Sermón
R.P. Pío Espina Leupold
Lección
Una mujer completa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho. Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida. Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes. Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión. Se levanta cuando aún es de noche da de comer a sus domésticos y órdenes a su servidumbre. Hace cálculos sobre un campo y lo compra; con el fruto de sus manos planta una viña. Se ciñe con fuerza sus lomos y vigoriza sus brazos. Siente que va bien su trabajo, no se apaga por la noche su lámpara. Echa mano a la rueca, sus palmas toman el huso. Alarga su palma al desvalido, y tiende sus manos al pobre. No teme por su casa a la nieve, pues todos los suyos tienen vestido doble. Para sí se hace mantos, y su vestido es de lino y púrpura. Su marido es considerado en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país. Hace túnicas de lino y las vende, entrega al comerciante ceñidores. Se viste de fuerza y dignidad, y se ríe del día de mañana. Abre su boca con sabiduría, lección de amor hay en su lengua. Está atenta a la marcha de su casa, y no come pan de ociosidad. Se levantan sus hijos y la llaman dichosa; su marido, y hace su elogio: «¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas!» Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme al Señor Dios, ésa será alabada. del fruto de sus manos y que en las puertas la alaben sus obras.
Proverbios XXXI, 10-31
Evangelio
En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola. "El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo; un hombre, habiéndolo descubierto, lo volvió a esconder, y en su gozo fue y vendió todo lo que tenía, y compró aquel campo. También, el reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. También es semejante el reino de los cielos a una red que se echó en el mar y que recogió peces de toda clase. Una vez llena, la tiraron a la orilla, y sentándose juntaron los buenos en canastos, y tiraron los malos. Así será en la consumación del siglo. Saldrán los ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?" Le dijeron: "Sí". Entonces, les dijo: "Así todo escriba que ha llegado a ser discípulo del reino de los cielos, es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo".
Mateo XIII, 44-52
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