domingo, 14 de junio de 2020

Sermón Domingo II después de Pentecostés



Sermón

R, P. Gabriel M. G. Rodrigues




Sermón II

R.P. Pío Espina Leupold


Lección
Carísimos: No os extrañéis, hermanos, de que el mundo os odie. Nosotros conocemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama se queda en la muerte. Todo el que odia a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene permanente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; así nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Quien tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano padecer necesidad y le cierra sus entrañas ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra, y con la lengua, sino de obra y en verdad. 
I Juan III, 13-18



Evangelio
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: “Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. Y cuando fue la hora de la cena, envió uno de los siervos a decir a los convidados que viniesen, porque todo estaba aparejado: Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja y necesito ir a verla; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes, y quiero ir a probarlas; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He tomado mujer, y por eso no puedo ir allá. Y volviendo el siervo, dio cuenta a su señor de todo esto. Entonces airado el padre de familias dijo a su siervo: Sal luego a las plazas, y a las calles de la ciudad y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos hallares. Y dijo el siervo: Señor, hecho está como lo mandaste y aún hay lugar. Y dijo el señor al siervo: Sal a los caminos, y a los cercados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa. Mas os digo, que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados gustará mi cena”. 
Lucas XIV, 16-24
 



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