La transformación que opera Jesús, en las bodas de Caná, del agua en vino, es figura de la transubstanciación por la cual el vino eucarístico se convierte en la Sangre de Cristo, que, recibida por los hombres en la Comunión, realiza un místico desposorio de Cristo con el alma. Nos da también el Evangelio de hoy una muestra de la omnipotencia suplicante, que es la Santísima Virgen María, la cual consigue el milagro, aún adelantando la hora de manifestarse elegida por Jesús. Además, con su presencia, santifica Jesús esas bodas, ese matrimonio, que elevará Él a la dignidad de Sacramento que derramará la gracia santificante y las gracias sacramentales que los harán santos y felices en tan noble estado.
21 de Enero, fiesta de S. Inés, Virgen y Mártir
“Amo a Jesucristo, y amándole soy casta; tocándole soy pura; recibiéndole soy virgen”. Esto decía con elegancia y fervor Inés, cuando, niña de 13 años, rechazaba el amor del pretendiente con quien querían desposarla. No pudiendo vencerla con halagos ni amenazas, pretenden atentar contra su virtud, pero “Dios libra su cuerpo de la perdición” (Epístola). Condenada a ser degollada, en el año 301, viendo que el verdugo vacila, le anima diciendo: “Hiere sin miedo, que la esposa ofendería al Esposo si le hiciera esperar más tiempo”.
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