Sermón
R.P. Lenin José Velásquez Montecinos
Lección
En aquellos días he aquí que yo, Juan, vi subir del nacimiento del sol a otro Ángel, que tenía el sello del Dios vivo: y clamó con gran voz a los cuatro Ángeles a quienes se había ordenado dañar a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de Dios en sus frentes. Y oí el número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil señalados. De la tribu de Rubén, doce mil señalados. De la tribu de Gad, doce mil señalados, De la tribu de Aser, doce mil señalados. De la tribu Neftalí, doce mil señalados. De la tribu de Manasés, doce mil señalados. De la tribu de Simeón, doce mil señalados, De la tribu de Leví, doce mil señalados. De la tribu de Isacar, doce mil señalados. De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la tribu de José, doce mil señalados. De la tribu de Benjamín, doce mil señalados. Después de éstos, vi una gran muchedumbre, que nadie podía contar, de todas las gentes y tribus y pueblos y lenguas, que estaban ante el trono y en presencia del Cordero, vestidos con blancas ropas, y con palmas en sus manos: y clamaban con gran voz, diciendo: Salud a nuestro Dios, que se sienta sobre el trono, y al Cordero. Y todos los Ángeles estaban en torno del trono y de los ancianos y de los cuatro animales: y cayeron delante del trono sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. Bendición y claridad y sabiduría y acción de gracias y poder y fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Apoc., VII, 2-12
Evangelio
En aquel tiempo, viendo Jesús a las turbas, subió a un monte y, habiéndose sentado, se acercaron a El sus discípulos, y, abriendo su boca, les enseñó, diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos. Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos: porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis vosotros, cuando os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren contra vosotros todo mal, mintiendo, por mí: alegraos y gozaos, porque vuestra recompensa será muy grande en los cielos.
Mt„ V, 1-12
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