Día 8 de Diciembre, Domingo II de Adviento
Doble de I clase. Orn. Morados.
Misa de Primera Comunión seguida de Confirmaciones
La Misa de hoy es un mensaje de esperanza. Da la nota de la universalidad de la misión de Cristo: “Pueblo de Sión: mira que el Señor vendrá a salvar las naciones, y hará oír su gloriosa voz con alegría vuestra.” (Introito).
San Juan Bautista había dado públicos testimonios sobre el Mesías. Se habían reunido con él numerosos discípulos, los cuales envía ahora, desde el castillo de Maqueronte donde está encarcelado por la venganza de la impúdica Herodíades, a que se reúnan con Jesucristo.
El Bautista es el precursor, la voz que resuena en el desierto despertando las conciencias. El que viene tras él es el Salvador, el Mesías a quien deben amar y seguir. Toda la vida del Bautista es eso, preparar los caminos de Jesucristo, disponer los corazones por el arrepentimiento a recibirle, iluminar las conciencias de su pueblo arrancando la venda de materialismo que lo cegaba para que vean las cosas de Dios y fuera un pueblo perfecto.
Día 8 de Diciembre, La Inmaculada Concepción de María.
De la ley universal, por la cual nacen todos los hombre con la mancha del pecado original (triste herencia de nuestros primeros padres Adán y Eva) fue exenta únicamente, por especial privilegio y en atención a su futura dignidad de Madre de Dios, la Purísima Virgen Maria, redimida ya, en el primer instante de su concepción, con una gracia singular, y por los méritos previstos de Jesucristo su divino Hijo, que la preservó de la culpa original. Por eso canta la Iglesia: Tota Pulcra es, Maria, et macula originalis non est in te; pudiéndose decir que esta primera gracia es propiamente la que pone el colmo a la plenitud de gracias que recibió, y de la que el ángel la felicitó. (Continúa)
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