Día 17 de Marzo, Primer
Domingo de Pasión
Doble de I clase- Orn. Morados
Como en los días de tormenta vemos acumularse densos nubarrones, así el cielo de la Iglesia se pone cada vez más sombrío y triste, hasta prorrumpir en desgarradores acentos de dolor, por que el rayo de la justicia divina va a caer sobre su Esposo, Cristo Jesús, que se ofreció por victima de los pecados del mundo. Por amor al Padre y a los hombres se revistió el Hijo de Dios de nuestra carne y se hizo hombre como nosotros. Y este Dios hecho hombre ha sustituido a sus hermanos culpables. Por eso “se reviste de nuestras culpas como un manto”, según lo dicho por el Profeta, y se “hace pecado por nosotros”, a fin de destruirlo con su muerte en cruz.
Desde el siglo XIV la Iglesia cubre sus altares de luto, y oculta las imágenes, eclipsando el culto de los santos durante este tiempo, ante el grandioso misterio de la Redención.
En las Misas de Pasión no se dice el salmo Judica me, conservando en esto la forma más antigua de la Misa; tampoco se dice el Gloria Patri al fin del Introito y del Lavabo.
En el Evangelio de hoy se muestra más evidentemente el odio, cada vez más profundo, del Sanedrín, y Cristo apela al tribunal de Dios del fallo inicuo que le están preparando (Introito, Gradual y Evangelio).
Según el Apóstol San Pablo, Cristo es el verdadero Pontífice de la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, la cual sella con su propio sacrificio.
Los Siete Dolores de la Virgen María.
En el Nacimiento de Cristo se nos apareció la Virgen aureolada con la corona y dignidad de Madre de Dios hecho hombre. Ahora, próximo ya el sacrificio e inmolación de su Divino Hijo, la vemos concebir entre inmensos dolores esta nueva generación de hijos redimidos por la cruz de Cristo. La sangre de Jesús y las lágrimas de la Virgen se juntan para la redención del linaje humano. Por esto es María Corredentora y Madre de todos los hombres, representados junto a la cruz por San Juan Evangelista.
Se cumplió la profecía del anciano Simeón cuando le dijo: “una espada de dolor traspasará tu alma”; y la Virgen, por su amor sin igual, se convierte en la Reina de los Mártires, y es también nuestra libertadora, y con más razón que lo fue Judit, bendita sobre todas las mujeres de Israel, al exponer su vida por la libertad de su pueblo, cortando la cabeza de Holofernes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario