miércoles, 29 de junio de 2022

Sermón San Pedro y San Pablo



Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Lección
En aquellos tiempo el rey Herodes empezó a perseguir a algunos de la Iglesia; y mató a espada a Santiago, hermano de Juan. Viendo que esto agradaba a los judíos, tomó preso también a Pedro. Eran entonces los días de los Ázimos. A éste lo prendió y lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de soldados de a cuatro hombres cada uno, con el propósito de presentarlo al pueblo después de la Pascua. Pedro se hallaba, pues, custodiado en la cárcel, mas la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. Cuando Herodes estaba ya a punto de presentarlo, en aquella misma noche Pedro dormía en medio de dos soldados, atado con dos cadenas, y ante las puertas estaban guardias que custodiaban la cárcel. Y he aquí que sobrevino un ángel del Señor y una luz, resplandeció en el aposento, y golpeando el costado de Pedro lo despertó, diciendo: “Levántate presto”. Y se le cayeron las cadenas de las manos. Díjole entonces el ángel: “Cíñete y cálzate tus sandalias”; y lo hizo así. Díjole asimismo: “Ponte la capa y sígueme”. Salió, pues, y le siguió sin saber si era realidad lo que el ángel hacía con él; antes bien le parecía ver una visión. Pasaron la primera guardia y la segunda y llegaron a la puesta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió automáticamente. Y habiendo salido pasaron adelante por una calle, y al instante se apartó de él el ángel. Entonces Pedro vuelto en sí dijo: “Ahora sé verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos”. 
Act.XII, 1-11


Evangelio
En aquél tiempo: Propuso Jesús esta cuestión a sus discípulos: “¿Quien dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías o algún otro de los profetas”. Díjoles: “Y según vosotros, ¿quien soy Yo?” Respondiole Simón Pedro y dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Entonces Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que atares sobre la tierra, estará atado en los cielos, lo que desatares sobre la tierra, estará desatado en los cielos”. 
Matth. XVI, 13-19

domingo, 26 de junio de 2022

Sermón Domingo Tercero después de Pentecostés


Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Lección

Carísimos: Humillaos por tanto bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce a su tiempo. “Descargad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque Él mismo se preocupa de vosotros”. Sed sobrios y estad en vela: vuestro adversario el diablo ronda, como un león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos sufren vuestros hermanos en el mundo. El Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un breve tiempo de tribulación, Él mismo os hará aptos, firmes, fuertes e inconmovibles. A Él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén. 

I Pedro V, 6-11

 


Evangelio 

En aquel tiempo: Los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. Mas los fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Entonces les dirigió esta parábola: “¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la halle? Y cuando la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso, y vuelto a casa, convoca a amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque hallé mi oveja, la que andaba perdida”. Así, os digo, habrá gozo en el cielo, más por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”. “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si llega a perder una sola dracma, no enciende un candil y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la halla? Y cuando la ha encontrado, convoca a las amigas y las vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”. Os digo que la misma alegría reina en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador que se arrepiente”.

Lucas XV, 1-10


sábado, 25 de junio de 2022

Dom Gueramger: Domingo Tercero después de Pentecostés


DOMINGO TERCERO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Año Litúrgico

Dom Prospero Gueranger


La Misa de este día es la del tercer Domingo después de Pentecostés que se halla íntimamente relacionada con las fiestas que hemos celebrado. Los últimos decretos romanos la han asignado al Domingo infraoctava del Sagrado Corazón; como segunda colecta se dice la de la fiesta.

Será fácil demostrar la adaptación fiel y natural de los textos de esta Misa del III Domingo después de Pentecostés a la Octava de la fiesta, del Corazón sacratísimo de Jesús, de suerte que parecen estar compuestos para ella.


MISA

El alma fiel ha visto el desarrollo sucesivo de los Misterios del Salvador en la Liturgia. El Espíritu Santo ha descendido para sostenerla en esta otra etapa de la carrera, donde sólo se desarrollará la fecunda simplicidad de la vida cristiana. La instruye y la forma en las prescripciones del Maestro divino que ascendió a los cielos. Y lo primero la enseña a orar, porque la oración, decía el Señor, es obra de todos los días y de todos los instantes ‘, y con todo eso, no sabemos qué es lo que hemos de pedir, ni cómo debemos hacerlo. Pero lo sabe quien nos ayuda en nuestra indigencia, y el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos inenarrables.

