viernes, 9 de mayo de 2025

Dom Gueranger: Santos Felipe y Santiago el Menor, Apóstoles

 


SANTOS FELIPE Y SANTIAGO EL MENOR

Apóstoles 


Dos buenos testigos de la Resurrección de nuestro amado Salvador se presentan hoy a nuestra verberación: San Felipe y Santiago vienen a afirmarnos que su Maestro resucitó verdaderamente de entre los muertos, que le vieron, que le tocaron, que vivieron con él durante cuarenta días, y para que no dudemos de la sinceridad dé su testimonio, traen en las manos los instrumentos del martirio que padecieron, para atestiguar que Jesús, después de haber padecido la muerte, salió vivo del sepulcro.


SAN FELIPE

Según la tradición predicó a los escitas y se cree que murió en Hierápolis de Frigia. Documentos antiguos dan testimonio de que fué martirizado en tiempo de Domiciano o de Trajano.


SANTIAGO

Más conocido que San Felipe, Santiago fué llamado el “hermano del Señor” por el parentesco que unía a su madre con la de Jesús. Se propone de un modo especial a nuestra veneración en estos días de Pascua. Sabemos por el Apóstol San Pablo, que el Salvador resucitado favoreció a Santiago con una aparición particular. Tal distinción obedecía sin duda a una fidelidad especial de este discípulo para con su Maestro. Fué constituido primer Obispo de Jerusalén y fué tan grande la fama de su santidad que en esa ciudad todos le llamaban el Justo; y los judíos fueron tan ciegos que no comprendieron que el espantoso desastre de su ciudad fué el castigo del deicidio y buscaron su causa en el asesinato de Santiago que sucumbió bajo sus golpes, orando por ellos. Podemos penetrar en el alma pura y tranquila del Santo Apóstol leyendo la admirable Epístola con la que nos sigue instruyendo. En ella con un lenguaje del todo celestial, nos enseña que las obras deben acompañar a la fe si queremos ser justos, con la justicia que nos hará semejantes a nuestro Señor Resucitado.

Las reliquias de San Felipe y Santiago descansan en Roma en la basílica llamada de los Doce Apóstoles. Constituyen uno de los tesoros más sagrados de la ciudad santa. Las reliquias de San Felipe fueron traídas siendo Papa Pelagio I (560) el 1 de mayo, día en que se celebraba la dedicación de dicha Iglesia; las de Santiago fueron trasladadas poco más tarde. Excepto las fiestas de San Juan Evangelista y de San Andrés, hermano de San Pedro, la Iglesia romana durante muchos años no celebró fiestas particulares de otros apóstoles. Los honraba a todos en la solemnidad de San Pedro y San Pablo. La traslación desde Oriente, en el siglo vi, de los cuerpos de San Felipe y Santiago dió ocasión a la institución de la fiesta que se celebra hoy en su honor: y esta derogación trajo insensiblemente al Ciclo litúrgico la admisión de otros Apóstoles y Evangelistas.


MISA


INTROITO

Clamaron a Tí, Señor, en tiempo de su tribulación; y Tú, desde el cielo, los oíste, aleluya, aleluya. - Salmo. Alegraos, justos en el Señor; la alabanza conviene a los rectos del corazón. Gloria al padre Ꝟ. Gloria al Padre.


COLECTA

Oh Dios, que nos alegras con la solemnidad anual de tus Apóstoles Felipe y Santiago: Haz propicio que nos aprovechemos de los ejemplos de aquéllos  cuyos méritos son hoy el motivo de nuestro gozo. Por nuestro Señor.


EPÍSTOLA

Lección del Libro de la Sabiduría (V, 1-5)

Entonces los justos se presentarán con gran valor, contra aquellos que los angustiaron y les robaron sus fatigas. A cuyo aspecto se apoderará de éstos la turbación, y un temor horrendo; y han de asombrarse de la repentina salvación de ellos, que no esperaban. Arrepentidos, y arrojando gemidos de su angustiado corazón, dirán dentro de sí: “Estos son los que en otro tiempo fueron el blanco de nuestros escarnios y el objeto de oprobio. ¡Insensatos de nosotros! Su vida nos parecía una necedad, y su muerte una ignominia. Mirad cómo son contados en el número de los hijos de Dios, y cómo su suerte es estar con los santos.


ALELUYA

Aleluya, Ꝟ. Los cielos pregonarán tus maravillas, Señor; y tu verdad en la asamblea de los Santos. Aleluya. Ꝟ. Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Felipe, quien me ve, ve también a mi Padre. Aleluya.

