viernes, 18 de octubre de 2024

Boletín Dominical 20 de octubre

Día 20 de Octubre, Domingo XXII de Pentecostés.

Doble. Conm. San Juan Cancio, Confesor. Orn. Verdes.

Hacía más de medio siglo que los romanos dominaban en Palestina. De ellos había recibido Herodes la tetrarquía de Galilea. De aquí que el romano, como yugo extranjero y pesado, era odioso a los israelitas, los cuales esperaban un Mesías guerrero y triunfador que los librara de su dominación. Pero tal es la rabia de los fariseos contra Jesús, que no vacilan en buscar en su ayuda a los ministros de Herodes, para tenderle un lazo, y juntos van y le dicen: “Maestro, tu que eres veraz… dinos: ¿es justo pagar tributo al Cesar o no?” Si decía que sí, ofendía al pueblo, que odiaba al yugo romano; si decía que no se indisponía con los romanos y Herodes, que podían tomarlo como rebelde al poder constituido y acusarle de revolucionar al pueblo. Jesús destruye al instante la falacia y les da una lección importante. Dos monedas circulaban en Palestina: una con la imagen del Cesar e inscripción romana y servía para pagar el tributo y negociar con los pueblos sometidos a Roma; otra con inscripción hebrea, para transacciones internas. Por eso le dice Jesús le muestre la moneda, y al ver la imagen del Cesar les responde den las Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Pero al mismo tiempo nos enseña con ello que es obligación de conciencia el obedecer a las autoridades legitimas y la de pagarles todos los tributos justos, pues toda autoridad legítima viene de Dios. Así también hay estricta obligación de obedecer los preceptos religiosos, ya emanen directamente de Dios o procedan de la legítima autoridad eclesiástica.





Epístola de la Misa del 24 de Octubre: San Rafael Arcángel

“Dijo el ángel Rafael a Tobías: bueno es guardar el secreto del rey, pero también es laudable publicar y celebrar las obras de Dios. Buena es la oración con el ayuno; y el dar limosna es mejor que guardar tesoros de oro, porque la limosna libra de la muerte y limpia la multitud de pecados, y hace hallar misericordia y vida eterna. Mas los que comenten pecado e iniquidad son enemigos de su propia alma. Por tanto, voy a manifestaros la verdad y descubrir lo que ha estado oculto. Cuando orabas con lágrimas, y enterrabas los muertos, y te levantabas de la mesa a media comida, y escondiendo de día los cadáveres en tu casa los enterrabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. Y porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase. Y ahora el Señor me envió para curarte y librar del demonio a Sara, esposa de tu hijo. Porque so soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos ante el Señor.” (Tob. XII, 7-15).



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