domingo, 12 de diciembre de 2021

Santo Tomás de Villanueva El Conocimiento de Sí Mismo




COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO

 

En aquel tiempo: Los judíos enviaron a Juan, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”. Él confesó y no negó; y confesó: “Yo no soy el Cristo”. Le preguntaron: “¿Entonces qué?¿Eres tú Elías?” Dijo: “No lo soy”. “¿Eres el Profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron entonces: “¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?” Él dijo: “Yo soy la voz de uno que dama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Había también enviados de entre los fariseos. Ellos le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: “Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis, que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 

Juan I, 19-28


SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA


El conocimiento de sí mismo: “Tu quis es?» (lo. 1,19)


¿El más hermoso sermón de Santo Tomás de Villanueva? Por lo menos uno de los mejores. Sencillo en la elocución, vivo en el pensamiento, libérrimo en la idea v, cosa no corriente entre nuestros predicadores clásicos, muy ordenado en seis partes, sin digresión alguna. Predicó este sermón en la corte de Carlos V, en las fiestas celebradas por el nacimiento del rey Felipe. Se excusa de no hablar más de las obligaciones de los reyes, por haberlo hecho pocos domingos antes (cf. ed. Compluti 1572, fol.23-27). 


A) No te olvides de tí

«Palabras bien cortas, océano sin orillas... ¿De qué os sirve conocer el movimiento de los cielos y la influencia de los astros... la naturaleza entera, si no os conocéis a vosotros mismos? Que tu conocimiento comience por ti, decía San Bernardo al papa Eugenio (cf. SAN BERNARDO, Trat. de la considerac. 1.2 c.3-7: BAC, Obras completas t.2 p.596ss). Seas tú el primero y último objeto de tus meditaciones. No podrás repartir la sabiduría si no tienes la de ti mismo. Y a pesar de ello te ocupas de tu casa, de tus heredades, de tus negocios, de tus criados y hasta de los establos de tus caballerías. No te olvidas más que de ti... 

¡Oh alma desgraciada!... Te pareces al ojo, que lo ve todo menos a sí propio... ¿Qué objeto hay más digno de estudio que tu persona? ¡Qué ignorancia más perniciosa! Podréis salvaros sin la lógica, sin la filosofía, sin las artes liberales, la mecánica... y la medicina, pero no os salvaréis sin la ciencia de vosotros mismos. Porque nadie puede salvarse sin la penitencia... Mas así como no puede haber caridad sin el conocimiento de Dios y de sus beneficios, imposible es también la penitencia si no va precedida del conocimiento de nuestra pequeñez... 

Este conocimiento de ti mismo debe versar sobre tres puntos. Lo que eres por naturaleza, lo que eres por profesión y lo que eres por condición (social o clase). Por naturaleza: hombre. Por profesión: cristiano. Por condición: prelado, príncipe, juez, sacerdote»... 


B) Lo que eres por naturaleza 

a) Tu CUERPO.

Qué eres por naturaleza, esto es, en cuanto al cuerpo, pregúntaselo a los muertos y te lo dirán. Ve a los sepulcros, a los cementarios... No necesitas otra escuela». Los gusanos pueden llamarte padre. En vez de pensar en placeres, podrías pensar en tu macabro fin... Debieras gritar con Isaías: Toda carne es como hierba... (40,6). ¡Ojalá fuese ésta el agua que apagase los ardores de tu pasión! 

«El hombre nacido de mujer vive corto tiempo y lleno de miseria, brota como una flor y se marchita... (Iob 14, T -2). 

Ved esa muchacha, tan bella como una rosa que se abre. Miradla otra vez. Llena de arrugas, sucia... ¿Dónde está su belleza?... ¡Flor del heno!» Desgraciadas las gentes que se dedican a embellecer una flor que se agosta, a completar las redes del demonio con los hilos de sus vestidos y afeites. ¿No bastaba la propia naturaleza, sino que has de procurar sea más excitante? Telas de araña para cazar a las almas. 

¡Ojalá os conozcáis a vosotros mismos! Entonces, como los santos y anacoretas, colocados en lo alto del monte, veréis los pobres caminos por donde se pierde el mundo en sudores vanos... 


b) Tu ALMA

Es noble, libre, inmortal, angélica, imagen de Dios, capaz de poseerle un día, y está destinada a la ciudad del cielo. Llevamos este tesoro en vasos de barro» (2 Cor. 4,7). 