 

EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según Juan (XIV, 1-13)

No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros. Y cuando me haya ido y os haya preparado el lugar, vendré otra vez y os tomaré junto a Mí, a fin de que donde Yo estoy, estéis vosotros también. Y del lugar adonde Yo voy, vosotros sabéis el camino”. Díjole Tomás: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo, pues, sabremos el camino?”. Jesús le replicó: “Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por Mí. Si vosotros me conocéis, conoceréis también a mi Padre. Más aún, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y esto nos basta”. Respondióle Jesús: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto a mi Padre. ¿Cómo puedes decir: Muéstranos al Padre? ¿No crees que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí? Las palabras que Yo os digo, no las digo de Mí mismo; sino que el Padre, que mora en Mí, hace Él mismo sus obras. Creedme: Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí; al menos, creed a causa de las obras mismas. En verdad, en verdad, os digo, quien cree en Mí, hará él también las obras que Yo hago, y aun mayores, porque Yo voy al Padre y haré todo lo que pidiereis en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

 

OFERTORIO

Los cielos celebrarán tus maravillas, Señor, y tu verdad en la asamblea de los Santos, aleluya, aleluya.

 

SECRETA

Recibe, Señor, propicio estos dones que te ofrecemos para solemnizar la fiesta de tus Apóstoles Felipe  y Santiago; y aleja de nosotros todos los castigos que merecemos. Por nuestro Señor Jesucristo.


COMUNIÓN

Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Felipe, quien me ve a Mí ve también a mi Padre, aleluya. ¿No crees que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en Mí? Aleluya aleluya.


POSCOMUNIÓN

Alimentados con los misterios de salvación, te suplicamos, Señor , nos ayuden las oraciones de aquellos cuya solemnidad celebremos. Por nuestro Señor.

 


PLEGARIA A LOS DOS APÓSTOLES

Santos Apóstoles, vosotros habéis visto a Jesús en toda su gloria: El os dijo la víspera de la Pascua: “¡La paz sea con vosotros!” y durante estos cuarenta días se os apareció para convenceros de su resurrección. Grande fué vuestra alegría al ver de nuevo al Maestro que se dignó escogeros por confidentes íntimos y vuestro amor para con El se hizo así más ardiente aún. Nos dirigimos a vosotros como a iniciadores de los fieles en el misterio de Pascua: sois también nuestros especiales intercesores en este santo tiempo. Hacednos conocer y amar a Jesús resucitado. Ensanchad nuestros corazones con la alegría pascual y no permitáis que perdamos la vida que hemos recobrado en Jesús.


PLEGARIA A SAN FELIPE

Tu adhesión a El, oh Felipe, se manifestó desde los primeros días de tu vocación. Apenas conociste al Mesías corriste a anunciárselo a Natanael, tu amigo. Jesús te dejaba acercarte a su persona con amable familiaridad. Cuando multiplicó los panes se dirigió a ti y te dijo con bondad: “¿Dónde encontraremos pan para alimentar tanta gente? Pocos días antes de la Pasión de tu Maestro, algunos gentiles deseando ver al gran profeta del que tantas maravillas se narraban, acudieron a ti para que los condujeras a El. ¡Con qué ardor pediste en la Ultima Cena a Jesús que te diera a conocer al Padre! Tu alma anhelaba la luz divina: y cuando la inflamó el fuego del Espíritu Santo nada había que excediera tu valor. En recompensa de tus trabajos Jesús te hizo participante de los honores de su Cruz. Pide, oh Santo Apóstol, que te imitemos en la búsqueda solícita de nuestro común Maestro, y que nos sea suave su Cruz si alguna vez nos concede participar de ella.


PLEGARIA A SANTIAGO

A ti que eres llamado Hermano del Señor, a ti cuyo noble rostro retrataba sus rasgos, Pastor de la Iglesia de Jerusalén, te honramos y admiramos el amor que profesaste al Redentor. Si flaqueaste un momento, como los demás en la hora de la Pasión, tu arrepentimiento le atrajo de nuevo junto a ti: después de Pedro, tu fuiste el primero de los Apóstoles a quien se dignó manifestarse en particular. Recibe hoy nuestra felicitación, oh Santiago, por este favor tan digno de emulación, y en recompensa haznos gustar cuán bondadoso es el Señor resucitado. No aspiró a otra cosa tu corazón, oh Santo Apóstol, que a mostrar a Jesús el reconocimiento de que estaba lleno; y el último testimonio que diste de su divinidad en la ciudad apóstata, te abrió por el martirio el camino que te había de llevar a El para siempre. Alcánzanos, generoso Apóstol, que le confesemos también nosotros con la firmeza que conviene a sus discípulos; que nunca dudemos cuando se presente la ocasión de proclamar sus derechos sobre toda criatura,


PLEGARIA POR LA IGLESIA

Os invocamos juntos, oh Santos Apóstoles, y os suplicamos tengáis piedad de las iglesias de Oriente que vosotros evangelizasteis. Rogad por Jerusalén, profanada por el cisma y la herejía. Obtened que pronto la veamos purificada y libre, que sus santos lugares cesen de ser profanados continuamente por el sacrilegio. Suscitad entre los cristianos de Asia Menor el deseo de volver a la unidad del redil que gobierna el soberano Pastor. En fin, oh Santos Apóstoles, rogad por Roma, vuestra segunda patria, en cuyo recinto esperáis la resurrección.

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