Sermón
S.E.R. Pío Espina Leupold
Lección
Levántate, ilumínate, Jerusalén: porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti. Porque he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y la oscuridad los pueblos: mas, sobre ti nacerá el Señor, y su gloria será vista en ti. Y caminarán las gentes en tu luz, y los reyes al resplandor de tu astro. Alza tus ojos en torno, y mira: todos estos se h a n reunido, h a n venido a ti: tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas surgirán de todas partes. Entonces verás y brillarás y se admirará y se dilatará tu corazón, cuando se hubiere vuelto a ti la multitud del mar y hubiere acudido a ti la fortaleza de las gentes. Te cubrirá una inundación de camellos y dromedarios de Madián y Efa: vendrán todos los de Sabá, trayendo oro e incienso, y tributando alabanza al Señor.
Isaías, LX, 1-6
Evangelio
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, en los días del Rey Herodes, he aquí que unos Magos vinieron del Oriente a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos, que h a nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente, y venimos a adorarle. Y, oyendo esto el rey Herodes, se turbó y toda Jerusalén con él. Y, convocando a todos los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Y ellos le dijeron: En Belén de Judá: porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá: porque de ti saldrá el Caudillo que regirá á mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se enteró bien por ellos de la aparición de la estrella: y, enviándolos a Belén, dijo: Id, y preguntad con diligencia por el Niño; y, después que le halléis,, decídmelo a mí, para que, yendo yo también le adore. Y ellos, habiendo oído al rey se fueron. Y he aquí que la estrella, que habían visto en Oriente, los precedía hasta que, llegando, se paró sobre donde estaba el Niño. Y, al ver la estrella, se regocijaron con grande gozo. Y, entrando en la casa, encontraron al Niño con su Madre María (aquí se arrodilla): y, postrándose le adoraron. Y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños, para que no tornasen a Herodes, regresaron a su patria por otro camino.
San Mateo II, 1-12
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