En el Introito y en toda la Misa del Domingo infraoctava del Sagrado Corazón, se respira, pues, este aroma de oración, apoyada sobre el humilde arrepentimiento de las faltas pasadas, y de confianza en la misericordia infinita.



INTROITO
Mírame, y ten piedad de mí, Señor: porque estoy solo, y soy pobre: mira mi humillación, y mi trabajo: y perdona todos mis pecados, oh Dios mío.— Salmo: A ti, Señor, elevo mi alma: en ti confío, Dios mío, no quede yo avergonzado. V. Gloria al Padre.

Boletín Dominical 26 de junio


Día 26 de Junio, Domingo III de Pentecostés.

Conm. de los Santos Juan y Pablo, Mártires. Doble. Orn. Verdes.

Admirable y bello es el cuadro que nos ofrece el Evangelio de hoy: “Y se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para oírle…” Aunque los escribas y fariseos se escandalizaban de la actitud de Cristo y dicen: “Éste acoge a los pecadores y come con ellos “, Jesucristo, el Inocente y Santo por excelencia, no se desdeña de tratar con ellos, y era tal la confianza que les inspiraba, que en virtud de ellas cobraban fuerzas y se determinaban a cambiar de vida los que antes eran esclavos del pecado y de todos los vicios.

¡Qué hermosa se muestra la misericordia de Cristo! Santa misericordia de Cristo que se mueve hoy: 1) en recibir a todo el que le busca; 2) en buscar al que huye de Él; 3) en regalar al que halla. 

Tengamos, pues, plena confianza en su Corazón bondadoso, de un modo particular en las ocasiones más difíciles, que Él nos salvará y encontraremos el descanso para nuestras almas.





Día 29 de Junio, San Pedro y San Pablo.


Día 1 de Julio, La Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Cristo Nuestro Señor, el gran Mártir del Gólgota, Pontífice y Victima al mismo tiempo, sobre el madero de la cruz vertió su Sangre generosa para lavar con ella nuestras culpas, para pagar el precio de nuestro rescate, para obrar nuestra redención y nuestra salvación. Jesucristo, hermoseado con la purpura de su Sangre, es el Pontífice del Nuevo Testamento, según el Orden de Melquisedec, que abre las puertas del Cielo a todos los justos. ¡Jesucristo! ¡Acuérdate, Señor, de estos tus siervos, a los que con tu Preciosa Sangre redimiste! (Te Deum).

El Papa Pio IX instituyó ésta fiesta para toda la Iglesia el año 1849, en acción de gracias por la recuperación de Roma, de la que se habían apoderado los revolucionarios, y expulsado al Papa, que se refugió en Gaeta.

 



domingo, 19 de junio de 2022

Sermón Domingo Segundo después de Pentecostés

Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Lección

Carísimos: No os extrañéis, hermanos, de que el mundo os odie. Nosotros conocemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama se queda en la muerte. Todo el que odia a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene permanente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; así nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Quien tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano padecer necesidad y le cierra sus entrañas ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra, y con la lengua, sino de obra y en verdad.

I Juan III, 13-18


Evangelio

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: “Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. Y cuando fue la hora de la cena, envió uno de los siervos a decir a los convidados que viniesen, porque todo estaba aparejado: Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja y necesito ir a verla; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes, y quiero ir a probarlas; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He tomado mujer, y por eso no puedo ir allá. Y volviendo el siervo, dio cuenta a su señor de todo esto. Entonces airado el padre de familias dijo a su siervo: Sal luego a las plazas, y a las calles de la ciudad y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos hallares. Y dijo el siervo: Señor, hecho está como lo mandaste y aún hay lugar. Y dijo el señor al siervo: Sal a los caminos, y a los cercados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa. Mas os digo, que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados gustará mi cena”.

