Día 3 de Octubre,
Domingo XIX de Pentecostés
Doble- Conm. de S. Teresita del Niño Jesús, Virgen. Orn. Verdes
"Semejante es el reino de los Cielos…” Expone Jesucristo en la parábola del Domingo XIX después de Pentecostés el llamamiento general de los hombres a la fe y a entrar en la Iglesia que venía a fundar.
La invitación y llamado se dirigió primeramente a los judíos, pero estos rechazaron la invitación. Les detenía su espíritu carnal y materialista, su amor a las riquezas, a los deleites y goces del mundo. Y mientras unos se excusan o se niegan a asistir al banquete, al desposorio del Verbo de Dios con la humanidad, otros matan a los enviados o siervos como mataran anteriormente a los profetas.
En vista de la negación de los judíos, son invitados a ocupar su lugar los gentiles, los cuales acuden presurosos; pero no todos se presentan con el vestido nupcial, es decir, con las disposiciones requeridas de voluntad recta, corazón sano, alma buena, por lo que tienen que ser muchos rechazados. “Muchos son los llamados; pocos, en verdad, los elegidos.” ¿Por qué? Porque no quieren oír a Jesús, ni quieren seguirle, porque no se presentan con la vestidura de la gracia: “Porque los que habían sido invitados no fueron dignos.”
Día 7 de Octubre, Nuestra Señora del Rosario
El 7 de Octubre de 1571, España, con la ayuda del Papa y de Venecia, derrotaba en Lepanto el poderío de los turcos, que orgullosos con las grandes conquistas que hacían cada día sobre los cristianos, prometían apoderarse de toda Europa y enarbolar su media luna sobre la Cúpula de San Pedro. (Continúa).
(Sigue)Mandaba la escuadra cristiana un virtuosísimo joven de 21 años, don Juan de Austria, hermano de Felipe II. Para todo el mundo cristiano fue de gran importancia esta victoria, por eso el Papa San Pio V instituyó este día la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria reconociendo deber a la Virgen este favor, y más tarde Gregorio XIII puso en este día la fiesta del Santísimo Rosario, en lugar de la anterior, por creer ser aquella victoria un favor debido a la recitación del Santo Rosario, devoción esta la más popular y agradable a la Madre de Dios, pues le recuerda la embajada del Ángel anunciándole tal dignidad, y que desea recen todos cada día y a ser posible, en familia, donde están reproducidos los sucesos gozosos, dolorosos y gloriosos de Jesús y María que se han venido sucediendo en todo el año. Esta gran fiesta mariana fue elevada de rito por Su Santidad León XIII, el Pontífice del Santo Rosario, y él mismo la dotó de la actual Misa y Oficio.
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