Sermón
S.E.R. Pío Espina Leupold
Sermón
R.P. Carlos R. Santos
Sermón
R.P. Julián Espina Leupold
Lección
Revelación de Jesucristo, que Dios, para manifestar a sus siervos las cosas que pronto deben suceder, anunció y explicó, por medio de su ángel, a su siervo Juan; el cual testifica la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, todo lo cual ha visto. Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca. Juan a las siete Iglesias que están en Asia: gracia a vosotros y paz de Aquel que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y que nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Apoc., I, 1-5
Evangelio
En aquel tiempo, los discípulos se llegaron a Jesús y le preguntaron: “En conclusión, ¿quién es el mayor en el reino de los cielos?” Entonces, Él llamó a sí a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: “En verdad, os digo, si no volviereis a ser como los niños, no entraréis en el reino de los cielos. Quien se hiciere pequeño como este niñito, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y quien recibe en mi nombre a un niño como éste, a Mí me recibe”. “Pero quien escandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que fuese sumergido en el abismo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos*! Porque forzoso es que vengan escándalos, pero ¡ay del hombre por quien el escándalo viene! Si tu mano o tu pie te hace tropezar, córtalo y arrójalo lejos de ti. Más te vale entrar en la vida manco o cojo, que ser, con tus dos manos o tus dos pies, echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo y arrójalo lejos de ti. Más te vale entrar en la vida con un solo ojo, que ser, con tus dos ojos, arrojado en la gehenna del fuego. Guardaos de despreciar a uno solo de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente la faz de mi Padre Celestial.
Mateo XVIII, 1-10
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