Lucas XIV, 16-24

sábado, 18 de junio de 2022

Dom Gueranger: Domingo Segundo después de Pentecostés




DOMINGO SEGUNDO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

(Antiguo Domingo Infraoctava de Corpus Christi)


Año Litúrgico 

Dom Prospero Gueranger



LA EUCARISTIA SACRIFICIO PERFECTO


NOCIÓN DEL SACRIFICIO. — La Eucaristía tiene por objeto principal la aplicación incesante del Sacrificio del Calvario; es, pues, necesario considerar este sacrificio del Hombre-Dios en si mismo, a fin de admirar mejor la maravillosa continuación que se hace en la Iglesia. Conviene para esto precisar primeramente la noción general de Sacrificio.

Dios tiene derecho al homenaje de su criatura. Si los reyes y señores de la tierra tienen derecho a exigir de sus vasallos el reconocimiento solemne de su soberanía, el dominio supremo del primer Ser, causa primera y fin último de todas las cosas, lo impone con más justo título a los seres llamados de la nada por su omnipotente bondad. Y, del mismo modo que por el censo que le acompañaba, el homenaje de siervos y vasallos llevaba, con la confesión de su sujeción, la declaración efectiva de bienes y derechos que reconocían tener de su Señor; del mismo modo, el acto por el que la criatura se humilla ante su criador, deberá manifestar suficientemente, por sí mismo, que le reconoce como Señor de todas las cosas y autor de la vida.

Mas puede suceder que la criatura, por su propia acción, tenga dada contra ella, a la justicia de Dios, derechos de otro modo temibles que los de su omnipotencia y bondad. La misericordia divina puede entonces, es cierto, suspender o conmutar la ejecución de las venganzas del supremo Señor; pero el homenaje del ser creado, hecho pecador, no será ya completo sino con la condición de expresar en adelante, con su dependencia de criatura, la confesión de su falta y de la justicia del castigo incurrido por la transgresión de los preceptos divinos; la oblación suplicante del esclavo rebelado deberá mostrar, por su naturaleza, que Dios no es solamente el autor de la vida sino el Arbitro de la muerte.

Esta es la verdadera noción del Sacrificio, así llamado porque separa de la multitud de seres de igual naturaleza y hace sagrada la ofrenda por la que se expresa: oblación interior y puramente espiritual en los espíritus libres de lo material; oblación espiritual y sensible a la vez para el hombre, que, compuesto de alma y cuerpo, debe homenaje a Dios por uno y otro. El sacrificio no puede ofrecerse más que a Dios solo; y la religión, que tiene por objeto el culto debido al Señor, no encuentra más que en él su expresión última.


UNIDAD DE LA CREACIÓN EN DIOS. — Por el sacrificio Dios alcanza el fin que se propuso en la creación: su propia gloria1. Mas para que se elevase del mundo hacia su Creador un homenaje que representase la medida de sus dones, hacía falta un jefe que representase al mundo entero en su persona, y que, disponiendo de él como de bien propio, le ofreciese al Señor en toda su plenitud consigo mismo. Pero Dios dispone las cosas de modo más admirable aún: dándole por jefe a su Hijo revestido de nuestra naturaleza, hace que el homenaje de esta naturaleza inferior, revistiendo la dignidad de la persona, el honor rendido sea verdaderamente digno de la Majestad suprema.

¡Maravillosa coronación de la obra creadora! La gloria inmensa que rinde al Padre el Verbo encarnado, ha unido a Dios y a la criatura, tan distantes uno de otro; y rebosa sobre el mundo en abundante gracia que acaba por llenar el abismo. El Sacrificio del Hijo del Hombre llega a ser la base y razón del orden sobrenatural, en el cielo y en la tierra. Como objeto primero y principal del decreto de la creación, salieron de la. nada para Cristo, a la voz del Padre, los diversos grados del ser espiritual y material, llamados a formar su palacio y corte: así también en el orden de la gracia, él es verdaderamente el hombre, el Predilecto. El espíritu de amor se esparcirá de este único predilecto, de la Cabeza, sobre todos sus miembros, comunicando sin medida la verdadera vida y el ser sobrenatural a aquellos que Cristo llama a participar de su divina sustancia en el banquete del amor. Porque a continuación de la Cabeza vendrán los miembros, uniendo al suyo su homenaje; y este homenaje, que de por sí hubiera permanecido por debajo de la Majestad infinita, recibirá, por su incorporación al Verbo encarnado en el acto de su Sacrificio, la dignidad de Cristo mismo.

