Día
14 de Diciembre. Domingo III de Adviento -
Dominica Gaudéte
Doble de I clase- Orn. Morados o rosados.
Día de júbilo, porque el Señor está cerca. “Gozaos siempre en el Señor; otra vez lo digo: gozaos.” “Nada os inquiete.” Esto nos dice el Introito y la Epístola. Y a esta idea de alegría se une la de disponer los corazones con vida santa, que sea conocida de todos los hombres pues el Señor está al llegar.
En este día de júbilo los sacerdotes pueden sustituir el color morado por el rosa, puede adornarse el altar con flores y se oyen los acordes del órgano. Todo respira alegría santa, porque se acerca la venida del Deseado de las naciones, el Rey dominador, consuelo para la humanidad doliente y postrada.

Día 17 de Diciembre,
Miércoles De las Cuatro Témporas de Adviento
(Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger)
En este día, la Iglesia comienza a practicar el ayuno llamado de las Cuatro Témporas, que comprende también el Viernes y Sábado siguientes. Esta práctica no pertenece propiamente a la economía litúrgica del Adviento:1 es más bien una de las instituciones generales del Año eclesiástico.
Se la puede catalogar en el número de los usos que la Iglesia ha tomado de la Sinagoga; porque el profeta Zacarías habla del ayuno del cuarto, quinto, séptimo y décimo mes.
La introducción de esta costumbre en la Iglesia cristiana parece remontarse a los tiempos apostólicos; tal es, al menos, el parecer de San León, de San Isidoro de Sevilla, de Rabano Mauro y de otros muchos escritores de la antigüedad cristiana: no obstante, eso, hay que notar que los orientales no observan este ayuno.
En la Iglesia Romana, las Cuatro Témporas quedaron fijas en los tiempos que se celebran ahora, desde los primeros siglos; y si se hallan numerosos testimonios de los tiempos antiguos en los que se mencionan Tres Témporas en vez de Cuatro, es porque las Témporas de primavera, como caen siempre dentro de la primera semana de Cuaresma, no añaden nada a las prácticas de los cuarenta días, dedicados ya a un ayuno más riguroso que los practicados en el resto del año. La finalidad del ayuno de las Cuatro Témporas es en la Iglesia la misma que lo fue en la Sinagoga; es a saber, santificar por medio de la penitencia cada una de las estaciones del año. Las Témporas de Adviento son conocidas en la antigüedad eclesiástica con el nombre de Ayuno del décimo mes; y San León, en uno de los sermones que nos ha dejado sobre este ayuno, y del que la Iglesia ha puesto un fragmento en el segundo Nocturno del tercer domingo de Adviento, nos enseña que fué elegido este tiempo para una demostración especial de penitencia cristiana, porque estando entonces terminada la recolección de los frutos de la tierra les conveniente que los cristianos demuestren al Señor su agradecimiento por medio de un sacrificio de abstinencia, haciéndose tanto más dignos de acercarse a Dios, cuanto mejor saben vencer el atractivo de las criaturas; "porque, añade el santo Doctor, el ayuno ha sido siempre alimento de la virtud. Es la fuente de los castos pensamientos, de las resoluciones prudentes, de los saludables consejos. Por la mortificación voluntaria, muere la carne a los deseos de la concupiscencia, el espíritu se renueva en la virtud. Mas, como el ayuno no es suficiente para lograr la salud de nuestras almas, suplamos lo que falte, con obras de misericordia hacia los pobres. Concedamos a la virtud lo que quitamos al placer; para que la abstinencia del que ayuna sirva al pobre de alimento."
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