domingo, 30 de junio de 2024

Sermón Sexto Domingo después de Pentecostés

Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Julián Espina Leupold


Lección

Hermanos: Todos los que hemos sido bautizados en Jesucristo, lo hemos sido en su muerte. Porque en el bautismo hemos quedado sepultados con El, muriendo al pecado: a fin de que así como Cristo resucitó de entre los muertos para gloria del Padre, así también nosotros vivamos nueva vida. Porque si fuéremos injertados en El, imitando su muerte, lo seremos también en su resurrección. Sabiendo bien que nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con El, para que sea destruido el cuerpo de pecado, y no sirvamos más al pecado. Y si estamos muertos con Cristo, creemos que viviremos también juntamente con Cristo; sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere, la muerte ya no le dominará. Porque habiendo muerto para el pecado, murió una sola vez: mas habiendo vuelto a la vida, vive para Dios. Así también vosotros, pensad que estáis realmente muertos al pecado, y vivos para Dios, en Jesucristo Señor nuestro. 

Romanos VI, 3-11


Evangelio
En aquel tiempo, como hubiera con Jesús una gran muchedumbre, y no tuvieran qué comer, convocando a los discípulos, les dijo: Tengo compasión de la multitud: porque he aquí que ya me han seguido tres días, y no tienen qué comer: y, si los despido en ayunas para sus casas, desfallecerán en el camino: porque algunos de ellos han venido de lejos. Y respondiéronle sus discípulos: ¿Quién podrá saciarlos de pan aquí, en la soledad? Y los preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Y mandó a la multitud que se sentara sobre la tierra. Y, tomando los siete panes, dando gracias, los partió, y se los dió a sus discípulos, para que los sirvieran. Y los sirvieron a la multitud. Y tenían también unos pocos pececillos: y también los bendijo, y los mandó servir. Y comieron, y se saciaron, y recogieron, de los fragmentos que sobraron, siete cestos. Y eran, los que habían comido, casi cuatro mil: y los despidió. “El Señor nos llama, decía el pueblo antiguo al salir de Egipto tras de Moisés; iremos a tres jornadas de camino al desierto para sacrificar allí al Señor, nuestro Dios'”.  
Marcos VIII, 1-9

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