Asimismo, y no nos cansaremos de repetirlo contra el individualismo estrecho que tiende a dar a las prácticas de devoción privada la preponderancia sobre la solemnidad de los grandes actos litúrgicos, que forman la esencia de la religión: mediante el Sacrificio la creación entera se consuma en la unidad; y la verdadera vida social se funda en Dios por el Sacrificio. Sean uno en nosotros como nosotros mismos tal es la última intención del Creador, revelada al mundo por el Angel del gran Consejo, venido a la tierra para realizar este programa divino. Ahora bien, la religión es la que reúne ante Dios los distintos elementos del cuerpo social; y el Sacrificio, que es el acto fundamental de ella, es a la vez medio y fin de esta grandiosa unificación en Cristo, cuya terminación indicará la consumación del reino eterno del Padre, que por él habrá llegado a ser todo en todos.

Boletín Dominical 19 de junio



Día 18 de Junio, Domingo II después de Pentecostés

(El antiguo domingo infraoctava de Corpus Christi)

Conm. Santa Juliana de Falconieri, Virgen. Doble.

El Evangelio de hoy nos habla de la gran cena o del gran banquete que hizo un hombre rico y poderoso y al cual invitó a numerosos comensales. Hermosa y significativa es la parábola de hoy la cual es imagen o figura del banquete eucarístico al cual invita Dios a todos los fieles. Y sin embargo, como en la parábola, muchos s e excusan de asistir, presos en las redes de las preocupaciones mundanas y terrenas, que no les deja pensar en los intereses del alma. Languidece ésta por dar demasiadas satisfacciones al cuerpo, y no asisten al banquete al que Dios les invita para enriquecerlos con su gracia. Dejan a Dios por seguir tras sus concupiscencias.

Acerquémonos, pues, a éste divino convite lo más devota y frecuentemente que nos sea posible, y no busquemos excusas para apartarnos de él. 

Porque la Eucaristía es, con toda verdad, una gran cena, un banquete esplendido, un convite divino. ¿Cuáles son los manjares y vinos que en este convite se sirven? Acaba de inmolarse en el Santo Sacrificio de la Misa el Cordero de Dios, acaba de ser místicamente derramada su sangre inmaculada; y allí están sobre la mesa sagrada las carnes del Cordero de Dios bajo la figura de de pan, la sangre de la Victima bajo la especie de vino: pan y vino puestos a disposición del pueblo fiel que quiera nutrirse con la carne del Cordero Divino, y regenerarse con su Sangre generosa. Pan verdadero, pan del Cielo, pan de vida, pan de Dios. Sin embargo, ¡cuántos hay que se retraen de éste convite y menosprecian este Pan! Como los invitados de la parábola: que, por pereza, por atender negocios o placeres, dejan la invitación.





Día 25 de Junio, la Natividad de San Juan Bautista.

Un día toco en suerte a Zacarías quemar incienso delante de Jehová. Acababa de entrar en el Santo; delante de él, el altar de oro con el fuego encendido; a uno y otro lado, el candelabro de siete brazos y la mesa de los panes; detrás del altar, un velo tenue separa este lugar del Santo de los Santos. Zacarías siente batir de alas: un arcángel se presenta delante de él y le dice: “No temas Zacarías; tu oración ha sido escuchada; tu mujer, Isabel, concebirá un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. Será grande delante del Señor, y el Espíritu Santo le llenará desde antes de nacer”. Era el Arcángel San Gabriel, el mismo que anuncia a la Virgen la venida de Cristo, aunque Zacarías, por ser cosas tan portentosas, no se resolvió a creerlas, San Juan, pues, es el Profeta privilegiado que anuncia, prepara lo corazones y señala al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. Un día en el Jordán bautizó a Jesús con su bautismo de penitencia mientras se abría el Cielo y daba testimonio de la divinidad de Cristo. Tiene su momento de grandeza; todos van tras él; conmueve los pueblos, arrastra multitudes; pero desde que aparece Cristo; él se retira nuevamente al desierto, se eclipsa y encamina a todos hacia el Salvador de Israel. Dentro de poco tiempo sellará con su sangre su testimonio el gran embajador, precursor de Cristo, Redentor del mundo, que empezó por conmover a los hombres con asperezas y terrores y termina introduciéndoles en los más altos secretos del amor.





