Sermón
R. Julián Espina Leupold
Lección
Pero haceos ejecutores de la palabra, y no oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos. Pues si uno oye la palabra y no la practica, ese tal es semejante a un hombre que mira en un espejo los rasgos de su rostro: se mira, y se aleja (del espejo), y al instante se olvida de cómo era. Mas el que persevera en mirar atentamente la ley perfecta, la de la libertad, no como oyente olvidadizo, sino practicándola efectivamente, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree piadoso y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, vana es su piedad. La piedad pura e inmaculada ante el Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y preservarse de la contaminación del mundo.
Santiago I, 22-27
Evangelio
En aquel día no me preguntaréis más sobre nada. En verdad, en verdad, os digo, lo que pidiereis al Padre, Él os lo dará en mi nombre. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado”. “Os he dicho estas cosas en parábolas; viene la hora en que no os hablaré más en parábolas, sino que abiertamente os daré noticia del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre, y no digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre os ama Él mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios. Salí del Padre, y vine al mundo; otra vez dejo el mundo, y retorno al Padre”. Dijéronle los discípulos: “He aquí que ahora nos hablas claramente y sin parábolas. Ahora sabemos que conoces todo, y no necesitas que nadie te interrogue. Por esto creemos que has venido de Dios”.
Juan XVI, 23-30
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