sábado, 15 de enero de 2022

San Bernardo: María Medianera





COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO SEGUNDO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA


En aquel tiempo: Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le dijo: “¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía”. Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”. Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”; y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: “Ahora sacad y llevad al maestresala”; y le llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba –aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua–, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento”. Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Juan II,, 1-11




SAN BERNARDO


María medianera


La BAC inserta entre las obras de San Bernardo el sermón titulado María, acueducto (cf. SAN BERNARDO, Obras completas t.1 p.737 ss.). Es el sermón que figura en la Patrología latina de Migne, bajo el titulo De aquaeductu in Nativ. B. V. Mariae (cf. PL .83,43,-440). Escrito con gran fondo teológico y con la efusividad típica en el Doctor Melifluo, no es fácil de sintetizar. Puede servir no sólo par« aprovechar sus ideas, sino poro mostrarnos cuán de antiguo surge en la tradición cristiana la piadoso creencia en la mediación universal de Nuestra Señora. 

Transcribimos el texto casi totalmente, tomándolo de la referida edición de la BAC, y añadimos como remate la conocida y hermosa invocación del final de la Homilía a sobre el «Missus esta..., que recoge el Breviario (cf. BAC, ibid., p.205, y PL 183,70-71). 

.

A) María, acueducto de la gracia


a) JESÚS ES LA FUENTE, MARÍA EL ACUEDUCTO

"¿Quién es la fuente de la vida sino Cristo Señor? Cuando aparezca Cristo, que es vuestra vida, entonces también apareceréis vosotros con El en la gloria (Col. 3,4). A la verdad, la misma plenitud se anonadó a sí misma para hacerse para nosotros justicia, santificación y remisión, no apareciendo todavía vida o gloria, o bienaventuranza. Corrió la fuente hasta nosotros y se difundieron las aguas en las plazas, aunque no beba el ajeno de ellas. Descendió por un acueducto aquella vena celestial, no ofreciendo, con todo eso, la copia de una fuente, sino infundiendo en nuestros áridos corazones las gotas de la gracia, a unos, ciertamente, más; a otros, menos. El acueducto, &n duda, lleno está para que los demás reciban de la plenitud, pero no la misma plenitud. 

Ya habéis advertido, si no me engaño, quién quiero decir que es este acueducto que, recibiendo la plenitud de la misma fuente del corazón del Padre, nos la franqueó a nosotros, si no del modo que es en sí misma, a lo menos según podíamos nosotros participar do ella. Sabéis, pues, a quién se dijo: Dios te salve, llena de gracia. Mas jama admiraremos que se pudiese encontrar de qué se formase tal y tan grande acueducto, cuya cumbre, al modo de aquella escala que vió el patriarca Jacob, tocase en los cielos, más bien, sobrepasase también los cielos y pudiese llegara aquella vivísima fuente de las aguas que están sobre los cielos? Se admiraba también Salomón y, al modo del que desespera, decía: ¿Quién hallará una mujer fuerte? (Prov. 31,10). A la verdad, por eso faltaron durante tanto tiempo al género humano las corrientes de la gracia, porque todavía no estaba interpuesto este deseable acueducto de que hablamos ahora. Ni nos admiraremos de que fuese aguardado largo tiempo, si recordamos cuántos usos trabajó Noé, varón justo, en la fábrica del arca, en la cual sólo unas pocas almas, esto es, ocho, se salvaron, y esto para un tiempo bastante corto.


Pero ¿cómo llegó este nuestro acueducto a aquella fuente tan sublime? ¿Cómo? Con la vehemencia del deseo, con el fervor de la devoción y con la pureza de la oración según está escrito: La oración del justo penetra los cielos"... (ibid., p.739). 