domingo, 12 de junio de 2022

Sermón Fiesta de la Santísima Trinidad

Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R. Diácono Carlos Dos Santos

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Lección

¡Oh, profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios, y cuán insondables sus caminos! Porque ¿Quién ha conocido el pensamiento del Señor? O ¿Quién ha sido su consejero? O ¿Quién le ha dado primero, para que en retorno se le dé pago? Porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

Romanos XI, 33-36

 


Evangelio

En aquel tiempo Dijo Jesús a sus discípulos: “Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo”.

Mateo 28, 18-20


sábado, 11 de junio de 2022

Dom Gueranger: La Fiesta de la Santísima Trinidad

 



FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD


Año Litúrgico

Dom Prospero Gueranger



RAZÓN DE ESTA FIESTA Y DE SU TARDÍA INSTITUCIÓN

Vimos a los Apóstoles el día de Pentecostés, recibir al Espíritu Santo, y, fieles al mandato del Maestro, partir cuanto antes a enseñar a todas las naciones y a bautizar a los hombres en nombre de la Santísima Trinidad. Era natural que la solemnidad cuyo objeto es honrar a Dios uno en tres personas, siguiese inmediata a la de Pentecostés, con quien se une por misterioso lazo. Sin embargo, hasta después de muchos siglos no fué admitida en el Año Litúrgico, que va completándose en el curso de los tiempos.

Todos los homenajes que la Liturgia rinde a Dios, tienen por objeto a la Santísima Trinidad. Los tiempos son tan suyos como la eternidad; ella es el término de toda nuestra religión. Cada día, cada hora la pertenecen. Las fiestas instituidas para conmemorar los misterios de nuestra salvación, siempre tienen fin en ella. Las de la Santísima Virgen y de los Santos son otros tantos medios que nos conducen a la glorificación del Señor, único en esencia y trino en personas. El Oficio divino del Domingo en particular, encierra cada semana la expresión especialmente formulada de la adoración y del servicio hacia este misterio, fundamento de los demás y fuente de toda gracia.

Se comprende, por lo mismo, por qué la Iglesia tardó tanto en instituir una fiesta especial en honor de la Santísima Trinidad. La causa ordinaria de la institución de las fiestas faltaba aquí por completo. Una fiesta es el monumento de un hecho que se ha realizado en el tiempo, y cuyo recuerdo e influencia es oportuno perpetuar; ahora bien, desde toda la eternidad, antes de toda creación, Dios vive y reina, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta institución no podía, pues, consistir sino en señalar en el Calendario un día particular en que los cristianos se uniesen de un modo más directo en la glorificación solemne del misterio de la unidad y de la trinidad en una misma naturaleza divina.


SÍNTESIS HISTÓRICA DE ESTA FIESTA

La idea nació primero en algunas de esas almas piadosas y amantes de la soledad, que reciben de lo alto el presentimiento de las cosas que el Espíritu Santo ha de obrar más tarde en la Iglesia. En el s. VIII, el sabio monje Alcuino, lleno del espíritu de la Liturgia, creyó llegado el momento de componer una Misa votiva en honor del misterio de la Santísima Trinidad. Y hasta parece haber sido animado a ello por el apóstol de Alemania, San Bonifacio. Esta Misa era sólo una ayuda a la piedad privada, y nada hacía prever la institución de la fiesta que un día había de establecerse. Pero la devoción a esta Misa se extendió poco a poco, y la vemos introducida en Alemania por el Concilio de Seligenstadt en 1022.