Si conocieses tu alma despreciarías los esplendores del oropel. En cambio, al que la ignora lo castiga Dios, convirtiéndolo, como a Nabucodonosor, en bruto, sin más placer que la hierba de las cosas exteriores (Dan. 4,30). 

«¡Vivid según vuestra naturaleza! ¡Vivid razonablemente!»... San Ambrosio (cf. Hexam. 3,13: PL 14,191), comentando el pasaje del Génesis (1,II): Haga brotar la tierra hierba verde... y árboles frutales, cada uno según su especie..., añade: «Y tú, hombre, prodúceles según la naturaleza que Dios te dio». San Pablo dijo: Somos de la raza de Dios (Act. I7,28)... Y San Bernardo (cf. De S. Bened. Serm.: PL 183,378) comenta: «Todo árbol corresponde a su naturaleza, y todo grano a su semilla, menos nosotros». 


C) Por profesión 

a) ERES CRISTIANO

Grandeza incomparable... Primero se te preguntó: «¿Renuncias a Satanás y a sus obras?» Tu padrino contestó por ti: «Renuncio». Pues ya no eres del demonio, sino de Cristo... Después fuiste sumergido en el agua salvadora, sepultado en Cristo. Muerto al mundo, debes vivir sólo para El. En tercer lugar recibiste la unción del crisma y del óleo santo, y quedaste consagrado tabernáculo, como morada y santuario eterno del Señor. En cuarto lugar te vistieron el traje blanco diciéndote: »Llévalo inmaculado al tribunal de Cristo.: la inocencia bautismal después del perdón... En quinto lugar te dieron un cirio encendido, lit Ilitina de la fe informada de caridad.... Eso prometisteis. Pero haced examen de conciencia... 

b) PERO FALTAS A LO PROMETIDO 

«No habéis cumplido ni una sola de las promesas hechas a Dios. Buscáis las riquezas y pompas del mundo corno pudiera hacerlo un judío o un gentil. En lugar de vivir para Cristo, vivís para el mundo... Habéis pisoteado y profanado mil veces el santuario de vuestro cuerpo... y expulsado de él al Espíritu Santo... 

Cristianos sacrílegos, ¿quisisteis engañar con vuestras promesas a Cristo y al Espíritu Santo? ¿No os acordáis de Ananías y Safira ?... (Act. r). 

Abrazasteis una regla y no observáis ni uno de sus preceptos. La regla es el Evangelio, regla de todos los cristianos. Pura, perfecta y rigurosa, aunque la creáis ancha y fácil»... 

El orador expone los mandamientos de pureza en las obras, pensamientos y hasta miradas, de mansedumbre, caridad, etc., recapitulados en la frase de el que quiera venir en pos de mí, niéguese a si mismo y tome su cruz y sígame (Mt. 16,24). Esa es la regla. Observadla... Tomemos a Cristo por nuestro modelo. Los santos nos dan ejemplo. Si sois cristianos seréis juzgados por vuestra propia ley (Rom. 12). 


D) Por tu posición social

a) ¿Qué ERES? ¿EMPERADOR? ¿REY? ¿PRÍNCIPE?

Muchos, que serían buenos cristianos en situación humilde, se pierden, al elevarse. Por miedo de que así le ocurriera, San Agustín rehuía aparecer por las diócesis que carecían de obispo (cf. Serm. 355, c.»: PL 39,1568). «Felices los que en el día del juicio no tienen que rendir más cuentas que las suyas propias»... 

Entonces tu posición es muy alta, pero el peso de tu carga mayor. ¡Qué resplandor el de vuestra dignidad! ¡Pero cuánto trabajo y peligro! No te engrías, antes teme (Rom. 11,2o). Es necesario que vuestra virtud os levante por encima de los demás tanto cuanto os ensalzó vuestro poder.


b) ¿Y TÚ, PRELADO? 

Pastor eres. Ni dueño, ni príncipe, sino forma facti gregis Petr. 5,3), ejemplo de santidad para el pueblo, redimido por la sangre de Cristo. Yo tengo, dices, cuarenta, cincuenta mil ovejas... Tu ángel de la guarda no tiene más que una... 

