sábado, 18 de junio de 2022

Boletín Dominical 19 de junio



Día 18 de Junio, Domingo II después de Pentecostés

(El antiguo domingo infraoctava de Corpus Christi)

Conm. Santa Juliana de Falconieri, Virgen. Doble.

El Evangelio de hoy nos habla de la gran cena o del gran banquete que hizo un hombre rico y poderoso y al cual invitó a numerosos comensales. Hermosa y significativa es la parábola de hoy la cual es imagen o figura del banquete eucarístico al cual invita Dios a todos los fieles. Y sin embargo, como en la parábola, muchos s e excusan de asistir, presos en las redes de las preocupaciones mundanas y terrenas, que no les deja pensar en los intereses del alma. Languidece ésta por dar demasiadas satisfacciones al cuerpo, y no asisten al banquete al que Dios les invita para enriquecerlos con su gracia. Dejan a Dios por seguir tras sus concupiscencias.

Acerquémonos, pues, a éste divino convite lo más devota y frecuentemente que nos sea posible, y no busquemos excusas para apartarnos de él. 

Porque la Eucaristía es, con toda verdad, una gran cena, un banquete esplendido, un convite divino. ¿Cuáles son los manjares y vinos que en este convite se sirven? Acaba de inmolarse en el Santo Sacrificio de la Misa el Cordero de Dios, acaba de ser místicamente derramada su sangre inmaculada; y allí están sobre la mesa sagrada las carnes del Cordero de Dios bajo la figura de de pan, la sangre de la Victima bajo la especie de vino: pan y vino puestos a disposición del pueblo fiel que quiera nutrirse con la carne del Cordero Divino, y regenerarse con su Sangre generosa. Pan verdadero, pan del Cielo, pan de vida, pan de Dios. Sin embargo, ¡cuántos hay que se retraen de éste convite y menosprecian este Pan! Como los invitados de la parábola: que, por pereza, por atender negocios o placeres, dejan la invitación.





Día 25 de Junio, la Natividad de San Juan Bautista.

Un día toco en suerte a Zacarías quemar incienso delante de Jehová. Acababa de entrar en el Santo; delante de él, el altar de oro con el fuego encendido; a uno y otro lado, el candelabro de siete brazos y la mesa de los panes; detrás del altar, un velo tenue separa este lugar del Santo de los Santos. Zacarías siente batir de alas: un arcángel se presenta delante de él y le dice: “No temas Zacarías; tu oración ha sido escuchada; tu mujer, Isabel, concebirá un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. Será grande delante del Señor, y el Espíritu Santo le llenará desde antes de nacer”. Era el Arcángel San Gabriel, el mismo que anuncia a la Virgen la venida de Cristo, aunque Zacarías, por ser cosas tan portentosas, no se resolvió a creerlas, San Juan, pues, es el Profeta privilegiado que anuncia, prepara lo corazones y señala al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. Un día en el Jordán bautizó a Jesús con su bautismo de penitencia mientras se abría el Cielo y daba testimonio de la divinidad de Cristo. Tiene su momento de grandeza; todos van tras él; conmueve los pueblos, arrastra multitudes; pero desde que aparece Cristo; él se retira nuevamente al desierto, se eclipsa y encamina a todos hacia el Salvador de Israel. Dentro de poco tiempo sellará con su sangre su testimonio el gran embajador, precursor de Cristo, Redentor del mundo, que empezó por conmover a los hombres con asperezas y terrores y termina introduciéndoles en los más altos secretos del amor.





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