Pero ya por esa época una fiesta propiamente dicha de la Santísima Trinidad había sido inaugurada en una iglesia de Bélgica. Esteban, Obispo de Lie ja, instituyó solemnemente la fiesta de la Santísima Trinidad en su Iglesia el 920, y mandó componer un oficio completo en honor del misterio. No existía aún la disposición del derecho común, que ahora reserva a la Sede apostólica la institución de las nuevas fiestas, y Riquier, sucesor de Esteban en la silla de Lie ja, mantuvo la determinación de su predecesor.

Boletín Dominical 12 de junio


 Día 12 de Junio, fiesta de la Santísima Trinidad

Doble de I Clase. Ornamentos Blancos.

 

E

  L más grande misterio de nuestra santa religión, el más profundo, santo e incomprensible dogma de nuestra fe, la verdad revelada más alta y sagrada es la de la Trinidad Augusta e Individua, alrededor de la cual gira toda la liturgia católica. Puede decirse que en el nombre de la Santísima Trinidad somos bautizados, al Padre por medio de Jesucristo, su Hijo, y en unidad con el Espíritu Santo, se ofrece todos los días el santo sacrificio de la Misa. Además, la creencia en este misterio es absolutamente necesaria para salvarse. Así nos lo dice y manda la Iglesia al aprobar como dogma de fe el Símbolo o Credo de San Atanasio, puesto contra los herejes patripacianos, macedonios, maniqueos y priscilianistas: “quien quiera ser salvo, ante todas cosas es necesario que profese la fe católica, la cual si no guardase integra e inviolablemente perecerá para siempre. Y la fe católica es esta: que veneremos un solo Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, sin confundir las personas, ni separar la sustancia divina, porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo, mas una es la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, una la majestad, una la gloria”. (Continúa.)




(Sigue) Es esta una verdad que traspasa las fronteras de nuestro entendimiento que solo alcanzaremos a comprender en la otra vida, cuando gocemos de la contemplación de Dios. Y no nos parezca mucho haya en el ser infinito de Dios verdades que superen la capacidad tan limitada de nuestro entendimiento. Por consiguiente, puede decirse que el misterio de la Trinidad es el misterio en que nuestra fe da más honor a Dios por el sacrificio que le hace de toda nuestra razón.

Fruto práctico de esta festividad sea el propósito de hacer la señal  del cristiano con aquel amor, reverencia y devoción que merecen la tres divinas Personas que invocamos, y que fomentemos entre nosotros aquella caridad y unión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es Dios Nuestro Señor uno en esencia y trino en personas: un solo Dios verdadero y tres Personas Divinas. “Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y esos tres son uno”, dice San Juan (I, 5,7). 






domingo, 5 de junio de 2022

Sermón Domingo de Pentecostés

Sermón

Monseñor Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Lección

Al cumplirse el día de Pentecostés, se hallaban todos juntos en el mismo lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento que soplaba con ímpetu, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas divididas, como de fuego, posándose sobre cada uno de ellos. Todos fueron entonces llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, tal como el Espíritu les daba que hablasen. Habitaban en Jerusalén judíos, hombres piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse ese ruido, acudieron muchas gentes y quedaron confundidas, por cuanto cada uno los oía hablar en su propio idioma. Se pasmaban, pues, todos, y se asombraban diciéndose: “Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo es, pues, que los oímos cada uno en nuestra propia lengua en que hemos nacido?. Partos, medos, elamitas y los que habitan la Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de la Libia por la región de Cirene, y los romanos que viven aquí, así judíos como prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”.

Hechos II, 1-11



Evangelio

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. El que, no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”. “Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. Acabáis de oírme decir: «Me voy y volveré a vosotros». Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto se verifique, creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo. No es que tenga derecho contra Mí, pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre, y que obro según el mandato que me dio el Padre. Levantaos, vamos de aquí”.

