sábado, 30 de julio de 2022

Boletín Dominical 31 de julio



.Día 31 de Julio, Domingo VIII de Pentecostés.

Doble- Orn. Verdes. San Ignacio de Loyola, Confesor.

Rinde cuentas de tu administración”, dice al mayordomo su señor, en la parábola que nos propone Jesús.

Al fin de la vida, cuando se halle cercana la muerte y tras la muerte el juicio, habremos todos de rendir cuentas al Juez Divino que nos dirá: dame cuenta de cómo has negociado, de cómo has usado de tantos bienes como te entregué. Bienes naturales y sobrenaturales, de inteligencia y de gracia, materiales y espirituales.

En ese momento ¿nos sonrojaremos como el mayordomo infiel, o nos sentiremos tranquilos y satisfechos de nuestra vida?

Inevitable es este juicio. Lo ha dicho la Verdad infalible: “Establecido está que los hombres mueran una vez e inmediatamente venga el juicio” (S. Pablo, Hebreos 9, 27). Del cual juicio no se librará nadie: “¿acaso crees, Oh hombre, que podrás librarte del juicio de Dios?” (S. Pablo, Romanos, 2, 3).Y este juicio será definitivo. Ya no habrá más tiempo para volver  a negociar, para corregir los yerros de la vida; se acabó la administración de los bienes que recibimos; “del lado que se caiga, en él quedará siempre” (Eclesiastés 11, 3)

Tiempo es, pues, ahora de examinar nuestra conducta, de ajustar nuestras cuentas y conformar nuestras acciones a la voluntad de Dios. Como el mayordomo, empleemos todos los bienes recibidos de Dios en hacer con ellos cosas  buenas, actos de caridad, recordando que la limosna no es un simple consejo, sino un precepto, para que así ganemos amigos que en aquel momento nos defiendan: las mismas obras buenas que hablarán a nuestro favor. Conquistemos pues, el favor de los amigos del Corazón de Jesús que toma como hecho a su propia persona todo el bien que hagamos a los pobres.




Día 5 de Agosto, la dedicación de Santa María de las Nieves.

Esta es, en la liturgia romana, la fiesta más antigua en honor a la Santísima Virgen María: La dedicación de la Basílica Patriarcal de Santa María Mayor, llamada así por ser el más grandioso de todos los templos de Roma consagrados a la Madre de Dios. Llamase además Santa María del Pesebre, por guardarse en ella gran parte del Santo Pesebre de Belén, llamase, por último Santa María de las Nieves, conforme a una piadosa tradición (inmortalizada por Murillo) según la cual la celestial Señora, nombrada heredera de un matrimonio sin hijos que quiso dar testimonio de su devoción mariana eligió el sitio de su futura Basílica, cubriéndolo con una copiosa nevada en los calores del 5 de Agosto. A la entrada de la Basílica se halla la estatua de Felipe IV de España, cuyos sucesores son canónigos honorarios de Santa María la Mayor. La nave principal la forman dos hileras de 44 columnas de mármol blanco. El artesonado luce el primer oro que llegó de América





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