COMENTARIO AL EVANGELIO
DOMINGO XXI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: “Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.” Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: “Paga lo que debes.” Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.” Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?” Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»
Mateo XVIII, 23-35
SAN ISIDORO
Adaptamos de Los Sinónimos del eximio doctor hispalense algunas sabias máximas al evangelio del día (cf. Edic. Aspas, trad. de Martín-Andrén).
A) Quiso tornar cuentas a sus siervos
(Mt. 18,23)
a) Dios TE VE
"Nada hay oculto ante Dios; por lo que no digas palabra inicua ni aun en lo escondido del corazón, pues no piense. que tal palabra puede guardarse en el silencio. No se multará palabra escondida alguna, y se pondrá de manifiesto digas en lo más recóndito, ha de ser puesto a pública luz cuanto se haga en secreto, y cree que cuanto hagas
No ocultarán las piedras lo que en complicidad con ellas lo que hayan oído. Hablarán las bestias si los hombres gua, hayamos hablado; y hasta las mismas paredes no callarán dan silencio.
Por lo cual evita los pecados, porque no puedes ocultarlos. Peca allí donde no sepas que haya Dios; porque nada se cela ante El y ve lo más retirado el que ha hecho lo a más escondido. Serás reo ante los divinos juicios, aunque no te vean los ojos humanos...
Dondequiera está Dios presente, todo lo llena su espíritu: su majestad penetra todos los elementos, a todo toca la presencia de su poder, y fuera de El no existe lugar alguno. Nada se esconde a su conocimiento; en todo lo secreto irrumpe la fuerza de su virtud; no sufre que haya cosa alguna latente para El, ni hay óbice alguno que le impida adentrar en todo. Conoce nuestros pensamientos y sondea nuestro corazón; ve lo que en el interior se trata, lo que allí se guarda, y distingue lo que allí se prepara. Conoce hasta lo que el hombre ignora de sí mismo" (uf. ibíd., 1.2, De Dios y de la conciencia) .
b) TÉMELE
"El temor enmienda siempre; aleja el pecado, reprime el vicio, hace al hombre cauto y solícito. Donde no hay temor existe la disolución de la vida, la perdición de la muerte y la abundancia de maldades...
No te entristezcas en tu enfermedad y da gracias a Dios en tus debilidades. Desea más hallarte bien de Animo que de cuerpo, más de la mente que de la carne...
Los recuerdos del alma son contrarios a los del cuerpo. El dolor hiere la carne, pero cura la mente. La debilidad reduce los vicios y las fuerzas de la sensualidad... Si te sonríe la prosperidad, no te engrías; si sobreviene la adversidad, no desmayes. No te jactes si luce la felicidad; no seas pusilánime si sucediere la calamidad.
Ten moderación en lo próspero y paciencia en lo adverso. Sabe que se te prueba en el dolor para que no seas quebrantado, y en la prosperidad para que no te exaltes. Guarda, pues, ecuanimidad en todo. No se inmute tu mente por el gozo ni por la tristeza; sopórtalo todo con igualdad y no cambies por novedad alguna..." (cf. ibíd., 1.2, Del temor).
e) LE PIDIÓ LE PERDONASE
"Lugar de retiro sea para ti siempre la tierra y sitio para postrarte. Pues polvo y ceniza eres, siéntate en el polvo y en la ceniza siempre llorando y siempre triste, gimiendo y lanzando suspiros del corazón. Sean en él la compunción y en tu pecho frecuentes quejidos, y broten lágrimas continuas de tus ojos...
Muéstrate tan presto a lamentarte cuanto fuiste inclinado a la culpa; cual fué tu intención al pecar, sea tu devoción al arrepentimiento. Del mismo modo que te apartas, al abismo, así sal de él. Debe ser la medicina proporcionada según la enfermedad, y cual sea la herida, así deben aplicarse los remedios...
Grandes lamentos corresponden a grandes pecados. Nada te haga verte seguro de éstos. No te halague engaño alguno de seguridad, ni te haga suspender tu intención de penitencia.
Asienta incesantemente en tu corazón la esperanza y el temor, y tengan en ti en forma igual el miedo y la confianza, la esperanza y la inseguridad...
