Día 22 de Mayo, Domingo V de Pascua.
Doble. Orn. Blancos.
La Iglesia proclama hoy, en el Introito, el triunfo de Cristo, y quiere se anuncie hasta los confines del mundo.
En la Epístola de Santiago el Menor, que era pariente de Jesús, nos enseña que no basta conocer la ley, sino que es necesario cumplirla, que la religión verdadera debe ir acompañada del ejercicio de las virtudes, que la fe es necesaria, pero que la fe sin obras es vana e inútil.
Son pues necesarias las buenas obras para salvarse. No el que dice ¡Señor, Señor! Sino el que cumple la voluntad de Dios entrará en el Reino de los Cielos. “Sed ejecutores de la palabra de Dios, y no meros oyentes, engañándoos a vosotros mismos”, dice el Apóstol Santiago.
En el Evangelio, Cristo Nuestro Señor nos inculca que oremos en su Nombre, pues la oración es absolutamente necesaria para obtener la gracia, sin la cual es imposible salvarse; por eso se comprende fácil que diga San Alfonso María de Ligorio: “el que ora, se salva, el que no ora, se condena”.
En la primera parte del Evangelio, Jesús en dos palabras resume un misterio de nuestra religión: Salí del Padre y vuelvo al Padre. San Agustín lo explica así: “Salió del Padre, porque del Padre procede, vino al mundo por que mostró al mundo su cuerpo tomado de la Virgen, dejó al mundo con su partida corporal; se fue al Padre, con la Ascensión de su Humanidad”.
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