¡Oh terrible obligación! ¿Y habrá quien recurra a la intriga para obtener tal empleo? San Bernardo (cf. Del precepto y de la dispensa: BAC, Obras completas de San Bernardo t.2 p.777; PL 182,87oss) se asustaba de tener que regir un corto número de monjes... «¡Ah, hermanos, respetemos a nuestros prelados, obedezcámosles, honrémosles. Ved cómo exponen la salvación de sus almas por nosotros!» (Flebr. 13,17).


C) ¿Tú QUÉ ERES? ¿CONDE, DUQUE, SEÑOR... ? 

¿Consiste ser señor en tener gran número de criados, coches?... iNo! «Dios os colocó en medio del pueblo para otra cosa. Para ser los padres y protectores de los que dependen de vosotros»... Ved el retrato de lo que debiera ser el gran señor, trazado por Job, gran señor a su vez: Yo era ojos para el ciego, era para el cojo pies (lob 29,15). 

¿Os conocéis en ese retrato, vosotros que llenáis vuestra mesa con el sudor de los pobres? ¿Los que oprimís a vuestros súbditos con las más crueles exacciones? ¡No! No sois los protectores, sois los expoliadores de los pueblos. Escuchad las amenazas que os fulmina Dios por medio del profeta: Maldición a los opulentos de Sión, grandes y príncipes del pueblo, que entráis con pompa en las asambleas de Israel»... (Am. 188).


D) ¿Tú QUÉ ERES? ¿JUEZ, PREFECTO, MAGISTRADO, CENSOR? 

«¿Y usas con justicia la vara que llevas entre las manos?... —¿Recibes dádivas?—Alguna vez. De lo contrario, no podría sostener mi casa. El sueldo es escaso y los gastos mayores. Yo no puedo trabajar en el campo..., debo vivir de mi oficio. —¡Ojalá pudieras! ¡Ojalá fueses un simple bracero del campo. Oye al profeta: Cómo te has prostituido, Sión, la ciudad fiel, llena de justicia...; tus príncipes son prevaricadores, compañeros de bandidos. Todos aman las dádivas... No hacen justicia al huérfano, no tiene a ellos acceso la causa de la ciudad. Por eso dice el Señor... el Fuerte de Israel: Voy a tomar venganza de mis enemigos... (Is. 1,21-24). 

No puedo seguir hablando de todos los oficios. Baste con haber mencionado los más altos»... 



E) Que vuestro juicio os libre del de Dios


a) VIVÍS SIN REFLEXIONAR 

«Ya habéis visto, pues, lo que debéis conocer para observar si vuestra vida se acomoda a su naturaleza, profesión y estado. Poneos frecuentemente delante de vosotros mismos... Hermanos míos, que vuestro propio juicio os libre del de Dios... Si os cogieseis, por así decirlo, entre las manos y dándoos vueltas estudiaseis vuestra vida, !qué fruto sacaríais de tal examen!... ¡Qué humildes os tornaríais ante vuestros defectos»... Pero, ¡ay!, parecidos a las bestias, pasáis vuestra vida sin reflexionar jamás, cual si hubiera sido escrito para vosotros: Como rebaños son echados en el sepulcro, devóralos la muerte (Ps. 48,15), ¡Pobre alma!, escribió San Bernardo (cf. Serm. 28: PL 183,619). Entonces no poseerá las puertas de los sentidos para distraerse y olvidar sus heridas.,., sólo se verá eternamente a sí misma objeto de horror...»


b) EL CONOCERSE A SÍ MISMO LLENA DE DULZURA 

«Este estudio de vosotros mismos no sólo os servirá de utilidad, sino que os llenará de dulzura. No hay historia que agrade al justo más que su propia historia. Los beneficios que recibió de Dios, los peligros de que escapó, las llamadas de la misericordia divina... El verse libre de las tinieblas y lleno de luz inunda de alegría... ¡Con qué efusión invita el alma a todas las criaturas a dar gracias a Dios!... Aprovecha el tiempo perdido..., y si quizá algún día gemiste en la esclavitud, piensa que las lágrimas no son amargas, sino dulces... 

Este examen es el mejor medio... para adelantar de virtud en virtud, y llegar así a la celestial Sión, donde veremos al Dios de los dioses en el seno de su gloria, hacia la que pedimos a Jesús, el Hijo de María, que guíe nuestros pasos. Amén». 

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