Espera la misericordia de modo que temas la justicia, y aliéntate con la esperanza del perdón de manera que' te aflija el miedo del infierno..." (cf. ihíd., 1.2, Se han de llorar los pecados).
b) Cómo te has de comportar con tu hermano
a) Sé PACIENTE
"Sé paciente, manso, afable y modesto. Observa la paciencia, la modestia y la mansedumbre. Esfuérzate por conseguirlas y desprecia la afrenta del ultraje recibido...
Elévate, desdeñando la irrisión que de ti se haga; destruye los errores de loa detractores con disimularlos, y vence las ofensas de los difamadores. Para los dardos de esas ofensas con el escudo de la paciencia; dispón la defensa de la tolerancia contra las palabras ásperas y presenta el broquel de la paciencia contra la. espada de la lengua...
Aunque haya quien irrite, incite, exaspere, insulte, provoque, injurie, acuse; aunque desafíe a querella, aunque llame a contienda, aunque profiera insultos y lance injurias y cubra de ofensas, calla, enmudece, disimula, desprecia, no hables, guarda silencio. No respondas a la injuria; no devuelvas el insulto; no repitas la afrenta. Ten la paciencia del silencio y vencerás más presto con callar" (cf. ibíd., 1.2, De la paciencia).
b) SÉ TOLERANTE
"Aprende de Cristo la modestia y la tolerancia; oye a El con atención y no te dolerás de las injurias...
Al padecer por nosotros nos dejó el ejemplo; tundido por los azotes, golpeado con la caña, burlado con salivazos, atravesado por los clavos, coronado de espinas, condenado a la cruz, calló siempre...
Grande virtud es si no ofendes a aquel por quien eres ofendido; grande fortaleza si, ofendido, le perdonas; gran gloria si haces gracia al que pudiste dañar. Si te ves insultado, por tus pecados te sucede; si eres afrentado, tus maldades lo hacen. Cree que cuanto te pasa adverso viene por causa de tu iniquidad...
Templa, pues, tu dolor con la consideración de la justicia de que eres objeto. Mejor lo soportarás si comprendes por qué te sobreviene...
Así, pues, cuando se te perjudique, ora; cuando te maldigan, bendice al maldiciente y opónle tu bendición; suaviza al airado con la paciencia y dulcifica con el halago la ira del violento. Vence la perversidad con la suavidad, la maldad con la bondad; aplaca con toda modestia a los enemigos de la paz, supera el mal de los otros con lo bueno tuyo y sobrelleva con tranquila mente las ofensas que se te hagan...
Deja ver el dolor en el corazón sosegado; que la herida de la injuria, una vez manifiesta, por grave que sea, se evapora, pues consume el ánimo la llaga oculta y cerrada, y cuanto más la guardas, más la aumentas. Manifiesta, pues, esto de buen ánimo y no te ato, mentará" (cf. ibid., 1.2, De la tolerancia).
c) RECONCILIATE CON TU HERMANO
"Da satisfacción a tu hermano si en algo le contristares. Arrepiéntete en su presencia si pecares contra él; y si a alguno has ofendido, hazle de nuevo favorable con tu ruego. Corre velozmente hacia la reconciliación por tu ofensa y pide con prontitud la venia necesaria...
No duermas si no has vuelto a la paz, no descanses si no te reconciliaste con tu hermano. Llámale con rapidísimo afecto de dilección; hazle volver a la gracia con humildad; póstrate ante él con voluntad sumisa y con ánimo suplicante pídele perdón...
Otorga de buena gana perdón a quien te lo pida, coma tu indulgencia a quien la solicite; despide con dulzura y abraza inmediatamente al que se reconcilia contigo. Al que vuelve a ti, recíbelo al punto con benigna caridad. Perdona, para que se te perdone; excusa, para que seas excusado.
No te portes con el que contra ti peca según su culpa, sabiendo que también contra ti se ha de hacer juicio, y entonces no se te dará indulgencia si no la diste. Y si él no te suplica, si no pide se le perdone, si no sufre la humillación del ruego, si no reconoce su pecado por su mala conciencia, tú cede de corazón, perdona de buen ánimo. sé graciosamente indulgente y concede el perdón por tu propia voluntad...
No guardes dolor en tu corazón, ni lo reproduzcas en tu ánimo; quita de ti la ofensa fraterna y no conserves malestar por la ajena maldad. Porque el odio separa al hombre del reino de Dios, le aleja del cielo, le arroja del paraíso, no se borra con sufrimientos, ni se expía con el martirio, ni desaparece con derramamiento de sangre" (cf. ibíd., 1.2, De la reconciliación).
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