viernes, 18 de agosto de 2023

Boletín Dominical 20 de Agosto




Día 20 de Agosto, Domingo XII de Pentecostés.

Doble. Orn. Verdes
Conm. San Bernardo Abad, Confesor y Doctor de la Iglesia.

El Evangelio de hoy nos habla del buen samaritano. Este buen samaritano nos da un magnífico ejemplo de cómo se debe cumplir la ley cristiana de la caridad, del amor que hemos de tener a nuestros prójimos aunque nos sean desconocidos; sin esta caridad cristiana hace Dios poco caso de todas las otras virtudes.

Cumplir bien el precepto de amor es cumplir con toda la ley, porque esa virtud de la caridad perfecta nos une a la voluntad de Dios con vinculo tan estrecho, que no hay peligro de traspasar ningún precepto porque el que ama a Dios y al prójimo hace siempre la voluntad de Dios, de modo que siempre se podrá decir: ama y haz lo que quieras.

Cristo es también el Buen Samaritano, y quiere que lo seamos todos nosotros con todos nuestros semejantes, particularmente con los más doloridos y necesitados, ya sea física o moralmente. En el cristiano no hemos de mirar su exterior, a veces repugnante, a veces poco simpático, sino a su alma, que es preciosa a los ojos de Dios y divinizada como nosotros por la gracia de Cristo.


Día 22 de Agosto, Inmaculado Corazón de María

No hay corazón más semejante al de Jesucristo que el Inmaculado Corazón de su Madre, la Virgen Santísima. Ningún otro ha participado como él de los amores y de las aflicciones y dolores del Corazón de Cristo. Unida tan íntimamente a su divino Hijo, el Corazón de María latía y late siempre al unísono con el Corazón de Jesús, asociada a la obra redentora y santificadora de Jesucristo, el Corazón de María sufría en sí tan intensamente los dolores y las afrentas de la Cruz (Continua) 





(Sigue) y los ofrecía con tan inmenso amor a Dios Padre por el rescate y redención de los hombres, de los que al pie de la cruz era constituida Madre por el mismo Jesús, que, como afirmaron los Santos Padres, sólo una especial providencia de la omnipotencia de Dios pudo conservar la vida preciosa de María, que de otra suerte hubiera muerto de dolor. Con razón llaman pues los Santos Padres y la Iglesia a María, Reina de los mártires y Corredentora de los hombres. Solo Dios puede conocer y valorar las finezas, las dulzuras, la caridad, el heroísmo y el amor de ese Corazón, que es arpa melodiosa cuyas cuerdas vibran al suave soplo del Divino Espíritu. 

Acudamos al Corazón Inmaculado de María, que es refugio de los afligidos, consuelo de los tristes, remedio de los que lloran, fortaleza de los débiles, defensa en los peligros, auxilio en la tentación, alegría y dulzura de todos los que la invocan. Digamos siempre: Dulce nombre de María, sed nuestra salvación.





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