COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO
DOMINGO TERCERO DE CUARESMA
En aquel tiempo: Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las muchedumbres estaban maravilladas. Pero algunos de entre ellos dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, requerían de Él una señal desde el cielo. Mas Él, habiendo conocido sus pensamientos, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es arruinado, y las casas caen una sobre otra. Si pues, Satanás se divide contra él mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Puesto que decís vosotros que por Beelzebul echo Yo los demonios. Ahora bien, si Yo echo los demonios por virtud de Beelzebul, ¿vuestros hijos por virtud de quién los arrojan? Ellos mismos serán, pues, vuestros jueces. Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios. Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos. Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama”. “Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre los lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice: «Me volveré a la casa mía, de donde salí». A su llegada, la encuentra barrida y adornada. Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él mismo; entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el principio”. Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la multitud, dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú mamaste!” Y Él contestó: “¡Felices más bien los que escuchan la palabra de Dios y la conservan!”.
Lucas XI, 14-28
SAN BUENAVENTURA
La Unión por la Obediencia con el Vicario de Cristo
(Cf. La perfección evangélica c.4 a.3 concl.: BAC, Obras de San Buenaventura t.6 [Madrid 19491 p.309 ss).
A) Todos bajo una autoridad suprema
Hay muchas personas constituidas en autoridad dentro de la Iglesia, a las cuales hemos de estar unidos por la obediencia. "Sin embargo, toda esta variedad tiene que reducirse a un prelado primero y supremo, en quien principalmente se concentre el principado universal, sobre todos. Ha de reducirse, digo, no sólo a Dios y a Cristo, mediador entre Dios y los hombres, sino también a su Vicario; y esto no por estatuto humano, sino por estatuto divino, mediante el cual Cristo constituyó a San Pedro en príncipe de los apóstoles, establecidos a su vez cerro príncipes sobre la tierra. Y esto lo hizo Cristo convenientísimamente, por exigirlo el orden de la justicia universal, la unidad de la Iglesia y la estabilidad tanto de este orden como de esta unidad".
B) Lo exige el orden de la justicia universal
a) A SEMEJANZA DEL MUNDO FÍSICO
El orden del universo todo está reducido a una gran unidad. y exige "en cualquier género de seres un solo primero que mensure todos cuantos en dicho género se contienen".
En el hombre, microcosmos, existe esta unidad, impuesta por:
1 ) Un corazón que difunde la vida por el cuerpo.
2) Una cabeza que lo gobierna externamente.
3) Un libre albedrío "que gobierna todas las fuerzas del alma y el hombre entero".
b) A SEMEJANZA DE LA JUSTICIA
"En cuanto a la justicia civil, ésta exige, por una parte, que sea uno el juez principal que de modo definitivo decida causas y, por otra parte, sea también uno el príncipe y rector autorizado para establecer leyes, a fin de que, con la multiplicación de cabezas, no se originen discordias o cismas y, con las contradicciones de jueces iguales en competencia, no hallen término los litigios por falta de un juez supremo".
"Y, por último, en cuanto a la justicia celestial, exige el orden que todos los espíritus, obedeciendo a un sólo Espíritu supremo, a quien ven cara a cara, queden ordenadísimamente jerarquizados".
En su Iglesia, Cristo ha conservado también esta norma universal de la justicia. Ha reducido así a un solo jefe y cabeza, su Vicario en la tierra, cuanto hay de autoridad en ella.
C) Lo exige la unidad de la Iglesia misma
a) UNICA JERARQUÍA EN LA IGLESIA
"En segundo lugar, lo requiere la unidad de la Iglesia. La razón es porque, siendo 'la Iglesia una sola jerarquía, un solo cuerpo y una sola esposa, debe tener, por lo mismo, un solo jerarca principal, una sola cabeza y un solo esposo".
b) UNIDAD INTERNA Y EXTERNA
"Y porque esta unidad compete a la Iglesia en cuanto a la influencia interna de los carismas y en cuanto al ejercicio externo de los ministerios, resulta, en consecuencia, no sólo que Jesucristo, a quien pertenece regir, vivificar y fecundar interiormente la Iglesia, es jerarca principal, cabeza y esposo de la misma, sino también que debe ser exteriormente uno solo el ministro supremo, lugarteniente del jerarca, cabeza y esposo primario, a fin de que la Iglesia, así en lo interior como en lo exterior, no pueda menos de conservarse en unidad. Y esto es lo que dice San Cipriano, y se contiene en la causa 24, cuestión 1: "Habla el Señor a San Pedro diciendo: Yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra, etc. (Mt. 16,18). Sobre un único fundamento se levanta el edificio de la Iglesia, cuyo punto de partida es la unidad, y esto a fin de que la Iglesia se manifieste una: uno es el episcopado, y cada uno de sus miembros subsiste in solidum, y una es la Iglesia, la cual, según va multiplicándose, dilata más los brotes de su fecundidad. Así como, siendo muchos los rayos, es una misma la luz, y siendo muchos los ramos del árbol, es uno mismo el tronco tenazmente arraigado en tierra: y así como de una misma fuente emanan muchísimos riachuelos y, con difundirse, por generoso desbordamiento, múltiples corrientes de agua guardan en su origen integra la unidad, así también la Iglesia, alumbrada de luz divina, al esparcir sus rayos por toda la tierra, difunde, sin embargo, por todas partes una misma cosa, sin que sufra división la unidad de su cuerpo". Según esto, quiere San Cipriano que la Iglesia, al ser una sola paloma, un solo episcopado y un solo cuerpo, se fundamente como en un solo obispo, cabeza y esposo, sobre un solo Pastor supremo, que es San Pedro.
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