonces hace que no pueda hallar consuelo en otra cosa”. Murió el año 1617, a los 21 años de edad. Es celestial patrona de la América española.
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