b) MARÍA, DEPÓSITO Y HUERTO DE LA GRACIA 

"Mira, hombre, el consejo de Dios, reconoce el consejo de la sabiduría, el consejo de la piedad. Habiendo de regar toda la era con el rocío celestial, humedeció primero todo el vellocino; habiendo de redimir todo "el linaje humano, puso todo el precio en María. ¿Con qué fin hizo esto? Quizá para que Eva fuese disculpada por la hija y cesase la queja del j hombre contra la mujer para siempre. No digas ya jamás. Adán: La mujer que me diste me ofreció del árbol prohibido (Gen. 3,12); di más bien: "La mujer que me diste me ha dado a comer del fruto bendito". Consejo piadosísimo. sin duda, pero no es esto todo acaso; hay otro todavía oculto. Verdad es lo que se ha dicho, pero aún es poco (si no me engaño) a vuestros deseos. Dulzura de leche es; se sacará, acaso, si con más fuerza apretamos la crasitud de la manteca. Contemplad, pues, más altamente con cuánto afecto de devoción quiso fuese honrada. María por nosotros aquel Señor que puso en ella toda la plenitud del bien, para que, consiguientemente, si en nosotros hay algo de esperanza, algo de gracia, algo de salud, conozcamos que redunda de aquella que subió rebosando en delicias. Huerto es, en verdad, de delicias que no solamente inspiró viniendo, sino que agitó dulcemente con sus soberanos soplos aquel austro divino, sobreviniendo en ella, para que por todas partes fluyan y so difundan eso aromas, loa dones, es a saber, de las gracias. Quita este cuerpo solar que ilumina al mundo, ¿cómo podrá haber día? Quita a María, esta estrella del mar, del mar sin duda grande y espacioso, ¿qué quedará sino obscuridad que todo lo ofusca, sombrara do la muerte todo y densísimas tinieblas?" (ibid., p.740441). 


c) MARÍA NOS TRAE AL DIOS INACCESIBLE

"¿Cómo dice, se hará esto, porque yo no conozco varón? Verdaderamente es santa en el cuerpo y en el espíritu, teniendo no sólo la integridad de la virginidad, sino el propósito firme de conservarla incólume. Mas, respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo sobrevendrá en ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra. Como si dijera: No me preguntes a mí esto, porque es cosa superior a mi comprensión y no podría declarártelo. El Espíritu Santo, no el espíritu angélico, sobrevendrá en ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra, no yo. No te pares ni siquiera entre los ángeles, Virgen santa; mucho más sublime está lo que la tierra sedienta espera que se le dé a beber por ministerio tuyo. Un poco que les pases a ellos, y hallarás a quien ama, tu alma. Un poco, repito, no porque tu Amado no sea superior a ellos incomparablemente, sino porque nada encontrarás que medie entre El y ellos. Pasa, pues, las virtudes y las dominaciones, los querubines y los serafines, hasta que llegues a Aquel de quien alternativamente están clamando: Santo, santo, santo es el Señor Dios de los ejércitos (Is. 6,3). Pues cl fruto santo que nacerá de ti se llamará Hijo de Dios. Fuente es de la sabiduría el Verbo del Padre en las alturas. Pero este Verbo por medio de ti se hará carne, para que Aquel que dice: Yo estoy en el Padre y el Pudre en mí (lo. 14,10), diga igualmente: Porque yo procedí de Dios y he venido de parte de Dios. En el principio, dice San Juan, era el Verbo. Ya brota la fuente, pero por ahora sólo en sí misma. Añade luego: Y cl Verbo estaba en Dios, habitando una luz inaccesible, y decía el Señor desde el principio: Yo medito pensamientos de paz y no de aflicción (ler. 19,11). Pero en ti, Señor, está tu pensamiento, y lo que piensas lo ignoramos nosotros. Porque ¿quién pudo jamás conocer los designios del Señor o quién fué su consejero? Descendió, pues, el pensamiento de la paz a la obra de la paz; el Verbo se hizo carne y habita ya entre nosotros" (ibid., p.743-744). 