Juan XIV, 23-31


sábado, 4 de junio de 2022

Dom Gueranger: El Santo Día de Pentecostés

 







SANTO DÍA DE PENTECOSTÉS

LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO


Año Litúrgico

Dom Próspero Gueranger


El gran día que consuma la obra divina en el género humano ha brillado por fin sobre el mundo. "El día de Pentecostés—como dice San Lucas—se ha cumplido" '. Desde Pascua hemos visto deslizarse siete semanas; he aquí el día que le sigue y hace el número misterioso de cincuenta. Este día es Domingo, consagrado al recuerdo de la creación de la luz y la Resurrección de Cristo; le va a ser impuesto su último carácter, y por él vamos a recibir "la plenitud de Dios".


PENTECOSTÉS JUDÍA. — En el reino de las figuras, el Señor marcó ya la gloria del quincuagésimo día. Israel había tenido, bajo los auspicios del Cordero Pascual, su paso a través de las aguas del mar Rojo. Siete semanas se pasaron en ese desierto que debía conducir a la tierra de Promisión, y el día que sigue a las siete semanas fué aquel en que quedó sellada la alianza entre Dios y su pueblo. Pentecostés (día cincuenta) fué marcado por la promulgación de los diez mandamientos de la ley divina, y este gran recuerdo quedó en Israel con la conmemoración anual de tal acontecimiento. Pero así como la Pascua, también Pentecostés era profético: debía haber un segundo Pentecostés para todos los pueblos, como hubo una segunda Pascua para el rescate del género humano. Para el Hijo de Dios, vencedor de la muerte, la Pascua con todos sus triunfos; y para el Espíritu Santo, Pentecostés, que le vió entrar como legislador en el mundo puesto en adelante bajo la ley.


PENTECOSTÉS CRISTIANA. — Pero ¡qué diferencia entre las dos fiestas de Pentecostés! La primera, sobre los riscos salvajes de Arabia, entre truenos y relámpagos, intimando una ley grabada en dos tablas de piedra; la segunda en Jerusalén, sobre la cual no ha caído aún la maldición, porque hasta ahora contiene las primicias del pueblo nuevo sobre el que debe ejercer su imperio el Espíritu de amor. En este segundo Pentecostés, el cielo no se ensombrece, no se oyen los estampidos de los rayos; los corazones de los hombres no están petrificados de espanto como a la falda del Sinaí; sino que laten bajo la impresión del arrepentimiento y acción de gracias. Se ha apoderado de ellos un fuego divino y este fuego abrasará la tierra entera. Jesús había dicho: "He venido a traer fuego a la tierra y ¡qué quiero sino que se encienda!" Ha llegado la hora, y el que en Dios es Amor, la llama eterna e increada, desciende del cielo para cumplir la intención misericordiosa del Emmanuel.

En este momento en que el recogimiento reina en el Cenáculo, Jerusalén está llena de peregrinos, llegados de todas las regiones de la gentilidad, y algo extraño agita a estos hombres hasta el fondo de su corazón. Son judíos venidos para la fiesta de Pascua y de Pentecostés, de todos los lugares donde Israel ha ido a establecer sus sinagogas. Asia, Africa, Roma incluso, suministran todo este contingente. Mezclados con los judíos de pura raza, se ve a paganos a quienes cierto movimiento de piedad ha llevado a abrazar la ley de Moisés y sus prácticas; se les llama Prosélitos. Este pueblo móvil que ha de dispensarse dentro de pocos dias, y a quienes ha traído a Jerusalén sólo el deseo de cumplir la ley, representa,- por la diversidad de idiomas, la confusión de Babel; pero los que le componen están menos influenciados de orgullo y de prejuicios que los habitantes de Judea. Advenedizos de ayer, no han conocido ni rechazado como estos últimos al Mesías, ni han blasfemado de sus obras, que daban testimonio de él. Si han gritado ante Pilatos con los otros judíos para pedir que el Justo sea crucificado, fué porque fueron arrastrados por el ascendiente de los sacerdotes y magistrados de esta Jerusalén, hacia la cual les había conducido su piedad y docilidad a la ley.


EL SOPLO DEL ESPÍRITU SANTO. — Pero ha llegado la hora, la hora de Tercia, la hora predestinada por toda la eternidad, y el designio de las tres divinas personas, concebido y determinado antes de todos los tiempos, se declara y se cumple. Del mismo modo que el Padre envió a este mundo, a la hora de medianoche, para encarnarse en el seno de María a su propio Hijo, a quien engendra eternamente: así el Padre y el Hijo envían a esta hora de Tercia sobre la Tierra el Espíritu Santo que procede de los dos, para cumplir en ella, hasta el fin de los tiempos, la misión de formar a la Iglesia esposa y dominio de Cristo, de asistirla y mantenerla y de salvar y santificar las almas.

Boletín Dominical 5 de junio


Día 5 de Junio, Domingo de Pentecostés

Doble de I clase- Ornamentos Rojos.

A los cincuenta días de haber comido el cordero en la forma ritual prescrita y de haber bajado el Ángel exterminador en la madrugada en que sale del cautiverio de Egipto el pueblo de Israel, acampa éste  a la falda del monte Sinaí, y Dios, solemnemente, entre resplandores, entrega al pueblo hebreo su ley, escrita en dos tablas de piedra, por manos de su conductor, Moisés. Éstos dos grandes acontecimientos: la salida de Egipto y la Ley recibida en el  Sinaí, constituyen para los Judíos las dos grandes fiestas de Pascua y Pentecostés (cincuentena), que son las únicas cuyo verdadero origen hallamos en el Antiguo Testamento, y por consiguiente las únicas cuya institución podemos atribuir al mismo Dios.

Seiscientos años después ocurre en la fiesta de Pascua la muerte y resurrección de Cristo y en la fiesta de Pentecostés se verifica la venida visible del Espíritu Santo a eso de las  9 de la mañana. Desde entonces pasan a ser fiestas cristianas y las más solemnes del año eclesiástico.

En verdad que la ley antigua era sombra y figura de la ley nueva, aquella Pascua, figura de nuestra Pascua; aquel Pentecostés figura de nuestro Pentecostés. A los cincuenta días de la Resurrección del Señor desciende el Espíritu Santo sobre Maria Santísima y los Apóstoles, reunidos en el Cenáculo, que estaba en el monte Sión  y escribe en sus corazones la ley de la gracia, ilumina sus inteligencias, fortalece su voluntad y los constituye en doctores de la verdad revelada e intrépidos propagadores del Evangelio, con el que renovarán la faz de la tierra. Aquellos Apóstoles, tan temerosos  de que muerto o ausente el Maestro se ensañara con ellos la persecución de los príncipes de Israel, recibido el Espíritu Santo, salen llenos de fervor, y con un valor hasta entonces desconocido  en ellos, predican a Jesucristo crucificado en el mismo pórtico de Salomón, en el Templo de Jerusalén, desafiando la ira de los escribas y fariseos y defendiendo los derechos y la libertad de la Iglesia naciente por sobre todas las potestades políticas, mientras acusaban a las de Jerusalén del gran crimen del deicidio. (Continúa)




Predicamos a Jesucristo, dicen, al que vosotros disteis muerte de cruz, siendo santo y justo”. En su primera alocución convirtió San Pedro 3000 personas, y en la segunda 5000, aumentando cada día el número de los fieles.

El Espíritu Santo es la vida de la Iglesia, y es, de las tres divinas Personas, la que se comunica directamente con el alma justa, enriqueciéndola con sus gracias y sus dones. Por eso Jesús promete que enviará el Espíritu Santo Consolador que nos enseñará toda verdad.

El Sacerdote usa en la Misa ornamentos encarnados, que nos recuerdan las lenguas de fuego que se posaron sobre la Virgen y los Apóstoles y la sangre que éstos habrían de dar por predicar el Evangelio, al mismo tiempo que la caridad que infunde en el alma.

Antes del siglo XIII, en algunas iglesias existía la costumbre de hacer caer de lo alto de la bóveda una lluvia de flores y se soltaba una paloma que revoloteaba por el templo mientras se cantaba el Veni Sancte Spiritus.