Día
19 de noviembre, domingo XXV de Pentecostés
(Domingo VI después de Epifanía) Doble- Orn. Verdes.
Conm. de Santa Isabel de Hungría. Viuda.
La palabra evangélica, sin adornos retóricos, y sencilla, es como una semilla pequeña, que, al germinar en el corazón del hombre, desarrolla en él frutos magníficos de fe, de caridad, de paz, hasta convertirse en árbol de frondosa copa donde aniden los espíritus más elevados en la cumbre de la perfección. A esta perfección llama Dios a todos los hombres, y todos la pueden alcanzar con el auxilio de su divina gracia, de esa gracia que fluye a nosotros por los canales de los sacramentos digna y santamente recibidos. Es admirable el fruto que produjo en los paganos de Tesalónica la explicación de esta parábola.
Día 19 de Noviembre, Santa Isabel de Hungría, Viuda.
Hija del rey de Hungría, fue dada por esposa Luís IV de Turingia, siendo todavía casi una niña. Su esposo Luís, era un joven de alma muy noble y santa, con lo que formaron los dos, que se amaban muchísimo, el ideal del matrimonio cristiano. Tuvo un hijo varón y tres hijas. Amaba a los pobres y los socorría con sus bienes; más de una vez dejó vacíos los depósitos del castillo y llegó a despojarse a sí misma del manto real, de la diadema y de los collares de perlas. Hija suya fue Santa Gertrudis de Turingia. Muerto su esposo en la V Cruzada, sufrió la humillación de verse arrojada con sus hijos de su propio palacio por un hermano del marido difunto, sin dejarle llevar nada, siendo la menor de las criaturas de pocas semanas. Con su niña en brazos y llevando de la mano a los otros, hubo de mendigar un año de puerta en puerta sin que osaran a recogerla por miedo al usurpador. Restablecidas las cosas al volver los caballeros que acompañaban a su marido, se hizo terciaria franciscana y murió a los 24 años de edad atendiendo a los pobres y a los leprosos. Era el año 1231.
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