viernes, 12 de julio de 2024

Boletín Dominical 14 de julio



Día 14 de Julio, Domingo VIII de Pentecostés.
Doble. Ornamentos Verdes.
Conm. San Buenaventura, Obispo Confesor y Doctor.

Rinde cuentas de tu administración”, dice al mayordomo su señor, en la parábola que nos propone Jesús. Al fin de la vida, cuando se halle cercana la muerte y tras la muerte el juicio, habremos todos de rendir cuentas al Juez Divino que nos dirá: dame cuenta de cómo has negociado, de cómo has usado de tantos bienes como te entregué. Bienes naturales y sobrenaturales, de inteligencia y de gracia, materiales y espirituales. En ese momento ¿nos sonrojaremos como el mayordomo infiel, o nos sentiremos tranquilos y satisfechos de nuestra vida? Inevitable es este juicio. Lo ha dicho la Verdad infalible: “Establecido está que los hombres mueran una vez e inmediatamente venga el juicio” (S. Pablo, Hebreos 9, 27). Del cual juicio no se librará nadie: “¿acaso crees, Oh hombre, que podrás librarte del juicio de Dios?” (S. Pablo, Romanos, 2, 3).Y este juicio será definitivo. Ya no habrá más tiempo para volver a negociar, para corregir los yerros de la vida; se acabó la administración de los bienes que recibimos; “del lado que se caiga, en él quedará siempre” (Eclesiastés 11, 3) Tiempo es, pues, ahora de examinar nuestra conducta, de ajustar nuestras cuentas y conformar nuestras acciones a la voluntad de Dios. Como el mayordomo, empleemos todos los bienes recibidos de Dios en hacer con ellos cosas  buenas, actos de caridad, recordando que la limosna no es un simple consejo, sino un precepto, para que así ganemos amigos que en aquel momento nos defiendan: las mismas obras buenas que hablarán a nuestro favor. Conquistemos pues, el favor de los amigos del Corazón de Jesús que toma como hecho a su propia persona todo el bien que hagamos a los pobres.





Día 16 de Julio, Nuestra Señora del Carmen
Una tradición muy antigua dice que unos piadosos varones que vivían como solitarios y ermitaños, queriendo imitar el modo de vida trazado por los profetas Elías y Eliseo, se convirtieron a la fe cristiana el día de Pentecostés, y fueron los primeros en levantar un templo en honor de la Virgen María en la cumbre del monte Carmelo. Estos ermitaños, llamados Hermanos de Santa María del Monte Carmelo no se sabe desde que fecha, entran en el siglo XIII en Europa junto con los cruzados que vuelven de Tierra Santa. En 1245 aprobó el Papa Inocencio IV su regla, y el 16 de Julio de 1251 se aparece la Virgen al General de la Orden, San Simón Stock, y promete a los que vistan su hábito que no sufrirán las penas del infierno. En 1316 se aparece otra vez y concede al Papa Juan XXII el privilegio sabatino, es decir que Ella sacaría del Purgatorio a los hermanos de la Orden Carmelitana el primer sábado después de su fallecimiento si cumplen con ciertas condiciones. El Santo Escapulario del Carmen, canónicamente recibido, hace participar a los fieles de estos grandes privilegios concedidos por la Santísima Virgen María y de los que la Iglesia ha añadido después con extraordinarias indulgencias. Nuestra Señora del Carmen es la celestial patrona de los marinos y de la República de Chile.






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