"Incomprensible era e inaccesible, invisible y superior a toda humana inteligencia. Mas ahora quiso ser comprendido, quiso ser visto, quiso que pudiésemos pensar en El. ¿De qué modo, me preguntas? Echado en el pesebre, reposando en el virginal regazo, predicando en el monte pernoctando en la oración; o bien pendiente de la cruz, poniéndose pálido en la muerte, libre entro los muertos y mandando en el infierno; o también resucitando al tercer día y mostrando a los apóstoles las hendiduras de los clavos, insignias de su victoria; últimamente, subiendo a lo más alto de los cielos a vista de los mismos apóstoles. ¿Qué cosas do éstas no se piensa verdadera, piadosa y santamente? Cualquiera de estas cosas que yo piense, pienso en mi Dios y en todas las cosas. El es mi Dios. El meditar, pues, estos misterios lo llamé sabiduría, y juzgué por prudencia el refrescar incesantemente la memoria de la suavidad de estos dulces frutos, que produjo copiosamente la vara sacerdotal que María fué a coger en las alturas para difundirlos con la mayor abundancia en nosotros. La recibió, sin duda, en las alturas y sobre los ángeles, puesto que recita al Verbo del mismo corazón del Padre, según está escrito: El día anuncia al día la palabra (Ps. 18,2). Verdaderamente es día el Padre, pues es día del día la salud de Dios. ¿Acaso no es también día María? Y esclarecido. Resplandeciente día es, sin duda, la que procedió como la aurora resurgente, hermosa como la luna, escogida como el sol"... (ibid., p.744-745). 


d) ENTREGA A MARÍA TUS DONES, PARA QUE SE LOS LLEVE A DIOS

"En lo demás, hermanos, debemos procurar con el mayor cuidado que aquella Palabra que salió de la boca del Padre para nosotros por medio de la Virgen, no se vuelva vacía, sino que por mediación de Nuestra Señora, volvamos gracia por gracia. Mientras suspiramos por la presencia, fomentemos con toda nuestra atención su memoria, y así sean restituidas a su origen las corrientes de la gracia para que fluyan después más copiosamente. De otra suerte, si no vuelven a la fuente, se secarán, y, siendo infieles en lo poco, no merecemos recibir lo que es máximo... 

Procuremos, pues, hermanos míos, cultivar azucenas; démonos prisa a arrancar de raíz las espinas y los abrojos. y plantemos en su lugar azucenas, por si alguna vez acaso se digna el amado descender a apacentarse entre ellas. 

En María sí que se apacentaba, puesto que en ella hallaba grandísima abundancia de azucenas. ¿No son acaso azucenas el decoro de la virginidad, las insignias de la humildad, la supereminencia de la caridad? También nosotros podemos tener azucenas, aunque sornas hermosas y olorosas: con todo, ni aun entre ellas se desdeñará de apacentarse el esposo, con tal de que a esas acciones de gracias. de que hemos hablado antes, les dé lustre la alegría de la devoción, a la oración le dé candor la pureza de intención. y la misericordia dé blancura a la confesión, como está escrito: Aunque sean vuestros pecados como du escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, serán blancos como la lana (Is. 1.17). Pero, sea lo que fuere aquello qua dispones ofrecer, acuérdate de encomendarlo a María, para que vuelva la gracia, por el mimoso cauce por donde corrió, al dador de la gracia. No le faltaba a Dios, ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse de este acueducto, si El hubiera querido, pero quiso proveerte de ella por este conducto. Acaso tus manos están aún llenas de sangre o manchadas con dádivas sobornadoras, porque todavía no las tienes lavadas de toda mancha. Por eso, aquello poco que deseas ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin do que sea ofrecido al Señor sin sufrir de El repulsa. Sin duda candidísimas azucenas son, ni se quejará aquel amante de las azucenas de no haber encontrado entre azucenas todo lo que El hallare en las manos de María. Amén" (ibid., p.750-7511. 



b) María, estrella del hombre
 
"Al fin del verso dice el evangelista: Y el nombre de la Virgen era María. Digamos también, acerca de este nombre, que significa estrella de la mar, y se adapta a la Virgen Madre con la mayor proporción... 

¡Oh!, cualquiera que seas el que en la impetuosa corriente de este siglo te ves más bien fluctuar entre borrascas y tempestades que andar por la tierra, no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las borrascas. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres agitado de las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, o la avaricia, o el deleite carnal impele violentamente la navecilla de tu alma, mira a María. Si, turbado por la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima sin suelo de la tristeza, en el abismo de la desesperación, piensa en María. En loa peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir loa sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la niegas, no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu gula; llegarás felizmente al puerto si ella te ampara; y así, en ti mismo experimentarás con cuánta raz6n se dijo: Y el nombre de la Virgen era María» (ibid., e.205), 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario